jueves, 29 de septiembre de 2022

Excursión 652: De Margarítes a Eleutherna. Creta

FICHA TÉCNICA
Inicio: Margarítes. Creta, Grecia
Final: Eleutherna. Creta. Grecia
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 5,6 Km 
Desnivel [+]: 294 m 
Desnivel [--]: 225 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 25

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













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RESUMEN
Empezaré diciendo que acabo de leer la crónica de Paz de nuestra primera excursión por Creta y, visto el nivelazo, ya aviso a los lectores que deben conformarse con bastante menos. Ahora bien, haremos lo posible por emular a Paz hasta donde podamos.

Esta jornada la comenzamos con unas vistas de lujo sobre el puerto de Eraklion mientras desayunábamos en el hotel, con la isla de Dia perfilada sobre el mar de Creta. Buen augurio si no fuera por el anunciado pronóstico de calor intenso en las horas de caminata.

Partimos en autobús de Heraklion siguiendo la costa en dirección oeste por la carretera principal, asombrándonos de la naturalidad con que el tráfico discurre por ella sin tener en cuenta para nada la señalización: El arcén es un carril más y la línea continua está de adorno.

Tomamos después un desvío para adentrarnos hacia el sur, atravesando “territorio salvaje” (se cuenta de vendettas y persecuciones atrabiliarias). Así llegamos al pintoresco pueblo de Margarites, al norte del macizo del Psiloritis.

Es ésta una población donde tradicionalmente se ha practicado la alfarería debido a la calidad de la arcilla que abunda en el entorno. Ofrece testimonios arquitectónicos del pasado veneciano de Creta y se halla recostada en una ladera y elevada sobre una de las innumerables gargantas que abundan en la isla: El cañón margaritano.

Para afrontar la calurosa jornada que se avecinaba, Bea, nuestra guía, nos había preparado dos sorpresas, ambas de agradecer: Por una parte, íbamos a acortar la marcha prevista en unos cuantos kilómetros, llegando solo hasta el pueblo de Eleutherna. Por otra, nos regaló la consumición de un café frío típico cretense en una terracita sombreada en el pueblo; algunos preferimos té de campo, también propio de Creta, o zumo de naranja.

Tras ello visitamos uno de los talleres y tienda, donde se ofrecían productos cerámicos inspirados en la mitología y tradición de la isla; fue interesante comprobar cómo era un tintero a prueba de vuelcos, diseñado en su momento para usar en las escuelas, y cómo se elaboraba en el torno un salero a su imagen.

Después de pasear un rato por el pueblo, iniciamos la marcha, con la excepción de Isabel, de quien nos aprovechamos para encargarle la tarea de acarrear las compras hasta el autobús.

Empezamos descendiendo por la pendiente del cañón entre pedrolos, al ritmo marcado por Bea, que ejercía de boss como si fuera el mismo Antonio.

Llegados al fondo, tras cruzar un puente, subimos por la otra ladera escoltados por típica vegetación mediterránea, entre la que llamaba especialmente la atención un bosquecillo de cipreses. Ya en lo alto y bien asolanados, tomamos una carreterilla bordeada de vetustos olivares situados en parcelas separadas por muros de piedra.

Se prodigaban también las higueras, ya sin higos, y destacaban de cuando en cuando algunos granados pletóricos de frutos maduros o a punto de madurar. De trecho en trecho, amplias vistas sobre el horizonte permitían vislumbrar las cumbres de las montañas.

En un momento dado, observamos a nuestra derecha un olivar limpio de maleza dentro del cual parecían comenzar a emerger los cimientos de construcciones antiguas; probablemente, el inicio de una de las muchas excavaciones que Creta reserva para el futuro.

Más adelante, Bea nos señaló un pequeño desvío hacia un olivo milenario; era impresionante: No exagero si digo que su diámetro podría tener 6 ó 7 metros. Se le estima una edad de unos 2.500 años. Se le conoce como “Gre Ele”, que viene a significar algo así como “Viejo Olivo”. Algunos estuvimos contemplándolo tanto rato que nos quedamos algo rezagados.

Al poco, la carretera atravesaba las ruinas de lo que parecía una pequeña aldea abandonada, donde aún se conservaban algunos muros con arcos de estilo veneciano.

