miércoles, 30 de septiembre de 2020

Excursión 528: La Carrasqueta y la Mina de Cabeza Líjar

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Jarosa
Final: La Jarosa
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 14,6 Km
Desnivel [+]: 867 m
Desnivel [--]: 867 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 19

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Hemos aparcado en el Área Recreativa La Jarosa II, cuyo bar estaba cerrado. Iniciamos nuestra ruta, con un día espléndido, en varios grupos, por una pista bastante ancha, con poca pendiente. Enseguida atravesamos, casi sin darnos cuenta, el arroyo de la Calle de los Álamos.

La pendiente comienza a complicarse cuando dejamos a nuestra derecha un cortafuegos y nos adentramos en el Barranco del Tomillar. Enlazamos con el Camino de la Carrasqueta, que asciende junto a la tapia del Valle de los Caídos, que nos obliga a centrar la atención y esfuerzos en el camino.

Son las 11:30 y ya hemos llegado a la esquina del muro del recinto, con unas bonitas vistas de la Cruz. Una subida muy pronunciada con mucha piedra, dejando la valla de Cuelgamuros a la izquierda. 

En un risco cercano, hemos parado para hacer fotos, con unas vistas espléndidas hacia el valle. Más allá de la construcción faraónica y un poco tétrica del monumento a los Caídos, también podemos adivinar un viacrucis con pequeñas ermitas dentro del recinto, sobresaliendo la del Altar Mayor.

Atravesamos por un paso abierto en el vallado de alambre y seguimos subiendo por otra pendiente pero bastante más llevadera. Toda de roca, no de piedra suelta como antes. Y voy la última, grabando para no olvidarme porque me va a tocar hacer…. LA CRÓNICA. 

Estamos siguiendo la cuerda de la Sierra de Guadarrama y estamos ahora pasando por una explanada, con vistas a dos valles, en el de la izquierda destaca, a lo lejos, unos molinos de viento cercanos a Peguerinos. Paco N. me cuenta que ya estamos llegando a los alrededores de la Carrasqueta. Mecha, Raquel y Lourdes se han bajado ya de regreso. Hoy no completan la ruta con nosotros.

Estamos pasando ahora por un sitio super bonito, con mucha jara, lavanda, romero y enormes pinos solitarios. Tenemos una pequeña subidita de rocas y ahí va el primero Twiter. Hoy ha venido él solo, creo que su hermano está lesionado.


En la subida Paco N. va delante de mí reconstruyendo hitos. Cuando llegamos arriba no puede evitar exclamar: “Todo un paisaje espléndido se abrió a nuestros ojos”.

Y efectivamente lo es. Desde allí y con la ayuda de Paco N, que nos las va identificando, saludamos de izquierda a derecha, a la Peñota, 
la Mujer Muerta, el Montón de Trigo, Siete Picos, Peñalara, la Bola del Mundo, la Maliciosa, la Sierra de los Porrones, la Pedriza, el Cerro de San Pedro, la Sierra de Hoyo, la Jarosa, y más próximo, el Cerro del Telégrafo. 

En el valle, destaca la enorme cruz y la basílica, también se ve el poblado donde vivía la gente que trabajaba en el Valle de los Caídos, aunque no sabemos si aún sigue habitado.

Por fin hemos llegado a la cumbre del Cerro de la Carrasqueta, de poca prominencia pero que tiene 1.651 metros de altura. Junto a lo que queda de un refugio de la Guerra Civil, paramos a tomar el tentempié de media mañana, lo que llamamos el ángelus. Cada uno separado, separadísimos, según establecen las normas.


Se sigue viendo impresionante la Cruz de los Caídos y unas vistas preciosas. Tenemos Ávila a la espalda con Peguerinos y los molinos, a la derecha la Cruz y de frente todas las montañas de la Sierra de Guadarrama.

Tras el descanso, comenzamos el descenso por una pradera muy bonita. Dejamos unas rocas y unos derruidos refugios de piedras a la izquierda. Pasamos junto a unos pequeños pinos, más jara, más lavanda… ¡el monte está precioso!


La bajada por ahora es llevadera, no me duelen mucho las rodillas. Aunque un poco más adelante se hace más puñetera, pero las vistas que tenemos hace que se te olvide. Salimos de un pequeño pinar y llegamos a un colladito llamado El Pocillo, toca ahora cambiar la bajada por una nueva subida.

