miércoles, 27 de marzo de 2019

Excursión 457: El Bambi de la Fuenfría

FICHA TÉCNICA
Inicio: Cercedilla
Final: Cercedilla
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 18 Km
Desnivel [+]: 825 m
Desnivel [--]: 825 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 36

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
En esta ocasión, la cita era al lado de la estación de Cercedilla, una magnífica oportunidad para poder llegar mediante transporte público. Aunque más de uno lo pensó, creo que al final solo Antonio V. aprovechó el tren para disfrutar de su reciente regalo de cumpleaños, el último libro de Kilian Jornet, que durante el aperitivo nos relataba con emoción.

Primera excursión de la recién estrenada primavera. En los días anteriores, el tiempo había estado un tanto atolondrado, con vientos y fríos nocturnos, así que a uno le saltaban las dudas de qué vestuario llevar; al final resultó un espectacular día primaveral que invitaba a ir ligerito de ropa, pero sin exagerar.

Nos juntamos un buen puñado de excursionista para comenzar la ruta, 36 en total. Esta vez, a diferencia de ocasiones anteriores, comenzamos a subir por la parte oeste del valle de la Fuenfria con el fin de realizar una ruta circular en sentido horario.

Una subida animada y divertida nos llevó a alcanzar pronto el cerro del Reajo Alto, excelente mirador con vistas excepcionales, absolutamente rodeados de una espectacular masa forestal, solo mirando hacia el este. En la cumbre de la Bola del Mundo podíamos divisar unos pequeños neveros, síntoma de que las huellas del invierno este año ya tocan a su fin si no nieva más.

Siguiendo la ruta prevista y coincidiendo con la hora del aperitivo, alcanzamos la gran roca grabada con la figura de un cervatillo que recuerda a Bambi, lugar que aprovechamos para hacer la foto de grupo, después de habernos relajado charlando y disfrutando del tentempié.

Puestos de nuevo en marcha, pronto alcanzamos el collado de Cerro Malejo, tras una buena trepada y, enseguida el de Marichiva, al que llegamos un poco antes de la habitual hora de comer, dado que Antonio decidió que no subiríamos a la peña Bercial.

Relajados, aprovechamos para saborear nuestro habitual bocadillo montañero, dando tiempo a unos a echar una sabrosa cabezadita después de comer, y a otros a jugar y disfrutar como niños con los únicos restos de nieve que encontramos en todo el recorrido.

Nos sorprende la gran cantidad de agradables caminos y sendas de montaña por el medio del gran bosque de pinos que cubren todo el valle de la Fuenfría, majestuosos ejemplares de pino silvestre o albar, altos y esbeltos con su corteza pardorojiza, todo un artista de la exfoliación. Eso sí, hay que tener cuidado con no pisar sobre sus pequeñas piñas o estróbilos, que por su fácil rodar, algunos sustos en más de una ocasión nos dan.

Ya de vuelta por la parte central del valle, pasamos junto al histórico Albergue de Peñalara, hoy día abandonado a su suerte. Continuamos por un agradable tramo de senda de ribera, con variedad de arboles, bordeando alguno de los varios arroyos que, entre puentes y saltos de agua, van a conformar el río de la Venta, que baja a Cercedilla camino de casa Cirilo, lugar que manteníamos en cuarentena, desde una pretérita excursión a cuenta de unos caldos. En esta ocasión el trato fue muy grato, así como el disfrute de las cervezas en su terraza.

Tenemos que agradecer la invitación de la consumición a la celebración de múltiples cumpleaños de nuestros compañeros. Después de todo ello, consideramos que casa Cirilo pasa a quedar rehabilitada como sitio amigo para nuestro grupo.

Para finalizar la ruta, todavía nos quedaban unos pocos kilómetros de bajada hasta Cercedilla, los que hicimos por una agradable senda al este de la carretera de subida, que se inicia junto a la fuente del Tercer retén y que al poco enlaza con el Camino del Agua.

Ya cerca de llegar al aparcamiento, y después de pasar la vía del tren, pasamos delante del taller/exposición de Mercedes, con sus elegantes diseños de distintas épocas.

Antes de montarnos en los coches, y al tratar de hacer unos intentos de estirar (eso tan recomendado y que tan poco hacemos), uno no puede por menos que reconocer nuestra singular evolución en pies y piernas, que se supone ocurrió hace unos millones de años y que, a diferencia de otros simios, nos facilita caminar erguidos recorriendo y contemplando tan magníficos lugares.

