miércoles, 24 de abril de 2019

Excursión 461: La Machota Alta y Zarzalejo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de la Cruz Verde
Final: Puerto de la Cruz Verde
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 9,6 Km
Desnivel [+]: 463 m
Desnivel [--]: 463 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 11

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta

















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Como en todas nuestras excursiones quedamos un miércoles a las 10.30h, en esta ocasión en el puerto de la Cruz Verde.

Como ya se esperaba y cumpliendo los pronósticos meteorológicos que siempre nos proporciona nuestro líder (Antonio para los amigos), nos acompañaba una lluvia moderada pero persistente, que cuando empezamos con la caminata se convirtió en una nevada considerable, como podéis apreciar de las fotos de nuestro reportero oficial Paco Nieto.

Seguro que las circunstancias meteorológicas han sido las culpables de la poca asistencia a esta caminata, en la que solo once compañeros participamos, pero qué once, nos merecíamos puntuar doble.

Y así, entre copo y copo de nieve,  realizamos nuestro acenso hasta el Pico del Monje, creo recordar, perdonar si no es correcto, pero como ya he mencionado varias veces los nombres no perduran en mi memoria.

En la cumbre de la Machota Alta (1466 m), con mucha nieve y frío tomamos el tentempié de media mañana, al que llamamos el ángelus. Lo hicimos de pie, porque sentarse era difícil, debo mencionar que fue muy cortito, en esta ocasión debido a las circunstancias ambientales.

Desde ahí empezamos el descenso hacia el collado de Entrecabezas, a medida que descendíamos la nieve se convirtió de nuevo en lluvia, lo que complicó un poco la bajada, casi toda junto a un muro de piedras.

En el collado, nos hicimos la foto de grupo, junto a la roca serigrafiada con Senda de los Tres Ermitaños, la que sube a la Machota Baja. Pero como la previsión era que continuaría lloviendo, desistimos seguirla, dejándola para otra ocasión, iniciando por el GR-10 el descenso hacia Zarzalejo.

De camino por esta preciosa senda, paramos a contemplar unos castaños milenarios con mucha solera y pocas castañas debido, claro está, a la época del año.

Después de contemplar estas maravillas de la naturaleza, continuamos el descenso hacia Zarzalejo, entre hojas recién brotadas e incipientes flores que anuncian con sus colores la primavera.

Alcanzado el pueblo nos dirigimos a la plaza para tomar algo en el bar, visto lo que había fuera y teniendo en cuenta la hora decidimos en un momento de lucidez colectiva comer en el restaurante La Posada.

Hasta aquí lo bueno, vamos a decir que lo menos bueno vino después de comer, nos encontramos con la realidad de que los coches estaban en el puerto de la Cruz Verde, y como no hubo voluntarios para subir por ellos, empezamos el acenso al dichoso puerto, lo que para algunos se convirtió en todo un reto.

Como siempre, lo sobresaliente, lo verdaderamente importante y lo que merece la pena resaltar es que ha sido una buena jornada entre amigos, por lo que le otorgo un 4 a esta bonita excursión pasada por agua.
Fernando Lappano

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto

miércoles, 17 de abril de 2019

Excursión 460: Cerro Ventoso

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de Navacerrada
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12,1 Km
Desnivel [+]: 358 m
Desnivel [--]: 358 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 14

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Las nieves caídas a mitad de la semana pasada, seguramente animaron a Antonio a plantear esta excursión para disfrute del manto blanco por los alrededores de Guarramillas, la Maliciosa y el Ventisquero de la Condesa. Algunos de nosotros estuvimos el jueves pasado con raquetas por la zona y comprobamos y disfrutamos de los aproximadamente 20/30 cm caídos en esos días. Pero lamentablemente, las altas temperaturas habían borrado con rapidez la nieve caída, prácticamente desaparecida en las laderas orientadas al Sur.

Supongo que la falta de nieve, sumada al molesto viento que soplaba a primera hora, hizo que Antonio decidiera variar la ruta hacia la ladera norte de los Siete Picos, más resguardada del vendaval. 

Con puntualidad británica salimos poco después de las 10:30 del aparcamiento de Navacerrada, inusualmente vacío.

