miércoles, 22 de febrero de 2017

Excursión 335: La Maliciosa con gran bajada

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: La Barranca
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  10,6 Km
Desnivel [+]: 564 m
Desnivel [--]: 1068 m
Tipo: Solo ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 43

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
La excursión era la 33cinco… y se cumplió el dicho. Durante la ruta un compañero y yo llegamos a la conclusión que había un culpable y un inductor. El culpable era el de todas las excursiones (para bien o para mal) y el del inductor sólo diré que su nombre empieza igual que el del culpable pero acaba en lin (no digo más).

Todo empezó con eso de “Jefe, ¿por qué no seguimos aprovechando, para la próxima semana, la nieve que hay? El jefe que nos veía un poco flojos en las bajadas extremas decidió que no estaba de más que siguiéramos practicando. Sobre una posible  reincidencia del inductor, tranquilos que ya se han enviado grupos de sicarias a su casa. Por el momento está en paradero desconocido pero acabará cayendo…

El día se presentaba bastante despejado, si bien al llegar a la cumbre de la Maliciosa se observó mucha calima, sobre todo en dirección a los pueblos y pantanos de Madrid que otras veces veíamos con total nitidez.

En el aparcamiento de Navacerrada nos encontramos 42 senderomagos, una aspirante a serlo, Sol, que nos acompañaba por primera vez (¡bienvenida!) y dos de nuestros senderoperros (Teo y Mecha), tras haber dejado algunos coches en la Barranca, al no ser una excursión circular. El parking en el puerto estaba casi lleno lo que indica que cada vez hay menos gente  que “curra”, perdón, que no va al trabajo, los miércoles.

Había que subir a la Bola del Mundo y los remontes de las pistas funcionaban, por lo que nuestro jefe, antes de nada, se pasó por la cola de los telesillas, por si algún perezoso quería jugarse la expulsión. No fue así, pero el caso es que algunos empezamos la subida con pocas ganas. Los primeros tramos estaban bastante congelados por lo que se oían algunas quejas y lamentos: “estoy por esperaros abajo con unas cervecitas”, pero nadie se atrevió, casi todos habíamos hecho la mili (salvo las chicas, natural en nuestra época) y  recordábamos lo mal que se pasaba arrestados.

Arrancamos forrados de ropa,  pero al llegar al Collado de la Cuerda de las Cabrillas todo era quitarse capas. Al poco alcanzamos la pista de servicio que sube a la Bola y en otro “arreón” llegamos a la misma Bola. En el camino nos acompañaban, en paralelo a nosotros, algunos esquiadores con sus tablas calzadas con piel de foca para no resbalar hacia atrás, pendiente abajo.

Una vez arriba, como siempre que he llegado, miré con admiración las antenas que siempre me recuerdan el tebeo “Destino a la Luna” de nuestro amigo Tintín.  El caso es que allí hicimos una rápida parada y frugal aperitivo,  muchos de nosotros sentados en unas vigas, al modo de la imagen de los obreros construyendo rascacielos a más de 200 metros sobre Nueva York, eso sí  nosotros  con los pies sobre la nieve. Allí mismo algunos aprovechamos para calzarnos los antideslizantes o crampones que cada uno tenía. A los que se habían portado mal en 2016 no se los habían traído los Reyes así que ajo y agua.

Iniciamos la bajada en dirección a la Maliciosa con unas espectaculares vistas. No os perdáis las fotos de los compañeros que se cuelgan en el blog.

Animados en la charla, durante la suave bajada, llegamos al Collado del Piornal. En el Pluviómetro hicimos la foto de grupo, tras ella nos abandonaron 7  estrellas fugaces.

Subiendo la ladera a la Maliciosa sólo se veía nieve, algún pequeño pino que sobresalía sobre la misma y bastantes esquiadores que subían también o se cruzaban con nosotros cuando se deslizaban esquiando.

Al llegar a la cumbre las típicas fotos en el vértice geodésico, la más importante fue la conmemorativa de las 100 excursiones de Paco Cayenne. Abajo se veía mucha calima, tal como he indicado antes.

Allí aprovecharon otros ¿5? compañeros, entre ellos "la nueva", para dar media vuelta y convertirse en estrellas fugaces, con intención de volver antes a sus quehaceres. Se produjo la curiosidad que todos los que volvieron por sus pasos hicieron más km que los que hicimos la excursión original. Eso sí, se perdieron la “entretenida” bajada y seguramente tardaron menos tiempo.

El inicio de la bajada era una empinada pendiente con espesa nieve, la verdad es que sólo lo pasamos mal los miedosos y los que no tenemos una técnica depurada bajando en ese medio.  Hubo bastantes caídas pero se amortiguaban en el blando y blanco elemento, mientras rogábamos para que se acabara ya tanta nieve.

Y por fin se acabó, ya veíamos lo que creíamos tierra firme. En cuanto la pisé recordé lo que me había dicho muchas veces mi abuela: “hijo ten cuidado con lo que le pides a Dios, no sea que te lo conceda”.

En efecto, en ese tramo de bajada la tierra era cualquier cosa menos firme, la arenilla con trozos de nieve, a veces helada entre piedrecillas produjo algunas otras caídas con menos protección para las posaderas. También deseamos que se acabara ese tramo de arena suelta.

La bajada bordeaba el Peñotillo, dejándolo a nuestra derecha, caminado entre piedras de medio tamaño pisando en sus aristas, temiendo a cada paso una caída que podía ser importante en este tramo.

A punto del desánimo se produjo la parada para la comida. Ahí recobramos la euforia aunque desperdigados por las piedras que no permitían sentar dos culos en solo una de ellas. Terminando la comida, tras el descanso y las botas de vino, la tensión que habíamos almacenado se fue relajando con una pequeña batalla de bolas de nieve.

Volver a la bajada nos devolvió a la preocupación y a examinar cada punto donde poner un  pie y después otro.  Así seguimos un buen rato hasta que por fin llegamos a un pequeño sendero que si bien era bastante incomodo por su pendiente y sus piedras, era medianamente practicable hasta alcanzar la cuerda de los Almorchones.

Así seguimos bajando, mejorando levemente cada trozo, hasta que por fin llegamos a cruzar el arroyo de la Maliciosa y tras breve subida cruzar la presa del embalse pequeño de Navacerrada. Yo estuve a punto de emular al anterior papa tras aterrizar en cada país.

La ruta acabó en las Postas donde varios compañeros nos invitaron a cervezas por sus recientes estrellas conseguidas.

Lo que fue en su momento un gran esfuerzo hoy se recuerda con orgullo y por ello la ruta se cataloga con 4,5 puntos sobre 5 posibles.
Y hasta la próxima.
Javier M.

FOTO REPORTAJES

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