miércoles, 30 de agosto de 2017

Excursión 365: El Picazuelo de Buitrago

FICHA TÉCNICA
Inicio: Buitrago

Final: Buitrago
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 16,4 Km 
Desnivel [+]: 319 m 
Desnivel [--]: 319 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN

Tras la vuelta de vacaciones me encontré con que este verano el GMSMA no descansaba. Lo habitual era que tras las excursiones ‘acuáticas´ que organiza Paco Nieto haya unas semanitas de descanso, hasta que se inicia la nueva temporada subiendo al cerro de San Pedro, ya bien entrado septiembre. Supuso por tanto una sorpresa esta convocatoria de Antonio para finales de agosto.
Me apunté a la que para mi sería una jornada especial, por un lado nos iba a acompañar mi hija Laura, al igual que ya hiciera hace casi un año, que teniendo en cuenta que ‘no para en casa’ es todo un logro. Y por otro, sería mi excursión número 100, lo que me permitirá disponer de la codiciada y prestigiosa Estrella Negra. Tiene gracia, aún me considero un novato es este fantástico grupo y resulta que ya debo ser un veterano.
La jornada se presentaba sumamente incierta, estábamos en días de grandes tormentones, y la predicción decía que este sería uno más, por mucho que ‘el boss’ nos la pintara como ´con baño incluido’ en el embalse de Puentes Viejas, más bien parecía que sería ‘con ducha incluida’, como bien apuntó Antolín en su momento.
Tal vez esta predicción meteorológica fuese el motivo de la escasísima asistencia, éramos tan solo 10 ¡atención, atención, entre los asistentes no estaba Paco Nieto! La excursión en que he participado como menor número de participantes. Por cierto, que recuerdo que en mi última crónica, hace apenas 3 meses, también fue la de menor asistencia en que participé. Me debo estar especializando es casos de poca afluencia.
Ante este panorama tuve que meter de todo en la mochila: mucho agua, bañador, toalla y ‘fanequeras’ por un lado, pero también chubasquero, capa de agua, paragüitas, ropa de repuesto y casi casi ‘una rebequita por si refresca’ (como buen segoviano, faltaría más). Por cierto, ya sabéis como reconocer a un segoviano en una playa nudista ¿no? , es el que va con la rebequita en el brazo, por si refresca, claro.
El ‘meeting point’ era en Buitrago de Ron (perdón de Lozoya), a la hora habitual. Como éramos cuatro gatos no hubo que demorar el inicio y a las 10 en punto ya estábamos en marcha.
Comenzamos a andar por un camino hacia el sur, durante un par de kilómetros largos, hasta que nos salimos del mismo, girando a la izquierda, ya sin camino, en lo que sería la subida a ‘la única dificultad montañosa de etapa’ (se nota que estos días estoy siguiendo la Vuelta Ciclista ¿verdad?), El Picazuelo, que resultó ser poquita cosa, haciendo honor a su nombre. Caminábamos  tranquilamente, sin ninguna prisa. A escasos metros de la cumbre hicimos la parada del Ángelus (aunque solo eran las 11h), además del tentempié aprovechamos para hacer la foto de grupo (de mini grupo), junto a un viejo banco de madera con mesa incluida, de esos que hay en los parques para la merienda, y que vete tú a saber como llego hasta allí.
Anduvimos esos metros más y llegamos a la cumbre, que estaba presidida por una aparatosa antena llena de cachivaches. Nos sorprendió que hubiera un coche, y hasta un vigilante, encaramado en lo alto, en su caseta, y que nos aclaró que era eso: un vigilante, no un técnico de telefonía ni nada parecido. No estoy muy seguro que era lo que vigilaba. Al rato me di cuenta de que entre otras cosas me vigilaba a mi. 
Resulta que también había un vértice geodésico, y que me puse de pie en lo alto del mismo, lo que fue un tanto peligroso, ya que estaba medio suelto (el vértice, no yo) y se movía bastante. El vigilante no me quito ojo de encima hasta que me bajé. Luego entendí el motivo, en la base había un cartelito que avisaba que su destrucción estaba penado por la ley, y yo venga a darle meneos y a subirme a ver si aguantaba. 
El paisaje desde este punto era bueno, veíamos las Cabrerillas, el Pico de la Miel, el embalse de Riosequillo  y hasta las viejas antenas de Telefónica, en Gandullas, lo que nos dio excusa para comentar las batallitas que algunos hemos tenido en estas instalaciones en tiempos remotos.
Iniciamos el descenso hacia el este. Tan solo habíamos recorrido 3,5 km, menos de la cuarta parte de la excursión, por lo que el jefe se puso a tirar del grupo, avivando el ritmo y girando hacia el norte, casi buscando el camino más corto hacia el embalse de Puentes Viejas.
El tiempo seguía de nuestra parte, el cielo encapotado, pero sin una gota e incluso cuando estábamos llegando al embalse salió el sol, no obstante no parecía que la temperatura fuese suficiente para conseguir animarnos al baño. Sin embargo, al bajar hasta el agua, estábamos entre piedras y al sol, lo que nos animó a unos cuantos a bañarnos (alguno no necesitó bañador) y a nadar un poco.