En este lugar, crecían un par de granados que ofrecían algunos frutos accesibles desde la carretera, así que probamos uno de ellos y era tan dulce y refrescante que no pude ceder a la tentación de guardar otro par de ellos en la mochila para más adelante.

Tomamos un atajo por un caminito y llegamos a un pequeño cementerio con una capilla de considerables dimensiones. Un pequeño trecho más por carretera, desde donde ya se atisbaban las excavaciones de Eleutheria, y nos desviamos a la izquierda para descender por la ladera de un valle.

En la parte baja, a la sombra de unos olivos, nos reagrupamos y descansamos un rato. Aproveché para sacar las dos granadas de la mochila y ofrecer pequeñas porciones. La primera, ya con la corteza entreabierta, estaba exquisita; la segunda, no tanto.

Reiniciamos la marcha cruzando un arroyo y a pocos metros apareció entre la vegetación un pilón repleto de agua al que caía un chorro fresco proveniente de una tubería de plástico dejada allí como por descuido. Varios de nosotros no lo dudamos un momento y repetimos la escena del día previo remojándonos de lo lindo.

Tocaba ahora una subidita, pero nada más empezarla nos topamos con un yacimiento arqueológico en proceso de excavación: Se trataba de una basílica paleocristiana inmersa en lo que ya bien podían ser los restos de la antigua ciudad de Eleutherna.

Subiendo por la senda se podían apreciar a vista de pájaro los basamentos, algunas columnas y los vestigios de anchos muchos de piedra. Llegados a lo alto, nos encontramos con un grupo de trabajo de la universidad de Rethimno que estaba excavando pacientemente la parte alta de la ciudad (la acrópolis); allí, entre vetustos olivos retorcidos, emergían áreas de la excavación en las que ya se descubrían estructuras constructivas y se adivinaban trazados urbanos.

Era curioso ver cómo un joven estudiante de arqueología, con el que intercambiamos algunas palabras, se aplicaba con esmero, con una pequeña espátula y una brocha, en ir desmontando en capas cada centímetro de tierra.

Aunque se han encontrado vestigios en Eleutherna del periodo minoico tardío (siglo XII a.C.). la ciudad se desarrolló ya bajo el dominio griego, a partir del siglo X a.C.. En el siglo I a.C. fue conquistada por los romanos, continuando habitada hasta la época bizantina. Así que, en la antigua ciudad y su entorno, podemos encontrar multitud de testimonios arqueológicos de todos estos periodos históricos.

Cabe mencionar, como especialmente significativo de la cultura de la edad oscura (siglos XII a VIII a.C.) y la época arcaica griega (entre los siglos VIII y VI a.C.), el hallazgo en la cercana necrópolis de Orthi Petra de vestigios de una pila funeraria con indicios de sacrificios humanos asociados al funeral de alguna importante personalidad.

En este sentido, existe un paralelismo asombroso con el pasaje de la Iliada en que Homero narra la cólera de Aquiles tras la muerte de su amigo Patroclo y el subsiguiente sacrificio de varios enemigos en la pira funeraria del amigo perdido.

Animados por Bea, continuamos la marcha un corto trecho hasta llegar a las impresionantes cisternas romanas, que con su frescor hicieron muy apetecible la hora del bocata.

Estas cisternas, de 2.000 años de antigüedad y hasta 40 metros de anchura, están excavadas en la parte alta del páramo bajo la capa calcárea superior del mismo; se sostienen gracias a los restos no excavados del mismo material, que hacen de columnas. Asociado a ellas, existía un acueducto del que queda apenas el trazado.

Continuamos la marcha bordeando la fortaleza defensiva del periodo helenístico y que continúo en uso en el periodo bizantino (en total desde el siglo IV a.C. hasta el siglo VII). Su torre vigía sería luego muy visible desde nuestro destino.

La senda descendía hasta confluir con la carretera que subía desde el valle y siguiéndolas llegamos al pueblo actual de Eleutherna. Allí, en una placita arbolada, nos esperaba la cervecita; y también nos esperaban Isabel y Costas, el conductor del autobús, que estaban dando buena cuenta de una suculenta comida en una de las mesas.

Tras el descanso reparador, nos dirigimos en el autobús hasta el cercano monasterio ortodoxo de Arkadi, ubicado en una fértil explanada a los pies del Psiloritis.

