martes, 27 de octubre de 2015

Excursión 261: Cañón de Añisclo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Cañón de Añisclo
Final: Cañón de Añisclo
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  16,6 Km
Desnivel [+]: 633 m
Desnivel [--]: 566 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí

Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 17

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Empezamos nuestra cuarta ruta pirenaica con una marcha al denominado Cañón de Añisclo, que si ya el nombre da miedo, éste se incrementa por su grandiosidad y por las condiciones atmosféricas que nos tocó lidiar: cielos nublados y lloviendo casi todo el trayecto.

El cañón es un espectáculo singular de paredes verticales, con aguas rápidas bravías del río Bellos, corriendo por su fondo y que se prolonga a lo largo de casi 25 kms, La mitad de ellos sólo accesibles caminado, desde el Circo de Añisclo (a los pies de Monte Perdido) hasta la confluencia con el Valle de Asó) y el resto hasta Escalona accesible por carretera,

Su altitud mínima es de unos 700 metros en la Fuente de los Baños; y la máxima de 3.022 m, en la Punta de las Olas. El rio Bellos parte de un circo glaciar, pero se encajona en un profundo y estrecho cañón producido por la erosión kárstica del agua. 


El camino discurre ora por una orilla, ora por la otra, entre bosques de hayas, abedules, etc, de un colorido sublime que nos hace mirar de un lado a otro sin saber cual es mejor, y parando acá y allá para hacer las mejores fotografías y recordarlas en la tranquilidad de nuestras casas.

Parecía que sería una marcha tranquila, pero el día ya no era tan bueno como los anteriores, había previsión de lluvia chirimiri o similar y se cumplió: cada vez que parábamos para tomar un tentempié, se producía un fuerte aguacero que nos impedía recuperarnos como sería de desear.

Tras remontar desde Escalona el río Bellos en coche, llegamos al aparcamiento existente en las inmediaciones de la ermita de Úrbez, donde comenzamos a caminar, primero descendiendo para conocer el puente de piedra que cruza el río y que según la leyenda hizo surgir el santo de su cayado por la parte más angosta del cañón.

Al poco llegamos al eremitorio rupestre donde, según la tradición, vivió el pastor San Úrbez en el siglo VIII, y al que antaño se acercaban los lugareños para implorar agua en épocas de sequía, aunque no es el caso de hoy precisamente. Al poco volvimos a cruzar de orilla, por otro puente de piedra, llamado Sangons, remontando hasta el final de ruta por la margen derecha del río.

A partir de aquí, la senda a veces remonta con gran altura el río, atravesando varios barrancos, y otras a pie del río, como en el llano de Cumaz, donde las cuestas nos dieron una tregua, para después volver a ascender hasta la zona más umbría de la ruta, conocida como la Selva Plana, que ni era tan selva ni tan plana, pero sí muy bella y de impresionantes vistas, que nos llevó en suave descenso hasta la Ripareta.

Lo dicho, una marcha tranquila hacia la Planicie de Ripareta de casi 10 Kms de ida y otros tantos de vuelta, sobre un terreno liso o al menos eso decía el sherpa Juan, porque de pronto aparecían cuestas prolongadas de cierta importancia.

Algún miembro del grupo nos quedamos al final diciendo aquí nos paramos, y os esperamos a la vuelta, pero entre ánimos lejanos y cercanos, nos esforzamos y a nuestro ritmo fuimos subiendo y llegamos a la famosa Ripareta, donde los demás, ya estaban haciendo los debidos honores a los “bocatas “de rigor. Fue sacar los nuestros y empezó a caer un aguacero que nos impidió recuperarnos.

Sin descansar vuelta al inicio de la marcha, con un cuidado exquisito para evitar una caída no deseada, sobre piedras resbaladizas a causa de la lluvia. Después de varias horas de marcha llegamos empapados al inicio de la excursión, tras cruzar de nuevo el puente de San Úrbez, donde teníamos los coches.

Las celebradas cervezas a falta de calditos, las celebramos invitados por María Ángeles en un bar de Buerba, sin la presencia de tres compañeros, que partieron a toda prisa hacia Madrid, La cena excelente en el restaurante de Parzán de noches anteriores.

Por todo ello, la valoración de esta excursión es de 4,5 sobre 5.
Nicolás Pizarro

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