miércoles, 27 de julio de 2016

Excursión 310: Tejos milenarios del Barondillo y pozas del Valle de la Angostura

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Isla
Final: 
La Isla
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  16,9 Km
Desnivel [+]: 566 m
Desnivel [--]: 566 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 19

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Alguien muy sutilmente tiró la caña y nunca mejor dicho, ya que fue junto al río, y yo piqué sin poder esquivar el anzuelo, así que me tocó hacer la famosa crónica que caracteriza al GMSMA, aquí va, espero que al menos sea de vuestro agrado.

Empezaré con un pequeño prólogo de mi vida con el grupo, ya que es mi primera crónica, y la verdad, tenía ganas de contarlo.

Fue un 4 de marzo del 2015 cuando comenzó mi aventura con vosotros, gracias a mi padrino por llamarlo así, el señor Nieto y su blog, que me dijo que podía asistir a las rutas de los miércoles, poniéndome en contacto con el Boss, que es así como le llaman cariñosamente a Antonio, y que me llevó en su Ferrari rojo al punto de encuentro "El Boalo", para hacer la ruta de las Cabras, una vez allí, las presentaciones de rigor, percibiendo que iba a pasar con ellos mucho tiempo de mi vida.

El médico de familia el doctor Sangüesa, todo un cuerpo de gimnasio me llevó la pesada mochila en los tramos complicados. Y el míster adonis de Joaquín me levantó del suelo en mi primera caída y ese arnés, al trepar por las clavijas, que  la desconfianza hizo que me pusiera Juan..., al final, un gran día. Una ruta que me dejó huella y un bonito recuerdo de vosotros.

Prometí seguir en el grupo por tan bonita ayuda que mostraron todos hacia mí, algunos ese día no daban nada por mi continuación, lo sé, “esta no vuelve, seguro”, pensaría más de uno, pero no les puedo reprochar nada, ya que era verdad que no estaba preparada….no conocían mi aptitud, pero ¿veis?, continuo con vosotros y con más ganas cada miércoles, por difícil que sea la ruta. GRACIAS A TODOS POR VUESTRA PACIENCIA Y ACOGIDA, POR HABERME AGUANTADO EN ALGUNAS RUTAS,..... SOIS TODOS MARAVILLOSOS, no sois un grupo, sois una familia, gracias por vuestro cariño y compresión, por haber apostado por mí y por mi ilusión de conocer otros lugares, no podéis imaginar la vida que me habéis regalado tan altruistamente.

Y dicho esto, comenzaré con la crónica:
En la zona recreativa de La Isla, en Rascafría, quedamos 19 senderomagos para ir en busca del "Tejo Milenario del Barondillo", después de saludar con abrazos y besos nos dirigimos al encuentro de la belleza que la naturaleza y el tiempo nos regala cada miércoles, en esta ocasión guiados por el señor Nieto.

Caminábamos ensimismados por el jugueteo del agua del arroyo de la Angostura, que remontábamos muy próximos a su refrescante orilla, llegando, casi sin darnos cuenta, a lo que me pareció un fotograma de “Memorias de África” o de las “Cataratas del Niágara”, por lo espectacular del salto de agua que teníamos frente a nuestros ojos.

Ahí, nos hicimos muchas fotos, y una vez alcanzada la cima, otras tantas con el espectacular embalse del Pradillo de fondo, que invitaba a un baño, si no fuera porque era un poco temprano para el mismo, a pesar de que se presentaba una mañana muy calurosa.

Continuamos caminando por el sendero que discurría a la orilla del arroyo de la Angustura, hasta llegar una pequeña cascada y una poza muy bonita, de la que me enamoré enseguida, más fotos junto a ella, pero tampoco aquí habíamos acumulado aún ganas de bañarnos.

Continuamos remontando el arroyo, siguiendo las sendas que más se acercaban al mismo, en un continuo sube y baja, entre matorrales y pinos, con el  calor cada vez más presente, hasta llegar al puente de la Angostura, un bonito lugar lleno de encanto, donde el arroyo pasa entre rocas que estrechan su cauce. Más fotos sobre el puente.

Desde allí nos acercamos a una impresionante poza que hay cerca del puente, y donde los más valientes, sin pensarlo, cambiaron la ropa por el bañador de una forma discreta sin poder ver sus bellezas (lo digo en plan cariñoso, no ser mal pensados), y acto seguido se tiraron al agua, y a pesar de que el agua estaba helada, disfrutaron como niños. El resto nos quedamos sin baño, conformándonos con hacerles las fotos de cómo se tiraban una y otra vez.

