miércoles, 30 de junio de 2021

Excursión 567: Cuerda Larga desde el Puerto de Navacerrada

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de la Morcuera
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 19,7 Km 
Desnivel [+]: 1.193 m 
Desnivel [--]: 1.313 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 18

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Llegando a la cita sobre las 10 horas al parking del Puerto de Navacerrada, me encuentro con un nutrido grupo de senderomagos allí reunidos; más de los esperados para lo que a priori debe de ser una dura excursión de unos 20 kilómetros, 10 altos y más de 1000 metros de desnivel positivo que hay que superar “cresteando” por las altas cumbres.

Yo no las tengo todas conmigo, porque es mi segunda excursión después de más de un año de parón, pero no puedo resistirme a intentar completar una de las clásicas de la Sierra de Guadarrama que siempre he deseado realizar.

Pocos minutos pasadas las 10h, puntuales como siempre, iniciamos la marcha 18 osados excursionistas y uno de los canes que siempre suelen acompañarnos. Siguiendo el pequeño sendero que transcurre paralelo a la valla que delimita las pistas de esquí de Navacerrada y tras un corto zig-zag llegamos sin apenas descanso al alto de las Guarramillas; o la Bola del Mundo para el que prefiera la denominación moderna, aunque yo me quedo con la más tradicional. En poco más de una hora, ya estamos en la primera cumbre a 2.265 m.s.m con unos 400 metros de desnivel “ya a la butxaca”.

Dejamos a nuestra derecha el famoso Ventisquero de la Condesa, de la Condesa del Real de Manzanares, donde nace el rio Manzanares y desde donde se obtenía la preciada nieve para refrescar a los que pudieran pagarla de la capital.

En pleno estío, el gélido elemento era acarreado hasta los pozos existentes en el barrio madrileño de Pozas (de ahí su nombre), desde donde luego se surtía de este artículo principalmente a los cafés, a los botilleros, a los horchateros o a los pescaderos.

¿Serán estos parajes propiedad todavía de los herederos de la Condesa? Por lo que he leído todavía son titulares del castillo de Manzanares.

Y lo que desconocía, que la actual condesa, que ostenta un sinfín más de títulos, es la escritora de exitosas novelas históricas, Almudena Arteaga.

Bueno, vamos a seguir la ruta que me voy por las ramas en vez de ir por el camino. Seguimos avanzando hacia el siguiente alto, el cerro de Valdemartín, dejando a nuestros pies y a la izquierda la otra estación de esquí de la Comunidad, Valdesquí.

Caminando entre floridos piornos por el cordal, soplaba una fresca brisa, propia de esta zona de ventisqueros y neveros, lo que nos hace pensar que el sol que nos acompañará durante toda la jornada será más que soportable y no llegará a ser abrasador.

Fácil descenso y al iniciar las primeras pendientes del siguiente pico, paramos al Ángelus de las 12h con la puntualidad habitual. Después del tentempié emprendemos la marcha hacia Cabeza de Hierro Menor.

En estas estribaciones divisamos las primeras cabras montesas de la jornada, típicas de estos lares. Al parecer se estima una población de unos 5.000 ejemplares en esta vertiente madrileña de la Sierra de Guadarrama.

El perro de Antonio las persigue incansable pero ni a las crías consigue inquietar. Ya en el descenso se complica la ruta y toca gatear para superar un dificil tramo de grandes rocas, mientras una numerosa manada de cabras nos miran atónitas a poco más de 20 metros. 

Seguramente les sorprenderá nuestra torpeza, al igual que me asombra a mí verlas correr por esos roquedales como si tal cosa. Superado este complicado tramo, Antonio nos comenta que existía una alternativa más cómoda y menos peligrosa, a buenas horas!

En un pequeño descanso de reagrupamiento, Antonio aprovecha para volver a adjudicarme digitalmente la redacción de esta crónica, a la “odiosa” pregunta de, Jordi, ¿tú sabes escribir?. Y pese a mis reticencias y a mi pereza, aquí me veo, dándole al teclado. ¡Me reivindico! !Dos crónicas en diez excursiones! Uff, 

¡Cuánto sacrificio para conseguir alguna estrella más!, aunque he de reconocer que al final, al tener que rememorar la ruta, se disfruta dos veces de ella.

