jueves, 28 de mayo de 2015

Excursión 237: El Cañón del Río Lobos

FICHA TÉCNICA
Inicio: Ucero 

Final: Ucero
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,3 Km 
Desnivel [+]: 66 m 
Desnivel [--]: 47 m 
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí

Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 19

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN

Son muchos los parajes naturales que se pueden encontrar en la provincia de Soria, pero el Cañón del Río Lobos sin duda supera en belleza a todos ellos. Por esto y por estar en la ruta del camino de vuelta a Madrid, Juan nos reservó esta espléndida excursión como colofón a nuestras andaduras por los Picos de Urbión.

Nos fuimos de Duruelo de la Sierra con algo de nostalgia, por lo bien que lo habíamos pasado.

De camino al inicio de la ruta, los 19 participantes paramos en el Mirador de la Galiana, también llamado Balcón de Castilla, para contemplar las impresionantes vistas que desde él se tienen: Ucero, a los pies de su ruinoso castillo amurallado del siglo XII, el nacimiento del río Ucero, a la salida del Cañón del río Lobos y el incesante vuelo de buitres leonados sobre nuestras cabezas.

Tras descender por la sinuosa carretera que nos llevó a las puertas del cañón, nos sorprendió el colorido y agrietamiento de los farallones que lo moldea. Aparcamos junto a la bella Poza de Valdecea, cubierta de  eneas, lentejas de agua, juncos de esteras, nenúfares y rizos de agua, toda una constante a lo largo del río Lobos.

Remontamos el río por una sombreada senda pegada a él, que en 1,1 km nos llevaría, entre enebros, gayubas y aliagas, al magnífico paraje donde se encuentra la ermita de San Bartolomé, lugar mágico donde los templarios construyeron este cenobio, a caballo entre el románico y el  gótico, al que se le atribuyen geometrías esotéricas, por estar en la vertical de España. Nos seducen sus dos rosetones, uno en cada astial del transepto, cuyas celosías evocan influencias musulmanas en la forma del entrelazado que compone una estrella lobulada de cinco puntas, que dicen simboliza la parte negativa o maléfica del conocimiento.

Cruzamos un puente de madera para adentrarnos en la misterios
a y esotérica cueva Grande de San Bartolomé, en la que se encontraron grabados esquemáticos de la Edad del Bronce y en la que, según parece, se realizaban ofrendas a los dioses de la fertilidad.

Volvimos sobre nuestros pasos a la explana de la Ermita, que parecía una alfombra de flores, para desde ella ascender a la Ventana del Diablo, singular mirador de caliza con inmejorables vistas del cañón, sobrevolado por colosales buitres leonados.

Continuamos remontando el río Lobos, admirando sus transparentes aguas quietas, que frecuentemente formaban verdosas charcas de extraordinaria belleza en las que se reflejaban los altos riscos, cubiertas de nenúfares en flor y juncos, que en nada envidiaban a las exóticas riberas egipcias del Nilo.

El camino estaba salpicado de desafiantes y erosionados riscos, oscuras cuevas y simas en las escarpadas paredes del desfiladero y singulares construcciones, como el Colmenar de los Frailes, fabricaban con troncos huecos de árboles, donde los templarios recogían la miel.

La senda asciende siempre a la orilla del río, amenizada por el incesante croar de las ranas, bajo la sombra de chopos, alisos, álamos, sauces, pinos y encinas, todo un estímulo para nuestros sentidos, abrumados por tanta belleza.


Junto a una de las innumerables charcas paramos a descansar, mientras esperábamos a una pareja que en tan romántico lugar se había “distraído” buscando mariposas. Costó reanudar la marcha tras sestear en la mullida alfombra floreada de la ribera del río, pero otra vez en pie, continuamos el inapreciable ascenso, entre riscos que se asomaban al valle como barcos encallados, usados por los buitres como inmejorables miradores desde donde otear a sus presas.

Antes de llegar a la Fuente del Rincón nos topamos con un numeroso rebaño de ovejas, ajenas a su privilegiado entorno, que ignoraron nuestra presencia, más atentas en buscar la hierba más tierna que a contemplar el paisaje.

Nosotros, más atentos, disfrutamos de los paisajes que nos ofrecía el río y con los saltos de las ranas, que de nenúfar en nenúfar se entretenían en busca de algún mosquito.

En las proximidades de la Cueva Negra paramos a comer, con el sol cada vez más alto, robándonos la sombra del paredón que nos cobijaba. Terminado el descanso, volvimos sobre nuestros pasos, lamentando que la falta de tiempo no hubiera hecho posible llegar hasta el Puente de los Siete Ojos, del que nos separaban aún 4 Km.

El regreso al aparcamiento lo hicimos a buen ritmo, tratando de ganar tiempo al cada vez más caluroso día, lo que hizo que nos supiera a gloria el agua de la Fuente de Valdecea, al final de espléndida excursión.

