miércoles, 19 de julio de 2017

Excursión 359: Los secretos del río Cambrones

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Ildefonso

Final: San Ildefonso
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12,1 Km 
Desnivel [+]: 275 m 
Desnivel [--]: 275 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 16

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
El río Cambrones esconde secretamente rincones poco conocidos, a pesar de ser un lugar muy frecuentado por los lugareños de la Granja de San Ildefonso, el descubrir alguno de ellos y disfrutar del frescor del agua de sus pozas, que aquí llaman calderas, es lo que nos motivó acercarnos de nuevo a él.

Tras las dos exigentes excursiones anteriores, era la opción ideal para recuperar la confianza en que las excursiones de verano eran “cortitas, suavecitas y fresquitas”, pues ésta cumplía sobradamente con las tres premisas, y además con buen tiempo y temperatura para andar.

A sabiendas de todo esto y que terminaríamos la ruta comiendo en un bar del pueblo, salimos muy contentos de la explana del Palacio de la Granja, continuamos por la Plaza de los Dolores, la calle de la Reina, para salir a lo Borbón, por la Puerta de la Reina, donde giramos a la derecha para proseguir por la calle del Pocillo, con el histórico edificio de la antigua Fábrica de Cristales frente a nosotros, hoy felizmente recuperado como Museo del Vidrio, así hasta llegar a la moderna Fábrica de Vidrio, donde nos desviamos por el camino de la Mata de la Sauca, siguiendo una sombría pista entre robles melojos, pasando por una finca de la Junta de Castilla y León cerrada, con amenaza de abejas para disuadir a los más atrevidos, y que siempre he deseado conocer.

Tras una amplia curva alcanzamos el Rancho de Berrueta, edificio bien conservado y con excelentes vistas de La Granja, continuamos hasta llegar a un paso canadiense y verja que sale a nuestra derecha a pocos metros de la curva, y que da acceso a una bonita senda que se acerca al río Cambrones hasta un puente de madera, construido en 2009, que cruzamos para luego pasar por un portón giratorio que sale a la derecha.

Desde allí, remontamos el río Cambrones hasta alcanzar una caseta y acequia de captación de agua, en un bonito paraje conocido como La Madre, al ver sus quietas agua algunos preguntan:
- ¿Nos bañamos ya?
- No, todavía no, aquí hay poca agua.

Y es que algunos, estaban ansiosos de agua y cualquier charca les parecía un paraiso.


Había que andar un poquito más para llegar a la Primera de las Calderas, continuamos para ello por una senda que remonta el río Cambrones por su margen derecha, muy cerca de él. En ésta sí, muchos nos metimos, disfrutando de sus fría agua, que para nuestra sorpresa, no lo estaba tanto como esperábamos.

Saciadas nuestras ganas de agua, volvimos a retomar la senda, ascendiendo por una fuerte pendiente, para salvar un recodo del río, desde donde se ve la Caldera Segunda, otro secreto escondido de este sorprendente río. Unos metros más adelante, descendemos en busca de la Tercera Caldera, en la que nos esperaba Ángel Vallés, que se había adelantado para ir preparando la cuerda con la que quería medir la profundidad de esta poza.

Enseguida de nuevo casi todos en el agua, disfrutando de este idílico rincón, de aguas profundas y cascada preciosa al fondo, con un oculto jacuzzi horadado en la roca que hizo las delicias de cuantos nos atrevimos a llegar allí, mientras Ángel se afanaba en tirar la cuerda, marcada metro a metro con una piedra en su extremo, resultado de la medida: casi 3 metros de profundidad. Para mí, ésta es la caldera más bonita de cuantas tiene el río.


Tras el refrescante baño, con agua más fría que la anterior, volvimos a retomar la senda principal que remonta el río, primero algo separada del mismo y sin sombra alguna, y después muy pegada a él, pasando por una fuente de la que manaba un hilillo de agua y enseguida una poza con gran roca en su centro, justo antes de vadear el río.

Tras cruzarle, la senda obliga a remontar el repecho de la margen izquierda del río, forzando una pequeña trepada sin mayor dificultad, alcanzando al poco a la Caldera del Guindo, la más grande de todas ellas aunque no la más profunda, en la que una familia había instalado su cuartel de veraneo.

Pasamos de largo en busca de más intimidad, continuando la trepada, pasando por lo alto de la Caldera de Enmedio, que dejamos a la izquierda por su dificil acceso, llegando a la Caldera Negra, llamada así por su gran profundidad, que le da una oscura tonalidad a sus aguas, lo que no impidió que nos metiésemos en ella en tropel.

Al poco unos chicos nos amenizaron con una serie de saltos desde sus escarpadas orillas que ponían los pelos de punta y que alguno trató de imitar desde alturas más modestas.


El regreso lo hicimos volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar de nuevo al puente de madera, y la pasarela que accede a la pista que baja hacia San Ildefonso, cruzando el Arroyo del Chorro Grande por el Puente de la Princesa, calle del Pocillo, Puerta de la Reina y Parador, regresando así al punto de inicio, la explanada del Palacio de la Granja.


La celebración de fin de ruta y la comida la hicimos en el bar Segovia, estupendamente atendidos por Belén, dando así por finalizada esta refrescante excursión veraniega.

Por todo ello, bien se merece una nota de 4,5 sobre 5.
Paco Nieto

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