Seguramente, debido a las vacaciones de Semana Santa, en esta ocasión solamente nos reunimos 14 senderomagos, más Twiter y Vito. Como siempre desde este punto, partimos del aparcamiento del Puerto en dirección NW por la carretera que lleva hasta la residencia de los Cogorros. Un poco antes, justo donde termina la pista de esquí para debutantes de Navacerrada, tomamos el camino Schmidt en dirección SW y, unos pocos metros más adelante, seguimos el que sube hacia el Collado Ventoso, a media ladera, entre la Senda Herreros y el Camino Schmidt.

Enseguida nos vimos obligados a cruzar la pista de esquí del Bosque, parcialmente cubierta de nieve dura, que nos hizo andar con cuidado para no resbalar.

Según fuimos subiendo, en torno a los 1900 metros, fue aumentando la superficie de terreno cubierta por la nieve, además la senda, a menudo pasa por zonas rocosas lo que nos obliga a caminar con precaución y despacito, algunos optaron por colocarse en las botas las suelas con pinchos para ir más seguros.

Tras cruzar el Arroyo del Telégrafo, entramos en la Umbría de Siete Picos, su orientación norte ayuda sin lugar a dudas a mantener muchas zonas cubiertas por nieve. Subiendo y bajando, siempre en torno a los 1.900 m. 

Llegar hasta el Collado Ventoso nos lleva (contando paradas y ángelus) unas tres horas para los cuatro kilómetros y medio que hemos recorrido aproximadamente, lo que da una idea de lo mucho que complica la nieve este recorrido, que sin ella hubiese sido un paseo.

Tras hacernos unas cuantas fotos y descansar un ratito en la hermosa pradera, nuevamente comenzamos a ascender hacia el Cerro Ventoso, que cuenta nada menos que con 1964 metros de altitud. La senda es bastante buena y, cuando estamos arriba entendemos perfectamente el nombre que le han puesto. Para mí es algo especial, ya que es la primera vez que lo subo, lo he rodeado muchas veces por todos los flancos pero nunca había estado en su cumbre.

Sin demora, pues el viento sin ser fuerte es un poco molesto, tomamos la senda que, entre pinos y fuerte pendiente, rápidamente nos lleva al Puerto de la Fuenfría, unos 170 metros de bajada. Como sigue soplando tomamos la Senda de los Cospes en dirección N. y decidimos parar enseguida para comer algo junto a la fuente de La Fuenfría a cubierto de los vientos.

Tras reponer fuerzas, seguimos la Senda de los Cospes hacia el Este hasta que nos topamos nuevamente con el Camino Schmidt. Recorrimos esta famosa senda en dirección SE, con sus subidas y bajadas hasta llegar nuevamente al Arroyo del Telégrafo, donde paramos a hacernos la foto de grupo aprovechando la presencia de unos excursionista.

Reanudado el camino, viramos un poco hacia el Norte hasta llegar a los Cogorros donde, nuevamente, tomamos la carretera en dirección a al Puerto. Como siempre, acabamos la ruta tomándonos una cervecita, en esta ocasión en el bar Las Dos Castillas.

En resumen, un bonito paseo con estupenda compañía, que se merece 4 sicarias.
José Luis Molero


En GMSMA antiguamente
hubo una norma vigente:
miércoles en vacaciones,
injustificadamente,
no se hacían excursiones.
Hoy esa norma se trunca
porque sin ser veintitantos,
aunque no vayamos tantos
ya no se descansa nunca,
¡se sale Miércoles Santos!
Así pues, habida cuenta
que esta excursión representa
la pena del penitente,
empezamos buenamente
la cuatrocientos sesenta.



Con el tormentoso viento
que en el Puerto nos hacía,
dijo Antonio: "Más valdría
Maliciosa, de momento,
dejar para un otro día"
Y propuso, o bien, dispuso,
ir al Collado Ventoso
donde haría menos, supuso,
viento tan impetuoso;
y ninguno se le opuso.