Este macizo presenta la cumbre de mayor altitud de la isla, con 2.456 m. Según la mitología, en una de sus cuevas Zeus fue escondido por su madre, la titánide Rea, para protegerlo de su padre Cronos, que acostumbraba a devorar a sus hijos como si tal cosa; allí creció Zeus protegido por genios y otros seres hasta bastarse por sí mismo para empezar a liarla.

A lo que íbamos: En un lugar sombreado del exterior del monasterio, Bea nos contó su historia, así como los trágicos sucesos acaecidos en él en 1866 durante una de las muchas rebeliones producidas en la isla contra la ocupación turca; también nos proporcionó unas breves pinceladas sobre la separación de la iglesia ortodoxa de la romana y sobre la diferencia entre las creencias y ritos ortodoxos y católicos.

Todo muy interesante. Lo que me causó más impresión fue el relato de cómo 964 personas, incluidas mujeres y niños, sucumbieron, en su mayoría autoinmolados, como resultado de la represión turca. 

Después nos adentramos en el monasterio y visitamos distintas dependencias, incluido el recinto donde se produjo la explosión provocada por los refugiados de 1866 para no caer en manos de las tropas turcas.

Ya a media tarde nos dirigimos en el autobús por carreterillas imposibles para penetrar en el fértil valle de Amari hasta el bonito pueblo de Gerakari. Es éste un pueblo singular, situado en lo alto del valle entre el macizo de Psiloratis y el de Kedros, cuyas cumbres desnudas resaltan contra el cielo a este y oeste.

Allí nos esperaba un espléndido hotel con piscina y un ambiente muy acogedor y recoleto. Todo el pueblo en sí, incluso sus habitantes, translucían paz y sosiego; los niños jugaban en las calles mientras los adultos apuraban las últimas horas de la tarde charlando relajadamente en el exterior de las tabernas. 

En una de ellas, Apsida, cenamos todos juntos disfrutando una vez más de la gastronomía griega. Tras ello, con la esperanza de escuchar un concierto de lira, muchos continuaron la marcha en otra de las tabernas del pueblo; se quedaron sin concierto pero, por lo que contaron, les mereció la pena, ya que todos ellos se hacían lenguas del sabor ancestral de unos tomates que allí consumieron.

Después de tan larga perorata, no tengo más remedio que otorgarle 5 sicarias a la marcha realizada.
Melchor

Πηγή: ⭐ Travel Guide for Island Crete ⛵, Greece❗ - Gre Ele olive tree at Kato Tripodo cretanbeaches.com
https://www.cretanbeaches.com/en/flora/monumental-trees/monumental-ancient-olive-trees/gre-ele-olive-tree-tripodo


miércoles, 28 de septiembre de 2022

Excursión 651: Archanes - Monte Yiuhtas. Creta

FICHA TÉCNICA
Inicio: Archanes. Creta. Grecia
Final: Archanes. Creta. Grecia
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 9,8 Km 
Desnivel [+]: 574 m 
Desnivel [--]: 574 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 24

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta




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RESUMEN
“En medio del vinoso ponto rodeada del mar, hay una tierra hermosa y fértil, Creta; y en ella muchos, innumerables hombres, y noventa ciudades (…). Entre las ciudades se halla Cnossos, gran población, en la cual reinó por espacio de nueve años Minos, que conversaba con el gran Zeus” (Homero, Odisea, XIX, 172)

Cuando Antonio, en el mes de mayo, me propuso organizar un viaje a la isla de Creta no dudé un instante en acometer tamaña empresa porque me parecía muy interesante explorar un lugar que es un completo exponente del avatar histórico de Grecia, una isla por la que se han deslizado los distintos pueblos y culturas que han ocupado el viejo solar griego más o menos tiempo.

Junto a los más antiguos restos de su civilización propia, la minoica, la isla es un cúmulo de huellas romanas, bizantinas, árabes, venecianas y turcas que afloran a cada paso sin solución de continuidad, sin olvidar las más recientes de la independencia de Grecia y los todavía frescos recuerdos del último enfrentamiento bélico europeo.

La isla, verdadero parque arqueológico, donde es difícil dar un paso sin topar con vestigios de la antigüedad, justifica, cuando no reclama, un viaje al menos una vez en la vida.

