Inicio: Presa del Pontón Alto
Final: Presa del Pontón Alto
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 17,3 Km
Desnivel [+]: 410 m
Desnivel [--]: 410 m
Desnivel [--]: 410 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 19
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RUTA EN WIKILOC
RESUMEN
La idea era realizar una excursión que combinase algo de agua y de bosque, las Pesquerías Reales y los bosques de Valsaín me parecieron la mejor opción. Y para añadirle un valor extra a la ruta, dado que partíamos del Portón Alto, Carolina se ofreció para contarnos detalles de la construcción de la presa, obra que vivió de primera mano, al participar como topógrafa en su construcción.
Quedamos en el aparcamiento que hay junto al enorme muro de la presa y, una vez reunidos, Carolina nos llevó al primero de los miradores a los que se accede descendiendo frente al muro, por debajo de la presa, que es de bóveda de doble curvatura.
Desde allí nos contó, con cierta emoción, cómo conseguían triangular desde los vértices geográficos mas cercanos los postes guías desde donde se dirigían las operaciones de colocación de los bloques, cómo construyeron las galerías existentes en el interior del muro y los aliviaderos. Todavía recordaba con exactitud la cota de coronación de la presa, 1104,5 metros, así como su altura, 45 metros y su longitud, 248 metros.
Fue terminado en 1993, pero proyectado 20 años antes, cuando las necesidades de agua de Segovia eran más limitadas, lo que explica en parte que este embalse sea el de menor capacidad de todos los gestionados por la Confederación Hidrográfica del Duero, ya que apenas sobrepasa los 7 millones de metros cúbicos.
Toma el agua del río Eresma y del río Cambrones, que desemboca en el primero a un kilómetro escaso de la presa, para garantizar la calidad del agua, se incluyó como obra complementaria la planta de depuración de aguas residuales de La Granja de San Ildefonso.
Tras recorrer el arco de la presa y contemplar los aliviaderos del extremo, regresamos al aparcamiento para iniciar la ruta, echando a andar por el paseo habilitado en la margen izquierda del embalse, que recorre toda su orilla, hasta la cola del mismo, situada en el paraje conocido como El Robledo.
Hasta allí llegamos, una vez cruzamos la carretera que une la Granja con Segovia, la CL-601, comenzando el ascenso hasta La Pradera de Valsaín, siempre junto a la orilla del Eresma, disfrutando de las vistas del embalse, con la Atalaya de fondo.
Más arriba, nos introducimos en la densa vegetación de ribera, a la que se añade el hermoso robledal que da nombre a la zona, en la que antaño se bañaban los chavales de La Granja, en lo que ellos llamaban pretensiosamente el Trampolín y las Termópilas, según nos contaba Ángel Vallés.
Un panel de piedra junto a un puente de madera nos resume en pocos párrafos la mucha historia del siguiente tramo, llamado Pesquerías Reales, por haber sido mandado acondicionar, a lo largo de 9 km para la pesca de la trucha, por el rey Carlos III, allá por 1768, como reza en una de las piedras del río.
De su ribera cómodamente empedrada, escaleras, pontones y represas disfrutamos en agradable paseo, bajo la sombra de los árboles y el continuo murmullo del agua abriéndose camino entre las rocas.
Rebasada las instalaciones que en su día se construyeron como central hidroeléctrica, alcanzamos el bonito puente del Anzobero y, aguas arriba, enseguida el Salto del Olvido, un pequeño remanso de agua para hacer funcionar la central.
Allí paramos a tomarnos el tentempié de media mañana mientras algunos se refrescaban en las aguas turquesas de este diminuto embalse, pero de extraordinaria belleza.
Reanudada la marcha, cruzamos a través de la presa a la otra orilla del río Eresma, para remontarlo hasta alcanzar La Pradera, donde callejeamos hasta seguir por el camino que lleva al Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM). En su fuente recargamos las botellas de agua antes de continuar entre pinos hacia el Charcón de Navaquemadilla.
El pinar de Valsaín es uno de los bosques maduros de pino silvestre mejor conservados de España, ello se debe en parte a su origen como reserva de caza de la monarquía española y por el posterior aprovechamiento sostenible de la industria maderera.
Un poco más adelante, paramos a contemplar la charca acondicionada como refugio de anfibios, muy cubierta de vegetación y sin un solo atisbo de que contuviese ranas, al menos no se les oía croar como en otras ocasiones.
Tras cruzar un canal por el que circulaba bastante agua, llegamos al inicio de la cuesta que sube a la Cueva del Monje, tramo empinado aunque, afortunadamente para alguna que yo me sé, de corta distancia y que nos dejó al pie de este lugar de leyenda y especial encanto.
Y es que según, cuenta la leyenda, el hidalgo Segura, anhelaba la eterna juventud y riquezas sin fin. A oídos del diablo llegaron sus plegarias y acordó con el hacendado satisfacer sus deseos a cambio de su alma. Temeroso de su pacto y reconociendo su debilidad, Segura comenzó su huida hacia las montañas y encontró refugio en una construcción megalítica donde inició su vida como eremita.
El diablo encontró el lugar y reclamó su pago, pero en una última y desesperada plegaria, el hidalgo consiguió la protección divina. Satanás huyó del lugar, perdiendo algunos de sus dientes, ahora en forma de piedras que adornan la pradera junto a esta Cueva del Monje. Segura salvó su alma del diablo, pero quedó atrapada en este bello lugar.
Algunos subimos por la escalera de madera que hay a la derecha de la cueva, que da acceso a una pequeña plataforma lisa que siempre había visto coronada con flores en lo alto de la losa, junto a una cruz, pero que para nuestra sorpresa ha sido arrancada y las flores tiradas en la escalera.
Como la hora de comer se acercaba, enseguida nos volvimos a poner en marcha, descendiendo por la pista asfaltada que rodea la cara este del Cerro del Puerco, descendiendo en dirección noroeste hasta alcanzar el bonito puente del Vado de los Tres Maderos, toponimia que sin duda recuerda la forma de cruzar el arroyo antes de construir este puente de piedra.
Sin cruzarlo, continuamos el descenso por la pista, que enseguida abandonamos, continuando a la derecha por el camino forestal de Majalapena y en las inmediaciones del Puente Negro, continuar por un sendero que nos llevó directos a la Cascada del Huevo.
Es éste un salto de agua de poca altura que ha labrado en el granito una poza en forma de huevo antes de caer en otra más amplia. Con el sonido del agua y resguardados del sol bajo los numerosos árboles que cercan la poza, paramos a dar cuenta de los bocadillos a la vez que nos refrescábamos en tan bello rincón.
Repuestas las fuerzas, algunos hasta con siesta incluida, y hechas las fotos de grupo, reanudamos el descenso, cruzamos la carretera CL-605 y tras pasar un portón, seguimos una senda que acaba alcanzando el río Eresma por el puente de madera que vimos esta mañana.
A partir de aquí, deshicimos el camino seguido a la ida hasta llegar de nuevo al aparcamiento de la presa del Portón Alto, trayecto que aprovechó Marcos Cid para enseñarnos cómo se ocultan los cangrejos bajo las piedras del río.
Las cervezas y refrescos para celebrar el fin de esta ruta, que puntúo con un 4, nos lo tomamos en el bar Segovia de la Granja, dando así por finalizada esta bonita y didáctica excursión.
Paco Nieto
* Fotos de Enrique Cid
* Fotos de Julián Suela
* Fotos de Paco Nieto
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