miércoles, 29 de marzo de 2017

Excursión 340: Puerto de Cotos - Rascafría

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Rascafría
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia:  18,3 Km
Desnivel [+]: 650 m
Desnivel [--]:  1307m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 26

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Cuando Antonio anunció la marcha, me dije: —Esta es una de las que se recuerda, aunque ¡menuda bajada! !Nos va a doler todo! Y vamos a acabar a las mil. Bueno, tengo una excusa para no ir, porque estoy pintando la casa. Pero no me la podía perder, así que el martes curré como nunca y a las diez de la noche estaba muerto, pero había terminado la faena. No me perdería la excursión.

Eran las 10 de la mañana y poca gente del grupo se veía en Rascafría pero, a la hora señalada, apareció Antonio organizando el embarque automovilístico para subir a Cotos.

Ya en el puerto, nos pusimos las polainas —porque seguro que habría nieve—, nos ajustamos las botas y empezamos a subir por grupos separados, como mandan las reglas del Parque, para juntarnos más arriba; nos veríamos en el puente de la Laguna. Llegando al puente, nos alcanzó el tercer grupo.
—En el puente nos esperáis para juntarnos todos. —decía Antonio por su walkie talkie.

Pero al llegar allí, del primer grupo ni rastro. Pasamos el puente y nos paramos en el mirador de Javier. La vista era espectacular, todo el circo de la Laguna Grande, con mucha más nieve de la que habíamos visto hacía tres semanas, cuando subimos a Peñalara. Hechas las fotos de rigor, seguimos avanzando hacia la laguna de los Pájaros.

Nuestro grupo estaba constituido por 15 senderomagos. Coronamos el contrafuerte con la esperanza de ver al grupo de los «adelantados», pero nada. Antonio se desgañitaba:
—Ir parando para tomar el aperitivo y nos esperáis.
—Antonio, que no te oyen.

Empecé a pensar que hoy me tocaría escribir la crónica del segundo grupo de la excursión, porque a los otros, no los íbamos a ver hasta Rascafría.

Ya estábamos en los Llanos de Peñalara. Debajo, ocultas entre la nieve se suponían las Cinco Lagunas. Optamos por buscar un lugar en donde tomar algo: - Allí hay unas piedras para sentarse. Estábamos llegando cuando alcanzamos a los rezagados del primer grupo.

—¿No os paráis a tomar algo?
—No, nosotros ya hemos comido.

Así pues, después de un paréntesis para el tentempié, seguimos lo poco que nos faltaba para la Laguna de los Pájaros.

—Antonio, ¿nos recibes?
—¿Cómo?, ¡pero si no les funcionaba el walkie!
—Yo creo que no te querían oír.

La Laguna de los Pájaros estaba helada y cubierta por la nieve, así que no la vimos. Lo que sí vimos fue al grupo de los «adelantados». Saludos, besos, abrazos —hay que tener en cuenta que no nos habíamos visto todavía— y despedida de «los fugaces».

—Esperar que falta… la foto de grupo.

Algunos ya se habían ido, otros volvieron para la foto. José María, solemne, como siempre, para inmortalizar el momento y, de paso, hacer el recuento para el Observatorio Estadístico del GMSMA. Ángel Vallés para el otro Adelantado, el de Segovia: Ahora mirando al este, ahora otra mirando al oeste.

Seguimos por la cuerda hacia el Cerro Claveles. Durante toda la travesía no habíamos dejado de pisar nieve, sobre todo desde las Cinco Lagunas. Desde el Cerro Claveles se puede apreciar la particular forma del Macizo de Peñalara. Desde este lado, el Pico de Peñalara queda oculto por el impresionante Risco de Claveles que parece el casco de un barco puesto al revés y por cuya peligrosa quilla deberíamos pasar si desde aquí quisiéramos llegar a Peñalara.

Nos acercábamos ya a los Altos de Poyales, que son dos, pero solo subiríamos al Alto de Poyales Oeste, nuestra última cumbre, porque desde aquí íbamos a bajar ¡930m! de desnivel en 8 Km. de recorrido, todo seguido.

El plan era llegar a la pista que baja del Puerto del Reventón, (el GR-10) para lo cual, habría que bajar atrochando 1,3 Km por una pendiente del 20% y cubierta de nieve virgen. Fue bastante divertido, aunque el que mejor se lo pasó fue Antonio que iba abriendo camino en la nieve siguiendo su GPS; a juzgar por su marcha, parecía que el GPS tiraba de él.

Y llegamos a la pista, justo por donde cruza el arroyo de Santa María, que es el que más abajo pasa por el Monasterio del Paular y desemboca junto al Puente del Perdón. Esto ya no tenía tanto glamur, ya no había nieve y la pista empezaba a hacer zigzags, así que algunos empezaron a hacer «trampas», otros los seguimos, y al final lo hicimos casi todos. Tomamos cinco atajos, acortando la distancia y aumentando el desnivel. Esto  ya era otra cosa, y menos aburrido.

Llegados a esta parte, Juan sugirió acercarnos al Carro del Diablo que se encontraba cerca del camino de bajada. Efectivamente, estaba casi en el mismo camino, el que no estaba era el Diablo, y el carro —que hay que tener imaginación para verlo— podría ser hasta de Manolo Escobar.

A Rascafría 3,5 Km, decía el cartel. Pero, como en otras ocasiones, los últimos kilómetros, los más cansados —ya sabéis «¿Cuánto queda? Hora y media, kilómetro y medio»—, pues las plantas de los pies ya se resentían. Estábamos justo encima del Paular, del que sobresalía su esbelto campanario,  y el camino descendía suavemente, por una zona boscosa, hacia el este, dónde ya se veía Rascafría. En realidad, esto no era una novedad: la llevábamos viendo desde que empezamos a bajar, pero al menos, ahora ya se veía más cerca.

Ya solo faltaba 1 Km. cuando abandonamos el GR-10 —que giraba a la derecha para dirigirse al Paular—, y enfilamos el camino de tierra que nos llevaría a nuestro destino final. Parece que el solo hecho de pensar en cervezas frías atrajo al grupo, porque un rato después ya estábamos en el bar de la plaza celebrando el nacimiento del nieto de Jose Luis Rubiales, el cumpleaños de Melchor y la estrella negra de Fernando Díaz-Hellín, que no nos dejaron pagar las consumiciones.

Habíamos cumplido de sobra con los 18 kilómetros y pico, que hicimos en 8 horas, para lo cual nos vino muy bien el cambio de hora. Solo quedaba el traslado a Cotos de los que tenían allí su vehículo.

No soy amigo de dar la puntuación máxima, pero la excursión se lo merecía, aunque habría que restar algo por lo de los «dos grupos». Voy a dar las 5 sicarias para que no me digan que soy un roñoso.
Paco Cantos

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