Una visita exhaustiva necesitaría mucho más tiempo del que contábamos para este viaje, máxime cuando queríamos además combinar cultura, senderismo, baños y gastronomía, no necesariamente por ese orden.

No es de extrañar, por tanto, que en nuestro periplo hubieran de quedar fuera de programa lugares de nombres tan emblemáticos como la cueva de Zeus en el monte Ida, el palacio de Festos, la isla de Spinalonga, la mítica ciudad de Gortina o el famosísimo desfiladero de Samaria.

Después de contactar con varias agencias, la que más me convenció fue “Descubre Creta”, ubicada en la propia isla, lo cual fue un acierto porque Beatriz, la propietaria, ha resultado ser una guía formidable, una auténtica sacerdotisa minoica que nos ha guiado por los laberintos de la isla como una verdadera Ariadna.

Ella fue la que me propuso el itinerario, una vez que le planteé lo que queríamos. Se lo trasladé a Antonio, el cual dio su visto bueno inmediatamente.

Llegamos 25 viajeros el día 27 por la noche después de un viaje agotador de casi doce horas entre esperas en el aeropuerto de Barajas, horas de vuelo y un retraso que se nos hizo interminable en el aeropuerto de Atenas.

Finalmente aterrizamos en el aeropuerto de Heraklion donde nos recibió Beatriz con una sonrisa maravillosa y fuimos directos a cenar a una tabernita típica cerquita del puerto, llamada El jardín de Decaulión, donde se nos olvidaron las penurias del viaje.

Y por fin, el día 28 empezamos verdaderamente nuestra aventura. Lo primero que teníamos programado era la visita del famoso Palacio de Cnossos, excavado por el no menos famoso sir Arthur Evans que, apoyado por una considerable fortuna personal, emprendió la reconstrucción del palacio, ayudado por arquitectos y pintores.

Entre 50 y 300 personas durante tres o cuatro meses al año y bajo la supervisión directa de Evans, consolidaron los muros y levantaron la discutida reconstrucción del palacio. Se basó en los restos arqueológicos y se apoyó en la iconografía facilitada por los frescos y los anillos decorativos.

Utilizó hierro y cemento para sustituir los restos de madera que encontraba carbonizados. Aunque se ha discutido mucho la reconstrucción, yo creo que es muy válida porque podemos hacernos una idea aproximada del aspecto original que presentaba el conjunto.

Lamentablemente la guía del palacio que nos tocó en suerte hizo una visita y explicaciones sumamente mediocres, además el palacio padecía unas severas restricciones de acceso a espacios por los que antaño se podía deambular libremente, como el salón del trono o el megaron de la reina, y tampoco se pueden ver ya los enormes almacenes con los grandes píthoi allí expuestos en otros tiempos.

Después de este algo decepcionante contacto con la civilización minoica, fuimos al monte Yiuthas, que tiene un pico de 811 metros de altura, a unos 15 kilómetros al sur de Heraklion.

Para los minoicos era una montaña sagrada y la leyenda dice que los cretenses adoraban este lugar porque Zeus murió allí.

Inevitablemente era una excursión que debíamos hacer, primero porque no había otra opción de ruta ese primer día, dadas las visitas programadas y porque no todos los días se puede ir a un sitio donde está enterrado un dios.

La ruta empezó a las once de la mañana en el pueblecito de Archanes, o Arjanes (en griego, Αρχάνες). Enseguida, por una pista asfaltada flanqueada por olivos, entramos en la garganta de Silamos; a nuestra izquierda pudimos ver partes del acueducto veneciano, de 1628, que llevaba el agua a Heraklion.

En la garganta (un poco a la derecha de nuestra ruta) se podían ver uno de los dos puentes del acueducto que aún se conservan.

Hacía un calor húmedo impropio de esta época del año, que nos hacía bastante penosa la subida; en un momento dado Antonio, María José, Jesús y Melchor se ducharon con un caño para regar los olivos, lo que les permitió afrontar la excursión en mejores condiciones que al resto.

Después de transitar una hora, más o menos, por la pista asfaltada, en la ladera norte, llegamos a un lugar llamado Cueva de los Vientos, donde supuestamente hay un templo minoico paleopalacial del s. XVIII a. C. llamado Anemospilia, destruido pocos decenios después por un terremoto. Digo supuestamente porque está tapado y no lo vimos.

