miércoles, 10 de enero de 2018

Excursión 383: La Mina de Cabeza Líjar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Alto del León
Final: 
Alto del León
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  11,4 Km
Desnivel [+]: 378 m
Desnivel [--]: 378 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 18

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Tanto la última excursión de 2017, con motivo de la amenaza de la borrasca "Bruno" que no fue para tanto, como en esta primera de 2018, con todo el eco mediático sobre la situación de las carreteras, ocasionaron que algunos senderomagos declinaran su comparecencia. Pero resultó que este miércoles, el tiempo acompaño y dio tregua con una temperatura que podemos calificar de agradable, dadas las circunstancias, y sobre todo, sin viento. 

No obstante, comparecimos dieciocho integrantes del GMSMA "Militar de Emergencias" en la explanada del restaurante del Alto del León, dispuestos a pisar la nieve, llegar a la mina de Cabeza Líjar y darlo todo.

Tal y como nos adelantó el Boss, cogimos la pista en dirección a Peguerinos que nace detrás del restaurante y desde el primer momento empezamos a pisar nieve y disfrutar del espectáculo. Al ser una pista en la que se podía observar que los vehículos capacitados para transitar lo habían hecho, pisamos nieve dura y la marcha era relativamente sencilla y daba para emocionarnos con la contemplación del paisaje nevado. Sobe todo me llamó la atención el aspecto que formaban los árboles con la nieve compacta empujando sus ramas hacia abajo. El manto de nieve, las nubes bajas y la luz tamizada que rebota en la nieve ofrecían una imagen especial a un paisaje que sin nieve parecería otro.

Sin saber muy bien cómo evolucionaría el tiempo y, si podríamos hacer toda la ruta prevista por la acumulación de nieve, o tendríamos que volver sobre nuestros pasos, la pista nos fue llevando al Collado de la Mina, antes llamado Collado de la Cierva, como muy prolijamente entre otras informaciones hemos descubierto en los enlaces que nos ha remitido Paco Nieto.

Antes de llegar a dicho collado, se puede vislumbrar a un lado de la pista, el desmonte que formaba parte de las actividades en la mina y seguramente de las instalaciones de los mineros. Justo antes de atravesar el paso canadiense que existe en dicho collado, Antonio torció a mano izquierda y se dirigió cerro abajo pisando nieve y abriendo la ruta, camino a la boca de la mina. 

En estos poco menos de doscientos metros que tiene este trayecto ya empezamos a descubrir la sensación de la nieve llegando a nuestra rodilla y la técnica de pisar sobre la pisada del que va delante. En mi caso, por razones de peso, nunca mejor dicho, daba mucha estabilidad a la pisada de los que venían detrás. Una vez en la entrada de la mina, pudimos observar unos carámbanos afilados que hicieron las delicias especialmente de Paco Cantos, tal y como se puede comprobar en alguna que otra evidencia fotográfica de esta excursión.

Aunque el wolframio tiene infinidad de usos, fue especialmente conocido desde la Segunda Guerra Mundial, se usó para blindar la punta de los proyectiles anti-tanque, como en munición y en la coraza de los blindados. La adquisición de Wolframio se convirtió en un elemento vital e indispensable para la Alemania nazi, que lo adquiría a través de la España franquista.

El suministro de Wolframio a los nazis llegó a ser tan importante que provocó una seria crisis diplomática con las potencias aliadas, dado que era fundamental para la maquinaria de guerra alemana. Es un metal escaso en la corteza terrestre, se encuentra en forma de óxido y de sales en ciertos minerales. Es de color gris acerado, muy duro y denso, tiene el punto de fusión más elevado de todos los metales y el punto de ebullición más alto de todos los elementos conocidos.

Una vez ojeados los primeros metros de la mina por los más intrépidos, vamos tomando el camino de vuelta a la pista de la que veníamos. En el collado procedimos a dar cuenta del tentempié mañanero, muy bien aderezado por los licores que ofreció Antolin. Alguno de ellos en botella de plástico, por el color, parecía gasóleo o algún otro líquido escatologico pero que a buen seguro les proporcionó buenas calorías y buen combustible.

