miércoles, 25 de febrero de 2015

Excursión 222: Cercedilla - La Peñota

FICHA TÉCNICA
Inicio: Cercedilla
Final: Cercedilla
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,5 km
Desnivel [+]: 844 m
Desnivel [--]: 845 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 26

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN

Avisados estábamos: “Hará frío, nieve y fuerte viento…”

Quedamos en la estación de Cercedilla, lo que  facilitó mucho el transporte y algunos aprovechamos la ocasión para ir en tren, bien cómodo, fácil y rápido, seguramente tardamos menos que en coche.

Tras los saludos iniciales, muchos apretones de mano y pocos besos ¡sólo 4 chicas!, nos pusimos en marcha. Somos más bien pocos, 26, además de los incondicionales Lucas y Mecha, claro, ¿sería por el aviso del mal tiempo? ¿Por los más de 700 metros de desnivel? En Cercedilla parece  que lo de la nieve y el viento es broma: Hace un sol muy agradable y de nieve y viento nada de nada.

Muy pronto, al abandonar el pueblo, tuvimos una misteriosa breve parada. Algunos miraban hacia abajo, como buscando algo ¿Qué pasa? ¡ajá! Nuestro líder Antonio utiliza un escondite secreto para ocultar misteriosos documentos ¿que serán? Seguimos, el Sendero Ródenas, una cómoda pista ¡sin nieve y con sol! Empieza a sobrar ropa, nos quitamos capas, como cebollas. Al rato llegamos a un viejo campamento de alguna organización juvenil de épocas pasadas.

Seguimos, una cristalina fuente, abandonamos la pista. El panorama cambia, ganamos altura rápidamente, desaparece el sol, nos metemos en la nube, aparece la nieve, el viento en el cielo, no nos afecta, altos pinos nos protegen, y la ‘cómoda pista’ se trasforma en largas y empinadas cuestas. Seguimos los ‘puntitos rojos’ en árboles y rocas.

Llegamos a un gordo pedrusco: ‘La Roca del Bambi’. No entiendo el motivo del nombre ¿será por tener grabado un gran ciervo con cornamenta y todo? ¡Será!. Paramos para hacernos fotos posando con el animalito de fondo, y ya de paso para el habitual ‘piscolabis del Angelus’, protegidos por las rocas, más bien de pie que sentados, la nieve lo impone. Unos toman fruta, otros bocatas y la mayoría catamos la bota de vino de Santiago ¡Qué bien nos sienta un trago!

De nuevo en marcha, más cuestecita, más circulitos rojos, otra fuente, en la Calle Alta. La cosa empieza a ponerse fea: La pendiente aumenta, y la nieve acumulada, y el viento que ya sí nos molesta. Se hace difícil avanzar. Empezamos a entender el aviso de Antonio.

La  frontera con Segovia, una valla de piedra semiderruida lo anuncia, era el Collado de Cerromalejo. Y aquí toca la foto de grupo, más tarde no puede ser, hasta aquí llegan “los que tienen que estar pronto en casa”. ¡Menuda odisea la foto! José María no lleva su “bastón-soporte”, utiliza una mochila para apoyar la cámara. El viento es tremendo, peligra la máquina. Posamos sonrientes y justo cuando va a hacerse el disparo una fortísima ráfaga nos salpica de nieve, nos hace tambalear, la maquina resiste, la foto se hace y  José María revisa ¡Es válida! Con este viento y sale a la primera ¿de verdad? ¡A la primera, palabra!. Los ‘moderadamente valientes’ se dan la vuelta, se largan.  Sólo somos 21, de mozas tan solo queda nuestra heroína Mª Angeles.

Seguimos subiendo, el viento creciendo. El objetivo se acerca ¿lo lograremos? Nueva parada y reagrupamiento. En el paisaje sólo queda la nieve, la niebla y los últimos árboles doblados por el continuo vient, al poco, ni eso. 