Por lo que he leído, en una de las estancias apareció el cuerpo de una persona joven con muestras de haber sido víctima de un sacrificio humano, junto con otras dos personas y un cuchillo de sacrificio, lo que ha permitido deducir que esta civilización practicaba sacrificios humanos, algo de lo que no se tenía constancia anteriormente.

En ese punto tuvimos espléndidas vistas de todo Heraklion y su cara noroeste, así como de la cordillera del Psiloritis.

Desde ese lugar, aunque algunos teníamos muchas ganas de volvernos por lo inmisericorde del calor y lo empinado de la subida, todos tomamos una senda estrecha y pedregosa flanqueada por hibiscos, romeros, lentiscos y gamones, así como otras plantas que no conocía.

Ya a esas horas, pasadas las doce, el calor era insoportable: parecía que el propio Hades nos castigaba por hollar la montaña sagrada de su hermano, y algunos tuvimos que efectuar varias paradas para poder continuar sin desmayarnos.

En la primera cima del Yiuhtas encontramos el segundo templo minoico, el santuario de Psilí Korfí, del que apenas se entrevén los restos.

Se construyó hacia el 2100 a. C. Consta de dos terrazas escalonadas a las que se llega a través de una rampa.

Los antiguos dioses dieron paso al cristianismo y así en la segunda cima de Yiouhtas encontramos la iglesia del Salvador con unas vistas magníficas a 360 º, así como un feo repetidor.

Allí paramos para tomar un estupendo refrigerio puesto que nuestra guía, Bea, nos obsequió con queso, aceitunas y panecillos, en lo que me pareció una bella ofrenda de acogimiento a los extranjeros que llegábamos a su tierra, además del vino que Jesús C. proporcionó y con él recuperamos fuerzas para efectuar la empinada bajada: después de esta segunda cumbre bajamos hacia el este, pudiendo contemplar de esta manera los valles orientales de Heraklion y la tercera cordillera de la isla, Dikti. Encontramos las marcas del sendero muy cerca y empezando a bajar hacia la pista.

La excursión duró entre cuatro y cinco horas (para los más lentos) y aún tuvimos tiempo de tomar una cervecita en el bonito pueblo de Archanes, donde nos esperaban Isabel y Sol, que no pudieron realizar la ruta.

Después volvimos a Heraklion para visitar el Museo Arqueológico que, de alguna manera, compensó la decepcionante visita del Palacio. 

El Museo, referente mundial de la cultura cretense, alberga los innumerables objetos hallados por toda la isla. 

Se trata de uno de los museos más grandes de Grecia y contiene la mejor colección de Arte Minoico del mundo. Además de la colección minoica, el museo cubre otros períodos de la historia de Creta, con artefactos que van desde el Neolítico hasta el período greco-romano

En sus perfectamente iluminadas salas, vitrinas ordenadas cronológicamente se exhiben objetos de cerámica de todos los estilos, vasos rituales, abundantes estatuillas, brillantes joyas, sarcófagos policromados y los muy importantes documentos del disco de Festos y las tablillas en lineal B, además, claro está, de las coloridas, luminosas y cuestionadas pinturas.

Aunque tuvimos poco tiempo para la visita, sí pudimos deleitarnos con muchas de las piezas expuestas y, en particular, con el enigmático Disco de Festos, uno de los mayores enigmas de la arqueología mundial; algunos incluso piensan que es una falsificación y hay también teorías extravagantes que dicen que es una reliquia de la perdida Atlántida.

Después fuimos a cenar al barrio de Latón que hasta hace pocos años era un barrio marginal de Heraklion, en la taberna El Kafeneio de Lakkos.

Ahora está muy reformado, se han pintado interesantes grafittis y se practica la música rembétika, genero fundamental dentro de la música griega y que fue introducida por los refugiados griegos que vivían antes en Asia Menor y fueron desplazados a Grecia en el tristemente célebre intercambio de población que se hizo a partir de 1923, que implicó a aproximadamente 2 millones de personas.

Este intercambio de población, o expulsión mutua acordada, no se basó en la lengua o el grupo étnico, sino en la identidad religiosa, e implicó a casi todos los ciudadanos cristianos ortodoxos de Turquía, incluyendo a ciudadanos ortodoxos que hablaban solo turco, y a la mayoría de los ciudadanos musulmanes de Grecia, incluyendo a aquellos que hablaban exclusivamente griego.