Mas no todos los senderos
prosiguen los mismos hitos
ni igual son de llevaderos;
unos son más facilitos,
otros son más puñeteros.
Y nos tocó lo segundo,
un relive tremebundo,
ladera piedras y nieve,
caídas, yo conté nueve;
¡cayó casi todo el mundo!



Por fin vimos el collado,
que tras el arduo camino
nos habíamos ganado,
y aún sin ser nuestro destino
nos hubimos encontrado
un mojón un poco ahusado
donde tomamos ufanos
unas fotos como hermanos
los madrileños a un lado,
y al otro los segovianos.



Mas aunque esto nos asombre
si el collado fue ventoso
al cerro del mismo nombre
convendría presuroso
en llamarlo "borrascoso",
y en habiéndolo pasado
nos habríamos llegado
al puerto de la Fuenfría
donde ya se comería
con el culo bien sentado.



Poco ya nos faltaría,
a buen decir... otro tanto,
pero tan fácil se haría
que to'l mundo volvería
sin extenuarse tanto
por el Schmidt sin problemas
al Puerto, nuestro destino,
donde casi sin dilemas
tomaríamos un vino...
o una cerveza ¡no temas!



Terminada la función
servidor no se entromete,
pues al cronista compete,
dar la calificación;
así pues, que no se inquiete
que no reparto sicarias,
aunque si me gustaría
dar mis opiniones varias:
Para esta marcha de parias
un par de ellas bastaría.
Paco Cantos


miércoles, 10 de abril de 2019

Excursión 459: Los miradores de Segovia

FICHA TÉCNICA
Inicio: Zamarramala
Final: Zamarramala
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12,4 Km
Desnivel [+]: 357 m
Desnivel [--]: 357 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 43

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN

“Qué bonita es Segovia, la mires por donde la mires” … Creo que era lo que estaban comentando nuestras queridas senderomagas segovianas, cuando decidieron ponerse a la tarea de preparar una preciosa y entrañable excursión por los miradores de Segovia, a la que no le faltó de nada. 

A pesar de que el tiempo pronosticaba lluvia, acudimos a la cita de este miércoles 43 senderomagos, lo que da una buena idea de la expectación generada por la convocatoria.

Punto de encuentro: el aparcamiento del restaurante “la Postal”, en Zamarramala, el primero y último de los miradores que recorreríamos a lo largo de la mañana. La vista de Segovia desde Zamarramala nunca defrauda, así que, con el ánimo subido por este magnífico comienzo, cambiamos los palos por paraguas y nos aprestamos a seguir a nuestras guías hasta nuestro siguiente objetivo, la iglesia de la Vera Cruz. 

Cruzamos la carretera cerca de la Ermita de San Roque y bajamos la ladera siguiendo la senda que lleva directamente a la iglesia. Yo no había estado nunca en su interior, pero esta vez estaba todo preparado y pudimos no sólo entrar y visitarla, sino también escuchar a María que nos hizo de guía: 

Aprendimos que la iglesia de la Vera Cruz data del año 1208 y que fue levantada por los caballeros del Santo Sepulcro. Que cuando esta Orden se unió a la Orden Militar y Hospitalaria de Malta en 1531, quedó en poder de esta última y actualmente, desde 1951, pertenece a esta misma Orden que la restauró y que celebra en ella sus oficios y cultos.

También nos habló de sus características arquitectónicas: de estilo románico, consta de una nave de planta dodecagonal, que circunda un edificio pequeño de dos alturas, al que se añadieron tres ábsides, una sacristía semicircular y una torre de planta cuadrada. Una edificación realmente singular que, según nos dijo, se basa en los baptisterios romanos de los primeros tiempos del cristianismo. Y un montón de información más, que nos ayudó a conocer mejor este singular monumento. 

Casi nos tuvieron que arrancar de allí para seguir nuestra ruta. Después de las primeras fotos de grupo con la vista de Segovia desde la iglesia de la Vera Cruz, que hizo Ángel V. (con pena de no poder hacer toda la ruta con nosotros), continuamos por el camino que sigue el curso del Eresma a media ladera hacia el mirador del Parral de San Vicente. Un precioso camino, con unas vistas inigualables de la ciudad amurallada y del valle del río.

