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miércoles, 9 de agosto de 2017

Excursión 362: Río Lozoya y Arroyo del Aguilón

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Isla. Rascafría

Final: La Isla. Rascafría
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,6 Km 
Desnivel [+]: 321 m 
Desnivel [--]: 321 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
En esta ocasión Antonio y Paco, se confabulan contra mí amparados en la supuesta inactividad debida al doble esguince que he cosechado durante esta ruta, no teniendo más salida que la de ponerme a la tarea.

Una vez llegado a la zona del aparcamiento en La Isla, donde hoy vamos a dejar los coches, veo aparecer saliendo de entre el pinar una figura femenina que resulta ser Pepa. La primera participante de la corta lista de hoy con motivo de las vacaciones.

Formado el grupo por siete senderomagos, Pepa y Sol, que viene acompañada por sus dos peludos, sumamos un total de nueve participantes que iniciamos la marcha haciendo el primer cruce del río por el puente de madera junto al Restaurante de la Isla.

En agradable y sombría bajada por la margen derecha del Lozoya, nos encontrarnos junto a la ruinosa Fábrica de la Luz con varios restos de su antigua maquinaria esparcidos por su interior.

Un poco antes de cubrir los primeros 3 Km estamos en la unión con el Arroyo Aguilón que nos marca el inicio de la senda ascendente para llegar a la Poza del Tubo donde los primeros amigos del agua se dan su primer baño mientras algunos otros damos cuenta del tentempié mañanero.

Continuando la marcha, esquivamos a un amplio conjunto de vacas que nos miran sorprendidas y al poco de cruzar un segundo puente de madera, damos vistas a la Poza Sombría que hace honor a su nombre y a mí segundo apellido, no encontrándose muy apetecible para el baño.

En continua subida poco antes de llegar al Canchal, nos encontramos con una pequeña zona de arena suelta que supero viendo que vamos a coincidir con otro grupo de bajada acompañado de perros y nos aconsejamos continuar por la ribera del arroyo para evitar trifulcas caninas. Aquí es donde – al volver a bajar la zona de arena - los “gajes del oficio + imprudencia” me hacen resbalar y producirme el primer esguince en el tobillo izquierdo ......... Digo impudencia, porque llevo calzadas las deportivas de bicicleta con suela lisa, para no descalzarme en los baños de las distintas pozas y que tan buen resultado me dieron en la pasada marcha fluvial por dentro del cauce en el Alberche. (Las botas de montaña van y continúan en la mochila).

Superado El Canchal nos hacemos la foto de grupo ya que Marcos y su amigo-vecino convertidos en estrellas fugaces, nos abandonan poco antes de alcanzar el punto más alto del día en Las Cascadas del Purgatorio, donde varios no perdonamos la ducha bajo la chorrera y el fresco baño en un agua que hoy no supera los 15 grados debido al cielo algo nublado y un viento que en estas alturas no presume de cálido.

Como El Boss indica que la comida se realizará en Las Presillas, iniciamos la bajada de regreso con el paso por la Poza del Acebo, Poza del Puente y las ya citadas anteriormente, llegando a la zona donde vamos a comer el bocata montañero de hoy. Sol sitúa y sujeta a sus peludos, Pepa no perdona su otro baño y yo al intentar sentarme en el santo suelo, me hago el segundo esguince sobre lo ya dañado para continuar con dolor y no sólo viendo dónde poner el pie.

Durante el rato de la comida, desaparece el palo-bastón-soporte de cámara que utiliza José María, siendo buscado afanosamente sin éxito aunque al volver a ponernos en marcha, es encontrado por Cesar para lógica satisfacción del amigo José María.

Ya “sólo y en subida” – puesto que nos encontramos en el punto más bajo - nos queda desandar por la margen izquierda del río Lozoya, los 4 km que nos separan de los coches que esta mañana dejamos situados en La Isla.

Con lo ya dicho del dolor, mí bastón de senderismo y la garrota amablemente cedida por Cesar, llegamos al Restaurante Los Claveles para dar cuenta de las merecidas cervezas como delito y condena aún habiendo regresado de visitar Las Cascadas del Purgatorio .......

¡Tendré que volver a Segovia sin saber con qué pie voy a pisar el embrague!. En cuanto a la puntuación, sicarias 4, esguinces 2, ganan las sicarias por dos tantos y habrá que continuar.
Ángel Vallés

FOTOS

miércoles, 2 de agosto de 2017

Excursión 361: Río Alberche

FICHA TÉCNICA
Inicio: Aldea del Fresno

Final:  Aldea del Fresno
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 6,4 Km 
Desnivel [+]: 73 m 
Desnivel [--]: 73 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 15

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Casi sin antelación nos invitó Enrique C. a Selem y a mi. Un día antes nos dijo que llevásemos bocadillo, agua y calzado adecuado. Llegó el día y partimos hacía Aldea de Fresno, acompañaba la mañana pero ni Selem ni yo sabíamos qué nos esperaba en el punto de encuentro, las afueras del pueblo, junto al río Alberche.

Allí, poco a poco aparecían amigos del club, hasta 15 nos reunimos. Separaron los coches, 5 en el inicio, 5 en el final. Todo pensado hasta el milímetro. Parecía un día perfecto, sin móviles, sin preocupaciones, sin pareja, la mente despejada, solo un objetivo empezar a andar y terminar en La Poveda, 8 km. a favor de la corriente del río Alberche.