Hechas las despedidas, partimos hacia Madrid, con un cúmulo de gratos recuerdos de todo lo vivido y visto en las cuatro rutas por los Picos de Urbión.

Por todo lo anterior, esta excursión bien se merece una puntuación de 4 sicarias.
Paco Nieto

miércoles, 27 de mayo de 2015

Excursión 238: Río Cofio

FICHA TÉCNICA
Inicio: Robledo de Chavela
Final: Santa María de la Alameda Estación
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,5 km
Desnivel [+]: 339 m
Desnivel [--]: 300 m

Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí

Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 17

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Los domingos por la noche ya tienen un aliciente más para todos los senderomagos: saber cuál será la ruta a seguir el miércoles siguiente por el GMSMA.

Este domingo en su mensaje-convocatoria, el Boss indicaba: “vamos a hacer una fresquita excursión al lado del agua del cauce del rio Cofio, desde Robledo de Chavela a la Estación de Sta. María de la Almeda, abriéndonos paso por las sendas de pescadores que lo recorren. La vuelta la haremos en tren”. Este recorrido ya se había realizado en la excursión nº 34, cuando el GMSMA se empezaba a gestar.

A primera vista se presentaba una placida, sencilla, tranquila y muy deseable excursión-paseo. Esta vez se llegó al punto de encuentro con bastante antelación a la hora de convocatoria, lo que nos permitió además de los tradicionales besos-abrazos-saludos de bienvenida, tomar  tranquilos un café en el bar de la Estación de Robledo y ponerse la crema protectora. Cabe destacar:
· No sabíamos lo fresquita que sería la mañana  pero “la presencia de  Paco Cay. nos garantizaba que no nevaría” (uno de los axiomas del GMSMA)
· El acertado nuevo look de una de nuestras musas del GMSMA: Leonor
· La participación por vez primera de Nieves E. que venía invitada por Rosa C.
· El escaso número de participantes, 17, debido a que parte del GMSMA se encontraba disfrutando de unas bonitas jornadas de senderismo por los Picos de Urbión y el nacimiento del Duero
· Esta excursión es la nº 100 de José Luis B. (estrella negra) y la nº 6 de Rosa C. (estrella blanca)

A la hora fijada 10:30  nos pusimos en marcha guiados como siempre por el Boss que lucía  en su mochila una espléndida y envidiada estrella roja de cinco puntas sobre fondo blanco, símbolo de haber realizado su ducentésima excursión.

En estos primeros cientos de metros,  mientras los portadores de GPS’s ponían en marcha sus aparatos y comparaban sus tracks almacenados con el del Boss, nuestros Singles más destacados prestaban toda serie de atenciones a Nieves E. a fin de hacerle sentirse cuanto antes una más del GMSMA (o eso pienso yo que hacían).

Caminados unos 2 kms divisamos el valle-garganta del río Cofio donde en su momento estuvo la presa que abastecía de agua a Robledo de Chavela hasta 1990, la cual fue demolida en septiembre del 2014 usando más de una tonelada de explosivos.

José María nos había remitido el enlace web de ese momento: 
https://www.youtube.com/watch?v=o_2FYWiNAXU

Desde este punto, también se apreciaba el efecto devastador del incendio provocado a finales de agosto del 2012, que calcinó más de 1500 hectáreas y que supuso la evacuación de 2000 vecinos. Actualmente el entorno está en proceso de recuperación, siendo una de las 5 Zonas de Especial Conservación (ZEC) en la Comunidad de Madrid. Este es uno de los muchos enlaces web sobre la catástrofe: https://www.youtube.com/watch?v=OJwrArxQaeQ

El Boss, Antolín y José María, 3 de los 8 participantes de aquella excursión nº 34 de febrero 2010, nos expusieron las tristes diferencias entre el antes y el ahora de lo que estábamos viendo.

De nuevo en marcha, bajamos hasta del río ladera abajo, aunque un vallado nuevo nos impedía llegar al río; ya cuando algún desesperado buscaba huecos por debajo de la alambrada para pasar, llegó el final de la valla y pudimos acercarnos a las orillas verdes del  Cofio, que al parecer es la única parte que conserva la floresta anterior al incendio. Aprovechando su frescor paramos sobre las 12 a refrescarnos en una umbría de la orilla y reponer fuerzas con alguna fruta.

Reanudamos la marcha intentando seguir la orilla del río, pero lo que en su día debieron ser sendas de pescadores ahora no quedan más que senderillos llenos de zarzas, que se clavaban en manos (Esteban), cara (Ayala) y piernas al aire como el caso de Rosa C. y Antonio D. Así que tuvimos que continuar el camino por la ladera, bajo el sol que ya bronceaba a placer. Cuando se podía bajábamos a hasta el río lo cual era de agradecer, por lo que los tramos se sucedían a media ladera y por la orilla, siguiendo el cauce sinuoso del río Cofio que forma una especie de garganta.