También me resulta chocante la garrafa de agua de 5 litros que lleva Antonio a sus espaldas. Menudo lastre! Pero claro, es su ración de agua y la de su pastor alemán que no para quieto. De hecho, me hace reflexionar sobre la cantidad de líquido que yo llevo. Un litro de agua y un refresco. Escaso es y seguro que llego justo, por las altitudes que transitamos no creo que vayamos a encontrar ni fuente alguna ni sombras. Menos mal que las temperaturas no son elevadas pese a la espléndida y soleada jornada.

Superamos también el siguiente pico y homónimo del anterior, Cabeza de Hierro Mayor, que con sus 2.383 m.s.m. supera solo en nueve metros a su hermano menor, pero que aun así es el segundo pico más alto de la Sierra de Guadarrama, según me comenta algún compañero. Vaya!, sí que andamos por las alturas, sí. Es destacable que vamos a subir hoy a 10 dosmiles, así del tirón, lo que no es nada desdeñable.

Continuamos la marcha por las amplias y amarillas praderas y pasada la suave loma del Pandasco, aprovechamos para una agradable y tranquila comida. Poco más de media hora de descanso y sobre las 14h30 volvemos a la marcha.

Nos dividimos en dos grupos, 10 senderistas parten un poco antes con la intención de subir a La Najarra y un segundo grupo de 8 miembros que opta por evitar esta última ascensión y bajar directamente desde el Collado de la Najarra al Puerto de la Morcuera, nuestro destino final. Este segundo grupo aprovechará para descansar un poco más pues dispondrá de algo más de tiempo.

Yo me apunto en el primer grupo, por la motivación extra que tengo para completar esta clásica y porque me veo con fuerzas aunque desconocía lo que todavía quedaba por delante.

A buen ritmo, porque este grupo “ya no espera”, superamos los dos siguientes altos, Navahondilla y Asómate de Hoyos, curioso nombre que alude al excelente mirador que desde ella se tiene de ellos.

Vistas espectaculares de la Pedriza a la derecha y del valle de Lozoya a la izquierda. Impresionantes panorámicas de Peñalara y más allá, que nos acompañan durante toda la ruta. YAl poco, ya divisamos las dos ultimas dificultades, Bailanderos y La Najarra e intuimos que la exigencia técnica va a ser mayor.

Mención especial hay que hacer del ascenso a Balailanderos. Un buen tramo de grandes bloques rocosos dificultan el avance. Algunas rocas un tanto inestables nos hacen “bailar” un poco haciendo honor al nombre de esta loma, tal como algún compañero ya había avisado.

Tras superar el roquedal, paramos en el collado de la Najarra para tomar unas fotos espectaculares de los riscos y del embalse de Santillana al fondo e iniciamos la última ascensión a la propia Najarra. En este punto el grupo de 10 se vuelve a dividir, y solo 6 subiremos las 9 cumbres completando la clásica.

El resto de compañeros de este primer grupo optan por esquivar la Najarra y bajar directamente al puerto. Seguramente, curtidos en mil batallas, ya no tienen la motivación de completar por una vez la clásica.

Rápida ascensión por parte de este reducido grupo a la Najarra, para estar a tiempo en el autiobús que nos espera en el Puerto de la Morcuera.

Pasamos junto a un semiderruido refugio del que resulta chocante en dónde se asienta. En lo alto de unas pocas rocas que lo exponen a todas las inclemencias, a cambio le proporcionan unas panorámicas impresionantes. Curioso donde se construyen algunas de estas edificaciones.

Completar en la cumbre de la Najarra las cimas de la Cuerda Larga, es lo más parecido a ser un pájaro sin levantar los pies del suelo… Hemos divisado, la izquierda, Peñalara y su cuerda, la llanura segoviana, el valle de Lozoya, el Paular, Rascafría, el embalse de la Pinilla, el de Buitrago,.. a la derecha, las ya 5 torres de la ciudad de Madrid, vistas desde varias perspectivas según avanzábamos, los pueblos serranos de Manzanares el Real, Guadalix, Soto del Real, … la majestuosa Pedriza, con el Yelmo al frente, la glaciar Hoya de San Blas, los embalses de Valmayor, Santillana, Pedrezuela… media Comunidad de Madrid a nuestros pies!!

Nada más hacernos las fotos junto al vértice geodésico, bajada larga e incómoda hasta el puerto por lo pedregoso del camino y por la fatiga ya acumulada en nuestras piernas. Seguimos la valla hasta atravesar un pequeño pinar, que resulta toda una bendición por ser la única sombra de todo el camino. Después de tantas horas al sol, alguno ha tenido que recurrir a una nueva dosis de crema solar, pues las quemaduras acechan al final de la ruta.

