miércoles, 11 de diciembre de 2013

Excursión 167: Puerto de Navacerrada - Navacerrada por La Tubería

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Nacacerrada
Final: Navacerrada
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 14,2 km
Desnivel [+]: 186 m
Desnivel [--]: 798 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua:
Ciclable: Sí
Valoración: 3,5
Participantes: 32

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Esta vez nos tocó lidiar con el hielo. Nada más iniciar el camino hacia Las Cabrillas, éste se encontraba cubierto por una buena capa de nieve helada. Aunque la mayoría afrontó el reto con decisión, Rosa se quedó medio paralizada ante el panorama que teníamos por delante.

Mis palabras de aliento no servían de nada, así que Santiago tomó cartas en el asunto y, como un verdadero caballero, la agarró por el bracete y la acompañó así mientras los hielos persistieron. Esta pareja no se cayó en todo el trayecto (¡gracias, Santiago!), aunque otros sí lo hicieron; afortunadamente, todos salimos indemnes.

Llegar al cordal de Las Cabrillas y contemplar el panorama de la Barranca encajonada entre La Bola del Mundo, La Maliciosa y nuestra ladera es todo un espectáculo, más en un nuevo miércoles soleado y sereno.

Comprobar que la senda entera de bajada presenta una gruesa capa de hielo informe, es bastante desalentador. Los que estamos enseñados a seguir el camino marcado continuamos por ahí; los más emprendedores se aventuraron por entre los matojos y las piedras, donde la nieve era escasa.

Al fin todos confluimos en la senda de La Tubería, por donde ya animosos continuamos caminando, si bien en las zonas de sombra aún persistían placas de hielo traidoras, como la que hizo reincidir con una culada a Javier M.

Avanzando bajo las crestas rocosas de Las Cabrillas, y sorprendidos un par de veces por potentes explosiones en la lejanía, llegamos al mirador de Las Canchas, lugar idílico para tomar un tentempié y para entretenerse en otear el horizonte. Aquí además hicimos la foto de grupo.

Para descender, ya sólo quedaba tomar la pista que en suave bajada llega hasta el aparcamiento de La Barranca. Así lo hicimos mientras algunos nostálgicos recordábamos la senda que, desde esta pista, asciende a la fuente de La Campanilla.

No fue posible llegar a ella, porque una pista facilona no es propia para el avance del GMSMA, así que acortamos por una senda entre los montes para arribar a otra fuente menos bucólica, la de Mingo. 

Ya desde aquí llegamos a los dos pequeños embalses de La Barranca, helados en la mayor parte de su superficie. Aquí Paco C. presumió de sus arrestos, quedándose de pie sobre el hielo con la mayor tranquilidad, aunque siempre queda la duda de si le pudo el miedo escénico, según nos acercábamos al destino,  buscando una escusa para no tener que actuar en Las Postas.

Seguimos caminando, ya campo a través, mientras continuábamos charlando de lo divino y lo humano. Tengo que subrayar aquí que, en las excursiones del GMSMA, la conversación es uno de sus aspectos más atractivos. En esta ocasión, por ejemplo, unos cuantos pudimos aprender y disfrutar de la sabiduría y experiencia de Enrique como testigo histórico de acontecimientos pasados, sin que con ello quiera decir que nuestra edad sea demasiada (¿eh, Enrique?).

Tras el ritual del paso de la valla, fuimos a dar a un caminito rústico que, entre praderías y granjas nos llevó hasta el pueblo de Navacerrada. Un misterio por resolver para que algún serderomago dé la solución el próximo miércoles: ¿Por qué unas cuantas terneras de pocas semanas estaban solas, sin sus madres, en uno de estos prados?

Pasada la escultura del columpio, a la entrada del pueblo, lo atravesamos en grupos disgregados, hasta el restaurante de Las Postas, donde nos estaba esperando el renombrado cocido posteño, además de las sorprendentes cervezas Vier con que Jesús C. nos obsequió.

Conviene en estas ocasiones no llegar el último, sobre todo si falta un sitio y la alternativa es sentarte delante de la estufa para asarte mientras procuras comer. A no ser que nuestro polifacético Fernando S., El Generosísimo, te aprecie tanto como para cambiarte el sitio. Una oferta así no se puede resistir, incluso aunque no seas mujer. ¡Muchas gracias, Fernando! Hay que añadir, no obstante, que Fernando está curtido en estas lides con muchas noches de amor frente a la chimenea.

Como fin de fiesta, Paco C., que no había sucumbido en el hielo del pantano, nos ofreció varias piezas musicales al piano, que había preparado durante mucho tiempo en casa. Fue muy aplaudido, aunque la pieza de “El niño de las monjas” quedó bastante deslucida en ausencia de Joaquín, y eso que fue acompañada por el coro de l@s chic@s cantor@s del GMSMA, pero ¡dónde va a parar!

Madi está últimamente muy exigente y ha calificado esta marcha con 3’5 sicarias.
Melchor
FOTOS

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