El embalse parecía una piscina y la temperatura del agua era buena, casi caliente, por lo que el baño fue largo. Nos secamos al sol en la orilla y aprovechamos para comer y ya a los postres nos divertimos como niños, tuvimos poco menos que un campeonato de lanzamiento de piedras planas al agua, a ver quién conseguía más saltos. Creo que gano Antolín, que casi consiguió que la piedra llegara saltando hasta la orilla de enfrente del recodo en que nos encontrábamos.
Con frecuencia me sucede que al estar en un sitio ‘antiguo’ o con cierta historia me de por pensar en como sería el entorno o como se viviría en otras épocas, o como se construyó aquello, etc ... En esta ocasión nosotros nos bañamos, comimos relajadamente y nos entretuvimos haciendo saltar las piedras en el agua, pero … ¿cómo era este sitio antes de que hubiera una presa? ¿cómo y por qué se hizo la presa de Puentes Viejas?


Se construyó en dos fases, la primera entre 1917 y 1925, y su fin era tener más capacidad de abastecimiento a la ciudad de Madrid. Hasta entonces solo existía la presa de El Villar, en el mismo rio aguas abajo. Se utilizó la tecnología más avanzada del momento, nada menos que las primeras hormigoneras y apisonadoras eléctricas. Posteriormente se ampliaría hasta la capacidad actual entre 1932 y 1935.No obstante la finalización definitiva no fue hasta 1960. Faltaban remates que se aplazaron debido a la guerra y que por las razones que sea no llegaron a finalizarse hasta dicho año.
Otro tema del pasado en torno a esta presa es el famoso ‘Frente del Agua’ durante La Guerra Civil. Resulta que el mantenimiento del abastecimiento de agua a Madrid era un tema de vital importancia: si los sublevados consiguieran cortarlo, en un mes Madrid caería y seguramente la guerra hubiera durado mucho menos. Por eso en esta zona hubo un frente: Los republicanos para defender la presa y los sublevados para intentar conquistarla.

Curioso frente por cierto, durante tres años estuvo estabilizado, unos a un lado y los otros al otro, pero casi sin ataques, se le llama también ‘el frente olvidado’. Hasta hubo momentos de confraternización, como un intento de jugar un partido de futbol entre ambos bandos, o muchas ocasiones de intercambio de tabaco, suministrado desde el lado sublevado, a cambio d papel de liar, por el lado republicano. El frente se abandonó con el final de la guerra. Pero ¿por qué estuvo este frente tan olvidado durante toda La Guerra? Esa es otra historia. Bueno, el caso es que ahí estábamos nosotros, bañándonos tranquilamente al sol y no como los soldados hace 80 años, metidos en trincheras durante tres años.
En fin, dejémonos de batallitas. Como quiera que la lluvia continuaba siendo una seria amenaza, por muy relajados que estuviéramos, no nos quedaba otra que seguir la ruta, inicialmente bordeamos un poco el embalse, pero pronto decidimos acortar ‘en línea recta’ hacia los coches. Para ello tuvimos que lidiar con un montón de barreras, a veces vallas de piedra que pasábamos por encima y otras alambradas, que pasábamos por debajo, a gatas, incluso reptando.


