TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RUTA EN WIKILOC
RESUMEN
La cita era en el parking del
CENEAM (Centro Nacional de Educación Ambiental), situado en la
Pradera de Navalhorno, que tanto quiero, perteneciente al término municipal de
Real Sitio de San Ildefonso, como zona aneja de
Valsaín.
Allí nos reunimos 29 senderomagos dispuestos a recorrer algunos de los múltiples caminos que surcan sus pinares, como paseo previo para hacer hambre para la comida posterior en casa de Ricardo Tardón.
Comenzamos la marcha saliendo por un sendero que nos llevó al aserradero de
Valsaín, testigo del pasado industrial de la zona, basado en los oficios ligados al pinar.
Contiene 10.545 ha de pinares y está considerado como un valioso ejemplo de explotación maderera sin degradar la naturaleza.
Desde allí, continuamos por la pista forestal, disfrutando de la sombra de los pinos. En un resalte rocoso nos hicimos la foto de grupo.
Cruzamos el
Puente Negro sobre el
arroyo de la Chorranca y a continuación el
Puente Blanco sobre el
arroyo del Rastrillo, hasta llegar a la salida del camino que lleva a la
puerta de Cossío, uno de los accesos del
Palacio de La Granja de San Ildefonso.
Cruzamos la carretera CL-601 para llegar a la fuente del Cochero, donde aprovechamos para refrescarnos con su agua clara y fresquita, continuamos por un sendero poco conocido para los senderomagos, bordeando el Campo de Polo.
Cruzamos el
Puente del Niño sobre el
arroyo del Rastrillo, continuando por el sendero que nos llevaría, en ligero descenso, a las pasaderas del
río Eresma, cruzamos el río un poco más abajo por unas tablas, haciendo gala de buen equilibrio.
Después del descanso para el Ángelus, seguimos por el Camino de las Pesquerías Reales, un sendero histórico mandado construir por Carlos III para facilitar el acceso a los tramos de pesca reales del río Eresma. El camino discurre paralelo al río, en un entorno de robledales y pinares, con abundante sombra y el rumor constante del agua.
Avanzamos hasta llegar al
Puente del Azobejo, un bonito puente de piedra que cruza el río. Desde allí seguimos ascendiendo suavemente por el camino, hasta alcanzar la
Presa del Salto del Olvido, un remanso de agua con mucho encanto.
Allí cruzamos el río por el propio muro de la presa, para tomar el camino de regreso por la otra orilla, hasta volver al punto de partida junto a los coches, donde nos fuimos a casa de Ricardo a dar cuenta de una espléndida comida que nos había preparado.
En resumen, una excursión fácil, bonita y fresquita, con muy buen ambiente, que la califico con 4,5 sicarias.
Rosana Curto