Inicio: Cercedilla
Final: Cercedilla
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,5 km
Desnivel [+]: 844 m
Desnivel [--]: 845 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 26
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Muy pronto, al
abandonar el pueblo, tuvimos una misteriosa breve parada. Algunos miraban hacia
abajo, como buscando algo ¿Qué pasa? ¡ajá! Nuestro líder Antonio utiliza un escondite
secreto para ocultar misteriosos documentos ¿que serán? Seguimos, el Sendero Ródenas,
una cómoda pista ¡sin nieve y con sol! Empieza a sobrar ropa, nos quitamos
capas, como cebollas. Al rato llegamos a un viejo campamento de alguna
organización juvenil de épocas pasadas.
Seguimos
bajando, por fin salimos de la nube y podemos ver el espectacular paisaje ante
nosotros, el amplio valle, varios pantanos y bastantes pueblos ¡fascinante!.
RESUMEN
Quedamos en la
estación de Cercedilla, lo que facilitó
mucho el transporte y algunos aprovechamos la ocasión para ir en tren, bien
cómodo, fácil y rápido, seguramente tardamos menos que en coche.
Tras los
saludos iniciales, muchos apretones de mano y pocos besos ¡sólo 4 chicas!, nos
pusimos en marcha. Somos más bien pocos, 26, además de los incondicionales
Lucas y Mecha, claro, ¿sería por el aviso del mal tiempo? ¿Por los más de 700
metros de desnivel? En Cercedilla parece que lo de la nieve y el viento es broma: Hace
un sol muy agradable y de nieve y viento nada de nada.
Seguimos, una
cristalina fuente, abandonamos la pista. El panorama cambia, ganamos altura rápidamente,
desaparece el sol, nos metemos en la nube, aparece la nieve, el viento en el
cielo, no nos afecta, altos pinos nos protegen, y la ‘cómoda pista’ se trasforma
en largas y empinadas cuestas. Seguimos los ‘puntitos rojos’ en árboles y
rocas.
Llegamos a un gordo
pedrusco: ‘La Roca del Bambi’. No entiendo el motivo del nombre ¿será por tener
grabado un gran ciervo con cornamenta y todo? ¡Será!. Paramos para hacernos
fotos posando con el animalito de fondo, y ya de paso para el habitual ‘piscolabis
del Angelus’, protegidos por las rocas, más bien de pie que sentados, la nieve lo
impone. Unos toman fruta, otros bocatas y la mayoría catamos la bota de vino de
Santiago ¡Qué bien nos sienta un trago!
De nuevo en
marcha, más cuestecita, más circulitos rojos, otra fuente, en la Calle Alta. La
cosa empieza a ponerse fea: La pendiente aumenta, y la nieve acumulada, y el
viento que ya sí nos molesta. Se hace difícil avanzar. Empezamos a entender el
aviso de Antonio.
La frontera con Segovia, una valla de piedra
semiderruida lo anuncia, era el Collado de Cerromalejo. Y aquí toca la foto de
grupo, más tarde no puede ser, hasta aquí llegan “los que tienen que estar
pronto en casa”. ¡Menuda odisea la foto! José María no lleva su
“bastón-soporte”, utiliza una mochila para apoyar la cámara. El viento es tremendo,
peligra la máquina. Posamos sonrientes y justo cuando va a hacerse el disparo
una fortísima ráfaga nos salpica de nieve, nos hace tambalear, la maquina
resiste, la foto se hace y José María
revisa ¡Es válida! Con este viento y sale a la primera ¿de verdad? ¡A la
primera, palabra!. Los ‘moderadamente valientes’ se dan la vuelta, se largan. Sólo somos 21, de mozas tan solo queda
nuestra heroína Mª Angeles.
Seguimos
subiendo, el viento creciendo. El objetivo se acerca ¿lo lograremos? Nueva parada
y reagrupamiento. En el paisaje sólo queda la nieve, la niebla y los últimos árboles
doblados por el continuo vient, al poco, ni eso.
Caminamos muy agrupados protegiéndonos unos con otros para que no nos tire el vendaval, además hay hielo en el suelo, hasta alguna extraña pisada, posiblemente de un lobo. ¿Qué hago yo aquí? Pienso. ¡Minutos después lo logramos, por fin en La Peñota! … una de las tres que hay, pero nadie pregunta por el resto. Bien, ¿Qué hacemos ahora? ¿Nos largamos corriendo? ¡Pues no! A comer tocan, protegidos en las rocas de la cumbre como podemos. Otro bocata y otro traguito del buen vino. ¿Bueno y que? ¿Bonitas vistas? Nada de nada, el escenario es fantasmagórico, la nube en que estamos y el huracán nos impiden ver nada.
Caminamos muy agrupados protegiéndonos unos con otros para que no nos tire el vendaval, además hay hielo en el suelo, hasta alguna extraña pisada, posiblemente de un lobo. ¿Qué hago yo aquí? Pienso. ¡Minutos después lo logramos, por fin en La Peñota! … una de las tres que hay, pero nadie pregunta por el resto. Bien, ¿Qué hacemos ahora? ¿Nos largamos corriendo? ¡Pues no! A comer tocan, protegidos en las rocas de la cumbre como podemos. Otro bocata y otro traguito del buen vino. ¿Bueno y que? ¿Bonitas vistas? Nada de nada, el escenario es fantasmagórico, la nube en que estamos y el huracán nos impiden ver nada.
De nuevo todos
juntitos iniciamos la bajada, ansiosos por llegar a zona de árboles que nos
protejan algo de la ventisca, lo hacemos por una ruta algo diferente. Una de
dos, o la nieve es más blanda o pisamos más fuerte: las meteduras de pata son
constantes, todos lo hacemos continuamente, e incluso las caídas son frecuentes.
Llegamos a un
claro, nueva parada, más fotos, e incluso una alarma: Antonio ha perdido la
cámara ¿Cómo? Qué ha perdido la cámara
¿Dónde? En la nieve ¿En la nieve? Sí, sí, en la nieve. Ah, ¿Y de qué color es
la cámara? Blanca ¿que la cámara era blanca? Sí, sí, blanca, como la nieve.
Los milagros
como las meigas, ¡existir no existen, pero haberlos hailos! …. Cinco minutos
después aparece la máquina blanca, caída en la blanca nieve.
Llegamos de
nuevo a la ‘cómoda pista’ de la Calle Alta y nos acercamos al Collado del Rey a disfrutar de sus amplias vistas, continuando el descenso después hasta alcanzar el viejo campamento, ya tenemos sol de nuevo y hasta un arcoiris. Hacemos una larga y reconfortante parada.
Seguimos, y
llegamos a Cercedilla, Antonio recupera los misteriosos documentos, y nos vamos
a la estación ¡a un bar al lado de la
estación! ¡Bestial pinta de cerveza!¡ qué rica está! El camarero pelín borde y súper
rácano con los pinchos, ¡Nos sabe a
gloria! Y por cuenta de los cumpleañeros, Santiago y Manuel, y del reciente
abuelo, Enrique ¡felicidades a ellos!.
¡¡¡¡ y reímos
…. y charlamos ….. y arreglamos el mundo ... y nos despedimos felices y
contentos … pensando en la próxima semana !!!!!
En resumen, dura,
muy dura jornada de ascensión a La Peñota (Pico Carpentier), en
especial por la nieve y la ventisca, lo que la hizo más gratificante y
satisfactoria, lo que me ha permitido valorarla con 4 sicarias, por lo menos.
Jorge Montero