Caminamos muy agrupados protegiéndonos unos con otros para que no nos tire el vendaval, además hay hielo en el suelo, hasta alguna extraña pisada, posiblemente de un lobo. ¿Qué hago yo aquí? Pienso. ¡Minutos después lo logramos, por fin en La Peñota! … una de las tres que hay, pero nadie pregunta por el resto. Bien, ¿Qué hacemos ahora? ¿Nos largamos corriendo? ¡Pues no! A comer tocan, protegidos en las rocas de la cumbre como podemos. Otro bocata y otro traguito del buen vino. ¿Bueno y que? ¿Bonitas vistas? Nada de nada, el escenario es fantasmagórico, la nube en que estamos y el huracán nos impiden ver nada.

De nuevo todos juntitos iniciamos la bajada, ansiosos por llegar a zona de árboles que nos protejan algo de la ventisca, lo hacemos por una ruta algo diferente. Una de dos, o la nieve es más blanda o pisamos más fuerte: las meteduras de pata son constantes, todos lo hacemos continuamente, e incluso las caídas son frecuentes.

Seguimos bajando, por fin salimos de la nube y podemos ver el espectacular paisaje ante nosotros, el amplio valle, varios pantanos y bastantes pueblos ¡fascinante!.

Llegamos a un claro, nueva parada, más fotos, e incluso una alarma: Antonio ha perdido la cámara  ¿Cómo? Qué ha perdido la cámara ¿Dónde? En la nieve ¿En la nieve? Sí, sí, en la nieve. Ah, ¿Y de qué color es la cámara? Blanca ¿que la cámara era blanca? Sí, sí, blanca, como la nieve.

Los milagros como las meigas, ¡existir no existen, pero haberlos hailos! …. Cinco minutos después aparece la máquina blanca, caída en la blanca nieve.

Llegamos de nuevo a la ‘cómoda pista’ de la Calle Alta y nos acercamos al Collado del Rey a disfrutar de sus amplias vistas, continuando el descenso después hasta alcanzar el viejo campamento, ya tenemos sol de nuevo y hasta un arcoiris. Hacemos una larga y reconfortante parada.

Seguimos, y llegamos a Cercedilla, Antonio recupera los misteriosos documentos, y nos vamos a  la estación ¡a un bar al lado de la estación! ¡Bestial pinta de cerveza!¡ qué rica está! El camarero pelín borde y súper rácano con los pinchos,  ¡Nos sabe a gloria! Y por cuenta de los cumpleañeros, Santiago y Manuel, y del reciente abuelo, Enrique ¡felicidades a ellos!.

¡¡¡¡ y reímos …. y charlamos ….. y arreglamos el mundo ... y nos despedimos felices y contentos … pensando en la próxima semana !!!!!

En resumen, dura, muy dura jornada de ascensión a La Peñota (Pico Carpentier), en especial por la nieve y la ventisca, lo que la hizo más gratificante y satisfactoria, lo que me ha permitido valorarla con 4 sicarias, por lo menos.
Jorge Montero


miércoles, 18 de febrero de 2015

Excursión 221: Titulcia - Morata de Tajuña. La batalla del Jarama

FICHA TÉCNICA
Inicio: Titulcia
Final: Morata de Tajuña
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  16,9 Km
Desnivel [+]: 348 m
Desnivel [--]: 154 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No

Ciclable: Sí
Valoración: 3
Participantes: 29

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta











TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Ya me las veía yo muy felices cuando Antonio envió la convocatoria: “78 aniversario de la Batalla del Jarama.” ¡Qué bien, esta vez cerquita de casa, con comida y restaurante!

Para ver unas cuantas ruinas bélicas en medio del campo, ni botas, ni guetres, ni bastones, creo que hasta sin desayuno, para esa marchita de ná …

¡Qué equivocado estaba! Si quieres comer en el restaurante, “primero te lo tienes que ganar”, que diría Antonio.

Después de dejar algunos coches en la cañada Galiana, nos trasladamos a Titulcia, inicio de la ruta; un recorrido en coche que se nos hizo interminable sólo de pensar en que todo lo tendríamos que volver a recorrer a pie.