La tormenta nos perseguía, ya en la distancia vimos como llovía fuertemente, incluso tronaba, donde un rato antes nos habíamos bañado. La propia tormenta nos metía prisa.
Aun nos quedaba algo por ver, en la última gran finca que cruzamos, ya pegados al pueblo, contemplamos como varios cervatillos corrían raudos y veloces, tal vez jugando, tal vez asustados por la incipiente tormenta, o tal vez al vernos a nosotros. El caso es que fue un hermoso espectáculo verles correr 200 o 300 metros seguidos.
Y finalizamos. Esta vez el cuentakilómetros se paró en la distancia inicialmente prevista, algo más de 15 km, y nos fuimos a una terraza  al centro del pueblo a disfrutar de las merecidas jarras de cerveza, que corrieron por cuenta del nuevo Estrella Negra, yo.
Pero, ¿y la tormenta? Pues la tormenta esperó a que termináramos las cervezas, sólo nos hizo correr unos metros hasta alcanzar los coches, y una vez dentro explotó, y diluvió durante un rato largo. Una vez más, ese extraño pacto con San Pedro nos ayudó.
En conclusión: tranquila, muy tranquila excursión, con muy pocos asistentes, con la temperatura justa en cada momento, sin agua de lluvia, con agua de placentero baño donde 80 años atrás fue una peligrosa zona de nuestra guerra ¿cuánto hubieran durado los veloces cervatillos en aquella época?.
Seré neutral: lo dejo en 3 sicarias.
Jorge Montero

miércoles, 23 de agosto de 2017

Excursión 364: Río Duratón

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puente de Villaseca

Final: Sepúlveda
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 13,6 Km 
Desnivel [+]: 266 m 
Desnivel [--]: 194m 
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable:
Valoración: 4,3
Participantes: 24

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Hay que empezar por decir que, el poder de convocatoria que tienen los “primos” Cid es de un poderío inmenso. O, ¿es el cordero el responsable de la afluencia masiva a una memorable marcha, con río pero sin baño?. Corramos el “estúpido” velo, digo el “tupido” velo y dejemos en una atractiva incógnita su acertijo.

Habíamos quedado, como de costumbre, en la plaza del pueblo con la mala suerte que ese día en Sepúlveda había mercadillo, y no precisamente medieval, por lo que no hubo manera de contactar de una manera razonable con los 24 participantes que tuvimos la osadía de presentarnos aquí para disfrutar de la marcha, la compañía, la sombra, el río, la temperatura y por supuesto “el cabrito”, digo “el cordero”  que nos esperaba al final de la ruta.

Superados esos primeros momentos de cierto “desastre” organizativo con los coches de los que iban y los que se quedaban, iniciamos nuestro traslado hacía el Puente de Villaseca, en los márgenes del Río Duratón punto de comienzo de la jornada.

Llegados a este punto, miel sobre hojuelas. Enseguida la organización se puso manos a la obra y se inició el agradable paseo que, como de costumbre, parecía más una romería, a la que sólo le faltaba ir cantando algunos “salmos”, que un grupo de “avezados” senderistas dispuestos a cualquier sacrificio que el/los diferentes “boss” pudieran plantear.

Nada más iniciar la marcha llegamos a la Cueva de los Siete Altares, que estaba bien enrejada para evitar que alguien pudiera cometer alguna “salvajada”.