Entre pinos, me veo cantando con Marcos, Celia y Paco N. "Un beso y una flor" a lo Nino Bravo, amenizando la subida pedregosa con aquello de "Forjarán mi destino, las piedras del camino, lo que nos es querido, siempre queda atrás", que viene que ni al pelo. Con tanto canto, perdemos un poquito de fondo sí, es demasiado cantar subiendo.

Atravesamos por un portón una valla que da acceso a una senda con una subida bastante empinada, pero fácil porque no es de mucha piedra suelta. Dejamos a la derecha toda la sierra de Guadarrama y a la izquierda tenemos unos berrocales preciosos. El sendero transcurre por un bosquecito de jaras y pinos precioso. 

Seguimos por el GR-10 hacia el Risco del Polanco, una zona de rocas muy bonita, que nos envuelven, como si fueran monumentos. Y que cada uno adivine lo que son. Yo por ejemplo estoy pasando por la cara de un gigante boxeador con la nariz un poco chafada.


Por cierto no he hablado del cielo, ¡vaya cielo tenemos hoy! Y el tiempo no digamos, el veranillo de San Miguel nos está regalando una mañana perfecta.

Los helechos ya tienen color de otoño. Se confunden entre las jaras y los pinos y nos envuelven en un camino mágico. Estamos atravesando una zona de bosque sobre una alfombra de pinocha y piñas chiquititas. A nuestra vera algún que otro árbol seco y fantasmagórico vigilando nuestro paso.


Pasamos por una praderita, cruzamos un portón y continuamos subiendo hacia el refugio de la Salamanca desde donde dicen se ve el Alto del León. Más piedras, más subida, pero llevadera. Ya hemos llegado, el refugio está hecho una pena con todo el tejado hundido, delante de él, hacemos una parada para las fotos de grupo.

Con estas estupendas vistas recordamos otras excursiones: Cabeza Líjar a la derecha, Cueva Valiente y la cencellada que vimos, la sierra del Quintanar,…¡cuántos recuerdos!


Estamos bajando por un prado que recuerda a la Casa de la Pradera y Jorge ya se está mimetizando con Laura Ingalls corriendo por la pendiente mientras Paco C nos tararea la sintonía de la serie.

Tenemos Cabeza Líjar de frente, pero vamos al Collado de la Mina. Hemos hecho una bajada relativamente buena, sin demasiada pendiente.

Desde el collado, en el que han puesto una barrera que impide el paso de vehículos por la carretera que va al Alto del León, nos acercamos a la mina de Wolframio que hay a pocos metros. Me interno en la angosta cueva, pensando que, como en otras, hay un Portal de Belén, pero no, lo único que había era agua.

De todos modos merece la pena adentrarse y recorrer un buen tramo hasta que la oscuridad es absoluta. Jorge a mis espaldas me daba bastante seguridad. Atraviesas pasillos laterales entre piedras y agua y pegotones de mejor no saber qué en las paredes, ¿restos de murciélagos fosilizados?, es lo que me parecía.

Hemos parado para comer un poquito más abajo de la mina, en Matalachina. Y luego hemos continuado bajando hasta cruzar una pista y ahora estamos atravesando la Loma del Cerro del Cebo de los Lobos ¡Adivina cómo es! Lleno de jaras, y muchos pinos, y más piñas. Cruzamos una bonita pradera y vadeamos el arroyo del Picazuelo, que llevaba muy poca agua.


Pasamos junto al Cerro del Hornillo y seguimos por una preciosa pista, entre espigados pinos, subiendo ligeramente. Ya un poco cansados y tropezando cada vez con más frecuencia.

Estoy un poco desorientada porque andamos entre bosques, pero ya salimos a un claro y al fondo, a la izquierda se ve la Maliciosa y la Bola, que me reubican.


Bajada, piedras y más piedras. Una hartura de bajada de piedras, con las que hay que procurar no resbalar. Afortunadamente, pronto se acaba y seguimos por una pista grande, por la zona que llamam Las Conejeras.