Terminado el primer baño, proseguimos, ahora ya sí, en busca del tejo milenario, por una pista que sale donde el puente con suave pendiente hacia el arroyo Valhondillo o Barondillo, que de las dos formas se llama. Al alcanzarlo por segunda vez, paramos a tomar el aperitivo, junto a su cauce y un deposito de cemento, justo a la hora del ángelus, mientras uno, del que no quiero dar su nombre, se quedó atrás para darse otro baño, en una poza del arroyo tan al natural como la vida misma....porque se le había olvidado el bañador.

Reanudamos el camino, y para darle más emoción, en lugar de seguir la ancha senda, al señor Nieto se le ocurrió meternos por una estrecha senda que remontaba el arroyo Valhondillo, pero que enseguida se fue perdiendo, lo que propició que siguiéramos por otro arroyo, hasta que se corrigió el rumbo y, entre todo tipo de vegetación, llegamos de nuevo a las proximidades del arroyo Valhondillo.

Pronto comenzamos a ver gran cantidad de tejos, y al rebasar una valla, nos topamos con el famoso tejo, reinando entre todos, allí estaba rodeado de protección, tiene tantos años que ni la suma de todos nuestros años alcanzaban la edad del tejo, que ronda los 1500 a 1800 años, toda una historia, todos sacamos fotos de “la abuela”, pues es hembra.

También nos hicimos la foto de grupo, que nunca puede faltar en las excursiones del GMSMA. Junto a la orilla del arroyo hicimos la parada para darnos nuestro merecido descanso y comer.

Continuamos la marcha, pero ya por una cómoda pista que nace junto al arroyo y que baja al Raso del Baile, por donde seguimos hasta llegar al arroyo de Peña Mala, nueva parada y descenso por un emboscado sendero que sale siguiendo la margen derecha de este último arroyo hasta alcanzar el Camino de las Vueltas, paralelo al arroyo de la Angostura.

Al poco llegamos otra vez a la poza de la Angostura, en la que de nuevo se bañaron los más osados, esta vez en mayor número, porque las horas acumuladas de marcha y el calor empujó a los indecisos, incluido Antolín, toda una novedad, a meterse, olvidando lo fría que estaba el agua.

Tras el baño, en el puente de la Angostura nos dividimos, ya que algunos tenían prisa, y los restantes se quedaron, dándose otro baño en el embalse del Pradillo, ya que el día era tremendamente caluroso.

Por todo ello le doy 5 sicarias a esta ruta que nos dio a conocer al longevo tejo del Barondillo y las pozas del valle de la Angostura.
Rosa Cabreo

miércoles, 20 de julio de 2016

Excursión 309: Nocturna al Pico del Nevero con luna llena

FICHA TÉCNICA
Inicio: Pto. de Navafría
Final: 
Pto. de Navafría
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  11,7 Km
Desnivel [+]: 611 m
Desnivel [--]: 611 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 23

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Es ya una tradición que cada año, por estas fechas, Paco N. nos ofrezca una visita a la luna llena. Como no somos astronautas, lo más que nos podemos aproximar es hasta la cumbre de algún pico que nos quede más o menos a mano. En esta ocasión, le tocó al emblemático Nevero acercarnos al cielo.

Andaba Paco con la duda de si llevarnos en suave y lenta ascensión por la vertiente segoviana o subirnos a las bravas directos desde el puerto por la cuerda. Como, cosa extraña, no éramos muchos (22 bien contados por José María) y parecíamos en forma, a punto estuvimos de padecer el ascenso directo, pero finalmente Paco optó por pasearnos por el pinar. No obstante, impuso un ritmo bastante rápido con el fin de alcanzar la meta antes de que el sol se pusiera.

Tomamos la pista que se usa en invierno para practicar esquí nórdico y la seguimos a buen paso hasta el mirador de Navalcollado. Allí se hizo la foto de grupo para, enseguida y al reclamo de Paco, continuar andando y girar luego a la izquierda por otra bonita pista que serpentea entre los pinos subiendo la ladera.

Aunque éramos poquitos, había bastantes caras nuevas y seminuevas, algunas de una juventud insultante para los que ya avanzamos hacía los postres de la vida, como dice Ángel V., así que el camino se hacía entretenido entre las charlas y las vistas del atardecer, y nos permitía dejar en segundo plano la sensación de cansancio que iba creciendo según subíamos la cuestecita.