Proseguimos nuestro camino atravesando distintos cauces que en estas fechas estaban más que secos que una “mojama”: el Arroyo de Valdepino, el Arroyo de Valdemuelas. Mencionar, asimismo, los diferentes puentes que atraviesan el río y que nos permitieron vislumbrar unas imágenes llenas de luz, sombra y color: Puente del Villar, Puente de Talcano, Presa de la Fábrica de la Luz  y Puente de Picazos.

Hubo un momento del recorrido que a punto estuvieron de ser “excomulgados” ciertos elementos subversivos que, o bien estaban sordos o se hacían los sordos, pues no parecían dispuestos a rezar “el ángelus” y no paraban de caminar ni a pesar de la amenaza que pendía sobre sus cabezas. Por fin pararon y pudimos disfrutar de las “viandas”, de la “charleta” y de la compañía, sin prisas y sin pausas. Jajajaja.

Hemos de decir que, afortunadamente, pudimos refrescarnos en las diversas fuentes que nos encontramos en nuestro recorrido:  Fuente del Chorrillo, Fuente Redonda, Fuente de la Hontanilla, lo que nos permitió llegar con nuestras fuerzas casi intactas al duro final de la marcha el Arco de la Fuerza que nos obligó a ascender en 500 metros un desnivel +/- 300 metros una pared que después de 13 kilómetros de recorrido nos costó sangre, sudor y lagrimas.

Mención especial merecen, como siempre, nuestras chicas que se portaron como unas “jabatas” y superaron todas las dificultades sin esfuerzo “aparente”, jajajaja. Y, por supuesto, nuestro “baby”, Lucas, nieto de Julián, que se portó como un campeón. Ánimo, chaval.

Pero lo más importante y esperado vino después, la tradicional cervecita, para los que ya íbamos más que “perjudicados”, en Sepúlveda, mientras esperábamos a los conductores que dejaron sus vehículos en el inicio de la marcha, y nuestro traslado a la población de Navares de Enmedio, piscina municipal, lugar previsto por los “Cid” para degustar ese famoso “cordero” segoviano que fue la delicia de todos los comensales, bien regado con vinos, aguas, postres y cafés. Un sobresaliente para este evento gastronómico. Y para rematar “la faena”, unos partiditos de “futbolín”, recordando tiempos pasados, en los que volvieron a brillar con luz propia y ajena, a pesar de los críticas recibidas, los “maestros” de este arte, Santi/Marcelo. Olé, ole, y ole. Jajajaja.

Por último, la agencia “esa” propone 3,5 sicarias para la marcha y 5 para la marcha gastronómica, lo que redondeando hacen 4,3.
Marcelo

miércoles, 16 de agosto de 2017

Excursión 363: Calas del Pantano de San Juan

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Juan

Final: San Juan
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 10,1 Km 
Desnivel [+]: 377 m 
Desnivel [--]: 377 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)


RUTA EN WIKILOC
Bueno, pues ahí va mi crónica, aunque será un tanto particular, ya que ha sido mi primera ruta. Mi primer contacto con 7 de los senderistas que formaban parte de la ruta, y mis impresiones, que se van a basar en la única y pobre observación de una "novata".

10 de la mañana, mochila, bocatas, botas cómodas, quedada en el Pantano de San Juan... y yo, ¿qué narices hago aquí?

Pues ya que he llegado hasta el sendero, habrá que caminar... ufff!! tiene pinta de ser un día muy caluroso... ánimo, que habrá sombrita y árboles. Ni sombra, ni árboles, pero Enrique, uno de los senderistas, amablemente, me prestó un sombrero... todo facilidades para no salir huyendo.

En fin, comenzamos cruzando el muro de contención de la presa para acercarnos a ver la auténtica presa y una bonita vista del embalse. ¿esto cuenta?, me apresuro a preguntar, no sea que el esfuerzo no estuviese incluido en el recorrido previsto. Sí, que cuenta -ya me siento más animada-.

