Inicio: La Isla
Final: La Isla
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 18,7 Km
Desnivel [+]: 535 m
Desnivel [--]: 535 m
Distancia: 18,7 Km
Desnivel [+]: 535 m
Desnivel [--]: 535 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 24
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
Valoración: 4,5
Participantes: 24
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
RESUMEN
RESUMEN
Abriré esta crónica, disculpándome por no saberme
prácticamente ni un solo nombre de los senderomagos, pero con algo de ayuda espero salir del paso. Hoy eramos 24, como visita especial esta vez tuvimos a Juan y Alejandro, los
nietos de Ángel Vallés.
En cuanto a la ruta,
se trata de un paseo circular que empieza y termina en la zona de
restaurantes y pozas naturales
llamada “La Isla”.
La primera parte de la ruta fue siguiendo la orilla del
arroyo de la Angostura aguas arriba, la cual, a los que no llevábamos GPS, nos sirvió para al menos saber que íbamos en
la dirección adecuada.
Seguimos remontando el arroyo entre pinos silvestres, la variedad
predominante en el valle del Lozoya, después de siglos de intenso carboneo y
pastoreo, que acabó con el roble melojo que poblaba antaño esta zona.
En el camino nos íbamos encontrando con múltiples charcas naturales,
y una multitud de saltos de agua, destacando la impresionante cascada de la
presa del Pradillo.
Aunque solo unos pocos tuvieron agallas para enfrentarse a
las gélidas aguas, que no superaban los 14
grados. Les faltó tiempo a los más valientes y antes de llegar al puente de la
Angostura ya estaban en remojo Paco N, Pepa,
Ángel y sus dos nietos.
Al pasar el viejo puente medieval pensaban repetir en
la amplia poza que se encuentra algo más arriba, pero se nos adelantó un tropel de chavales de campamentos de verano, por lo que lo pospusimos para la vuelta..
Al poco, nos topamos con un cervatillo, que con cara de pocos amigos, nos miraba desconfiado y que no quiso tener
nada que ver con el tema, emprendiendo una veloz fuga.
Después de un plácido “paseo” con parada en una cascada de
mucho caudal, en la que nos sumamos muchos más a darnos un refrescante baño, cruzamos el arroyo de la Ángostura por el puente de los Hoyones, cambiando de orilla para volver a cruzarlo a los poco metros por un vado de piedras y cemento. Allí nos hicimos la foto de grupo, y retornaron los que tenían prisa por volver a Madrid, luego me enteré que a éstos les llaman estrellas fugaces.
Continuamos remontando el arroyo de la Angostura, ahora por su orilla derecha y siempre lo más pegado a su brioso caudal, hasta llegar a la zona que daba nombre a esta excursión: los tejos que al pie de una bonita cascada desafían el tiempo. Sin duda, un árbol
excepcional, que seguramente poca gente conoce y ni siquiera han oído hablar de él. Antiguamente, su localización era estratégica gracias a que su rojiza madera es de una dureza extraordinaria, comparable a la del boj, esto unido a su resistencia
al frotamiento, hacía que en el pasado
fuese muy utilizada para los ejes de los carros y fabricación de arcos y armas.
Tras las fotos pertinentes remontamos el paredón donde se forma la cascada, disfrutando desde su cima de unas excepcionales vistas del Valle de la Angostura. En este punto, objetivo de la excursión, y recorridos ya los casi los 9 primeros
kilómetros, hubo quien quería más. La mitad del
grupo pidió continuar para visitar la poza de Sócrates, la otra mitad, ya saciados por lo recorrido, el calor, y el haber
llegado a meta les hizo regocijarse en una pradera junto a una pequeña charca del arroyo con sombra,
perfecta para comer, echar la siesta y esperar a ser recogidos por la otra
mitad del grupo. Mientras, las avispas
no dejaban de molestarnos, bueno, y las
arañas... los ciempiés...mosquitos y demás vecinos que vivían por esa zona.
Los insaciables aventureros que continuaron se regocijaron
un poco más arriba, 800 metros aproximadamente, de otro baño fresquito, bajo la cascada de la poza de Sócrates, donde disfrutaron de los bocatas de tortilla con
chorizo, de atún con pimientos, etc., regados con el vino de las botas, y un poco de fruta antes de continuar.
A la vuelta descendimos por una pendiente bastante pronunciada, muy arenosa.
Recuerdo que podía bajarse con un
trineo, de lo resbaladiza que era esa tierra seca. Además de soltar ingentes cantidades de polvo, que no resultaron demasiado agradables a los que intentábamos ver y no caer rodando.
Continuamos por una pista bien marcada y acotada, más cómoda de
andar que la primera parte, pero quizá no tan interesante.
Y como quedó pendiente, al alcanzar la poza de la Angostura, muchos dieron cuenta del penúltimo
baño y algunos al zambullirse, se arrepintieron de no haberlo hecho antes.
El último baño se lo dieron unos pocos en el embalse del Pradillo, compartiéndolo con una pareja de patos y sus ocho pequeñas crías, mientras los demás nos fuimos a tomar unas cervezas al bar de la Isla, en el que todos gozamos
de la "simpatía" del dueño, que como siempre nos regaló una sonrisa,
agradable, con buenas formas, que… me hizo entender porqué algunos no quieran volver por este sitio, a pesar de
que, todos estaremos de acuerdo, una buena cervecita la tomaríamos hasta en
el mismísimo infierno, después de una larga ruta.
Por lo bien que me lo pasé a esta ruta le pongo 4,5 sobre 5.
Por lo bien que me lo pasé a esta ruta le pongo 4,5 sobre 5.
Marina
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez
FOTOS
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