miércoles, 26 de agosto de 2020

Excursión 523: Cabeza Grande y las fuentes del Acueducto

FICHA TÉCNICA
Inicio: Revenga
Final: Revenga
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  14,4 Km
Desnivel [+]: 386 m
Desnivel [--]: 386 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 3
Participantes: 22

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
El caso es que hasta un par de días antes de esta excursión estaba yo disfrutando las vacaciones por tierras asturianas, con 23ºC o 24ºC de máxima. A la vuelta reanudo la actividad senderista gemesmaniana en una abrasadora jornada. Además, para que el contraste sea más bestial, va y me toca la crónica. ¡Bienvenida sea! que menos que escribir algo de vez en cuando y así contribuir a la solidez de este grupo y, aunque sea mínimamente, a fortalecer y enriquecer este fantástico blog de senderismo que tan magistralmente diseña y mantiene nuestro amigo Paco Nieto.

Blog que se ha visto reconocido estos días por SOOLUCIONA.COM como el segundo mejor del año en lo que a senderismo se refiere. Es el mejor, pero como somos modestos dejamos la gloria del primer puesto para otros. Tal vez esta visión sea un tanto subjetiva, pero ahí lo dejo. ¡Felicidades Paco!.


Bueno, vayamos con la jornada. Tuvo su inicio y final en Revenga, en Segovia, a los pies de La Mujer Muerta. Es un pueblo que muchos segovianos describiríamos como ‘ese pueblo que está en la carretera de Madrid, pegadito a las curvas del pantano del Puente Alta, y por el que hay que conducir con muchísimo cuidadito, sin pasar el limite reglamentario de 50 km/h, además de por ser civilizados, para evitar que nos caiga el multazo, dada la alta frecuencia de controles en la larga recta que lo cruza’.

Nos disponíamos a visitar dos puntos con mucha historia aunque bien distinta: el Cerro Cabeza Grande y el Azud del Acueducto.

Como soy un poco bruto, resulta que no se qué es exactamente un azud. Lo busco en el diccionario y pone que es ‘un muro grueso, generalmente más pequeño que una presa, construido en un río para reconducir el agua hacia un canal o acequia’.

¡Aja, con que eso es un azud! Entonces esto tendrá que ver con como llegaba el agua al Acueducto de Segovia, o más bien, es que este azud forma parte del Acueducto.

A ver, yo de niño iba al colegio Claret, en Segovia, que está al lado del Acueducto, justo enfrente de los primeros arcos visibles, los más pequeñitos, a donde solíamos ir a jugar a la salida de clase. Muy cerquita el Acueducto se hace visible en la ciudad, al lado del kiosco de Felix, frente a las Hermanitas de los Pobres y desde allí se va metiendo en la ciudad, hasta que deja de ser visible en lo alto de las escaleras de El Postigo, ya dentro de la muralla.

Por entonces yo creía que en Acueducto empezaba ahí. Pero resulta que no es así, ni mucho menos, lo hace unos 15 km más arriba, en este azud, mediante el que coge las aguas del Río Frío para llevarlas a la ciudad. ¿De tan lejos? Pero si el Eresma y el Clamores pasan por Segovia ¿para que irse tan lejos? Cosas que pasan. Sospecho que la calidad del agua de la montaña tiene algo que ver en este asunto.

Resulta que los romanos construyeron todo esto, la obra civil más grande que dejaron en España, hace más de dos mil años. A priori para mi sería muy fácil decir cuántos años exactamente. Veamos, si en 1974 se lió un follón tremendo en Segovia con motivo de la inauguración de la estatua réplica de la Loba Capitolina, donada por Roma, con motivo del bimilenario, pues hago una cuenta facilona y ya esta: 2046 años ¿fácil verdad?.

Pues esta mal. Resulta que años después de ese supuesto bimilenario, allá por 1998, estaban unos científicos, arqueólogos y demás hurgando por ahí y sacaron material del subsuelo, de cuyo posterior análisis se dedujo que de eso nada monada, que el Acueducto se construyó en la época de Trajano y que eso es al principio de siglo II (dC).

Y de esta manera, de golpe y porrazo esta espectacular obra ha rejuvenecido más de 150 añitos. Digo yo que hubiera sido fácil que los romanos hubieran puesto una plaquita indicando el año de construcción y quien mandaba por entonces. Es lo que hubieran hecho los políticos de ahora ¿verdad?. Un momento, ¿a ver si resulta que no fueron los romanos y va a ser verdad que el autor es el diablo ese que esta ahora a todas horas haciéndose selfies en lo alto de la calle San Juan?.