Fantástica excursión, la calificamos con cinco sicarias.
Ángel R. Otero

FOTO REPORTAJES

domingo, 24 de marzo de 2019

Excursión 456: Baños de Popea

FICHA TÉCNICA
Inicio: Santa María de Trassierra
Final: Santa María de Trassierra
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 11 Km
Desnivel [+]: 213 m
Desnivel [--]: 213 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 20

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
Para nuestra cuarta y última ruta por Córdoba, elegí uno de los senderos más bonitos de la provincia, situado en Santa María de Trassierra, al pie de Sierra Morena.

Son muchos los alicientes que ofrece esta zona, y para descubrirlos salimos en autocar del hotel Córdoba Center y, en menos de media hora, recorrimos los 16 kilómetros que nos separaban del pueblo. Nuestro objetivo de hoy era pasear por la ribera del arroyo Bejarano y conocer los míticos baños de Popea.

Iniciamos el camino desde el aparcamiento de entrada a Nuestra Señora de Trassierra, municipio cargado de historia. Por sus calles paseó Cristobal Colón, mientras esperaba el beneplácito real para realizar el viaje que cambiaría el mundo.

Aquí conoció a la joven Beatriz Enríquez de Arana, con la que incluso llegó a tener un hijo, Fernando, que acompañó a su padre en viajes posteriores. Además, en la parroquia de este núcleo de población estuvo destinado como párroco Luis de Góngora y aquí se inspiró para alguno de sus versos como las Flores de Romero.

Seguimos una pista de tierra jalonada con palos de madera para evitar que se aparque a su vera. Este tramo coincide con el GR-48, el sendero que atraviesa Sierra Morena, y que ya conocemos por las dos excursiones anteriores.

Animan el camino las diversas charlas que mantenemos entre nosotros, así como los chalés de grandes jardines que hay a ambos lados del camino.

Un tramo recto nos llevará hasta el primer cruce, a la izquierda hacia los Baños de Popea, a la derecha hacia el arroyo Bejarano, por el que seguimos.

Subimos por una cuesta y, poco antes de remontarla, giramos a la derecha para descender primero hacia el sur y volver a subir de nuevo para acercarnos a la fuente del Elefante, llamada así por existir un elefante en mármol que en su día adornaba esta fuente.

Se supone que sería uno de los surtidores del Aqua Vetus Agusta o Acueducto de Valdepuentes, constituye una estructura medieval islámica con reformas posteriores que supone un reaprovechamiento del acueducto romano, consistente en un alcubilla construida sobre el mismo canal, en el punto donde por necesidades topográficas discurría bajo tierra en la época califal.

El elefante original está ahora en el Museo Diocesano, el actual es una copia instalada en noviembre del año 2013.

Tras un breve descanso y las inevitables fotos junto al elefante, continuamos el camino regresando sobre nuestros pasos unos metros para seguir la pista de tierra que, con leve pendiente, se dirige en dirección este al cortijo del Caño, dejando a nuestra izquierda las ruinas de la casa de Valderrama.

Al llegar a lo que queda del cortijo, giramos a la izquierda para remontar en dirección noroeste una cuesta que nos lleva entre hermosos ejemplares de encinas y dehesas a un cruce de caminos, punto con la mayor cota de altura de la ruta.

Seguimos hacia la derecha, ahora descendiendo con fuerte pendiente, hacia el arroyo Bejarano, entre prados salpicados de encinas y algunos quejigos.

Al poco, el desnivel se suaviza y la pista vuelve a encontrarse con el GR-48 que habíamos dejado. Por él continuamos descendiendo hasta alcanzar el arroyo Bejarano.

A la derecha sale una senda que remonta el arroyo hasta su primer venero. Continuamos por la izquierda nada más cruzar el arroyo con la ayuda de unos bloques de cemento.

Acompañamos al Bejarano en su descenso hacia el río Guadiato. Dejamos el cortijo homónimo, ya en ruinas, a nuestra derecha. En frente, al otro lado del arroyo, se encuentra lo que queda de la vieja fábrica de paños.