Así, el grupo de 6 un tanto desperdigado llegamos al destino sobre las 17h30. Allí, en el aparcamiento de la Morcuera, están esperando el autocar y los 4 miembros del grupo de 10 que también optaron por saltarse la Najarra y que han sido los primeros en llegar.

La espera junto al pequeño refugio del aparcamiento es amenizada por un reportaje de motos clásicas que van y vienen por la carretera de Miraflores a Rascafría, que tenemos en frente, mientras esperamos a la sombra.

Aunque este grupo de senderomagos, en el momento que se reagrupa, poca distracción necesita; se basta y se sobra para echar un buen rato saboreando el descanso y la buena compañía, después de una intensa jornada.

Sobre las 18h ya han llegado todos los compañeros del segundo grupo de 8 que alargaron la sobremesa en una Najarra ( unidad de tiempo senderista que me acabo de inventar que puede equivaler a una hora poca más o menos).

Partimos en autobús en busca de los coches, allá en el otro puerto, porque la Cuerda Larga tiene la peculiaridad de no ser ni de ida y vuelta, ni circular, simplemente de ser de ida, por ser tan “larga”, a no ser que te hagas 40 km, lo que pocos se atreven con ellos.

Parada corta, pero agradecidísima, para reponer “líquidos fresquitos” en una terraza de Miraflores y una nueva oportunidad para disfrutar de la estupenda compañía de los senderomagos, ya con el relajo que proporciona el descanso y la satisfacción del deber cumplido. Llegamos al punto de partida para recoger los coches sobre las 20h.

Muy satisfecho por la jornada, por el reto que supone personalmente haber completado esta clásica después de retomar mi actividad andarina y por la experiencia vivida.

A todo aquel que disfrute de las vistas al llegar a una cima, esta ruta “crestadora” es más que aconsejable, es un disfrute continuo, de vistas y panorámicas espectaculares a izquierda y derecha a lo largo de todo el cordal.

Teniendo presente la larga duración de la excursión, entre 6 y 7 horas andando, los 20 kilómetros de camino dificultoso, las 10 cimas superadas, y los 1.193 metros de desnivel positivo acumulado, yo le asignaría con ciertas dudas, unas 4 sicarias, pues el esplendido día, la agradable temperatura y la ausencia de percanes ha ayudado a hacer la jornada muy llevadera.
Hasta la próxima, senderomagos. Como siempre, un placer!!
Jordi Gual

FOTOS

miércoles, 23 de junio de 2021

Excursión 566: Alrededores del pueblo de Navacerrada

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Navacerrada
Final: Navacerrada
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,7 Km 
Desnivel [+]: 257 m 
Desnivel [--]: 257 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 37

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta





TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
En la plaza del pueblo de Navacerrada nos dimos cita los participantes de esta nueva excursión. Saludos y buenas expectativas de pasarlo bien al terminar la ruta con comida y entrega de estrellitas en un restaurante de Galapagar.

Miguel Angel L. iba a caminar por primera vez con nosotros. ¡Bienvenido!. Cuando estábamos todos, Antonio puso la "directa " y detrás salimos "a todo trapo" por las calles de Navacerrada en dirección noreste hacia la carretera M-607, que cruzamos para enfilar haca La Barranca.

Con una temperatura fresca y el campo en plena floración primaveral caminamos por la amplia pista con ligera pendiente de subida hasta la zona de Los Almorchones y su pequeña presa formada por el río Navacerrada.

A lo lejos, unas nubes de evaporación ocultan La Maliciosa. Tomamos una senda más estrecha, llamada Camino de los Almorchones, que discurre paralela al río entre las jaras en flor.

Antes de llegar a los aparcamientos de la Barranca, nos agrupamos para pasar de uno en uno el Río Navacerrada con la ayuda de unas piedras, porque llevaba bastante agua.

Seguimos tras el boss, ante la mirada atenta de unos bóvidos a los que Kiro citó con elegancia. El cantueso y las jaras en flor ponían su nota de color mientras caminábamos sin senda reconocible, abriéndonos paso por la exuberante naturaleza.

Dejamos a la izquierda el embalse del Pueblo de Navacerrada y, por una senda pegada a una cerca de alambre, continuamos hasta llegar al embalse del Ejército del Aire.

En el muro de la presa tomé la foto de grupo mientras los patos se paseaban por sus quietas aguas. Cruzamos la presa y emprendimos el camino de retorno descendiendo por la pista, con los embalses a nuestra izquierda.

Al llegar a los aparcamientos, no bajamos por la carretera habitual, sino por una senda paralela que sale a la derecha de la carretera, por la ladera del valle.