Esperábamos encontrar “gente” como cada día que salimos a la calle pero tanto Selem como yo nos dimos cuenta que no era gente, eran personas, personas entrañables y sinceras, de esa calidad que cuesta encontrar. Pensaba que tenía suerte de conocer a una, luego dos, tres y así hasta el final y resulta que todos estaban cortados por el mismo patrón, aventureros y nobles compañeros de un viaje desconocido y buenas personas. Pero n
o nos pongamos sentimentales, vamos al asunto.

La ruta era fácil, algo pesada por el agua, al transcurrir enteramente por el lecho del río, pero fácil y lo mejor era que no había normas. Podíamos ir cada uno a nuestro ritmo, delante, detrás. Muy divertido, parecíamos una gran familia de vacaciones, como si nos conociéramos de toda la vida. No nos sorprendía nada de lo que hicieran los demás. Una de las anécdotas fue cuando alguien encontró una colchoneta de playa y la infló, yo nunca lo habría intentado, pero funcionó y pudimos descansar las mochilas guardadas cuidadosamente por Sol y Pepa.

Se llegó a un acuerdo que era el descansar a las 12:00 h. y encontramos una isla a mano derecha del río. Selem y yo nos integramos más en el grupo y compartimos aperitivos y tabletas energéticas. Yo muy feliz, pero el sumun fue cuando Jesús sacó la bota del vino de La Seca, casi lloro de entusiasmo, lástima que desde ese momento empezaron las restricciones, una bota mediana para muchos, resignación.

Paco dio la voz de alarma: "¡¡¡Que sube la marea!!!", pero no le dimos importancia. Calculo que estaríamos en el km. 3, faltaban 5, ya la teníamos medio hecha y pensábamos en la recompensa del final, la cerveza fresca. Pero no, este fue el punto de inflexión, Selem abría el camino después Marta, Lucas -su hijo- y el veterano de buceo profesional Julián luego yo y a unos metros los demás.

Una curva peligrosa, eso es, ellos a media cintura la pasaron y me dieron paso a mí, pero al rebasarla ya no hacía pie y me costó salvar del agua la mochila. Los de delante reían porque acababan de pasar sin nadar y yo no pude. Detrás, todos empezaron a tener más complicaciones, Enrique no pudo mantener seca su mochila y Ana tuvo que agarrarse a una rama para que no le llevase la corriente, era como si alguien hubiese tirado de la cadena y nos arrastrase a todos por la presión.

Antonio o San Antonio dio la primera orden, había que tomar una decisión, éramos un grupo de aventureros, no venía ningún marine ni legionario y tomamos y optó por lo más sensato, volver al punto de encuentro por tierra. Se reunió el grupo en una arboleda a la vereda del río y vimos como seguía creciendo la corriente, fueron momentos de incertidumbre hasta que comenzamos a sacar los alimentos que nos quedaban. La bota empezaba a estar medio vacía y las miradas de a quién le tocaba beber se cruzaban.

Ana y Antonio hicieron una incursión por el bosque a ver por donde podríamos llegar al sendero, los demás ya pensábamos llamar al Samur o al 112, al rato vimos un avión de salvamento y no nos hizo caso. Fueron los peores momentos, algunos almacenaban moras por si había demora pero regresaron los santos, San Antonio y Santa Ana y nos dieron las coordenadas para volver a la vía de regreso.

Iniciamos el regreso, camino de los coches, pasando merendero tras merendero sin ningún consuelo. Una vez en el aparcamiento, nos acercamos a la Poveda en coche, y en el trayecto todos hablaban de Ángel V. y lo comparaban con Fernando Alonso, por lo que corría, y además con una sola mano.

Aparcamos junto a un merendero, al lado de la
Ermita de Nuestra Señora de la Poveda. La mesa parecía que estaba puesta para nosotros, entramos los 15 y muchos tomamos dos cervezas, porque de la primera ni nos enteramos. Se nos pasó el tiempo volando en esa mesa y compartimos lo mejor, nuestras vivencias y anécdotas.


Tras el descanso, visitamos la Ermita y vimos al párroco que parecía italiano. Marta, Luca y Julián se despidieron. Los demás fuimos andando a un merendero cercano donde había una pequeña entrada al río, que ahora llevaba una endiablada corriente. 


Paco, con un valor extremo, se subió en lo más alto de un árbol y amenazó con tirarse. Todos le dijimos que no lo hiciera pero cuando uno es valiente, es valiente y se tiró. Casi lo lleva la corriente pero usó su fuerza y consiguió reunirse con el grupo. La siguiente en bañarse fue Pepa y casi la perdemos, el río tenía mucha fuerza pero la rescatamos a tiempo.

Ya nos íbamos, pero antes conocimos a un paisano que nos dice que podemos ir a su bar cuando queramos y nos advierte que sueltan el agua del pantano de Picadas a las 12 y lo cierran a las 9, excepto los domingos -que solo abren compuertas por la tarde- pero que como en el día de hoy nunca había visto el río tan cargado, ¡vaya!, hemos tenido mala suerte, habrá que volver en domingo.

Por lo divertida y la intensidad de los momentos vividos otorgo 4 sicarias a esta fluvial excursión.
Flavio.