Con el grato rumor del agua del arroyo, siempre a nuestra izquierda, nos internamos por una estrecha senda en un denso bosque con vegetación típica mediterránea y de ribera de río. Abundan olmos, quejigos, chopos, castaños, alisos. También están presentes los únicos arces de Montpellier de la sierra y los últimos avellanos de la provincia, cuyo cultivo era frecuente en estos arroyos.

Pronto el descenso se hizo más pronunciado, y más espesa la vegetación, donde nos deleitamos con pequeños saltos de cristalinas aguas. En un remanso del arroyo, surge a nuestra derecha la antigua mina romana de cobre y calcopirita.

Con gran curiosidad nos adentramos por la galería principal, de unos 25 metros de desarrollo horizontal, fácilmente visible desde la senda, y en la que aún se aprecia mineral en las paredes del filón, a veces en forma carbonatada (azurita-malaquita). Pequeñas estalactitas denotan la cierta antigüedad y abandono de esta explotación.

Un pozo vertical de 6,5 metros de profundidad y 4,5 metros de anchura situado muy próximo a ésta, complementa la galería anterior, pero la cavidad más interesante, de unos 75 metros, tiene un acceso más complicado, por poseer un talud de derrubios en su entrada.

Tras explorar la mina, continuamos el descenso, en el que el silencio se ve constantemente roto por la sinfonía del agua saltando los distintos escalones del arroyo, que busca ser fiel a su cauce desembocando en el hermano mayor, el río Guadiato, al que llegamos metros antes de encontrarse ambos, en el punto de menor cota de altura del recorrido.

Bajaba el Guadiato pletórico de agua calma, recién salida de las proximidades de la fuente de la Santanilla, nacimiento del Zújar, en la Coronada (Fuenteovejuna), en el cerro de la Caveruela. Su nombre deriva del árabe Wadi Aatum, que significa Río Perezoso.

Bordeamos su ribera, reflejada en sus aguas a modo de espejo. Cruzamos enseguida el arroyo Bejarano, siguiendo una bonita senda, rodeada de vegetación, que perfila el gran meandro que en esta parte realiza el río, donde se ensancha ampliamente, tanto, que más parece un pequeño embalse.

Pocos metros antes de la desembocadura del arroyo del Molino, paramos a tomar el aperitivo junto a una preciosa pradera, al lado de las cristalinas aguas del Guadiato. Aquí, aprovechamos unas rocas que se introducían en el agua para hacernos unas bonitas fotos con reflejos en el agua, así como la foto de grupo.

Tras el descanso, cruzamos el arroyo del Molino, iniciando un empinado ascenso para, al poco, llegar a las ruinas del molino conocido como El Molinillo, donde la fuerza del agua fue aprovechada en este lugar por los árabes, que la canalizaron hasta él.

Todavía se pueden contemplar restos de presas, canales, embalse, salto de agua, puentes y el complejo edificio del molino harinero, prácticamente derruido, que abastecía a la Córdoba califal del siglo X, que contaba con una población estimada de 500.000 habitantes, de las más importantes de la época en Europa.

Al poco de dejar el molino, ascendimos a los esperados Baños de Popea, que aparecen ante nosotros, para nuestra sorpresa, de repente, en lo que es un rincón maravilloso, esculpido por el efecto de la erosión del agua en la piedra caliza.

Situados en el curso del arroyo del Molino y cercanos a su desembocadura en el río Guadiato, nos encontramos con un tramo de pequeños saltos de agua y cascadas que alternan con pequeños remansos de una belleza infinita.

Se cuenta que su nombre se debe a que unos poetas paseaban por el lugar cuando vieron a unas chicas bañándose en el arroyo y exclamaron: "Mirad, como Popea cuando se bañaba", haciendo referencia a la emperatriz romana Popea Sabina, personaje relevante en los años cincuenta por una película donde aparecía bañándose en leche de burra.

Tras las múltiples fotos, continuamos por el Camino del Río, enlazando al poco con el GR-48 por el que pasamos al comienzo de la ruta. En cómodo paseo completamos el recorrido hasta el pueblo, al que llegamos tras desviarnos a la derecha.

En uno de los bares de la plaza nos tomamos con tranquilidad las cervezas y algunas raciones que nos supieron a gloria. Ya solo quedaba volver al autocar para completar esta ruta por la, aún desconocida para muchos, Sierra de Córdoba que, sin lugar a dudas, está entre las mejores de España, mereciéndose sobradamente la máxima nota, un 5.