Tuvimos una cena magnífica, amenizada al final por un músico callejero, y ante la cual Melchor y yo no tuvimos más remedio que bailar unos minutos.

Por la visita del Palacio de Cnossos y la fascinación que produce evocar una civilización tan antigua y con tanta influencia, el maravilloso Museo Arqueológico, la excursión al monte Yiuhtas, sin olvidar la espléndida cena, la música, la gratísima compañía, la profesionalidad, simpatía y entrega de Bea y el buen ambiente del grupo, esta excursión montañera-cultural-gastronómica se merece un cinco sobre cinco.
Paz Rincón

FOTOS

Excursión 650: Pino de la Cadena desde Cercedilla

FICHA TÉCNICA
Inicio: Cercedilla
Final: Cercedilla
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,6 Km 
Desnivel [+]: 369 m 
Desnivel [--]: 369 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 35

MAPAS 
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PERFIL
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RESUMEN
Aunque buena parte del grupo está de viaje en Creta, todavía somos bastantes para reunirnos hoy 35 senderomagos en Cercedilla. Entre ellos José Luis B. dispuesto a llevar a cabo su duocentésima excursión. Comenzamos pasando frente al monumento al senderista Por las calles de Cercedilla tras los pasos de nuestra guía de hoy: Celia

Salimos al campo y nos dirigimos a la ermita de San Antonio. Allí hicimos la foto de grupo.

Tras la foto recorrimos una cuesta arriba para alcanzar la pista llamada Camino del Calvario. Un tramo de ella está asfaltada hasta el embalse de Navalmedio.

Dejando el embalse, que tenía poquísima agua, a la izquierda seguimos por el Camino del Calvario.

En un campamento de multiaventura vimos un grupo de muchachos practicando el tiro con arco. Nosotros seguimos por la senda hasta cruzar el río de Navalmedio.

El día estaba algo nublado pero la temperatura era excelente para caminar. Un poco ha reverdecido el campo con las ultimas, aunque escasas, lluvias.

Atravesamos la pradera de Las Cortes. Cruzamos el río y, cerca de la fuente, paramos a reponer fuerzas. Margarita O. nos presentó a Marta V. que andaba hoy por primera vez con nosotros. También se reincorporó Jose Luis "el de la bota" después de bastantes excursiones ausente. A él todos le saludamos y a la bota todos le rendimos honores.

Después del descanso volvimos al camino. Mientras andábamos Nicolás celebraba la "estrella roja" de José Luis Benavente.

Llegamos al poco al punto que daba nombre a la excursión: El Pino de la Cadena. Ricardo Urgoiti puso esta cadena alrededor del pino donde recibió la noticia del fallecimiento de su padre Nicolás María. En la cadena se ven las fechas de nacimiento y muerte de éste (1840-1924). Además, el 8 y el 4 soldados simbolizan la edad que tenía al morir. Muchas fotos de todos los senderomagos y felicidad de la guía que había alcanzado el objetivo.

Emprendimos camino de regreso. Vistas del Valle de Navalmedio y al fondo La Peñota.

Salimos del pinar en El Ventorrillo donde ya hay sal preparada ya para este invierno.

Ya bajando hacia Cercedilla encontramos un vértice geodésico a 1483 msnm. Desde el mirador de al lado hay una preciosa panorámica.

Dado que algunos no habían parado en el vértice geodésico, el grupo se partió en dos. Mediante los teléfonos se propició el reencuentro 15 minutos más tarde. Estábamos sobre la senda que se llama "trialera del escorpión".

Ya vemos de nuevo el embalse de Navalmedio. Hay que buscar un sitio para tomar los bocadillos. Lo encontramos con vistas al embalse e hicimos una relajada comida. Aprovechando para otro tiento a la bota de José Luis que ya quedó ”seca”.

Celia nos bajó por el Cerro del Corral de Simón (1333 msnm). También con bonitas panorámicas. De aquí por un descenso resbaladizo fuimos al puente sobre el río Pradillo. A nuestra izquierda vemos la ermita por donde empezamos hace unas horas.

Ya por las calles de Cercedilla volvimos a saludar al chico de bronce del monumento al senderista que parece mas fatigado que los senderomagos. Después de 11'600 km. procede buscar un bar donde los cumpleañeros y alguno más nos inviten a las cervecitas. Muchas gracias a Julián y cia.