Enseguida alcanzamos una extensa pradera, junto a las ruinas de la Casa de San Macario, y vemos al fondo el aparcamiento de la Jarosa, terminamos la ruta, sí los últimos, pero con Marcos cantándonos y echándonos unas risas después del esfuerzo realizado, en esta estupenda ruta, que me ha encantado y a la que concedo una puntuación de 5


EJERCICIO DE COMPRENSIÓN: Contar las veces que he repetido: jara, pino, piña. Muchas, ¿verdad?, pues no tantas como había en el camino.
Belén Prieto

FOTOS
* Fotos de Paco Nieto

jueves, 24 de septiembre de 2020

Excursión 527: El Reventón y Puerto de los Neveros

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Ildefonso
Final: San Ildefonso
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 20,4 Km
Desnivel [+]: 1.191 m
Desnivel [--]: 1.191 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 13

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Bueno, por fin pude realizar mi acostumbrada subida al Reventón de cada año, esta vez acompañada por el GMSMA, no ha sido el día ideal por el mal tiempo que nos hizo, tuvimos sol, niebla, lluvia y frío, pero en resumen una excursión fantástica.

Empezamos el exigente ascenso al Reventón desde la urbanización del Caserío de Urgel, en la Granja de San Ildefonso. Echamos a andar hacia el portón que da acceso a la pista que trepa, entre robles, hacia el puerto, con unas vistas muy tristes del monte, quemado por el incendio del año pasado, pero reconforta ver cómo la naturaleza se abre paso de nuevo entre tanta desolación.

El cielo estaba muy nublado, pero aún se veían algunos rayos de sol. En una de las incontables zetas que realiza la pista paramos para contemplar las estupendas vistas que se tienen del Palacio de la Granja, Siete Picos, el Montón de Trigo, la Mujer Muerta, la planicie segoviana y la Atalaya desde el mirador de Tere, donde nos hicimos un montón de fotos con tan impresionantes panorámicas.

Un poco más arriba, en el mirador de Poyo Judío, contemplamos más de cerca la sierra, a la vez que las señales del devastador incendio se hacían más evidentes. Daba mucha pena ver los pocos árboles que quedaron, ennegrecidos y solitarios, únicos testigos de la tragedia.

Por la pista, alcanzamos la Puerta del Reventón, como reza una inscripción en un monolito al estilo de los muchos que instalaron al crearse el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, junto a la fuente del Infante.

Como faltaba poco para la hora del ángelus, nos detuvimos a tomar el tentempié junto al chozo que hay a su lado, felizmente salvado de las llamas. En uno de sus laterales hay una placa con su nombre y unas fechas, 1905 - 2005, falta la de 2019, cuando volvió a nacer.

Hasta ese momento, el tiempo nos respetó y pudimos disfrutar de unas preciosas vistas mientras reponíamos fuerzas. En la fuente rellenamos las botellas de agua, sin saber todavía que precisamente agua no nos iba a faltar.

Fue comenzar de nuevo a subir, cuando la niebla apareció, haciéndose más espesa conforme ganábamos altura. Cruzamos el arroyo del Chorro Grande, que nace precisamente un poco más arriba, hacia dónde nos encaminamos: el puerto del Reventón. Una cerca de piedra, a nuestra derecha, guía la empinada senda que conduce a él.

Al alcanzar el puerto de tan elocuente nombre, la visibilidad era casi nula a pocos metros del monolito dedicado a José Ibáñez Marín, fundador de la Sociedad Militar de Excursiones, del que aquí se puede saber más.

Como el GMSMA nunca había subido al cerro del Reventón, nos acercamos a él, para así reducir la lista de dosmiles pendientes, que se recopilan aquí. En su vértice geodésico, situado a 2.079 metros de altura nos fuimos fotografiando todos, postureos incluidos.

En cuanto iniciamos el regreso al puerto del Reventón, comenzó a llover. Todo fueron prisas para ponernos la ropa de agua, mientras extremábamos el cuidado al pisar las resbaladizas rocas. Desde el puerto seguimos la cuerda de los Montes Carpetanos en dirección a Peñalara. Pasamos junto a un cerro situado a 2.095 metros en la zona conocida como Cancho de los Pobres.

El aguacero arreció al alcanzar el cerro del Alto del Morete (2.133m) fue entonces cuando tuvimos la duda de si no sería mejor darnos la vuelta, por la cantidad de agua que estaba cayendo, pero Paco decidió seguir y a pesar de todo fue un acierto.