Al rato, se acabaron los pinos y se despejó el panorama, aunque la calima pertinaz que estos días enturbiaba el ambiente no presagiaba precisamente unas vistas espectaculares.

Recordábamos otras ocasiones en que habíamos seguido este camino y, en particular, me acordaba yo de una de ellas en la que el viento barría la nieve dejando al descubierto una capa de hielo que nos impidió coronar. ¡Qué distinto parecía todo! Ahora se agradecía el airecillo fresco que nos hacía olvidar los calores de Madrid que habíamos soportado apenar unas horas antes.


Un poco más de esfuerzo y llegamos al Nevero a tiempo de ver ponerse el sol, si bien el grupo se había alargado tanto que apenas se divisaba a los últimos en la distancia. Y, en la cima, teníamos además una sorpresa añadida: Nuestro nunca bien ponderado “Boss” nos estaba esperando pacientemente protegido del viento en una de las antiguas casamatas próximas al pico.

Había subido mucho antes y había tenido tiempo de sobra de entretenerse; incluso había estado recolectando latas viejas, con su correspondiente abrelatas, de los remotos tiempos de la guerra, que entregó para su colección a Rosa P.


Pronto se ocultó el sol entre la bruma, que no por el horizonte, y, a la espera de la luna, nos dedicamos a trajinar las provisiones que habíamos acarreado y a merodear por los contornos. Y en estas que, sin previo aviso, apareció un deslucido cacho de luna entre las nubes y la bruma, una luna mucho más elevada del horizonte de lo que nos hubiera gustado. Nos conformamos, sin más remedio, pensando que, total, lo de ver la luna llena era una excusa para salir al monte.

En cuanto oscureció se recibió la consigna de iniciar el regreso, esta vez por Las Lagunillas. La empinada bajada desde el pico a las lagunas hizo temer a más de uno por su seguridad, y eso que había quien, valientemente, intentaba convencer al resto de que lo bonito era caminar a la luz de la luna, que ya parecía más consistente, con los frontales y linternas apagados. No obstante, dos de los damnificados recientemente, con pie y rodilla aún en reparación, superaron la prueba con éxito.

La trocha que seguía, aunque marcada con hitos de cuando en cuando, no era para despistarse, así que continuamos en fila india con nuestro frontal reluciente, como los enanitos de Blancanieves cuando van a la mina.

Y, por fin, confluimos con la senda que nos llevaría hasta el área recreativa junto a la carretera. Comparado con los tramos anteriores, parecía una autopista y, será por eso, que los sentidos se relajaron hasta que Ángel V. se dio un porrazo de cara contra el suelo que requirió echar mano del botiquín y posterior visita a urgencias.

Él es nuestro último damnificado del verano y esperemos que no ceda el puesto a nadie más. Tras la breve parada por el traspiés, seguimos andando con la luna asomándose a intervalos, primero entre las nubes y luego entre los pinos.

Desde aquí mando un abrazo a todos los que sufren en casita a causa de caídas, resbalones y tropiezos varios. A recuperarse con paciencia, que más pronto que tarde volveremos a caminar juntos.

Madi opina, tras leer la crónica, que la marcha se disfrutó a pesar de todo, así que le otorga 4 sicarias. 

miércoles, 13 de julio de 2016

Excursión 308: Cascadas del Purgatorio desde La Isla

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Isla
Final: 
La Isla

Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  14,1 Km
Desnivel [+]: 381 m
Desnivel [--]: 381 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 19

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Excursión veraniega que realizamos 19 senderomagos, en el parking de la zona recreativa de la Isla. Iniciamos la marcha cruzando el arroyo de la Angostura por el puente que hay en la Isla, y remontamos un repecho en dirección este, hasta alcanzar una pista forestal, que desciende entre pinos y encinas.

Un kilómetro más adelante nos desviamos y alcanzamos el arroyo del Aguilón, que cruzamos por un puente de madera, con la primera poza importante del día. Continuamos remontando el arroyo por su margen derecha, muy pegaditos a su orilla, y disfrutando de frondosa vegetación y del suave murmullo del agua.

A pocos metros nos encontramos con una hermosa poza, a la que Paco llama la Poza Sombría, donde ahora sí, los más intrépidos toman el primer baño del día. El agua estaba congelada y el día estaba siendo bastante fresquito. El resto tomamos el aperitivo de media mañana. Después del plácido descanso continuamos remontando el arroyo, siempre pegados a sus lindes, en una zona donde el cauce se encaja en la roca, con un desfiladero donde es frecuente ver buitres merodeando los riscos y que se conoce como el Hueco de los Ángeles.

