miércoles, 18 de septiembre de 2013

Excursión 153: Las cascadas y pozas de La Granja de San Ildefonso

FICHA TÉCNICA
Inicio: Granja de San Ildefonso
Final: Granja de San Ildefonso
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 17 km
Desnivel [+]: 547 m
Desnivel [--]: 532 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua:
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 27

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)


PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)


RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Atraídos por el buen tiempo y el estupendo clima que reina en el GMSMA, 27 senderomagos nos hemos animado con esta prometedora excursión, igualando así una vez más el record de participación. Aunque algunos ya habíamos explorado la parte más refrescante del itinerario en excursiones veraniegas, otros estaban expectantes por acceder a las maravillas que les habíamos relatado; además quedaba por descubrir una parte del itinerario no conocido ni descrito en fuentes habituales de consulta.

Salimos de la Granja con paso animoso, tras la foto de grupo en la plaza de España, frente al palacio, y casi sin darnos cuenta ya habíamos remontado el camino que sube hasta cerca del Chorro Grande. Acompañaba el fresco de la mañana y en un pispás ya estábamos en la base del Chorro, situándonos con precaución sobre las piedras para contemplar la prolongada caída del agua y para hacer fotos; coincidió ese momento con la elevación del sol sobre la cumbre de la chorrera, lo que hizo que algunos salieran en las fotos como bendecidos por los rayos del astro rey. Aquí aprovechamos para tomar un tentempié.

Tras bajar de nuevo al camino, lo seguimos en animada charla hasta el Chorro Chico, que pudimos avistar a corta distancia desde el mismo camino, sin aventurarnos a llegar a su base, ya que las condiciones del terreno no eran idóneas (si hubiéramos sabido lo que nos esperaba después, quizá nos hubieran parecido aceptables). Seguimos por la misma pista disfrutando del paisaje hasta que, al llegar a una bifurcación, algunos se volvieron hacia La Granja por “necesidades del servicio”, lo que viene a ser “lo normal”.

Así que quedamos los menos normales para descubrir la parte inexplorada del recorrido: Primero había pista, luego una pista venida a menos, después ya se atisbaba el río Cambrones pero no había camino ni senda para bajar, así que hubo que hacerlo en empinada pendiente entre ramas amontonadas, terreno inestable, yerbas engañosas, piedras escondidas y alguna que otra zarza; menos mal que Juan nos ayudaba (¡Alargad los bastones!). Eso sí, llegar a la orilla del río fue muy gratificante. Ya sólo quedaba seguir la sendita que seguía río abajo hasta la Poza del Barbas, terreno ya conocido. 

Claro que la sendita se fue complicando, desdibujándose, internándose entre vallas para ganado (las reses que nos topamos hasta parecían bravas) y finalmente elevándose entre riscos y yerba seca resbaladiza por la margen izquierda del río. Los más avezados tomaron la delantera, pero otros iban con más precauciones; en este tramo Leonor seguía las pisadas de Juan por seguridad y Marcos veía acentuadas sus molestias de lumbago. Más de uno elucubró sobre el origen del nombre del río, el cual “inexplicablemente” parecía contener una “m” de más; también se sugirió adjudicar sicarias negativas en la valoración de la excursión. Ahora bien, las vistas del río con sus marmitas, el acompañamiento del rumor del agua y su frescor eran un bálsamo que nos hacía hermosa la caminata.

Rebasada la Poza del Barbas, llegamos hasta la Poza Negra, donde descansamos largamente mientras comíamos nuestros bocatas y algunos valientes tomaban un baño. Paco Nieto incluso tuvo el atrevimiento de realizar un salto “olímpico” desde lo alto de las rocas.

El camino de regreso hacia La Granja a lo largo del río fue mejorando hasta entrar en el pueblo por el paseo del Pocillo hacia las 17:30, con ganas de refrescar al gaznate; así que la vanguardia se dirigió a la terraza del bar habitual de la plaza de España, bien sombreada por los grandes plátanos que la adornan, donde aprovecharon para pedir unas grandes jarras de cerveza. Los más rezagados tuvimos que conformarnos con unas jarrillas, ya que se habían agotado las grandes; eso sí, repetimos dos, tres y hasta cuatro veces en algún caso. Allí seguiríamos si alguien precavido no hubiera pedido la cuenta al cabo de un buen rato.

Yo creo que finalmente lo pasamos bien, así que ahí van 4 sicarias (y con ganas me quedo de poner 5).
Melchor

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto
Foto reportaje de José María Pérez

FOTOS
Fotos de Antolín
Fotos de Javier Mondéjar

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