miércoles, 3 de agosto de 2016

Excursión 311: Boca del Asno - La Chorranca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Boca del Asno
Final: 
Boca del Asno
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  17,5 Km
Desnivel [+]: 523 m
Desnivel [--]: 524 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 14

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ya había oído yo hablar de La Chorranca como lugar idílico para la vista e idóneo para el verano, así que empecé la marcha todo animoso para satisfacer la curiosidad y disfrutar de lo prometido. Unos cuantos más tenían esta misma disposición, entre ellos Marta y Cesar, que compartían por primera vez con nosotros estos andares. El resto ya conocían el destino, aunque no el trayecto que íbamos a hacer esta vez.

Guiaba el grupo Paco, pero, ¡ojo!, Antonio hizo acto de presencia tras su veraneo parisino, lo que auguraba, ya casi desde el principio, alguna sorpresa que, como es habitual, tiene su doble faceta: Interesantes lugares que descubrir “de paso” y prolongación casi garantizada de la excursión.

Salimos de la Boca del Asno, río Eresma abajo, hasta las primeras casas de antiguos trabajadores de las serrerías de “La Pradera”, denominación que aquí dan a la parte de Valsaín por la que pasa la carretera.

En el camino encontramos un burro estacado que a grandes rebuznos nos pedía “algo”; y debía ser una foto, porque sólo tras hacérsela con Enrique quedó tranquilo. Hasta aquí nos acompañó Angel V., que se volvió para esperarnos al regreso en el punto de partida.

Después de cruzar la carretera, hicimos un alto en la fuente que hay junto al Centro de Educación Ambiental y proseguimos por una senda que conocía Antonio y que recorre las trincheras y otras defensas que utilizó el bando rebelde en la tristemente famosa batalla de La Granja de la Guerra Civil. Las trincheras están restauradas en gran parte y la verdad es que merece la pena conocerlas; más aún si uno recibe las explicaciones históricas que los compañeros más conocedores siempre comparten.

Seguimos subiendo la ladera y pronto llegamos a una acequia umbría por la que corría un reguero de agua fresca, según parece procedente del arroyo de Peñalara y con destino Valsaín. Se agradecía de verdad este sendero y daban ganas de quedarse allí; quizá por ello, se decidió hacer a su vera la paradita para el tentempié.

Andando un poco más, en un claro del bosque destacan unos grandes bolos de granito que forman una cubierta de piedra a la que llaman “La Cueva del Monje”.

Hay una leyenda sobre dicho monje (¡cómo no!) y también hay una pequeña cruz de hierro en lo más alto, a la que se accede por una tosca escalera de mano. Se hizo una pausa para que los más osados accediéramos y enseguida se continuó por un caminito que pino a pino ya se iba empinando.

Pero aún no habíamos hecho méritos suficientes para llegar a la Chorrera: Al desviarse del camino, la senda que seguimos, por la margen derecha del arroyo, no hacía más que encaramarse con pendientes cada vez más acusadas, tanto que algunos llegaron cuando los primeros ya se habían bañado y comido el bocata.

Ahora bien, hay que decir que merece la pena llegar: El salto, que se divide en dos tramos, cada cual con su poza, el hermoso de verdad. En la chorrera superior, que debe tener unos 20 ó 25 metros, el agua se desliza por la piedra formando un tobogán de espuma que finaliza en una pequeña cola de caballo sobre la que uno puede tenderse mientras se remoja.

Tristemente ya tocaba volver, pero, por supuesto, no lo íbamos a hacer por caminos ya trillados. Antonio nos condujo por terreno inexplorado hasta alcanzar la carretera por una puerta próxima al paso del arroyo de Peñalara. Ya sólo era cuestión de llegar al Eresma y remontarlo hasta el punto de partida. Esto lo hicimos por la otra margen del río, siguiendo la Senda de las Pesquerías Reales y aguantando las ganas de bañarnos como unos jabatos.

En La Boca del Asno nos estaba esperando Ángel V. con mesas reservadas junto al bar para tomarnos las merecidas cervezas, muchas de las cuales fueron a cargo de Rosa B. y José Ramón I., que festejaba así su excursión número 100 y su cumpleaños, respectivamente. Y, tras las cervezas, ¿qué mejor que un remojón para volver fresquitos a casa.

Pues nada, allá que fuimos unos cuantos; fue prodigioso sobre todo el baño en la poza de la cascada, del cual creo que no me olvidaré en mucho tiempo…Menos mal que Paco me cuidó con mimo para que no me tragaran las aguas.

Si la chorrera hubiera estado un poquito más abajo, no tengo duda de que Madi hubiera calificado con 5 sicarias esta excursión, pero nos tendremos que conformar con 4’5.
Melchor

FOTO REPORTAJES

FOTOS

1 comentario:

  1. Lo probaré porque normalmente siempre busco cosas cerca de casa pero tampoco es que Segovia esté tan lejos para hacer una excursión diferente y divertida, gracias por compartir Paco

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