miércoles, 24 de julio de 2013

Excursión 148: La Chorrera de Mojonavalle y Abedular de Canencia

FICHA TÉCNICA 
Inicio: Puerto de Canencia
Final: Puerto de Canencia
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,7 Km
Desnivel [+]: 440 m
Desnivel [--]: 440 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua:
Ciclable: En parte
Valoración: 3,5
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)


PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN

En el recorrido estival que estamos haciendo por las pozas y chorreras más bonitas de la sierra no podía faltar la de Mojonavalle, así es que quedamos en el Puerto de Canencia para visitarla y de paso conocer el Abedular que bajo sus pies se formó hace millones de años.

Para descubrir estas maravillas con más ganas, no fuimos a ellas directamente, si no que, en dirección contraria, dimos un rodeo para alargar así la excursión, lo que nos permitió conocer la pradera del Collado Cerrado, una de las más bonitas en primavera de la sierra.

Entre amplios pinares y acompañados de decenas de mariposas de todos los colores, bajamos hasta el encuentro del arroyo del Sestíl del Maíllo, y muy cerca de él visitamos el abandonado puente del Vadillo, sobre el arroyo del Tercio de las Matas, al que el Sestil entrega sus revoltosas aguas.

Éste era el punto más bajo de la excursión así es que sabíamos que ya todo lo que quedaba era subir, lo hicimos a buen ritmo, hasta que una seductora sombra en una pronunciada curva de la pista, nos agradó como lugar para tomarnos un respiro y el aperitivo.

Proseguimos con reanudadas fuerzas hasta alcanzar el Collado Cimero, cambiando de vertiente y enfilando  hacia el encuentro de nuevo del arroyo del Sestil, en la zona en la que, a su vera, proliferan, formando un bosque de cuento, abedules, tejos, acebos y serbales, especies típicas de latitudes mucho más norteñas, que conforman un bosque singular, el llamado Abedular de Canencia.

Éste es uno de los rincones invernales más umbríos, húmedos y gélidos de la sierra de Guadarrama, recuerdo de los días de frío extremo de la última glaciación.

Sólo quedaba remontar el arroyo para encontrarnos con un pétreo tobogán de más de 30 metros de altura, el Chorro de Mojonavalle, que desgraciadamente no lucía todo su encanto por tener muy poca agua.

En busca de su inicio, Ángel comenzó a trepar por su empinada pared, le seguimos José Luis B, José María y yo, hasta que pasito a pasito y con zonas un tanto resbaladizas alcanzamos la cumbre en el punto en que el arroyo precipita sus aguas al primer tramo del abismo.

Las vistas desde aquí eran tan fabulosas, que nos costó iniciar el descenso para volver a encontrarnos con el resto del grupo, que nos esperaba al pie de la chorrera.

En ella comimos distraídos con el revuelo de las mariposas y el agradable sonido del agua al caer desde tan alto, Tras la sobremesa, en plácido paseo, continuamos el ascenso hasta alcanzar el puerto.

Como no encontramos ningún maíllo o manzano silvestre, descendiente de los que dio el apellido a este arroyo del Sestil del Maíllo, nos emplazamos a volver a intentarlo en otoño, a ver si con más suerte y con otra gama de colores en los árboles, lo conseguimos.

Las cervezas de celebración de fin de ruta las tomamos en Miraflores de la Sierra, brindando además por la suerte de Toñi, que había encontrado trabajo y por ello no pudo acompañarnos.

Por todo esto, lAgencia Madi de Senderismo ha otorgado 3,5 sicarias a esta fresquita y relajada excursión.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto
Foto reportaje de José María Pérez

FOTOS
Fotos de Javier Mondéjar
Fotos de Manuel Crespo

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