Aunque el mirador más destacado de esta ladera es el del Parral, hay que decir que todo el camino es un gran mirador desde el que se puede ver gran parte de los edificios más emblemáticos a los dos lados del río. Seguimos camino hasta el convento de clausura más antiguo de Segovia, el monasterio de San Vicente el Real. 

Desde el monasterio, bajamos a coger el camino del valle del río Eresma dirección al interior de la ciudad. Pasamos por el monasterio de Sta. María del Parral, grandioso complejo que no pudimos visitar, pero en el que Marcos H. nos contó la curiosa leyenda a la que hace mención la placa de la entrada. Una las muchas de las historias de Segovia y sus gentes que nos fue regalando a lo largo de la excursión.

Cruzamos el puente del río más próximo a la Casa de la Moneda y nos dirigimos al interior de la muralla que atravesamos por la puerta de Santiago, mientras Jorge M. nos contaba algunos cotilleos de los nobles segovianos. Tras pasar por el jardín de los poetas llegamos al Alcázar. Un último vistazo al valle del Eresma y al camino que habíamos recorrido.

Una vez que bordeamos el Alcázar, cambiamos de valle y de vistas. Estábamos ya en el mirador del Clamores, con una espectacular vista de este lado de la ciudad y del frondoso valle del río.

Yo pensaba que continuaríamos el recorrido por el interior de la muralla, pero de pronto cruzamos y empezamos a bajar la muralla para seguir por el exterior. Un camino que va prácticamente colgado sobre el Clamores que casi no se veía con la abundante vegetación. Lucio se congratulaba del buen trabajo que habían realizado en el acondicionamiento de este lado de la muralla. ¡Todo un descubrimiento este tramo del recorrido! 

Acabamos en el barrio de la judería y entramos de nuevo en la ciudad por la puerta de San Andrés, llamada también puerta del Socorro. La puerta más monumental de las tres que quedan de la muralla, según nos indicó Carolina con el cariño y los buenos recuerdos de quien la ha cruzado infinidad de veces.

Lo primero que se ve desde la puerta, en la plaza del Socorro, es la estatua de Agapito Marazuela, que dedicó gran parte de su vida a la recuperación del folclore castellano. Una estatua bien merecida. A muchos nos sorprendió que lo representaran con una guitarra en vez de con su famosa dulzaina, pero como nos comentó Celia, representante de la familia Marazuela en el GMSMA, también fue un gran guitarrista. Seguimos subiendo la judería nueva y finalmente, bordeando la Catedral, alcanzamos la Plaza Mayor. 

No todas las sorpresas que nos habían preparado eran paisajísticas o culturales. Descubrimos que también querían enseñarnos otros monumentos, esta vez gastronómicos: tentempié diferente para la hora del Ángelus.

Rápidamente, nos organizamos en grupos para tomar un aperitivo en los bares y restaurantes más típicos la Plaza Mayor: “La Concha”, Negresco, Bahía, Bar José, un poco más lejos José María (para los amantes del vino), y un largo etc. Todos son buenos en la plaza Mayor. Sin duda, esta alternativa a los frutos secos y barritas energéticas tuvo mucho que ver con lo bien que caminamos el último tramo de nuestro recorrido. 

De allí nos dirigimos hacia la judería vieja para bajar y cruzar por el puente de la Estrella a la margen izquierda del Clamores, hasta llegar al cementerio judío en la ladera del Pinarillo.

Según nos contaron nuestras guías, los judíos aprovecharon la roca caliza existente en esta zona para hacer dos tipos de enterramientos: unos en cuevas, utilizando las que ya estaban formadas por la naturaleza ampliándolas y acondicionándolas y otros en fosas antropomórficas cuyos sepulcros están orientados hacia el este-oeste.

Desde el mirador del Pinarillo, las vistas de la muralla, la Catedral y los edificios del recinto amurallado, son espectaculares. Tras bajar a los pies del Alcázar volvimos a subir la ladera, para alcanzar el mirador del Último Pino con su magnífica vista del Alcázar tras el pinar. Una subida fuertecilla, que nos podríamos haber evitado si hubiéramos ido directamente por el camino de arriba, pero… ¿Quién se resiste a una foto a los pies del Alcázar? Nosotros, no. 