Agradezco enormemente a todo el grupo la cooperación mostrada en todo momento, que me facilitó el poder mostrar alguno de los rincones de mi bella tierra y que espero poder seguir descubriendo. 
Paco Nieto

sábado, 23 de marzo de 2019

Excursión 455: Sierra de Hornachuelos por arroyo Guadalora

FICHA TÉCNICA
Inicio: Hornachuelos
Final: Hornachuelos
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 20,1 Km
Desnivel [+]: 350 m
Desnivel [--]: 379 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 32

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta

















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
Para la tercera excursión por mi tierra había previsto acercarnos al Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos y realizar una ruta por la senda del Monasterio de los Ángeles, siguiendo el embalse del Bembézar. Para ello, volvimos a salir en autocar del hotel Córdoba Center, esta vez con el bonito pueblo de Hornachuelos como destino, a 52 km de la capital.

En una hora, los 32 participantes de hoy llegamos al aparcamiento del Centro de Visitantes Huerta del Rey, puerta de entrada al Parque, al que se llega cruzando un bonito puente de madera que salva el arroyo de la Rabilarga. En el Centro, para nuestro disgusto, nos informaron de que nuestra pretendida ruta no era recomendable por pasar por fincas en las que han vallado el paso.

Tras contemplar este vídeo sobre los encantos y rutas más populares del Parque, decidimos realizar la que recorre el arroyo Guadalora, mencionada también en este otro vídeo.

La ruta que finalmente seguimos, de mayor longitud que la prevista, recorre tres senderos del Parque: el de las Herrerías, que seguimos en parte; el de Guadalora, que realizamos en su totalidad, y la mayor parte del sedero del Águila.

El Parque Natural Sierra de Hornachuelos alberga una de las zonas de bosque mediterráneo y de ribera mejor conservadas de Sierra Morena. Junto al Parque Natural Sierra Norte de Sevilla y el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, conforma la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena.

Dispuestos a disfrutar de cerca de estos paisajes, dehesas y monte mediterráneo, salimos del Centro de Visitantes en dirección norte.

Seguimos la señalización del sendero de Las Herrerías, remontando el arroyo de la Rabilarga, que nos queda a la derecha, hasta conectar con el Camino de Torralba, justo al alcanzar el puente de Oro.

Continuamos hacia la izquierda, dirección noroeste, escuchando el correr de las aguas por un breve arroyo que oculta la vegetación típica del bosque mediterráneo. Es el arroyo de las Moradillas, afluente del de la Rabilarga.

El camino pasa por una zona de cultivos de color verde intenso, que nos pareció que era de trigo. Dejamos a nuestra izquierda la hacienda Las Moradillas y, al entrar en un hermoso alcornocal, dejamos la senda de las Herrerías, que continúa por la izquierda en dirección a la ermita de San Abundio y fuente del Valle. Nosotros seguimos de frente, por la senda de Guadalora, relatada en un cartel informativo de los muchos que encontramos.

Avanzamos por el alcornocal de Santa Cruz, entre llamativos ejemplares que en su mayoría han perdido las capas de corcho de sus troncos y la parte más accesible de sus ramas. Al poco pasamos entre el llamativo cortijo de Santa Cruz, a nuestra derecha, y lo que queda del ruinoso cortijo de los Arcos, a nuestra izquierda.

Antes de alcanzar el cortijo del Alcornoque, nos desviamos por un camino perpendicular al que traíamos que sale a nuestra izquierda, encajonado por una cerca de madera a ambos lados, que nos conduce en dirección suroeste a un extenso olivar, que rodeamos entre florecillas amarillas hasta llegar a la fuente del Conejo, en la que se encuentra un área recreativa, con mesas de madera y, tras ella, una pequeña balsa de riego.

Entre olivos a uno y otro lado, llegamos a un portón sin candado donde se inicia un fuerte descenso por el escarpe que veníamos bordeando, donde un mirador con panel informativo permite contemplar la parte norte del valle del Guadalora.

El descenso lo realizamos siguiendo una senda en zigzag, rodeados de bosque mediterráneo formado por encinas, alcornoques, coscojas, durillos, madroños y otras muchas especies de plantas, algunas de ellas aromáticas.