Senda poco conocida y en la que algunas zonas embarradas obligaron a alargar la zancada. Desde ella, la panorámica del valle, con el embalse de Navacerrada al fondo, era preciosa. Al salir de la senda, recorrimos un pequeño tramo por la carretera y enseguida nos desviamos a la derecha, para seguir por una pista de tierra por dentro del pinar de La Barranca.

Al poco, llegamos al pequeño embalse del Chiquillo y en sus inmediaciones y cerca de la fuente que hay junto a su presa, paramos un ratito a tomar el tentempié de media mañana.

Tras la breve parada continuamos por el pinar, en dirección suroeste. Salimos a La Fonda Real para cruzar por allí la M-60, pasamos por el collado del Portazgo y poco rato después llegamos a las calles de Navacerrada para así terminar los 10'7 km de la excursión de hoy. Luego comida en Viva Galicia (El Guijo, Galapagar) con el buen rollo que añorábamos todos estos meses.
José María Pérez

FOTO REPORTAJES

miércoles, 16 de junio de 2021

Excursión 565: Valle del Eresma desde Boca del Asno

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Boca del Asno. Valsaín
Final: Boca del Asno. Valsaín
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 14,6 Km 
Desnivel [+]: 250 m 
Desnivel [--]: 250 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3
Participantes: 22

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Este miércoles empezamos la temporada de verano, y los rigores de esta época del año hacen que elijamos rutas fresquitas y con buenas dosis de sombra.

Antonio por estas fechas suele ir al norte, buscando picos más altos en compañía de su hijo y los amigos de este, y Paco se ha ido a Alicante, donde pasará una temporada, así que alguien se tiene que encargar de organizar la marcha y como no había otro más cerca o con más papeletas, la china me ha tocado a mí.

La ruta la ha elegido Paco y me ha enviado el track, no para ni estando lejos. La senda elegida es un clásico: Recorrido por el Camino de las Pesquerías siguiendo el curso del río Eresma a uno y otro lado de este.

Hemos quedado a las diez de la mañana en el aparcamiento de la Boca del Asno y soy el primero en llegar. He ido a Fuenlabrada a recoger a Dino, el perro de mi hija, para la que será su primera excursión del GMSMA y he sido bastante prevenido por el tema del posible tráfico mañanero de la M-50.

Estando allí, recibo una llamada de Pepa. ¿Habrá pasado algo? Pues que no viene. Que se ha quedado tirada con el coche nada más salir de su pueblo. ¿Vaya faena!

Llamo a José Luis Molero y le hago retroceder desde el Ventorrillo para recoger a Pepa y vuelvo a llamar.

Pepa me dice que está esperando a la grúa y que como no sabe lo que tardarán y que como luego tiene que ir al taller, pues que no nos preocupemos y que esta vez no irá a la ruta.

Llamada de nuevo a José Luis: ¡Que no vayas, que la Pepa no viene! Y vuelta de nuevo. 
¡Empezamos bien! Una vez contados todos -con alguna ausencia más- y como ya no falta ninguno por venir, decidimos emprender la marcha.

Como las previsiones del tiempo eran de posible lluvia a partir de las dos o tres de la tarde, decidimos hacer la ruta en sentido hacia el Puente de la Cantina por la margen derecha del Eresma -la que está más cerca de la carretera-, para que a la vuelta tengamos la posibilidad de escape si es que hay un diluvio.

Comenzamos con una temperatura muy agradable, bajo la agradecida sombra de los pinos y entre el discurrir del río. Todo nos hacía presagiar una placentera ruta sin sobresaltos, o eso creíamos.

Pronto, y después de atravesar algunos pequeños arroyos, llegamos al Puente de los Vadillos, donde nos reagrupamos y decidimos hacernos la habitual foto de grupo todos guapos y sonrientes.

Un poco más adelante, encontramos otro cruce de puentes y pasamos a otro lado del Eresma, por donde seguimos por la margen izquierda hasta llegar al Puente de la Cantina, que tiene una bonita fuente y a la que no iremos a ver porque es de todos archiconocida.

Hemos seguido pegados al río todo lo posible, y la subida hacia el puente la hacemos llegando a tocar el muro de este y por una senda estrecha por donde solo cabe una persona y rodeado de maleza alta y… ortigas urticantes que tratamos de esquivar en la medida de lo posible.

A partir de aquí, seguimos por el GR-10 -en su variante 10.1- hasta llegar al Puente sobre el arroyo del Telégrafo, donde nos desviaremos siguiendo su curso.

