miércoles, 17 de octubre de 2018

Excursión 427: Las Pirámides de la Pedriza y Hueco de las Higueras

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto del Berrueco
Final: 
Canto del Berrueco
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  11,4 Km
Desnivel [+]: 692 m
Desnivel [--]: 692 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 34

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Desde un lugar de ingrato recuerdo, aunque ya distante en la memoria, partimos esta vez para conquistar nuevos hitos en La Pedriza. Comenzamos a andar desde el risco del Berrueco remontando el arroyo de Santillana por una confortable pista en un día estupendo para caminar. 

Ante mi incredulidad, muchos afirmaban que realmente existen en La Pedriza pirámides de factura humana, que no se trataba de rocas de formas caprichosas, sino de construcciones de piedra hechas con mimo e incierto objetivo. Yo, que bien me podría merecer el nombre de Tomás, no acababa de creerme del todo tal afirmación y caminaba con la sospecha de que los compañeros, que tanto me quieren, me estaban tomando el pelo.

Al cabo de unos kilómetros llegamos a la Gran Cantera, cuya contemplación desde lo alto da un poco de respeto. Desde aquí, el camino se empina y el grupo empezó a disgregarse; incluso alguno de nosotros, que no tenía su mejor día, decidió darse la vuelta para caminar por terreno más cómodo. Por supuesto, las vistas cada vez eran más espléndidas y las moles de granito, rememorando figuras ciclópeas, cada vez más abundantes.

Íbamos ya por una senda que remontaba la ladera de El Jaralón, casi trepando en algunos tramos, cuando llegamos a lo alto del cerro del mismo nombre, desde el que paramos un momento para disfrutar del paisaje, ya que se trata de un mirador natural de especial belleza y amplias vistas.

Enseguida, nada más descender unos metros por el lado opuesto, se podían ver claramente las dos pirámides que tan intrigado me tenían. Se trataba, en efecto, de dos construcciones en piedra bastante bien acabadas y de unas dimensiones suficientes para haber necesitado unas buenas dosis de trabajo en su elaboración. ¡Misterios de La Pedriza! Al sol del otoño recién estrenado, paramos allí un rato, aprovechando para tomar el tentempié.

Como solo habíamos andado poco más de 4 Km., no era cuestión de volverse ya. Había que seguir remontando la montaña y…¿quién sabe por dónde regresaríamos? Los parajes eran cada vez más impactantes; recuerdo ahora, por su extraordinaria belleza, el acercamiento hacia Las Cuatro Damas y La Cara; era también la mejor forma, por su orientación, de apreciar estas formaciones pétreas en todo su esplendor.

Tomamos durante apenas 200 metros la Senda Maeso, dejando a nuestra izquierda el conglomerado de El Acebo y, a la altura de La Caperucita, nos apartamos del camino para tomar el bocata y descansar un buen rato. Uno de los mejores recuerdos que tengo de ese momento es el bocado de mango dulce y jugoso que nos ofreció José Luis M. como postre.

Y bien, Antonio ya había decidido el camino de vuelta. Se trataba de explorar un supuesto sendero que, ciertamente, debió existir en algún momento, pues se notaban, a retazos, rastros de lo que fue o quizá nunca llegó a ser. Comienza este trayecto con un casi imposible descenso hasta la pradera del Robledillo. Una vez en ella, se avanza entre altos herbazales que te tapan la visión y te “acarician” el rostro. Transcurre después a través de jarales y otros arbustos que te acarician con bastante más efusión.

Tras todo ello, y supongo que como premio, se llega a un mirador natural de ensueño, elevado sobre los arroyos del Recuenco y del Berrueco. Allí nos paramos a descansar un buen rato, después de las penalidades sufridas, y a extasiarnos con las vistas y el entorno, sin duda fue uno de los momentos mágicos del día.

Proseguimos nuestro camino siguiendo el arroyo de Las Higueras para enseguida, ya por un terreno más practicable, llegarnos hasta la famosa Raja de La Pedriza. Los que quisimos nos internamos en ella (el acceso está muy mejorado desde que se ha preparado una pequeña ferrata) y allí coincidimos con varios grupos de escaladores que estaban de prácticas. Algunos no conformes con esta Raja, se internaros en una segunda, por debajo de la anterior, de menor recorrido y encanto.

Ya solo quedaba un paseíto hasta el punto de partida, desde el que, con los vehículos, nos acercamos a Manzanares para tomar las cervezas merecidas que siempre completan el día para hacerlo más redondo todavía.

En resumen, una maravillosa excursión, dificultosa en ciertos intervalos, pero que deja un sabor de boca que perdura durante mucho tiempo. Por ello, es merecedora de las 5 sicarias, la máxima puntuación, a las que aspiramos cada miércoles.
Melchor

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