Con una densa niebla que impedía ver algo más allá de una decena de metros, fuimos siguiendo como pudimos el PR-32, pasando por el Alto de los Poyales (2.081m), Puerto de los Poyales (2.015m) y con redoblado diluvio, por el Cerro Claveles, también llamado Alto del Nevero (2.139m), la cota más alta de la ruta.

Llegamos todos mojados hasta el puerto del Nevero o Collado de Quebrantaherraduras (2.096m), muy cerca de la Laguna de los Pájaros, a la que, de haber hecho bueno, nos hubiésemos acercado. A partir de aquí empezamos a bajar siguiendo un sendero pegado, en su primer tramo, al arroyo de la Chorranca.

La lluvia desapareció y pudimos disfrutar mejor del precioso valle del arroyo. Al poco, llegamos a la fuente Fría, de la que manaba un buen chorro de agua, y un poco más abajo, alcanzamos el Raso del Pino, donde se cruzan varios caminos y hay una enorme estación meteorológica.

Nosotros continuamos bajando por la derecha, buscando un sitio donde parar a comer, hasta encontrar una explanada con unas piedras donde dimos cuenta de los bocatas que llevamos y de una botella de vino que trajo Olga para celebrar mi última excursión de este año con el GMSMA.

Enseguida reanudamos la marcha, pues el tiempo seguía muy inseguro y unas nubes negras andaban al acecho. Un giro a la izquierda nos acerca al arroyo de los Carneros, bello paraje en el que el agua, el frondoso bosque de pinos, el musgo y los helechos son los protagonistas. 

Sus numerosos saltos de agua y pozas, que en verano animan al baño, nos acompañaron en el descenso, hasta que lo cruzamos por el Vado de Oquendo.

Continuamos por el Camino Forestal de Majalapeña hasta llegar a la fuente del Chotete, que nace entre rocas, al pie del cerro del Moño de la Tía Andrea, en el que se encuentra la Silla del Rey. Retrocedimos un poco para continuar por una senda muy bonita que se va acercando al arroyo de los Carneros hasta cruzarlo por un puente de madera. Daba alegría ver tanta agua corriendo.

Ascendimos ligeramente por una preciosa senda, entre pinos, para luego bajar a cruzar el arroyo del Morete por otro puente de madera y enseguida cogimos el desvío que nos llevaría a El Esquinazo del Palacio de La Granja, su esquina más oriental.

Descendimos unos pocos de metros, junto al muro del recinto, por una empinada senda, hasta alcanzar una pista, que enseguida dejamos por una vereda que sale en una curva a la derecha y que, ya un poco cansados, nos llevó justo donde habíamos aparcado los coches.

En la terraza de un bar de la Granja que encontramos abierto nos tomamos las cervezas para celebrar que habíamos acabado sin problemas esta dura excursión y que Belén llevaba un año con el grupo, invitándonos por ello.

En resumen una excursión excelente, a pesar de las inclemencias del tiempo, y que califico con una puntuación de 5.
Rosana Curto

FOTOS
* Fotos de Julián Suela
* Fotos de Paco Nieto

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Excursión 526: Cerro de San Pedro y poblado de Navalvillar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Colmenar Viejo
Final: Colmenar Viejo
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,7 Km
Desnivel [+]: 543 m
Desnivel [--]: 543 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 19

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Diez de la mañana miércoles 16 de septiembre, todos puntuales uff un grupo grande no me esperaba tantos. Todos muy bien equipados palos botas; yo con deportivas, pensé pues valdrán. Todos se bajaban del coche se preparaban como si fuesen toreros para salir al ruedo, vamos a la montaña. Muy amables todos, Paco me debió de ver la pinta y amablemente me dejo sus bastones, si no llega a ser por ellos no hubiese podido hacer la ruta; las botas no se atrevió a cedérmelas al verme tan pequeña de estatura. 

Mochila al hombro empezamos la caminata en varios grupos, hasta ese momento no sabía por dónde íbamos a subir, fue entonces cuando veo que todo es cuesta arriba y pensé ¡tierra trágame!, ¡pero dónde me he metido!

