jueves, 30 de junio de 2011

Excursión 063a: Camino Majariego de Santiago. Etapa 3. Cercedilla - Segovia

FICHA TÉCNICA 
Inicio: Cercedilla
Final: Segovia
Tiempo: 8 a 9 horas
Distancia: 28,8 Km
Desnivel [+]: 858 m
Desnivel [--]: 1008 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 5


MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)


PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN

Estación del Pinar de las Rozas, 8’30 de la mañana: se encuentran allí ya los 5 miembros de la excursión, a saber: José Luis “el Rubi”, Joaquín, Antonio, Antolín y el autor de estas líneas.

Bueno, se encuentran allí a las 8’30 y allí siguen a las 8’53 ya que aunque el tren tenía su horario fijado a las 8’39 no llegó hasta las 8’54, esto para desdecir el positivo comentario que, sobre la mejora en la puntualidad de los cercanías tuve el riesgo de expresar unos minutos antes (¡Sra. Aguirre!). Por fin, ya desde el tren camino de Cercedilla pudimos ir viendo lugares ya transitados en anteriores etapas.

Llegamos a Cercedilla a las 9’40 y decidimos subir a la Fuenfría, no por el camino oficial que recorrimos en el entrenamiento que habíamos realizado sino por el camino Puriceli, que nos llevó por una zona más agradable, entre densos pinares, hasta el Hospital de la Fuenfría.

A una distancia prudencial del hospital hicimos la primera parada para beber y comer algo. Eran las 11’07.

Continuamos hacia arriba por una senda helechada (palabra de mi invención que significa rodeada de helechos) y que es más tendida, que la otra ruta – la de la calzada romana- pero que guarda un último repecho de aúpa; en los 600 últimos metros hay que remontar 160 (más de un 25% de pendiente). 

Coronamos el puerto de la Fuenfría a las 12’04 y allí hicimos una nueva parada. Hacía un vientecillo
fresco que hizo que algunos prefirieran beber al sol. 

Se hizo la foto de grupo y con lágrimas en los ojos (¿o eran gotas de sudor?) despedimos a Antonio que, por motivos de horario, no podía acompañarnos a Segovia sino que debía regresar a Cercedilla. Le dimos los consejos de rigor para que no cediera a las tentaciones que, al ir solo, seguramente se le presentarían en el descenso por la calzada romana y nos dispusimos a iniciar el descenso por la vertiente castellano-leonesa hacia Segovia.

A las 12’25 nos pusimos en marcha. Tomamos el camino de la izquierda en lugar de la carretera de la República y entre bromas, chistes y comentarios “sicarios” bajamos a buen ritmo.

Paramos a beber en la fuente de la Reina y después de atravesar la pradera del mismo nombre José Luis advirtió el olvido de mi bordón (bastón).

Me lo había dejado en la fuente. Este hecho le permitió a Joaquín liberar un poco de energía y mostrar su buena forma física en una carrerita de 500 metros. La inmediatamente posterior caída de mi móvil, que fue recogido por Antolín generó un buen cachondeito en el grupo. “Anda que como hagas solo el camino, llegarás a Santiago sin los pantalones” fue uno de los ingeniosos comentarios que tuve que oír de alguno de mis compañeros.

Protegidos de los rayos del Sol por el alto techo de los pinos de Valsaín continuamos camino hasta que a las 14’20 llegamos a la leñera, lugar escogido para comer. Un rato delicioso con fresca brisa que, aún  sobre el duro techo de un depósito de aguas, aprovechamos para comer y descansar un rato. Incluso Joaquín se calló durante un par de minutos y pudimos oír el canto de los pájaros, el de las chicharras y el rumor del viento en las copas de los pinos.

Aproveché para pedir que Segovia viniera hacia nosotros, pero lo hice con tan poca fe que, al final, tuvimos que levantarnos para ser nosotros los que fuéramos hacia Segovia.

Todavía durante dos o tres kilómetros los árboles entre los que poco a poco los pinos iban cediendo a las encinas nos ofrecieron su protección hasta que a eso de las 15’45 la llanura castellana nos mostró su apariencia mas árida. Ni una sombra. Y eso que al principio el camino estaba casi enmoquetado con una hierba la mar de cómoda. Poco después ya fue pura y dura senda de tierra. Menos mal que Segovia se veía cada vez mas cerca.

A las 16’40 alcanzamos el paso sobre las vías del AVE con un calor ya de muy buen nivel y recorriendo un secarral asfixiante. Sorprendentemente, un buen segoviano ha creado a pocos metros un oasis increíble para los extenuados peregrinos. Desde lejos se ve sólo como una pequeña mancha verde junto al camino

Pero cuando se llega la sorpresa es mayúscula; árboles frutales, rosales, lirios, etc. un jardín del Edén en  10 m2. La puerta no estaba cerrada y accedimos al interior. 

Sin alterar nada nos sentamos y  nos permitimos 15 minutos de relax; últimos tragos, con oferta de agua fresca de El Rubi, para que le descargáramos la mochila, un cigarrito de José María, estupendas vistas de La mujer muerta,  en fin una gozada.

A partir de ese momento empezaron a aparecer las “hadas” segovianas, jóvenes, mágicas y complacientes, aunque, desgraciadamente para nosotros, quizás por ser fin de mes eligieron para su aparición una de sus menos atractivas reencarnaciones (arrugadas y renegrías en lugar de níveas y turgentes). ¡Que lástima! No mereció la pena ni hacerles fotos.

Los 5 últimos kilómetros fueron duros de verdad. Con las piernas doloridas, los pies requemados, pero con el espíritu aún entero los recorrimos para entrar en Segovia a las 17’52.

Tras recorrer algunas de sus avenidas pasamos por la Puerta de Madrid que se encuentra a pocos metros de la estación de RENFE.

Al llegar a la estación compramos los billetes para el regreso, nos refrescamos y nos cambiamos de camisa para ofrecer nuestro mejor aspecto en la terraza donde degustamos las anheladas jarras de cerveza y ante la fachada de la estación en la última foto del día.

El regreso hasta El Pinar de las Rozas, aunque largo y pesado se desarrolló sin novedad. Como al principio del día llegamos con 10 minutos de retraso (otra vez: ¡Sra. Aguirre!). 

Objetivo cumplido casi 30 kilómetros recorridos y 8 horas y 12 minutos empleados (de ellos 6 horas y 53 minutos andando).
Hasta la cuarta etapa.
José María Pérez

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