Una vez aparcados los vehículos, empezamos nuestro recorrido por la ribera del río Jarama, en estas fechas con mucha agua, aunque nada que ver con la crecida de aquel fatídico febrero del 37 que ahora se conmemora. En seguida nos internamos por un estrecho cañón de arcilla y yeso que nada tiene que envidiar al del Arroyo de la Zarza, que muchos de nosotros conocimos cuando estuvimos en Alcalá.

La senda era ascendente, y ya pesaban nuestros pies por los costrones de barro, cuando alcanzamos un camino en lo alto de la loma, era de nuevo la cañada Real Galiana, que recorre 400 Km desde la Rioja hasta Ciudad Real, antiguamente transitada por rebaños de ovejas y hoy tristemente conocida por los asentamientos ilegales a su paso por Rivas.

Volviendo a nuestra cañada, pronto divisamos un espolón asomado al valle del Jarama, coronado por lo que parecían unas ruinas; era el Butarrón. Y allá que fuimos, a disfrutar de las buenas vistas del valle: allí enfrente San Martín de la Vega, con su parque de atracciones, y al fondo Madrid con su sierra detrás, toda nevada.

“¿Es este el Pingarrón?”, me preguntaron,” ¡Todavía no!”, “¿Falta mucho? “, Lo de siempre: hora y media, quilómetro y medio. Y allí, contemplando el paisaje, nos dieron las doce, la hora del Ángelus y de comer algo, porque por lo menos hasta las tres no habría comida. Paco N aprovechó para bajar casi hasta el río y obtener mejores fotos para su reportaje.

De nuevo subimos la cuesta que nos llevaría a nuestra querida cañada, un camino plano en su recorrido, ¡por fin, qué alivio¡ Pero entonces empezó lo duro. “Vamos un poco pillados de tiempo”, dijo Antonio; pues todos a correr. 

Durante las dos siguientes horas, el cuentaquilómetros de Antonio no bajó de los 6 Km/h de rigor, pues este era el objetivo para llegar a comer a tiempo, y cuando por fin pasamos por el Pingarrón, el grupo se había alargado tanto que se necesitaban prismáticos para ver a los últimos.

Con el cansancio, algunos ni se enteraron que estaban pasando por el histórico Pingarrón, una elevación sin pena ni gloria. Parece mentira que murieran tantos miles peleándose por poner una bandera en lo alto. ¡40.000 proyectiles sobre ese punto en un día!

Hicimos una parada en una de las muchas cuevas excavada por el ejército republicano. En realidad, allí dentro no había nada que ver, se trataba de una estrecha galería excavada en una roca caliza, que al final se bifurcaba en dos derrumbes.

Muchos de nosotros entramos porque nos movía la curiosidad, y además de ver una fecha de febrero de 1937 raspada en la pared, pudimos imaginarnos a los milicianos excavando desesperadamente para cobijarse de los proyectiles del bando franquista.

Finalmente llegamos al monumento popular a las Brigadas Internacionales, donde algunos de nosotros depositamos las piedras que habíamos cogido en los alrededores de la cueva. Frente a nosotros se encontraba la Colina del Suicidio, ¿la colina? Yo mejor  a esto lo llamaría “La Cañada del Suicidio”. Fue una pena que no pudiésemos acercarnos a ella por falta de tiempo; y ahora es cuando el cronista diría: “Y Paco Cantos nos deleitó con unas explicaciones sobre los acontecimientos que tuvieron lugar en este mismo sitio hace 78 años, etc…”. 


Nos hicimos la foto de grupo de rigor en este lugar cargado de historia, y a seguir nuestra cañada que si no, no llegamos. Fue en ese momento cuando alguien dijo: “Tengo dos noticias, una buena y otra mala; la buena es que ya llegamos a los coches”, “¿y la mala?”, “la mala es que no hay plazas para todos”.

Nos trasladamos, doblando viajes, al Monumento a la Solidaridad, una estatua en la que se erigen dos manos unidas, cerca de donde una vez se encontró el puño en alto, monumento a las Brigadas Internacionales, antes de dinamitarlo.

Allí pudimos ver una muestra de las trincheras republicanas, todavía bien conservadas, de los varios cientos de metros que existen en ese cerro. Enfrente, al otro lado de la vaguada, otro tanto de trincheras nacionales, todo un escenario al más puro estilo de La Vaquilla de Berlanga.