Esta excursión, muy bien guiada por Celia, resultó muy agradable y con la dureza justa, por ello procede calificarla con 4 sicarias.
José María Pérez

Nos dimos cita en el aparcamiento subterráneo de Cercedilla 35 senderomagos, a pesar de que la excursión coincidía con el viaje a Creta que parte del grupo estaba realizando en esos días. Como el nombre de la excursión indica el objetivo de la misma era conocer, para algunos, re-conocer para otros muchos, un Árbol Singular de la Comunidad de Madrid denominado el Pino de la Cadena.

El día era algo nublado pero de excelente temperatura para caminar, así que con esta envidiable meteorología nos pusimos manos a la obra. Comenzamos la marcha por el ancestral camino del Calvario, siguiendo los pasos de Celia en su labor de guía para la marcha de hoy.

El inicio de este camino es hoy una empinada calle denominada Avenida de Manuel González Amezúa, en honor al introductor del esquí en España.

Salimos al campo para dirigirnos a la ermita de San Antonio, de reciente construcción (1998), y una vez llegados a la misma nos dispusimos para la foto de grupo, no sin la apertura de un debate sobre la ubicación idónea de la inmortalizadora instantánea. La ermita se encuentra en un precioso paraje de Cercedilla, a los pies de Siete Picos y por debajo del embalse de Navalmedio

Pronto llegamos a la pista asfaltada que va desde la Fonda Real hasta el embalse de Navalmedio por la que nosotros seguimos, pero solo 400 metros, ya que a partir del embalse el camino asciende, con no mucha pendiente, paralelo al río de su mismo nombre, primero por la margen izquierda y después de cruzar el puente, por la derecha.

Las vistas del embalse, con un ínfimo porcentaje de su capacidad de almacenamiento, dejaban entrever la escasez de precipitaciones de los últimos meses. Pocos metros más adelante nos encontramos con unos “arqueros” que probaban su puntería en un campamento multiaventura.

Anduvimos aproximadamente un kilometro, y poco antes de las doce estábamos a la altura de la Pradera de las Cortes donde aprovechamos un pequeño puente de madera para cruzar de nuevo a la margen izquierda y buscar aposento en un pretil junto a una fuente ubicada en la citada pradera.

Era la hora del Ángelus y por tanto de la reposición de fuerzas; aprovechamos el momento para reencontrarnos con una vieja amiga a la que habíamos echado de menos debido a la larga ausencia de su dueño: la bota de José Luis F. Bromas aparte, nos alegramos de la vuelta de José Luis porque ello significa que ha superado sus problemas de salud y que está de nuevo en condiciones de hacernos disfrutar de su compañía.

Repuestas las energías seguimos nuestro camino ascendente, que continua paralelo al río. Una vez que habíamos andado unos 450 metros, el camino gira bruscamente hacia la derecha para ascender hacia el Ventorrrillo. Unos 250 metros más arriba, después del giro antes mencionado, nos encontramos con un viejo conocido: El Pino de la Cadena.

Se trata de un pino albar (Pinus sylvestris) de unos 190 años y con una altura de 24 metros. Este pino está catalogado, con el número 142, como Árbol Singular de la Comunidad de Madrid.

Merecen esta consideración aquellos ejemplares de flora que por sus características extraordinarias, por su rareza, excelencia de porte, edad, tamaño, significado histórico, cultural o científico, constituyen un patrimonio merecedor de especial protección por parte de la Administración.

Este singular pino, aparte de su importancia ecológica, cuenta con una historia interesante. Allá por el 1924, el director del diario ‘El Sol’, solía pasear por la zona de Navalmedio y pararse a descansar a la sombra de un frondoso pino. Precisamente allí fue donde le llevaron la mala noticia de la muerte de su padre. Por ello, en su memoria, compró el pino al maderero propietario y colocó la cadena en la que figura el mensaje «A su querida memoria, 1840-1924» (los años en los que vivió su padre).

Dado que el árbol sigue creciendo, es necesario aumentar los eslabones de la cadena y son los agentes forestales de la CAM los que se ocupan de ello… de lo contario, ¡quedaría estrangulado! La ocasión pintaba oportuna para fotografiarse junto a nuestro viejo amigo, cosa que hicimos para a continuación proseguir subiendo por el camino y llegar a una bifurcación.

