miércoles, 2 de septiembre de 2020

Excursión 524: Cerro de San Pedro con luna llena

FICHA TÉCNICA
Inicio: Colmenar Viejo
Final: Colmenar Viejo
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  5 Km
Desnivel [+]: 372 m
Desnivel [--]: 372 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 24

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
A veces, las excursiones no se inician al pie del punto de encuentro con el grupo, sino desde el momento en que coincides con tus acompañantes, en mi caso, esta excursión se inició en Torrelodones, pasando por Hoyo de Manzanares y llegando a la caseta de peones camineros abandonada, en donde quedamos.

En dicho trayecto, observamos el Puente del Grajal, ya en el municipio de Colmenar Viejo, la carretera serpenteaba y los bloques de piedra en los laterales nos recordaban las antiguas carreteras de montaña, como mencionó nuestra compañera Pepa con un deje de nostalgia.

Dicho puente “travieso y algo tímido”, puesto que no se dejaba ver, se construyó para comunicar una serie de atalayas (como la de Torrelodones) y fortificaciones, para proteger a la población musulmana de las incursiones cristianas, formando parte de la Marca Media y por tanto datado en el S. IX y X, aunque fue restaurado en el S. XVIII, alterando su aspecto. El nuevo puente tapa la visión de éste, y hay que alzarse para vislumbrarle.

Decir Cerro de San Pedro en el grupo de GSMMA, es regresar cada año, cada temporada, al inicio de las rutas que se van a desarrollar en el año. Siempre que se mencionaba éste cerro, éste ¨monte isla¨, tenía una connotación para mí de algo sagrado, por todo el significado que conlleva para el grupo, por tanto, estaba deseando experimentar en mis piernas y en mi alma, el camino.

Como anuncié, el punto de encuentro era la caseta de peones camineros en el Km. 7 de la carretera M-625. Se decidió hacer una ruta nocturna porque ese día había luna llena, y dicho cerro era famoso por los calores sufridos en años anteriores, por lo que quedamos sobre las siete, y la excursión se preveía por primera vez más ligera y cómoda.

Hay una explanada que permite dejar fácilmente el coche. Debido a las medidas establecidas por el COVID, tuvimos que dividir el grupo en tres partes para no sobrepasar las 10 personas. El tiempo era cálido, emprendimos así la ruta, no sin antes hacer foto de los diferentes subgrupos.

Empezamos el camino saltando una valla de piedra, para abrir boca, a partir de ahí se inicia un sendero sencillo y relativamente ancho con ligera subida; al lado izquierdo del mismo hay una valla que continuamos y en la que hay un pequeño bosquecillo de enebros, casi los únicos árboles que veremos en el camino.

Siguiendo el mismo nos encontramos con otra valla, y a la derecha, formaciones rocosas que a la vuelta se recortarán oscuras sobre el cielo estrellado. Aunque el camino es sencillo hay tramos en donde el desnivel se acentúa. A media subida, cuando el color del atardecer nos atrapa, las espigas secas doradas y el anaranjado de los últimos rayos solares nos obliga a volvernos y divisar la caída del sol, y supone uno de esos raros momentos contemplativos en donde la luz, el aire más liviano y claro, y las vistas, hacen que la parada sea obligatoria.

Pasamos por el llamado Cerro de la Prestancia, y continuamos hasta llegar a un tercer muro de piedra, aquí era necesario hacer un giro “coqueto” de caderas, unos con mayor fortuna que otros. En la subida y antes de llegar a unos riscos que hacen de mirador natural desde el que contemplar todo el paisaje que en la subida queda a nuestras espaldas, en el que destacaba el embalse de Santillana, que parecía de plata al reflejar los últimos rayos de sol.

Algún árbol desnudo de ramas, hizo las delicias de las cámaras de fotos, buscando en sus perfiles los últimos rayos.

El sendero no tiene pérdida y aunque la cumbre en ciertos momentos está tapada por el anterior Cerro, continuando el camino se vuelve a recuperar.

Ya en el mirador, encontramos varios “followers”, haciéndose fotos con infinidad de poses en las piedras caprichosas colocadas como escenarios.

Desde aquí se ve ya la antena de la cima y el vértice geodésico elevado en un cilindro de unos tres metros de altura, donde algunos de nuestros compañeros se subieron para inmortalizar el momento.

A la espera de la salida de la luna, dejando a un lado el oeste por donde se había ocultado el sol y que nos había deparado una luz mágica, fuimos a la parte “trasera” del cilindro, y esperamos la salida de la luna, departiendo y especulando las distintas localizaciones de los pueblos colindantes. También acudimos al cajón donde se guarda el libro en donde escribe cada uno sus observaciones o sentimientos, reseñamos la llegada del grupo y constatamos las 3853 subidas de Pilar, la mujer que casi a diario sube ésta cima.

Desde la cumbre, mientras tomábamos los bocadillos, vimos el embalse de Santillana, la Base de Helicópteros (FAME), Soto del Real, la Cuerda Larga y la Sierra de Morcuera, también las vías del AVE, las luces de los vagones que se aproximaban para herir y traspasar éste monte.

Más al sur Colmenar Viejo, la Dehesa de Navalvillar, en donde según nos menciona Javier Peralta en su libro “Cuentos, leyendas y anécdotas”, tanto las dos localizaciones anteriores como el propio Cerro, han sido objeto de varios rodajes. Así éste último se transformó en los Andes, en Sierra Nevada, en el Tibet o en una parte de las montañas Rocosas.

Al este descubrimos el Embalse de Pedrezuela, El Molar y el Puerto de Somosierra, y al norte Guadalix de la Sierra, en resumen, todo un espectáculo de luces alrededor nuestro.

La aparición de la luna en el horizonte a las 21,30 según lo previsto, estuvo rodeada de gran expectación, donde se renuevan nuestras ilusiones casi infantiles, donde los momentos sencillos, agradables y en buena compañía nos recuerdan que la montaña nos da muchas cosas.

Para terminar, comentar que la bajada la hicimos por el mismo camino, ya de noche, pero una pequeña parte del grupo continuó arriba deleitándose en las alturas contemplando las infinitas luces que brillaban desperdigadas por la planicie, a la espera de que la luna ascendiera un poco más para poder descender sin tener que usar las linternas, solo con su blanquecina luz.

Nosotros. bajamos con los frontales, concentrados en la senda por las piedras que encontramos a nuestro paso, algunas resbaladizas, y que nos hizo caminar algo más lento, pero afortunadamente encabezaba nuestro grupo, uno de los guías más cuidadosos y atentos, Santiago, siempre pendiente de los demás. 

Ésta excursión sencilla, con algún tramo más empinado, de unos 5 km. y un desnivel de casi 400 m., ayudados por las temperaturas agradables y fresquitas en la cumbre, (donde tuvimos que recurrir a ponernos más ropa como nos anticipó Paco), con unas vistas espléndidas, y puerta abierta de par en par a las futuras excursiones, la valoro con 4 sicarias.
Raquel Domínguez

FOTOS

* Fotos de José Luis Molero
* Fotos de Julián Suela
* Fotos de Paco Nieto

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