Bueno, creo que me estoy liando. El caso es que iniciamos el recorrido pasadas las 10 de la mañana, hacia el Cerro de Cabeza Grande. Nada más empezar a andar, aún en el pueblo, somos interceptados por el dueño de la finca por la que pasaba el camino previsto y nos disuade de ello indicándonos una ruta alternativa. Esta suponía un rodeo extra, poca cosa. Se ve que al hombre no le hacía gracia que cruzásemos por sus territorios, por mucho que hubiera servidumbre de paso.

Por dar una explicación geométrica de este modificado arranque digamos que en vez de la hipotenusa de un triángulo (cruzando la finca del señor), tuvimos que hacer los dos catetos. Ya sabéis que según Pitágoras, que era un señor griego muy antiguo y muy sabio, la suma de los cuadrados de los catetos dan lo mismo que el de la hipotenusa, pero claro, esto no es así con la simple suma de longitudes: conclusión que sí o sí, anduvimos más. Cosas que pasan.

Empieza a darme la impresión de que me estoy yendo en exceso por los cerros de Ubeda, que es un pueblo muy bonito de la provincia de Jaén, famoso por muchas cosas, por ejemplo por ser Patrimonio de la Humanidad. Pero además por sus cerros, por los que debe ser fácil perderse, yo no lo sé porque no he estado nunca. Al parecer por ellos se perdió allá por el año 1233, o eso dijo, un jefazo del ejercito justo cuando las tropas cristianas tenían que pelear con los almohades, y cuando apareció resulta que los cristianos ya habían reconquistado Ubeda. No le dijeron lo de ‘a buenas horas mangas verdes’ porque esa expresión es muy posterior, y tal vez pensaron que había andado por ahí ‘de picos pardos’, aunque esta también esta es muy posterior.

Confieso que durante unos segundos he pensado hablar del origen de estas expresiones, pero mejor no lo hago, que correría alto riesgo de que esta crónica vaya a la papelera por aquello de ‘hablar de todo menos de lo que hay que hablar’.

Insisto en volver a la excursión, a ver si lo consigo. En el primero de esos catetos obligados pasamos junto a un depósito de agua que supongo abastece a Revenga, y a continuación giramos a la izquierda para completar el segundo cateto, coincidente con la Cañada Real Soriana, cerrando así ese triangulo que mencionaba antes. Seguimos el camino, siempre en ascenso no muy fuerte pero sin tregua, haciendo unas zetas. No era muy duro, pero el calor ya se dejaba notar y las nubes de moscas y mosquitos también.

Tras las zetas nos empezamos a encontrar restos de pequeñas construcciones, como cobertizos, de la Guerra Civil. Y cuando llevamos algo más de 4 km llegamos a Cabeza Grande, de 1428 metros de altitud. Desde este punto disfrutamos de unas vistas fenomenales, si miramos hacia el sur tenemos la montaña: La Atalaya, Los Siete Picos (ojito, desde este lado solo son seis), La Mujer Muerta, la Sierra de Quintanar, etc. Y hacia el sur pues el Embalse de Revenga, El Palacio de Riofrio, Segovia, la llanura castellana y allá al fondo, muy al fondo, muyyyy al fondo, Burgos, Santander, el Cantábrico, Inglaterra, etc.

Claro, aprovechamos para hacer muchas fotos en la cima, donde hasta hace poco había una cruz, y para picar algo a modo de Angelus. Nos llama la atención que a unos metros hay un vértice geodésico, si bien no está colocado en el punto más alto del cerro.

Comenzamos a bajar de Cabeza Grande, por la ladera sur, en este lado hay muchos mas restos de la Guerra Civil: búnkers, nidos de ametralladora, trincheras, etc. Es que en Cabeza Grande se libró buena parte de la Batalla de La Granja, que fue muy intensa, pese a que tan solo duró 4 días, del 30 de mayo al 3 de junio de 1937.

Estas construcciones eran del bando sublevado, con fines defensivos, ante las diversas maniobras de distracción que realizaron los republicanos para evitar y retrasar el avance hacia el norte, en espera de que llegasen ayudas internacionales de países en teoría amigos. En fin, que aquí Varela y Miaja se dieron de lo lindo. La zona está llena de hoyos que dejaron las infinitas bombas de cañón y de avión que cayeron en tan breve espacio de tiempo.