Cuando ya creíamos haberlo visto todo, llegamos al mirador del Alcázar y los dos Valles. En mi opinión y creo que en la de muchos de los que allí nos juntamos, es el mejor mirador de Segovia, con la impresionante vista del Alcázar en primer plano. Todo el mundo quería hacerse fotos: de uno en uno, en pequeños grupos, los segovianos, los segovianos y consortes… ¡¡¡TODOS!!! 

Desde allí también alcanzamos a ver Zamarramala y el restaurante La Postal, destino final de nuestro recorrido mañanero, al que nos dirigimos atravesando el puente sobre el Eresma al lado del Arco de la Fuencisla.

Pero antes de llegar al puente, Carolina quiso que recorriéramos un trocito del camino natural del río Eresma, hasta la zona de fósiles, para enseñarnos que, aunque ahora Segovia se encuentra a mil metros sobre el nivel del mar, no siempre ha sido así. Hace unos 80 millones de años, había playas y un clima similar al del mar Caribe.

Sólo algunos atrevidos se acercaron hasta el abrigo del Molino, yacimiento arqueológico donde se pueden encontrar restos de los primeros pobladores de Segovia. De vuelta, para que no notáramos que ya nos rugían las tripas, Marcos H. nos entretuvo con la leyenda de la judía María del Salto, cuya imagen pudimos intuir en el Arco de la Fuencisla, en la carretera de Arévalo.

No podíamos cruzar el puente sin intentar tirar al mismo en señal de agradecimiento a Carolina, María, Celia y Begoña mientras el boss y los más cantarines, les dedicamos una jota segoviana. Finalmente, tras una última mirada a la ciudad, llegamos al restaurante, donde nos esperaba la última sorpresa del día. 

Carolina, con voluntad de hierro y gran poder de convicción, consiguió reservar sólo para nosotros el vagón al lado del restaurante principal, donde disfrutamos de una comida excelente con entrega de medallas al final.

Éramos tantos que aquello se convirtió en la gala de los Oscar. Pero por fin tengo en mi poder la ansiada estrella negra. ¡Quien me lo iba a decir! Aprovecho el final de esta larga crónica para agradecer de corazón, a todos, vuestra ayuda y amistad durante todos estos años. Especial mención a las botas de Juan y a la paciencia de Santi.

No hay mejor forma de conocer los sitios que de la mano de la gente que los vive y los quiere, y este caso no ha sido una excepción. Bien es verdad que nuestras anfitrionas se encontraron con un público entregado ya que, en el GMSMA, quien no es segoviano de origen lo es de corazón, aunque sólo sea por la cantidad de veces que hemos disfrutado de sus montañas, sus caminos, su gastronomía y lo más importante… su gente.

A pesar de la lluvia, Madi ha otorgado a esta preciosa excursión 5 sicarias. 
Leonor

miércoles, 3 de abril de 2019

Excursión 458: Los Cuatro Cestos de la Pedriza

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino
Final: Canto Cochino
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 9,2 Km
Desnivel [+]: 691 m
Desnivel [--]: 691 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 24

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
Voy a intentar hacer una pequeña narración, a lo acontecido en la ruta realizada el 3 de abril a "Los Cuatro Cestos de la Pedriza" dado que a la tercera va la vencida y me ha tocado.

Empezaré diciendo que particularmente la Pedriza me tiene enamorado, cualquier ruta por estos parajes me apasiona. Comenzamos la andada desde el aparcamiento de Canto Cochino, equipados y con ganas de una buena marcha en grupo, éramos 24. Ya en los primeros metros, la cosa empezó a tener su cachondeo, por la subida que hacíamos entre jaras que se empinaba un poco, bueno solo fue un momento ya que todos teníamos ganas de hacer una buena ruta.

Dejamos la ribera del arroyo de la Dehesilla atrás, y atravesamos un buen pinar, saliendo del mismo nos detuvimos a tomar un "piscolabis". A partir de aquí la cosa se empezó a ponerse algo más seria ya que seguíamos subiendo entre grandes rocas.