Volvimos a trasladarnos (parece que hoy la crónica se alarga), otra vez doblando viajes al Mesón del Cid. Menú del día y breve comida, pues no recuerdo haber comido tantos y en tan poco tiempo en un restaurante, pero claro, todavía nos faltaba la visita al museo y ya eran más de las cuatro.

No pudo enseñarnos el museo Goyo, su artífice, pues tuvo que acompañar a unos reporteros rusos que habían venido a hacer un reportaje sobre el Frente del Jarama.

Los de la parte derecha de la mesa vimos a los rusos y nos hicimos fotos con Goyo. Los del otro lado, ni os enterasteis. Pero, a pesar de que Goyo no estaba, pudimos disfrutar de un vídeo en el que nos dio a conocer su historia.

Y así, tras un recorrido por el museo y un poco abrumados por la cantidad de objetos y documentos, despedimos la jornada, no sin antes tener que desplazarse los conductores a Titulcia, recoger los vehículos allí aparcados y volver a Morata.

Teniendo en cuenta el recorrido, las vistas y la velocidad de la marcha, y que la comida y el museo suben la nota. Madi concede a esta excursión la calificación de tres sicarias.
Paco Cantos

miércoles, 11 de febrero de 2015

Excursión 220: La Camorca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Pte de la Cantina
Final: Pte de la Cantina
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  13 Km
Desnivel [+]: 605 m
Desnivel [--]: 605 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 

Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 30

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta









































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
¡¡¡Vaya Marrón!!!
Ya que no pude evitarlo por imperativos de la organización y porque alguien lo tenía que hacer, me ha tocado a mí escribir esto que sigue...  vaya marrón (creo que ya lo había dicho...). Esto es una venganza.

Bueno, como quien me conoce sabe que soy muy despistado, espero que me perdonéis no entrar en detalles. Así que, sin más, os contaré que una vez que dejamos los coches al lado del Puente de la Cantina, nos saludamos todos, nos dimos la mano, besitos y todo eso que hacemos cuando llegamos y nos reconforta tanto. Pasadas las 10:30h empezamos la ruta saliendo hacia nuestro destino, para lo que cruzamos la carretera, por la que no había demasiado tráfico a esas hora, y el Puente de La Cantina,  ese que teóricamente volaron en la película "¿Por quién doblan las campanas?", basada en la  novela de Ernest Hemingway.  Menos mal que no lo hicieron de verdad.

Lo iniciamos con una subida suave pero continua, por un camino nevado. Algunos tenían frío y otros no tanto, pero después de un ratito caminando, empezamos a sudar, así que  fuimos parando poco a poco para aligerarnos de ropa, en lo que Melchor (recién nombrado Director de Crónicas) aprovechó para buscar y encontrar a un incauto a quién adjudicarle el marrón.... y ese era yo.

Mira que me resistí, me negué por activa y por pasiva, pero no hubo manera. Al final recurrió al Boss,  que me convenció con mano de seda... Todavía me queda algún cardenal, pero creo que para la próxima estaré del todo recuperado.

A partir de ahí seguimos por el GR10.1 dejando a nuestra izquierda al arroyo del Telégrafo. Desde atrás y arrastrándome por el peso de la responsabilidad, se veía una bonita fila de senderómagos, como pocas veces se ha visto: unos detrás de otros y sin hablar del partido del miércoles (palizón del Atlético al Madrid). Pero esto qué es, alguien está enfermo? Pues sí, a nuestro médico y saxofonista preferido le dio una pájara. Y todo eso un poco antes de llegar a la fuente de La Reina, que ya se podía haber esperado. Parece que necesitaba algún cariñito, así que se quedó alguno para... no se sabe muy bien qué, pero, según dicen las malas lenguas (o buenas, según se mire) necesitó que alguien le insuflara aire. Claro tanta vida nocturna, soplar (aunque sea el saxo y todo eso) no puede ser muy bueno.

Finalmente todos nos reunimos en la fuente de La Reina, donde picamos algo. Santiago sacó su bota, José María unas chocolatinas, y otros frutos secos y fruta, con lo que repusimos fuerzas.