La jugada era ambiciosa y en teoría asequible, primero conquistar La Granja y a continuación Segovia, persiguiendo así un gran golpe de efecto que aliviara al maltrecho Frente Norte. Muy bien diseñada, pero mal ejecutada.

Durante dos días la 69 brigada republicana ocupó Cabeza Grande. Pero, poco dura la alegría en casa del pobre, la contraofensiva de la aviación de los sublevados, una vez más tuvo que ser la aviación, les obligó a abandonar la zona. Y fin de la batalla. Ni Segovia, ni La Granja. Por cierto, que tan solo un par de días después, Mola moriría en accidente de avión cuando acudía desde Vitoria a inspeccionar el frente de la Granja. Qué cosas.

Bien, creo que es mejor que me vuelva de los cerros de Ubeda, lugar en el que insisto, nunca he estado.

Seguimos descendiendo. No hay camino, la vegetación es alta, lo que dificulta la marcha y la visión, provocando que nos dividamos en dos grupos, si bien un poquito más tarde volvemos a juntarnos. Pelín antes de la reunificación vimos fugazmente un ciervo que huyó de nosotros al galope. Y un instante después nos encontramos con un pequeño barrizal que los perros que hoy nos acompañan aprovechan para darse un refrescante baño de barro ¡que envidia!, por lo de refrescarse, que no por lo del barro.

Por fin alcanzamos un camino que tomamos hacia la izquierda, aunque pronto nos desviamos y vemos en una pequeña roca una placa y una cruz, recordatorio a un abuelo (Juan Cañas) de algún nieto. Un poco mas adelante pasamos junto a la Casa de Cabeza Gatos, en lamentable estado de ruina. Era la casa de los guardas y en ella nació una amiga de nuestra compañera Rosana, que nos lleva a ver a una especie de altar encaramado en el tronco de un árbol, junto al que nos hacemos la foto de grupo.

En esta zona vemos y probamos moras, también hay algún vistoso acebo e incluso, unas cuantas de esas pequeñas florecitas moradas que salen en el suelo y que popularmente llamamos ‘quitameriendas’, ya que su presencia indica que los días se van acortando y los pastores regresan antes de sus paseos con el ganado, para que no se les haga de noche, quedándose así sin tiempo para la merienda.

Cuando llevamos unos 8 km tomamos una pista asfaltada hacia la derecha y entramos en un frondoso bosque de pinos. La pista esta vallada y llama nuestra atención unas puertecitas que de vez en cuando hay a ambos lados, y que sirven para permitir el paso de los jabalíes en sus correrías.

Abandonamos esta pista cuando estaba a punto de cruzar el Rio Frio, también llamado de la Acebeda. Nos desviamos a la derecha y caminamos por una agradable senda junto al río, aguas abajo, hasta que llegamos al Azud del Acueducto. Vemos como se conserva una parte de la obra, varios puntos de captación del agua y el de decantación o desarenador. Este es un punto de obligada parada, para contemplar la obra, y porque la sombra y el agua le dan una frescura ideal para comer. Incluso hubo algún que otro intento de siesta.

Tras el descanso, seguimos río abajo, hasta que llegamos a la cola del pantano Puente Alta, que la mayoría bordeamos por el lado izquierdo, mucho más vistoso que el asfaltado de la derecha y con mucha más sombra.

A duras penas conseguimos superar la tentación de bañarnos en cualquiera de las muchas playas que encontramos en la ribera y que parecían ideales para hacerlo.

Finalmente cruzamos por la presa del embalse y recorrimos, ya por asfalto, el kilometrito aproximado que nos separaba de Revenga, finalizando así la excursión. Como es habitual, y en especial en un día tan caluroso como este, nos tomamos una merecida cerveza.

Y hasta la semana que viene, colorín colorado este cuento se ha acabado. En resumen, bonita y calurosa jornada, con lugares históricos. Uno relativamente reciente, de la Guerra Civil, y el otro mucho más antiguo y gratificante, nada menos que relativo al Acueducto de Segovia.

Por la excursión pondría 4, pero por los calores le voy a rebajar un poquito. Lo dejo en 3 sicarias.
Jorge Montero

FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez

FOTOS
* Fotos de Enrique Cid
* Fotos de Paco Nieto

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