El camino principal, el del Calvario, continúa subiendo por la pradera de las Vaquerizas, lugar donde en su día hubo un campamento de la OJE, para llegar hasta la misma estación de ferrocarril de Navacerrada. En esta encrucijada, nosotros optaríamos por el camino que asciende a la derecha hacia el Ventorrillo, a donde enseguida llegaríamos.

Al contrario de lo que ocurre con muchos apartados parajes de la sierra cada vez más frecuentados, el Ventorrillo es hoy un lugar olvidado y casi desconocido para la mayoría de aficionados a la sierra de Guadarrama, por la poderosa razón de estar situado junto a la gran curva sin visibilidad que forma allí mismo la transitada carretera M-601, donde es muy arriesgado detenerse con un automóvil.

Sin embargo, si la curiosidad del eventual visitante pudiera más que este inconveniente, aquel tendrá la oportunidad de reconocer todavía en este paraje algo de aquel lugar bullicioso donde hace más de un siglo se concentraban cientos de skieurs, como se decía entonces, para deslizarse sobre sus tablas de madera a lo largo de la improvisada pista de la carretera del puerto de Navacerrada y la cercana pradera de las Vaquerizas.

La antigua casa de peones camineros desapareció hace muchos años para dejar lugar al actual edificio de viabilidad invernal que teníamos ante nuestros ojos, donde se estacionan las máquinas quitanieves y se almacenan toneladas de sal para despejar de nieve la carretera en invierno.

Descendimos por la trialera del Escorpión y pasamos junto a la casita de la ILE (Institución Libre de Enseñanza), si bien por error, en los mapas de IGN está señalizada como Casa de las Mariposas.

En la segunda mitad del siglo XIX toma fuerza una corriente educativa basada en el “krausismo” (filosofía que introduce en España Julián Sanz del Río), y es Francisco Giner de los Ríos quien inicia un proyecto educativo independiente del estado y de la iglesia. Giner materializa esta forma de enseñanza, libre de ideologías y religión, fundando en 1876 la Institución Libre de Enseñanza (ILE), separada del modelo educativo oficial.

Este método de la ILE se fundamentaba en el aprendizaje por medio del paisaje y la naturaleza, armonizando los estudios con la visión de los paisajes.

Por ello Giner de los Ríos lleva a sus alumnos a caminar por la Sierra de Guadarrama, en aquella época una gran desconocida (la primera excursión de Giner de la que se tiene constancia escrita se realiza en julio 1883).

A principios del siglo XX la ILE construye la casita por la que estábamos pasando, un albergue para las colonias de verano donde seguir formando a los jóvenes alumnos. Constancio Bernaldo de Quirós en "Obras del Guadarrama", en el artículo de la época titulado La "Casita" de la Institución nos decía: "...la "casita" de la Institución merece toda nuestra simpatía y gratitud. No paséis ante ella sin una sonrisa de afabilidad y un saludo de respeto"; estoy seguro que, aún sin saberlo, no faltaría esa sonrisa y ese saludo que nos pidieron en el pasado siglo. Aquí más información de este emblemático lugar.

Avanzamos unos metros para pasar junto al vértice geodésico “El Ventorrillo” donde parte del grupo hizo una parada para disfrutar de las vistas y para hacerse fotos.

Cumplidos los deseos de algunos senderomagos, seguimos descendiendo en dirección al embalse de Navalmedio, pero en sus cercanías nos desviamos a la derecha para cruzar por el mismo puente que en nuestra subida. Al otro lado del puente, avanzamos unos 800 metros, y dado que eran las 14:00 horas, buscamos un lugar apropiado, con vistas al embalse, para dar cuenta de nuestros bocadillos.

Con ánimos renovados seguimos en dirección a Cercedilla hasta alcanzar el cerro del Corral de Simón, cerro que forma parte de los contrafuertes que separan las aguas que bajan de Siete Picos de las del Puerto de Navacerrada.

Ya quedaba poco para llegar a Cercedilla y, por tanto, al fin de la excursión, cosa que hicimos a eso de las 15:00 horas; buen momento para buscar un sitio donde celebrar algunos cumpleaños atrasados, y como era mi caso el haber dado cumplimiento a mi 200ª excursión.
José Luis Benavente