De los perros que iban en el grupo a "Vito" le venia un poco largo treparlas por lo que se decidió que unos nos quedamos con Vito y Twiter, los perros grandes, y los demás siguieron hasta el destino final "los Cestos". 

Volvimos hacia atrás con los animales, y cuando parecía que íbamos hacia el río para volver a los coches, nuestro "Sherpa", ya que que el otro siguió con el grupo grande, decidió que fuéramos hacia "el Platillo Volante" y al llegar comentó, "pos ya que" estamos aquí, por que no vamos a "La Calavera" y después seguimos hacia el "El Pájaro", total que pensando que íbamos a hacer poco resultó ser una gran marcha, bastante conjuntada por sus bajadas y subidas. 

Tengo que decir también a favor de "Vito" que en la parte final se animó y subió y bajoó estupendamente ya que el otro, "Twiter", iba sobrado. La idea era juntarnos todos en el aparcamiento pero ya por walking se habló de que llegaríamos más tarde y que el grupo grande pusiera rumbo hacia el lugar de refrigerio.
Francisco Peña

Cerca del Canto Cochino
donde el aire era sutil,
en horario matutino
nos reunimos bajo un pino
un miércoles tres de abril.
¡En marcha! nos dijo Antonio,
y emprendimos la carrera
-de esto doy mi testimonio-
como si nos persiguiera
el mismísimo Demonio.
Tras el primer desarrollo
entre tanta hoja caduca
por el margen del arroyo,
no nos resultó mal rollo
llegar a Prado Peluca,
y en aquel anfiteatro
de piedra y asimetría
pudimos los veinticuatro
observar cuanta agonía
nos quedaba todavía.



Poco a poco la llanura
se tornó en piedra y locura;
los fugaces se marcharon,
los perros se acojonaron,
llegó el punto de ruptura
en que perros, amos y otros
en vista de la pendiente
se fugaron hábilmente
dejándonos a nosotros
desinteresadamente.


Pero los perros, no todos,
se amilanan con las peñas;
Teo buscando acomodos
escalaba los recodos
de las piedras madrileñas,
y entre piedras caballeras
Buitreras a la derecha,
a la izquierda las Oseras,
ascendía la perra Mecha
como si hubiera escaleras.



Tanto la cuesta crecía
que Molero me decía:
"Con tu excursión me disturbas"
porque en OruxMaps las curvas
de nivel juntas veía.
Tras cuantiosos resoplidos
senderomagos sufridos
nos quedamos como bobos
y algo cariacontecidos
bajo el Puente de los Lobos.


Poco queda ya por estos
caminos de Navajuelos
vemos ya los Cuatro Cestos,
¡Por fin la llegada! ¡Cielos,
no más ascensos funestos!
Pero al llegar a la cumbre
nos sorprendió un viento helado
solamente remediado

por el calor de una lumbre
o un buen caldo de estofado.
Y decidimos al punto
meternos al Laberinto,
que al mirar al sol -barrunto-
es un cálido recinto.
¡Así se zanjó el asunto!


Todo lo que antes subimos
los humanos y los canes
esta vez lo descendimos,
y entre piedras recorrimos
bajadas y toboganes
hasta llegar al vivac
de Cinco Estrellas llamado.


Bien nos hubiera agradado
una copa de coñac
además de un buen asado,
mas solo nos contentamos
con bocata que tomamos
a palo seco ¡Pardiez!
No hubo bota, y esperamos
que no nos pase otra vez.


Buscando nuestro camino
para salir del recinto
pasamos el Capuchino,
y encontramos con atino
la Puerta del Laberinto.
Bajar, bajar y bajar
¡Madre mía, esto es el colmo!


Poco debía de quedar
para poder arribar
a la gran piedra del Tolmo
desde donde solamente
siguiendo por La Autopista
esta excursión deportista
finalizó fácilmente
con los coches a la vista.
Mas, no habíamos terminado:

Para tomar la cerveza,
un poco con extrañeza
fuimos todos con agrado
al hogar del jubilado.


Y ahora sin más dilación,
terminada la excursión,
por motivaciones varias
doy de calificación
cuatro con cinco sicarias.
Paco Cantos

FOTO REPORTAJES