Continuamos el ascenso hasta llegar a una preciosa poza con un pequeño salto de agua, rodeada de rocas que lo hacen un lugar de gran belleza. A escasos 200 metros y tras pasar entre dos grandes rocas llegamos a la primera de las Cascadas del Purgatorio. Este lugar que es un clásico del GMSMA, donde algunos hemos ido varias veces, no deja por ello de impresionarnos, por su enorme belleza, donde se respira tranquilidad y se relaja el espíritu. Lugar de gran encanto, con una gran poza de aguas transparentes, y un rugido del agua al precipitarse desde más de 10 metros.

Algunos de los participantes deciden ascender para ver la segunda catarata, mientras que el resto que ya la conocen, permanecen disfrutando de las vistas, y sonidos de la primera.


Para conocer la segunda cascada, es necesario escalar unos bloques de piedra, que existen a la izquierda de la plataforma de madera de la primera cascada, y una vez en lo alto de las rocas, remontar unos 200 metros el cauce del arroyo, aunque para asombro de los que subieron, encontraron a una chica, que lo estaba haciendo por la infernal pedrera que cierra el cañón.

Desde ese lugar, el Purgatorio propiamente dicho, se observa la oculta y preciosa Cascada Alta del Purgatorio, con sus más de 15 metros de caída de agua. Para nuestro placer, a pesar de encontrarnos en pleno verano, las cascadas tenían mucha agua.

En las pozas de la primera cascada, unos pocos intrépidos disfrutaron de un baño en sus heladas aguas (12ºC), otros nos mojábamos y refrescábamos los pies y otros dormían una merecida siesta tras tomar el correspondiente bocata montañero.

Una vez nos despedimos de las cascadas, hasta la próxima oportunidad, descendemos el arroyo del Aguilón por el mismo camino que habíamos tomado por la mañana, siempre muy cerca del agua escuchando su sonido y disfrutando de las sombras de un frondoso pinar que nos llevó hasta el puente que habíamos cruzado por la mañana y que en esta ocasión no cruzamos.

Continuamos el descenso siguiendo el margen derecho del Aguión, donde nos encontramos con varias pozas de aguas transparentes y de gran belleza que ya conocíamos de otros años y donde algunos se quedaron con las ganas de zambullirse.

Continuamos acompañando al arroyo hasta llegar donde desemboca, en el río Lozoya y luego a la zona de baño de la Presillas, piscinas naturales que en estas fechas andan repletas de bañistas. En el kiosko del área recreativa nos tomamos las consabidas cervezas, que como siempre nos saben a gloria y que en esta ocasión invitaron Jorge, Raquel y Carmen celebrando sus cumpleaños y su onomástica.

Finalizado el evento volvemos por nuestros pasos, y llegamos a la unión del Aguilón y del Lozoya, desde donde continuamos remontando el río Lozoya por su orilla derecha, hasta llegar a una hermosa poza, que existe bajo un puente de madera, donde algunos senderomagos (los mismos que en las otras ocasiones) no pudieron resistir la tentación, y tomaron otro espléndido baño rodeados de varios jóvenes bañistas que realizaban arriesgadas piruetas desde las rocas.

Proseguimos río Lozoya arriba, que aquí recibe el nombre de arroyo de la Angostura, entre árboles de ribera y verdes helechos, hasta alcanzar la antigua fábrica de la luz, en situación bastante ruinosa, donde poco más adelante cruzamos a la orilla izquierda y llegamos a la casa de madera conocida como casa de la Horca, muy cerca del Restaurante los Claveles, en el área recreativa de la Isla, donde habíamos dejado los coches.

En resumen, preciosa y refrescante marcha, un clásico en las rutas veraniegas del GMSMA y que califico con 4,5 sicarias.
Nicolás

miércoles, 6 de julio de 2016

Excursión 307: Chorreras del Hornillo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puente de la Aceña
Final: 
Puente de la Aceña
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  10,6 Km
Desnivel [+]: 465 m
Desnivel [--]: 465 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3,5
Participantes: 28

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta




TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN
De forma rara en lo climatológico, comenzamos este mes de julio. Esta primera semana tormentas todas las tardes prácticamente en toda la península.

Después del gran chaparrón caído la tarde anterior, el pronostico de las primeras horas de este miércoles en la zona, recomendó a Paco N. avisarnos para que no olvidásemos capa o chubasquero. ¡Vaya forma de empezar el periodo de salidas veraniegas "con chapuzón". Esta parecía tenerlo asegurado, .... Sin embargo, finalmente para muchos la cosa quedó en seco,... aunque para todos hubo "sudada".