Todos subían como si esto para ellos fuera un paseíto por el ruedo, tan tranquilos. Perdonad si no recuerdo bien los nombres de todos. pero me impactó cómo subían dos chicas mayores que yo, que iban conmigo como si nada y más aún me impresionó una tal Pilar, que sube todos los días al cerro y que saliendo a la vez que yo, bajaba tan fresca en la que para ella había sido su 3862 vez que llegaba a la cima, ¡alucinante!

Yo, casi sin respiración, pensaba que unas rocas que se veían desde abajo eran ya la cima, pero qué va, era el cerro de la Prestancia, según contó Paco, y faltaba otro tanto por ascender. Del susto me quedé blanca y me tuvieron que dar un sobrecito de liquido mágico para revivir.

El paisaje era brutal, se veía el embalse de Santillana con la Pedriza al fondo, las vías del AVE, horadando la montaña y toda la llanura hasta Madrid a nuestros pies. Mientras el grupo disfrutaba un montón con estas vistas, yo me sentía morir, pero no decía ni mu. Varios me animaron a seguir y cuando me recuperé, dudé si volverme o continuar. Afortunadamente opté por lo segundo.

Y no sé cómo, por fin alcanzamos la cumbre, llegué de las últimas, pero llegué. Algunos no contentos que el desnivel, se encaramaron al vértice geodésico, que está situado en un promontorio de piedras.

Allí comimos un poco y antes de ponernos otra vez en marcha, hubo entrega de estrellas, que dan según el número de rutas que haces. Hubo bastantes, señal de que vienen con frecuencia, al final hubo hasta cava, muy rico, por cierto. 

Desde aquí, había unas vistas espectaculares de todo Colmenar y toda la sierra, sin palabras de lo bonito que era. Ahí están las fotos para el recuerdo. A mi se me hizo increíble ver todo aquello desde ahí arriba, parece que es bajito el San Pedro, pero jo, a mi se me pareció el Everest.

Tras el descanso, iniciamos el descenso, no por el mismo sitio que habíamos subido, si no por la cara sur. Por un prado lleno de paja seca bajamos con cuidado para no resbalar al pisarla. Saltamos una cerca de piedra y pasamos junto a unos riscos. Finalmente llegamos a una pista, que a mi me supo a gloria, planita y sin piedras.

En un cruce de caminos me dieron la opción de volverme con unas chicas por un camino más corto que el que tenían previsto, pero ya me sentía bien y me animé a seguir con el grupo. Junto a un arroyo seco, a la sombra de unos árboles, paramos a tomarnos los bocadillos. 

Después enfilamos a toda prisa hacia el yacimiento arqueológico de Navalvillar, donde quedan restos de una de las sencillas casas del poblado que en esta dehesa existían allá por el siglo VIII d.C. Se puede adivinar cómo era el establo y otras estancias de la vivienda.

Desde allí iniciamos el regreso al aparcamiento donde habíamos dejado los coches. Primero paramos en el mirador de Peña Gorda, que con una plataforma de madera elevada ofrece unas bonitas vistas de los alrededores.

Después volvimos a parar junto a un pilón con agua en el que se apresuraron a meterse los perros que llevábamos. A su lado una de las cosas que más me impresiono: una enorme bandada de buitres devorando una vaca muerte. Nunca los había visto de cerca, increíbles, algo espectacular verlos comer y más aún volar.

En resumen, toda una experiencia para repetir. Muchísimas gracias a todos los que estuvieron conmigo para que no desfalleciera y en especial a Santiago por sus palabras de aliento para que llegara al final, sin mentirle sobre mi estado.

Y a Paco, por el cariño y entusiasmo al preparar sus rutas y hacer que todo salga bien y a todos los demás, que no recuerdo vuestros nombres, por acoger tan cariñosamente a todos los que llegamos nuevos al grupo.

No olvidaré mi primer día de senderismo, me prepararé cuando se me cure el codo, el pie y lo demás para poder seguiros no me voy del grupoooo.

Reitero mi agradecimiento a todos vosotros por hacerme pasar un día inolvidable como novata del senderismo. Las cañas del final, en la ermita de los Remedios, un suspiro del cielo que me encanto compartir con el grupo. A esta excursión le pongo la máxima nota, un 5, y porque no se puede poner más.
Nati Serrano