Al poco de sobrepasar las zetas, un cartel nos informa de que estamos cruzando el arroyo de la Paloma, cuya agua procede del aliviadero de la balsa de la fuente del Conejo. Dos paneles informativos más nos ayudan a interpretar el impresionante paisaje que tenemos frente a nosotros, marcado por la presencia del Guadalora, delatado por el frondoso bosque de ribera que lo circunda. Tras él, a la izquierda, en las zonas de umbría, crecen frondosos quejigos, mientras que en la ladera derecha, con una mayor insolación, aparecen encinas y acebuches.

Terminado el descenso, comenzamos a escuchar el rumor del agua del arroyo y a disfrutar de la imponente aliseda que le acompaña, en la que también abundan fresnos, almeces, olmos y sauces. Al poco, alcanzamos los restos del Molino de La Paloma, una antigua instalación que aprovechaba la fuerza del torrente para moler cereales que se cultivaban en la meseta de la que venimos. Junto a él paramos a tomar el tentempié de media mañana.

Tras el breve descanso, continuamos por la senda que desciende junto al arroyo, siguiendo las curvas de sus meandros, cruzando un par de veces su cauce, hoy con poca agua en algunos de sus tramos.

A pocos metros del final de la senda encontramos una antigua cantera de rocas calizas de donde se extrajo material para la construcción de la carretera que conduce al cercano Embalse del Retortillo.

Al llegar al Puente de la Esira de la carretera CO-5310, junto a la Pasada de Algeciras, termina la senda del Guadalora y comienza la del Águila, por la que seguimos, coincidente en el recorrido que realizamos por ella con el GR-48, el sendero de gran recorrido de Sierra Morena, que nos llevaría de nuevo al pueblo.

Descendemos con el Guadalora a nuestra derecha y la carretera a la izquierda, muy próximos al agua que con su sonido ameniza nuestros pasos, mientras contemplamos la impresionante arboleda que reviste sus meandros, en la que alisos, sauces, fresnos y álamos se entremezclan con zarzas, cornicabras y adelfas.

Al poco, cruzamos la carretera junto a la cual algunos coches han desplegado mesas para degustar un perol, como llamamos en Córdoba a las paellas. Quizás por ello se nos despertó el hambre y, aprovechando una praderita, enseguida paramos a tomarnos los bocadillos. Sin prisas y con alguna siestecita para algunos, disfrutamos de la bota de vino que fue pasando de mano en mano.

Reanudado el camino, iniciamos un ascenso seguido con un par de bajadas para cruzar unos arroyos hasta alcanzar el mirador del Águila, con estupendas vistas hacia el valle del río Guadalora, del que venimos. Al poco, otro imponente repecho casi nos deja sin aliento, momento que aprovechamos para hacernos la foto de grupo junto a otro estupendo mirador.

Tras un empinado descenso, algo resbaladizo en el que incluso es recomendable ayudarse de una barandilla de troncos de madera, llegamos a la fuente del Puerco, nombre que hace referencia a la abundancia de jabalíes, un lugar muy sombreado donde descansamos y nos refrescamos unos minutos.

Continuamos hacia el este, saliendo del monte para adentrarnos entre cultivos y sotos. Tras dejar atrás la antigua calera de San Antonio, nos introducimos en un joven olivar explotado según las nuevas técnicas, a modo de arbustos sembrados en hileras, con regadío y muy próximos entre sí para facilitar la recogida mecánica de las aceitunas.

Acabado el olivar, es ahora un espléndido naranjal el que entretiene nuestro recorrido, hasta alcanzar el cortijo de Santisteban, donde giramos noventa grados para, en dirección norte, dirigirnos al pueblo, ascendiendo hasta las primeras casas de Hornachuelos.

Al llegar al Centro de Naturaleza Cañada Verde, hacemos un alto para tomar unas refrescantes cervezas en su estupenda terraza con excelentes vistas al Parque. Tras lo cual, reanudamos la marcha ascendiendo a la barriada de San Bernardo, desde donde tenemos atractivas vistas hacia Hornachuelos.

Superada una vaguada, alcanzamos la carretera de subida al Centro de Visitantes, frente al cuartel de la Guardia Civil, momento en el que decidimos que, por la hora que era, mejor nos recogía el autocar y así nos ahorrábamos el kilómetro y pico que nos quedaba de carretera.

