miércoles, 21 de agosto de 2019

Excursión 478: Navaluenga y Garganta de las Cigüeñuelas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Navaluenga
Final: Navaluenga
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12,7 Km
Desnivel [+]: 362 m
Desnivel [--]: 362 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 9

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta

















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)


PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RESUMEN
Buscando nuevas rutas con posibilidad de baño, surgió ésta por Navaluenga, donde el río Alberche forma la piscina natural más grande y mejor acondicionada de la zona. Y para hacer ganas de meternos en el agua, primero realizamos una ruta circular por la bella Garganta de las Cigueñuelas, saliendo desde las mismas piscinas.

A Navaluenga se llega desde Madrid tras más de hora y media de viaje en coche, lo que añadido a la ausencia por vacaciones de muchos de los participantes habituales, dio como resultado una participación baja. Solo 9 participantes, los que no faltaron fueron nuestros queridos segovianos, aunque ello les supuso acercarse al pueblo un día antes y hacer noche en su auto caravana.

Reunidos junto a las piscinas naturales y con el bello puente románico de fondo, iniciamos la ruta acompañando durante 1,5 km al río Alberche en su descenso hacia el cercano embalse del Burguillo, donde desde 1913 es amansado por primera vez, antes hacerlo también en el embalse de San Juan, Picadas y Cazalegas. poco antes de desembocar en el río Tajo, en las inmediaciones de Talavera de la Reina.

El camino transcurre junto a su ribera, muy arbolada y frondosa, con la vegetación típica de ribera. Al poco un cartel nos indica que pasamos junto a una playa para perros, en la que, como si supieran leer, nuestras tres mascotas de hoy se zambulleron rápidamente, espantando una bandada de patos que nadaban en la orilla.

Dejamos atrás las últimas casas del pueblo y al llegar al cerro de la Muela, abandonamos la ribera para bordear dicho cerro y salir, en dirección sur, a una pista que enseguida dejamos para continuar a la derecha por una senda que entre prados cruza un bello puente de piedra, de un solo arco, sobre el río Lanchamala.

Por sendero entre rústicas vallas de piedra y fincas con árboles frutales, alcanzamos un segundo puente, éste sobre el arroyo Muñogrande, el que vamos a remontar por la garganta que forma aguas arriba, llamada de las Cigüeñuelas.

Una gran revuelta de la cómoda pista que llevábamos nos anuncio, para pena de alguna, que lo bueno se acababa y que había que desviarse a la derecha para, campo a través y sin senda que nos guiara, buscar la loma de la garganta entre robles y hojas secas.

Alcanzado un roquedal, disfrutamos de las bonitas vistas de la garganta y los montes que la rodea, realzados por los prematuros colores ocres más propios del otoño, debe ser cosa de la sequía. Con tan bellas panorámicas nos tomamos sin prisas el tentempié de media mañana.

Tras el descanso, continuamos el ascenso de la garganta, acercándonos progresivamente al arroyo, hasta acabar vadeándolo cerca de una construcción en ruinas, sin tejado y en la que a duras penas se mantienen los muros.

El tramo siguiente es sin duda el más bonito, por discurrir siempre junto al arroyo, que forma numerosas cascadas y una gran chorrera. La pena es que apenas un hilillo de agua daba vida a tan encantador paraje. En invierno o primavera debe ser espectacular.

Buscando la orilla de mejor paso, alcanzamos el rústico puente de madera de Cornalacabra, algo desatendido, por lo que la foto que nos hicimos sobre él fue rápida, no fuera que se partiera. Bueno, eso y las moscas que en en esta parte del recorrido parecían celebrar alguna concentración.

En el puente enlazamos con el PR-AV 9, que en dirección noroeste regresa hacia Navaluenga. Por él seguimos, entre robles y hojas caídas, al principio con una leve cuesta hasta alcanzar, a nuestra derecha, un refugio abandonado, el punto más alto de la ruta.

A partir de aquí, casi todo fue bajada, para alivio de nuestras piernas. En un desvío, dejamos momentáneamente el PR para acercarnos a una pradera en la que había un pozo y las ruinas en piedra de unas casas. Fue aquí donde echamos en falta a Kiro, una de nuestras mascotas, tardó un buen rato en regresar con nosotros, seguramente entretenido tras alguna vaca.

Todos juntos descendimos desde la pradera, en dirección norte, hasta dar de nuevo con el sendero, bastante más cómodo de seguir y bien marcado con las características franjas blancas y amarillas. Los robles y algún que otro enebro nos acompañaron por el placentero camino, no en balde a eta zona la llaman el Enebral.

El sendero termina en una pista que da servicio a las casas y huertos que a ambos lados del mismo rivalizan en tener más naranjas, limones, higos, nueces, melocotones, uvas y productos de huerta que, en esta época, estaban en todo su apogeo.

Cruzamos de nuevo el arroyo de Lanchamala, por un puente con barandillas de hierro, y entre fincas, alguna de bonito porte, llegamos a la carretera coincidente con el GR-10, el sendero de gran recorrido que atraviesa la península, de Valencia a Lisboa, y omnipresente en la Sierra de Guadarrama.

Siguiéndolo, nos adentramos en Navaluenga, donde a pie de su bello puente románico le hicimos los honores a Antonio, por haber realizado, con esta ruta, su 400 excursión con el GMSMA.

Este hecho, el ser el cumpleaños de Pepa y realizar yo mi excursión 350, fue motivo de celebraciones posteriores, que junto con los baños que nos dimos en las piscinas naturales, bajo el puente, el paseo por el pueblo y la buena compañía, hicieron que esta excursión se mereciera un 5, a lo que le quito un punto por la falta de agua en la garganta.
Paco Nieto.

FOTO REPORTAJES

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