Tras acercarnos al agua para sacarnos la foto de grupo, con un fondo de barcos atracados que nada envidiaría al de Puerto Banús, la ruta continua por un sendero estrecho, pedregoso y rodeado de árboles (pinos y encinas) -lo intuyo, porque del suelo, yo, no levantaba la vista (por si acaso resbalaba)-, mis compañeros de ruta me amenizaban el camino con sus anécdotas y maravilloso sentido del humor.

Al cabo de un rato, comenzamos a ascender por un camino muy estrecho y bastante incómodo (aquí lo de mirar al suelo, era cuestión de supervivencia). Mi amiga Ana, por la que estoy en estos apuros, me dijo que había un ascenso de unos 220 metros al Cerro de San Esteban, y que, ingenua, me pareció una cifra insignificante. Realmente lo es, pero, recordad, ¡soy novata! seguimos durante un tiempo hasta llegar a la cima, empedrada, con ligeros arbustos, alguna sombra, y unas vistas maravillosas al Pantano de San Juan.

Ya empieza a tener sentido este "tonto" sacrificio de caminar por caminar. Nuestra primera parada para reponer fuerzas, unos aperitivos energéticos y agradable compañía.

De nuevo en marcha, con las oportunas explicaciones de Antonio, que nos dijo que teníamos que bajar por donde habíamos subido. Pensé que estaban más locos de lo que me había figurado en un principio... pero no, era mi primera novatada... ¡que susto!

Continuamos por otro camino, no sin antes hacernos unas fotos en las que yo debía dejar constancia de mi primera vez, subida a un pedestal de piedra con un montículo de un metro aproximadamente. de alto -que luego me enteré que llamaban vértice geodésico- donde se suponía que tenía que subirme para hacerme la foto... eso sí, con ayuda de mis compañeros "por donde hiciera falta". Segunda novatada y, por supuesto, totalmente creíble para mí.

Unas risas... y comenzamos el descenso, que no tenía nada que ver con la empinada subida anterior. Grandes planchas de piedra con musgo, nos iban facilitando la bajada, hasta que llegamos a la orilla del Pantano.

Sorprende el tamaño, y el bajo nivel de agua, parte de la ruta no la habríamos podido hacer, si hubiese estado al máximo de su capacidad. La arena blanca, como si de una playa se tratara.

Bajamos entre piedras y arena, hasta llegar al mismo borde del agua para darnos un estupendo baño. Por cierto, el pantano estaba muy tranquilo, prácticamente sin gente.

Todos nos zambullimos, y el valiente del grupo, Antonio, llegó hasta una claraboya, en mitad del pantano, los demás, disfrutando de la orilla !sin jugarnos la vida, vaya!

Continuamos camino, entre la arena y senderos estrechos que nos llevaron a una zona tranquila, para tomar un nuevo descanso y comer unos bocadillos, mientras contemplábamos el ir y venir de las lanchas, que dejaban bonitas estelas a su paso.

Esta segunda parte, ya de vuelta, tiene su propio título: "el cardo Mariano". Unas milagrosas pastillas que le recetaron a Nico y que le ha devuelto a la juventud, sus poderes mágicos nos cautivaron a todos. Entre bocado y bocado, el cardo Mariano, formó parte de nuestro menú.

Y ya de regreso, a poco de finalizar, nuestra añorada y deseada cerveza en uno de los merenderos con mejores vistas del pantano. 

Parada obligatoria para disfrutar de un merecido descanso, al que Paco añadió un último baño.

En resumen, ruta fácil, y con bonitas vistas, ideal para principiantes a la que puntúo con un 4.
Rosa Rodríguez

FOTO REPORTAJES

miércoles, 9 de agosto de 2017

Excursión 362: Río Lozoya y Arroyo del Aguilón

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Isla. Rascafría

Final: La Isla. Rascafría
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,6 Km 
Desnivel [+]: 321 m 
Desnivel [--]: 321 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN
En esta ocasión Antonio y Paco, se confabulan contra mí amparados en la supuesta inactividad debida al doble esguince que he cosechado durante esta ruta, no teniendo más salida que la de ponerme a la tarea.