Una vez de regreso a Córdoba, la mayoría asistimos al espectáculo de agua, luz y sonido la Noche Mágica en el Alcázar, seguido de un intento de picar algo en el Mercado de la Victoria, que al estar hasta la bandera de gente, nos hizo buscar otras alternativas, siendo una de ellas degustar los caracoles del puesto de Los Patos.

Por todo lo disfrutado con los múltiples encantos de la Sierra de Hornachuelos, esta excursión se merece la máxima nota, un 5.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES

viernes, 22 de marzo de 2019

Excursión 454: Castillo de Almodóvar y embalse de La Breña

FICHA TÉCNICA
Inicio: Pantano de la Breña
Final: Pantano de la Breña
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 9,3 Km
Desnivel [+]: 209 m
Desnivel [--]: 209 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 33

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta

















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
Para nuestro segundo día por Córdoba había preparado una excursión al castillo de Almodovár del Río, con inicio y final en el pantano de la Breña, complementada con una visita a Medina Azahara por la tarde y, por la noche, paseo por algunos de los rincones de Córdoba y gran cena de grupo.

Con rigurosa puntualidad, lo que es de agradecer cuando se organizan eventos de este tipo, los 33 participantes de hoy salimos de Córdoba en dirección a Almodóvar del Río, que pocos conocían.

Solo 24 km lo separan de la capital y en media hora estábamos junto al "Chiringuito el Mirador de la Breña", de magníficas vistas hacia su embalse, formado por el río Guadiato a escasos kilómetros antes de que desemboque en el Guadalquivir. A los pies de Sierra Morena y abrazado por la Sierra de Hornachuelos, el pantano, el más grande de Andalucía, rodea al pueblo Almodóvar del Río y dibuja un paisaje vertiginoso.

Nada más bajar del autocar echamos a andar hacia el sureste en busca del castillo, siguiendo una senda, que si el embalse hubiese estado lleno, quedaría bajo sus aguas. Con un día espléndido, la larga hilera se movía como si una milicia fuera a conquistar la fortaleza.

Al poco, enlazamos con el GR-48, el sendero de gran recorrido de Sierra Morena, que discurre por las provincias de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén, contando con un total de 570 kilómetros. El sendero se inicia en la frontera de Huelva con Portugal, en Barrancos, y llega hasta Santa Elena, en Jaén.

Dejamos el circuito de moto-cross El Pinillo a nuestra izquierda y ascendemos siguiendo el mencionado sendero. Ahora, con mayor ancho, la hilera se convierte en pequeños grupos que comentan, entre otras cosas, lo que les gustó la visita nocturna que realizaron la noche anterior a la Mezquita-Catedral.

Nos cruzamos con un caballista, montado en un bello caballo gris que se dirigía hacia el embalse, mientras nosotros nos acercábamos a un encinar perteneciente a una finca. Nada más remontar la cuesta, divisamos la majestuosa silueta del cerro del castillo, la fortaleza que edificaron los bereberes sobre los restos de un castro romano.

Al cruzar la carretera A-431, que une Córdoba con Lora del Río, dejamos el GR-48 para continuar hacia el sur por una pista que pasa junto a una granja de cabras y se interna en un olivar centenario que nos lleva, tras un repechón y su correspondiente descenso, a los pies del castillo.

Por una senda que asciende, con fuerte pendiente, rodeada de un precioso manto verde salpicado de encinas, alcanzamos los muros del lado norte del castillo, al que rodeamos siguiendo una bonita vereda que le da la vuelta, parando a deleitarnos en sus miradores a contemplar los meandros del río Guadalquivir y su vega.

A la hora convenida, entramos al castillo para recorrerlo en una visita teatralizada que había contratado. Todo un acierto porque de la mano del supuesto mayordomo del castillo fuimos conociendo su historia y leyendas, participando activamente en la recreación de la vida en el interior del castillo.

Por él nos enteramos que Almodóvar deriva de al-Mudawwar al-Adna, topónimo que significa "el redondo", en alusión a la forma del cerro donde se alza el castillo, que desde su edificación en el año 760 por los omeyas, jamás fue conquistado, que en 1240 fue incorporada mediante pacto a la corona de Castilla por Fernando III, que conquistó la ciudad de Córdoba en 1236.