Y es que aunque el cielo se mantuvo completamente despejado con un Sol digno del mejor julio, la tromba caída la noche anterior, que dejó huella clara por todas partes, hizo que la humedad del ambiente fuese alta cual sauna.


A las hora prevista, en el punto acordado, el puente de la Aceña, allí estábamos todos dispuestos a completar una nueva marcha con promesa de baño y además con "paella". Sólo esto último, gracias a Pepa y sus amigos, como final previsto en Santa María de la Alameda (estación), ya de por sí, aseguraba el éxito del día.

Con buen ánimo, (siempre se comienza con buen ánimo) iniciamos la marcha remontando el río de la Aceña, con buena charla después de los saludos. Aunque no estaba previsto, la cercanía del embalse de la Aceña, hizo que nos desviásemos hasta el píe de su presa, no sin atravesar antes varias veces el río del mismo nombre, crecido por las lluvia, lo que provocó algún resbalón sin más consecuencias que la mojada del calzado.


Las presas son construcciones siempre fascinantes, y más cuando uno se acerca a ellas desde abajo. Así, el embalse de la Aceña, ya en la provincia de Avila en el término de la vecina Peguerinos, pertenece al Canal de Isabel II y represa las aguas de este río que vierte sus aguas al Cofio, y éste al Tajo.

Después de hacernos la foto de grupo en lo alto de la presa, volvemos bajando la ladera campo a través, entre altas hierbas que parecían invitarnos a practicar una especie de hierba-esquí. De nuevo cruzamos el Aceña, esta vez por el puente del antiguo medidor de escorrentía de aguas, para acometer sin pausa la trepada del día.

A pleno sol, ya casi al mediodía, sin haber tomado aún ese bocatín reparador que todos llevamos preparado... sudando a gota gorda, ... y por un trocha descarnada que casi por la línea de mayor pendiente, nos llevaba a lo alto de la loma para llegar al valle del arroyo del Hornillo, en donde nos esperaban las Chorreras.

En el collado, junto a un mirador. parada y bocata, por fin, buscando las escasas sombras y la también escasa brisa que aliviase nuestros calores tras la sudada. Buenas y merecidas vistas al caserío de Peguerinos y de Santa María de la Alameda así como a los montes circundantes.

Al poco, con el resuello recuperado, iniciamos la bajada hacia el Hornillo, y en menos de media hora alcanzamos por fin, a lo que damos por llamar la Chorrera alta. Las aguas del arroyo se deslizan por la placa de granito durante varias decenas de metros, con un agradable rumor. Pero ¿y el baño?. Apenas un par de pocitas de rodilla y media. Lo suficiente no obstante, para que un par o dos de osados calurosos (los habituales), se remojen al estilo "rebozo".


Apenas con tiempo de volverse a poner las botas (los pocos que se las quitaron), retomamos el camino arroyo abajo, entrando en sombreado pinar, para llegar, ahora si a la Chorrera titular: "Una llambria casi vertical de gneis, a modo de tobogán, por la que escurre el agua, formando una airosa cola de caballo".

Con unas escasas pocitas, apenas algo mayores de las primeras, pero suficientes, ahora si, para que unos cuantos más, entre ellas las más aguerridas de nuestra féminas, se dieran un remojón.


Refrescados ya algunos más, casi la mitad de la compañía, reemprendemos el camino hacia los coches entre los pinares del Hornillo, alcanzando el aparcamiento sobre las tres de la tarde.



Y unos minutos después, ya estábamos todos en la estación de Santa María de la Alameda en casa del amigo de Pepa, Miguel que, con la ayuda de Juan Carlos, nos tenían preparado un par de bien hermosas paellas, a falta de echar el arroz. Muchas gracias a los tres.

En un visto y no visto, en tanto devorábamos las cervezas frescas que nos tenían preparada con ricos aperitivos alguna buena empanada que alguien trajo, se hizo el estupendo arroz del que dimos cuenta (unos más que otros, hubo quien repitió ¡"n" veces!) en un pis pas, quedando saciados al completo con buen postre de sandía y melón y un remate dulce de unas riquísimas rosquillas zamoranas con almendra, que casi todos probamos.


En fin, ¿cuando repetimos?. De momento van 3,5 sicarias para esta excursión de chorreras y paella.
José Ramón Iglesia

FOTO REPORTAJES