martes, 6 de mayo de 2008

Excursión 005: Las dehesas de Guadarrama

FICHA TÉCNICA 
Inicio: Guadarrama 
Final: Guadarrama 
Tiempo: 3 a 4 horas 
Distancia: 13,4 Km 
Desnivel [+]: 421 m 
Desnivel [--]: 419 m
Tipo: Circular 
Dificultad: Baja 
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: 
Valoración: 4 
Participantes: 7 

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta













PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Se llama dehesa a un bosque claro de encinas, fresnos, alcornoques u otras especies, con estrato inferior de pastizales o matorrales, donde la actividad del ser humano ha sido intensa, y generalmente están destinadas al mantenimiento del ganado, a la actividad cinegética y al aprovechamiento de otros productos forestales (leñas, corcho, setas, frutos, etc.). Es un ejemplo típico de sistema "agrosilvopastoral".

Para conocer alguna de las dehesas que se extiende por los alrededores de Guadarrama y Los Molinos nos reunimos en la plaza de Guadarrama, iniciando desde sus proximidades esta bonita ruta, que partiendo de la calle que va a la Dehesa del Soto, en la parte norte del pueblo, enseguida a
bandona el asfalto, para continuar de frente por una buena pista de tierra, el Cordel de la Calleja de los Poyales, que bordea fincas de toros bravos, convenientemente protegidas por cercas de piedra, en lo que antes eran extensas fresnedas.

El fresno es un árbol fácilmente reconocible por su tronco exageradamente grueso en comparación con el enclenque ramaje, el cual suele cortarse al cero cada poco para alimentar al ganado en invierno. Al ejemplar así rapado se le dice trasmocho. Del fresno se ha aprovechado, además, su madera, ideal, por soportar golpes machacones, para carros, herramientas y material deportivo, y sus propiedades medicinales, entre ellas la que, según Quer, tienen sus semillas, que tomadas con vino hacen “enflaquecer”.

Amantes de la humedad, el fresno formaba antaño apretadas masas en las jugosas navas del piedemonte guadarrameño. Fresnedas que fueron pronto adehesadas, esto es, cercadas y aclaradas para favorecer el desarrollo de pastizales, y que, estabilizadas desde hace siglos, trazan la amistosa frontera entre el hombre y la sierra desde El Escorial hasta Guadalix, pasando por Manzanares el Real. Son parajes bucólicos, ricos y equilibrados, donde a la dura silueta del toro bravo se contrapone la de la blanda cigüeña anidada en el fresno trasmocho; en primer plano, el vaquero a caballo y, al fondo, sobre la ermita de rigor, la cresta nevada del Guadarrama.

Distraídos con estos poéticos pensamientos, enseguida alcanzamos la fuente del Maíllo, junto al arroyo del Tejo, en cuyos alrededores nos deleitamos con la presencia de unos caballos blancos y juguetones, que descansaban junto al abrevadero del Rasillo.

Tras las correspondientes fotos, como a una hora del inicio, arribamos la ermita de la Virgen del Espino, que desde 1962 se alza sobre un mogote granítico con enormes vistas: de la Peñota, de Siete Picos, de la Bola del Mundo, de la Maliciosa..., así como al ejército de chalés que, desde Villalba hasta Cercedilla, ha desalojado a las fresnedas de las frescas riberas del curso alto del Guadarrama.

Las Dehesas suelen ser parajes amenazados por estar en las vecindades de pueblos que no paran de crecer, en Guadarrama, por ejemplo, hay una zona residencial llamada Vallefresnos, al norte, y otra llamada Los Fresnos, al sur, esto lo dice todo. Y como los dueños de las fresnedas, saben lo que hay en juego, están deseando que se las recalifiquen.

Urbanizaciones en regla y chalés piratas; granjas y prados abandonados junto a ostentosos picaderos; urbícolas en moto y en todoterreno; cercas levantadas con bloques de cemento, incluso en caminos con servidumbre de paso o vías pecuarias, y somieres viejos a modo de puertas... Todos estos peligros se ciernen sobre dehesas como éstas.

Con la esperanza de que esto no vaya a más, proseguimos, desde la fuente del Maíllo, por la pista que asciende, con suave pendiente en dirección norte, hasta llegar alcanzar dos 
bifurcaciones casi seguidas, que en ambas tomamos a la derecha.

Como a una hora del inicio, la pista nos hace llegar a divisar la ermita de la Virgen del Espino, que desde 1962 se alza sobre un mogote granítico con enormes vistas: de la Peñota, de Siete Picos, de la Bola del Mundo, de la Maliciosa..., así como al ejército de chalés que, desde Villalba hasta Cercedilla, ha desalojado a las fresnedas de las frescas riberas del curso alto del Guadarrama.

A continuación viramos bruscamente a la derecha, por el Cordel del Toril, y después al norte, llegando al pequeño embalse de los Irrios, que dejamos a nuestra derecha, para cruzar por un puente de piedra las vías de ferrocarril, que más adelante volveremos a cruzar en la estación de Tablada, desde la cual, en dirección sureste, nos hará retomar la Dehesa de los Poyales hasta regresar al punto de partida.
Paco Nieto

FOTOS 
Fotos de Antonio López
Fotos de Carlos Muñoz

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