En 1360, Pedro I, llamado en la posterioridad «el Cruel» por sus detractores y «el Justo» o «el Justiciero» por sus partidarios, como nuestro mayordomo, se aposentó en su castillo, como también lo haría en repetidas ocasiones Enrique II.

Felipe IV accedió a la venta de la villa y castillo de Almodóvar en 1629. El comprador fue Francisco del Corral y Guzmán, caballero de la Orden de Santiago.

En 1901, Rafael Desmassières y Farina, XII conde de Torralva, inició la restauración del castillo bajo la dirección de Adolfo Fernández Casanova. Luego de la muerte del conde y de Fernández Casanova en 1914 y 1932, respectivamente, las obras continuaron hasta 1936 cuando estalló la Guerra Civil.

El castillo y los títulos de los Desmassières fueron heredados por un sobrino nieto del conde el banquero andaluz Fernando de Solís Beaumont y Atienza, X marqués de la Motilla. Desde el 2001 el castillo es propiedad de su hijo Miguel Ángel de Solís y Martínez Campos, XI marqués de la Motilla.

En la colosal torre del homenaje nos hizo representar la leyenda de la princesa Zaida, según la cual, los almorávides asediaron Córdoba, por lo que el príncipe Fath-Al-Mamum envió a este castillo a su esposa Zaida, en la creencia de que la pondría a salvo. Pero nada pudo detener el avance de esta tribu bárbara que, el 28 de marzo de 1091, se hizo con el poder de Córdoba. Según las crónicas, esa misma noche fue asaltado el Alcázar, y una espada atravesó el corazón del príncipe Al-Mamum mientras luchaba en la calle a lomos de un caballo blanco.

En ese preciso instante, su esposa Zaida se despertaba sobresaltada y, vestida con la misma túnica blanca con la que dormía, se asomó al balcón de la torre del homenaje del castillo de Almodóvar y se quedó mirando fijamente hacia el Guadalquivir.

Presentía que algo terrible acababa de ocurrirle a su amado. Minutos después, vio a lo lejos cómo se aproximaba por la orilla del río un hermoso corcel blanco sin jinete, entendiendo al instante el porqué de su mal augurio.

Al día siguiente los almorávides avanzaron hasta las inmediaciones del castillo y no tardaron en conquistarlo. La princesa Zaida fue encerrada en sus mazmorras, y cuenta la leyenda que era tal la tristeza que le causaba la muerte de su amado, que dejó de comer, muriendo por inanición al cabo de pocas semanas.

En la reconstrucción del castillo, las cuadrillas de albañiles se negaban a trabajar de noche, ya que decían que se escuchaban quejidos y lamentos, y afirmaban que una dama vestida de blanco surgía entre las sombras. Nacería así la leyenda de la Encantá.

En noviembre de 2016 grabó la séptima temporada en el castillo la reconocida serie Juego de Tronos, representando principalmente Altojardín, sede de la Casa Tyrell, más una pequeña escena rodada en las mazmorras representando los subterráneos de Roca Casterly, sede de la Casa Lannister. Un pequeño museo y numerosas fotos recuerdan los escenarios utilizados.

Tras la divertida visita, regresamos sobre nuestros pasos, unos por el mismo camino que habíamos traído, otros por la carretera que conduce a la presa, haciendo que la ruta fuera circular.

El final no podía ser más espectacular, con las magníficas vistas del embalse de La Breña frente a nosotros. El embalse se construyó en el año 1935 para regadío, pero su capacidad quedó insuficiente para recoger las aguas del Guadiato, por lo que en el año 2009 se amplió hasta tener una cabida de 823 hm3, de ahí su denominación: La Breña II.

En el chiringuito que se alza junto a sus aguas tomamos los bocadillos y raciones, tan a gusto que costó mover al personal para hacernos la foto de grupo, favor que nos hizo un apuesto chico que más de una hubiese querido llevárselo... al grupo.

Los atardeceres desde este privilegiado mirador son impresionantes, pero no pudimos quedarnos a disfrutarlo porque teníamos que salir hacia Medina Azahara, otras historias y leyendas nos esperaban.

Por lo bien que lo pasamos conquistando el castillo y lo divertida que fue su visita -nuestro mayordomo, todo un actor, al que aplaudimos a rabiar- y lo agradable que resultó el descanso contemplando las calmadas y azuladas aguas del embalse, esta excursión se merece una nota de 4,5 sobre 5.
Paco Nieto