Tras el corto descanso seguimos la subida hacia La Camorca. La nieve del camino estaba pisada, por lo que recordamos esa foto de José María en la que aparecía Joaquín en el techo del refugio. ¿Serán las huellas de Joaquín? Pues no, cuando llegamos solo estaba un ermitaño fumándose un puro? calibre 45, que rápidamente se largó al ver a tanta gente. Así que Alejandro, al ver la cabaña libre, aprovechó para ponerse otro modelito.

Nos quedamos maravillados con esas vistas a nuestro alrededor de paisajes nevados. Es un sitio ideal para disfrutarlo y hacer la parada para comer, salvo por el frío, que nos dejó a todos helados.

A partir de aquí iniciábamos la bajada y el regreso. Los siete que tenían más prisa volvieron deshaciendo el camino y el resto bordeando la montaña y buscando una alternativa más larga.

Curiosamente entre esos siete magníficos estaban todos los atléticos y algún que otro infiltrado. ¿Qué pasaría? ¿Habría alguna convención de atléticos, cena celebración por el partido del miércoles?... Vamos que nos quedamos desconcertados.

La bajada, siguiendo el arroyo del Tesoro, fue preciosa.  La primera parte nieve pisada, pero después nieve virgen que hizo las delicias de los montañeros senderómagos. El paisaje espectacular y con alguna sorpresa: algún ratoncillo, algún corzo, pequeños riachuelos  y muchos árboles caídos y cubiertos de nieve.

Y así hasta que llegamos a un río más grande que, por ende, era el Eresma. Vaya no será éste el que tenemos que saltar! pensamos algunos. Y además sin tener la inestimable ayuda del abuelo Rubiales que siempre nos muestra la mejor manera de cruzarlo. Pues no, había puentes y muy bien hechos; pero antes Paco N. nos llevaría a ver los bonitos "Baños de Venus" nevados.

Hubo quién, como Carlos, que se ofreció a darse un baño, pero no hubo acuerdo económico por el  espectáculo  y no se atrevió. Sorprendente también que Paco  N, que se baña en un charco, no se metiese a buscar a Venus; claro que si la venus hubiese sido Venus Williams, esa del tenis….  En fin, un atajo de cobardes.

Y ya poquito después llegamos a los coches. Allí estaban esperando dos de los siete magníficos cobardes. Uno del Madrid, Cristóbal, que no se sabe muy bien por qué se volvió con los Atléticos; y el otro, Vicente A, que decía que se volvió a buscar el móvil por haberlo perdido en la subida, y lo tenía en el coche... vaya excusa.

Y finalmente, como no podía ser menos, nos dirigimos a Valsaín a degustar unas estupendas cervezas a la salud de algunos cumpleañeros.

Por todo lo anterior, la excursión se merece 4,5 sicarias de sobra. Y colorín colorado, esta crónica se ha acabado.
Javier Bartolomé

miércoles, 4 de febrero de 2015

Excursión 219: El Cancho de la Cabeza

FICHA TÉCNICA
Inicio: Patones de Arriba
Final: Patones de Arriba
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  12,5 Km
Desnivel [+]: 686 m
Desnivel [--]: 688 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No

Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 27

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
¿Os acordáis del tipo que confundía los colores con los números?, pues me lo encontré en la excursión de Canencia,  y me pidió que escribiese yo la crónica, (que traducido al tabernáculo quiere decir  “por el c___ te la hinco”  y yo que para los nombres de los maravillosos parajes donde nos lleva el jefe  tengo poca memoria, pero para los chistes soy un memoriudo,  le dije “vaya marrón”, bueno ya sé que en el chiste es al revés, pero eso lo único que demuestra es que: o el que confunde,  o  el que escribe es un invertido. Como no lo teníamos claro, quedamos en que yo escribiría la siguiente.