Una vez llegado a la zona del aparcamiento en La Isla, donde hoy vamos a dejar los coches, veo aparecer saliendo de entre el pinar una figura femenina que resulta ser Pepa. La primera participante de la corta lista de hoy con motivo de las vacaciones.

Formado el grupo por siete senderomagos, Pepa y Sol, que viene acompañada por sus dos peludos, sumamos un total de nueve participantes que iniciamos la marcha haciendo el primer cruce del río por el puente de madera junto al Restaurante de la Isla.

En agradable y sombría bajada por la margen derecha del Lozoya, nos encontrarnos junto a la ruinosa Fábrica de la Luz con varios restos de su antigua maquinaria esparcidos por su interior.

Un poco antes de cubrir los primeros 3 Km estamos en la unión con el Arroyo Aguilón que nos marca el inicio de la senda ascendente para llegar a la Poza del Tubo donde los primeros amigos del agua se dan su primer baño mientras algunos otros damos cuenta del tentempié mañanero.

Continuando la marcha, esquivamos a un amplio conjunto de vacas que nos miran sorprendidas y al poco de cruzar un segundo puente de madera, damos vistas a la Poza Sombría que hace honor a su nombre y a mí segundo apellido, no encontrándose muy apetecible para el baño.

En continua subida poco antes de llegar al Canchal, nos encontramos con una pequeña zona de arena suelta que supero viendo que vamos a coincidir con otro grupo de bajada acompañado de perros y nos aconsejamos continuar por la ribera del arroyo para evitar trifulcas caninas. Aquí es donde – al volver a bajar la zona de arena - los “gajes del oficio + imprudencia” me hacen resbalar y producirme el primer esguince en el tobillo izquierdo ......... Digo impudencia, porque llevo calzadas las deportivas de bicicleta con suela lisa, para no descalzarme en los baños de las distintas pozas y que tan buen resultado me dieron en la pasada marcha fluvial por dentro del cauce en el Alberche. (Las botas de montaña van y continúan en la mochila).

Superado El Canchal nos hacemos la foto de grupo ya que Marcos y su amigo-vecino convertidos en estrellas fugaces, nos abandonan poco antes de alcanzar el punto más alto del día en Las Cascadas del Purgatorio, donde varios no perdonamos la ducha bajo la chorrera y el fresco baño en un agua que hoy no supera los 15 grados debido al cielo algo nublado y un viento que en estas alturas no presume de cálido.

Como El Boss indica que la comida se realizará en Las Presillas, iniciamos la bajada de regreso con el paso por la Poza del Acebo, Poza del Puente y las ya citadas anteriormente, llegando a la zona donde vamos a comer el bocata montañero de hoy. Sol sitúa y sujeta a sus peludos, Pepa no perdona su otro baño y yo al intentar sentarme en el santo suelo, me hago el segundo esguince sobre lo ya dañado para continuar con dolor y no sólo viendo dónde poner el pie.

Durante el rato de la comida, desaparece el palo-bastón-soporte de cámara que utiliza José María, siendo buscado afanosamente sin éxito aunque al volver a ponernos en marcha, es encontrado por Cesar para lógica satisfacción del amigo José María.

Ya “sólo y en subida” – puesto que nos encontramos en el punto más bajo - nos queda desandar por la margen izquierda del río Lozoya, los 4 km que nos separan de los coches que esta mañana dejamos situados en La Isla.

Con lo ya dicho del dolor, mí bastón de senderismo y la garrota amablemente cedida por Cesar, llegamos al Restaurante Los Claveles para dar cuenta de las merecidas cervezas como delito y condena aún habiendo regresado de visitar Las Cascadas del Purgatorio .......

¡Tendré que volver a Segovia sin saber con qué pie voy a pisar el embrague!. En cuanto a la puntuación, sicarias 4, esguinces 2, ganan las sicarias por dos tantos y habrá que continuar.
Ángel Vallés

FOTOS