En ese momento, este punto se volvió paradójicamente muy concurrido ya que también apareció un 4x4 con dos bicicletas acopladas y sus respectivos usuarios y pasajeros. Antes de que dejaran el vehículo allí para irse en las susodichas bicicletas, tuvimos tiempo para que uno de ellos nos hiciera la foto de grupo. Acto seguido, despedida de las estrellas fugaces que se fueron de vuelta por el mismo camino por el que habían venido, incluido José Luis M. que se fue utilizando sus flamantes raquetas.

El resto, en fila india, pisando en la pisada del que nos precedía y encabezados por el Boss, Ángel y Joaquín, fuimos ascendiendo a Cabeza Líjar, como dice la canción, despacito y poquito a poquito. Siempre sobre un manto blanco inmaculado que no daba pistas de la ubicación del GR10, por el que en teoría y en la practica, transitamos. La sensación de la nieve y la altura de la misma hacía que los aficionados a este elemento atmosférico disfruten como niños. Ya casi llegando al mirador, una piedra, hizo una entrada fea a Jose Maria, derribándolo. Fue sancionada con tarjeta amarilla y sin más complicaciones, coronamos y llegamos al mirador.

Aquí los numerosos fotógrafos tuvieron un filón para captar el impresionante paisaje de todas las formas y perspectivas posibles, con el mar de nubes y el resto de horizontes nevados. Todo bonito y espectacular.

Después tocaba bajar por la otra vertiente del cerro, en la que acumulación de nieve era mayor. Por si fuera poco, el orden de la subida desapareció súbitamente y se hicieron como dos grupos. Creo recordar que yo me vi en el que comandaban Julián y Ángel. Aquí cabe resaltar dos incidencias técnicas. La acumulación de nieve en algunos tramos era tan grande que Paco Nieto se hundió prácticamente hasta la cintura al pisar en una de las ocasiones, con tan mala suerte que el bastón se le enganchó en el pantalón, impidiéndole salir, hasta que Ángel, una vez que dejó de partirse de risa, acudió en su ayuda.

Un servidor, también metió la pata hasta el corvejón, como suele decirse, y el pie, dentro de su bota y el resto de complementos quedaron debajo de una piedra de la que tuve alguna dificultad de liberarme, contando con la inestimable ayuda de mi paisana Solete, que fue un Sol.

Ya sin más complicaciones, finalizamos el descenso hasta el Collado de La Gasca, nos fuimos reintegrando todos al grupo y atravesamos la vaya que nos devolvió a la pista por la que habíamos venido. Y allí debajo de unos árboles, justo en el único ratito en el que cayeron unos copos en toda la jornada, tomamos el bocadillo montañero. 

El mar de nubes que veíamos avanzando desde el mirador de Cabeza Líjar, nos había alcanzado o mejor dicho, lo habíamos alcanzado nosotros. 

El regreso por la pista al punto de partida fue dentro de esa nube y bajo una espesa niebla. La poca luz, la niebla y el blanco que lo llenaba todo dió un toque mágico, como no podía ser de otra forma tratándose de nuestro grupo.

Ya llegando al restaurante de el Alto del León, vimos un atascazo fantástico en dirección a los Ángeles de San Rafael. Como nos relató un camionero in situ y luego vimos y oímos en las noticias, habían desviado todo el trafico de la AP-6 por el vuelco de un camión de propano. Y es que hay años que no estamos para nadie.Vaya racha que lleva esta zona.

Finalmente, nos reunimos los supervivientes en el restaurante, donde algunos tomamos un caldito servido por una estresada camarera que nos supo a rosquillas.

Por lo exótica, diferente y vibrante excursión, propongo 4,5 sicarias. No propongo cinco, por que el cinco, como dicen, debería ser solo para Dios.
Javier Miguel

FOTO REPORTAJES

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