Enseguida, cruzando por algún que otro puente, llegamos a la poza llamada Baño de Venus. Por ahí he leído que el nombre le fue puesto por los acompañantes de Carlos III en sus andaduras por estos lugares.

Aquí decidimos parar para almorzar y, sin pensarlo mucho, varios atravesamos el arroyo para colocarnos en una gran losa de granito que está algo inclinada hacia la poza. Digo sin pensarlo mucho, porque en realidad si que lo pensé. Vi una piedra lisa a la orilla del río y pensé en que, sin lugar a duda, mojada resbalaría.

Durante el almuerzo, los cuatro perros que nos acompañaban cruzaron, se mojaron, chapotearon y fueron de lado a lado empapándolo todo a su paso.

Después del almuerzo, Carolina nos ofrecía unas apetecibles pastas segovianas para endulzarnos el día, y al disponerme a bajar por la piedra… sucedió lo que minutos antes había intuido: Noté que la piedra resbalaba mucho y al intentar darme la vuelta para rectificar la trayectoria… trompazo que me di y que me dejó seco en el pétreo y húmedo suelo. Todos preguntaban: ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? A lo que solo pude contestar con un sí rotundo.

Sí, me he hecho bastante daño y me duele el hombro derecho. Me levanté como puede y buscamos una salida por la parte de atrás de ese fabuloso tobogán y así evitar un nuevo incidente.

En estos casos la ayuda de los compañeros es fundamental. Julián me cogió la mochila, me dio un ibuprofeno. Carolina me dio una botella con agua y hielo para ponerme en el brazo, además de esas fantásticas pastas segovianas para pasar el mal trago.

El caso es que había que continuar la ruta, así que con el brazo inmóvil y a seguir hacia delante. 

Los que escapamos de la losa resbalosa, cruzamos de nuevo el arroyo del Telégrafo por un puente de madera y, todos juntos, seguimos hasta el siguiente: el Puente de los Vadillos, que no cruzamos, ni antes, ni ahora.

Charlando con Javier Crespo sobre la caída, me dijo que hacia un rato él también se había tropezado en uno de los puentes, formado por grandes rocas, y que estuvo a punto de caer al rio. Por fortuna solo se hizo algún arañazo en la palma de la mano al apoyarla. ¡Vaya día de ruta tranquila y apacible!

Antes de llegar de nuevo a La Boca del Asno, cruzamos el arroyo del Tesoro y el de Las Cárcavas y una vez allí, decidimos seguir hasta completar la ruta. Mi brazo no me dolía mucho, solo si lo intentaba levantar.

Al llegar al Puente de Navalacarreta, José Luis y Raquel deciden cruzarlo y así acortar la ruta, pues tienen hora de retorno, así que serían estrellas fugaces.

A continuación, pasamos cerca del Vado de la Reina sin verlo, aunque tampoco lo buscamos. Atravesamos el arroyo de los Acebos y el arroyo del Guindo hasta llegar al punto de regreso, que no era otro que el Puente de Peñalara.

Ya de nuevo en la margen derecha del Eresma, pasamos por la fuente de Máximo, cruzamos el área recreativa de Los Asientos y otros dos arroyos, el de Valdeclementillo y el de la Boca del Asno. Y así llegamos al final de nuestra ruta.

El bar de la Boca del Asno estaba abierto y terminamos la bonita caminata comiendo en las mesas de madera que allí hay con una fresquita y bien merecida cerveza.

Pero como día de incidentes, José María también había perdido el reloj y se fue a buscarlo. Milagrosamente lo habían encontrado unos chicos que andaban por el camino y al reconocerlo se lo devolvieron.

Yo, por mi parte, perdí unas gafas de ver de poco valor, pero el destino hizo que también José María las encontrase y más tarde, de forma muy de agradecer, me las llevó hasta mi casa. Esa es la amabilidad de las gentes del GMSMA.

Lo dicho, una bonita excursión y de fácil discurrir, siempre cerca del Eresma, que a pesar de los incidentes disfrutamos bastante.

Lo que está claro, es que cuando menos te esperas que pase algo es cuando más peligro corres por estar desprevenido, así que a aplicarse el cuento y no bajar nunca la guardia.

Por lo bonita que es la ruta, le daría todas las Sicarias del mundo, pero por lo fácil y por la alta tasa de incidencias, lo voy a dejar en “Tres Sicarias”
Jorge Isidro Sánchez

FOTO REPORTAJES