Bueno pues éramos unos cuantos, y volvimos casi todos, así que la excursión fue un éxito, eso sin contar que vimos arboles, piedras, un arroyo (el de las Cuevas), un embalse (el del Atazar), un Cancho (el de la Cabeza), una torre (la de Mordor, por donde estaba Madrid), y como mi cronista favorito me dice que no se debe de mentir en la crónica, no voy a decir que vimos una importante masa forestal, porque efectivamente no la vimos,  pero no me negareis que esa frase queda bonita en cualquier crónica, vamos que nos lo pasamos de rechupete, aunque ahora que lo pienso no nos hubiera venido mal precisamente uno de esos.

Mi amigo Santiago se quedó un poco atrás para ayudar a una de las dos chicas, Ángel hizo alguna que otra de sus demostraciones de estado de forma, y yo como siempre no paré de decir inocentes barbaridades,  y conté un par de chistes,  (lo primero es broma, lo segundo y lo tercero, no).

Venga, en serio, voy a por la crónica:
Esta vez salimos desde Patones de Arriba, ya sabéis, el pueblo que no tiene un  bar Manolo, pero si al terminar bajas a Patones de Abajo, te darás cuenta que sigue allí, y que sigue poniendo unos ricos huevos fritos, con colesterol  y lo que tú quieras.  Aunque a estas alturas de mis 50.0 excursiones me da la sensación de que esto es lo de menos, ya es lo mismo de donde salgamos  y a donde vayamos, el jefe es un crack, y todo el mundo asume que la ruta será alucinante,  (aunque se le pongan diferentes sicarias a cada una, todas son irrepetibles).

Lo más bonito de este grupo es que todo el mundo viene con la mochila llena de buen rollo, e intenta dar lo mejor que tiene para agradar a los demás, bueno hay un par de excepciones: una es la de José Luis H. que no lleva mochila, pero lleva todo lo que le cabe en los bolsillos, y le cabe bastante (por cierto hoy no vino, espero  que tenga alguna excusa convincente).

Pues eso, que salimos de Patones de arriba en dirección al Cancho de la Cabeza ese  por una zona de monte bajo, ligeramente nevado. Cuando llegamos al collado, subimos con paciencia y un pelín de esfuerzo por un inacabable cortafuegos  hasta el pico.

Desde el Cancho de la Cabeza las vistas del Embalse del Atazar, Tres Provincias, Pico del Lobo, La Cabra, son impresionantes, y aunque hacía un viento y un frio de mil demonios, logramos sobreponernos y sacar fotos, fotos y más fotos: cancho con Atazar al fondo, bicho con la cabra al fondo, bicho con bicha y con cancho….., lo que yo no vi por ningún lado fue la cabeza, quizás por eso (por falta de cabeza) le pregunté a Manuel C. si le importaba que lo tiráramos al embalse del Atazar para poder pedir un deseo, pero posiblemente por el frio, o porque durante la dura subida había descargado su mochila de lo del buen rollo me contestó  que no.

Visto lo visto, que allí ya estaba todo el pescado vendido, y que el gran jefe se movía dirección Patones, comenzamos la bajada, esta vez siguiendo la senda del Genaro durante un buen trecho, bonita senda por cierto.

Y  fue en este tramo de agradable y  cómoda bajada donde comenzaron a desatarse nuestros instintos más salvajes, pensando, unos en los huevos, otros en María, y los más osados en pancetas, orejas y chorizos, aunque hasta en esto hubo excepciones: un reducido grupo de una persona quizás debido a algún virus montañero iba pensando en lechuga con cebolla y tomate, y como en este grupo se perdona y se quiere a todo el mundo, menos a uno, dejamos que hiciera realidad sus deseos. Por cierto este uno “Fernando I el deseado”  tampoco vino aunque esta vez tenía una buena excusa.

La comida fue ruidosa pero agradable, y  finalizó como estaba previsto con un difícil silencio para que el amigo Antonio Villagreen nos contara casi toda la 3ª parte de la fascinante historia del niño Eugenio  “La verdadera historia del niño Eugenio”,  que por fin nos ha sido revelada, y por difícil que parezca, mi buen amigo Joaquín no cantó “Er niño las monjas”, quitándole un puñado de puntos a la excursión, que a pesar de ello ha sido calificada con 4,5 lindas y esbeltas sicarias.
Jesús Cordero