En un tramo de orilla José María nos hizo la foto de grupo tradicional (repetida porque algunos no se quitaron las gorras) y en un tramo de ladera que encontramos sombras, paramos a comer sobre la una y media. Como siempre, el Boss acertó el sitio elegido para el bocata, pues dispusimos de una impagable vista de un meandro del río en cuya parte derecha se estaban refrescando unas vacas.

Transcurridos escasos 30’, el Boss nos puso de nuevo en fila y tras coronar una loma avistamos el viaducto de la M-505 que va de Galapagar a Valdequemada. En la excursión nº 34 se subió hasta la carretea para cruzar este viaducto, sin embargo en esta ocasión, se decidió pasar por debajo.

Nos acercamos de nuevo hacia el río donde  hicimos un receso de 20’ que algunos aprovecharon para echarse un ratito y otros para refrescarse en el agua o traerla caballerosamente para que se refrescara su pareja (Fernando D-H).  De repente alguien dijo la palabra mágica en el grupo: cervezas. El Boss calculó que quedarían unos 90’ o 95’ de marcha, por lo que podríamos subirnos al tren de las 16:10 y así tomar las cervezas tranquilamente en el bar de la Estación de Robledo de Chavela.

Definido el objetivo,  los últimos 3 kms transcurrieron sin enterarnos al pensar en las cervezas que esperaban y que el trayecto discurría bajo un apacible pinar llamado Las Juntas.

Aún quedaban 3 ocasiones para gastar el resto de memoria de cámaras fotográficas:
· La última dificultad rocosa del trayecto  al pasar por debajo del viaducto
· Cruzar el río de la Aceña afluente del Cofio
· Un bello graffiti pintado en la parte interior de las paredes de lo que debió ser una caseta, representando a una horrorizada joven de grandes ojos que miraba como se le prendía su larga melena. Supongo que alegoría a la desgracia del incendio.

Cuando llegamos a la estación de Sta. Mª de la Alameda aún faltaban más de 10’ para que arrancara el tren que ya estaba estacionado. El camino de vuelta fue de lo más alegre avistando a través de los cristales el recorrido realizado, al igual que el rato de las cervezas que pagaron Leonor (estrella azul) y José Luis B. (estrella negra)

A lo largo de la jornada ha ido creciendo una leyenda urbana sobre unos calcetines y dos senderomagos. La verdad es que yo no conozco mucho la trama, pero debe andar en juego el tamaño de un calcetín negro marca nike y el tamaño de un calcetín navideño. Creo que en próximas crónicas se seguirá dando pábulo a esta leyenda urbana, por lo que ya nos enteraremos mejor.

La mayor parte de la excursión trascurrió cerca del río Cofio lo que nos ha permitido disfrutar de un fabuloso sonido ambiente formado por el fluir del agua entre las piedras, el croar de las ranas y canto de los pájaros.

Aunque sólo me cambié dos veces de camiseta, analizando todos los pros y contras creo que la valoración global debe ser 4 sicarias.
Alejandro M.

Excursión 236: Nacimiento del río Duero y Picos de Urbión

FICHA TÉCNICA
Inicio: Duruelo de la Sierra 

Final: Castroviejo
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 15 Km 
Desnivel [+]: 733 m 
Desnivel [--]: 943 m 
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas y agua: No

Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 17

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Tras las dos excursiones anteriores por los Picos de Urbión, hoy tocaba por fin subir al emblemático pico que le da nombre a esta sierra y el más alto de los ocho que la conforma. Tanto imponía sus 2.228 metros de altura que dos participantes de las anteriores, algo tocados, prefirieron hacer turismo por la zona antes que medirse con este coloso.

Con el olor a pan recién horneado que compramos en la tahona de Duruelo a primera hora, salimos por la carretera que sube a Castroviejo, hasta llegar al final de la pista próxima al Refugio del Búnker, desde donde iniciamos el ascenso.

El frondoso pinar presagiaba que teníamos que ascender aún más, hasta alcanzar zonas altas más despobladas de vegetación, y a ello nos pusimos, subiendo con pendiente constante entre pinos albares por una vereda, conocida como senda del Duero, que parte a media ladera de las inmediaciones del aparcamiento, en dirección a Peñas Blancas.

Pronto la densa maleza de brezos de un pinar ralo dio paso a un raso roquedo de caliza, dominado por los riscos de la Cuerda del Rasón, al este, y el verde valle al sur, en rápida aproximación hacia el encuentro con el recién nacido Duero.

El sendero remontaba la margen derecha del río, a unos cincuenta metros de éste por encima del pequeño perfil en «V» socavado por sus aguas, entre matorral de gran colorido y algún que otro nevero que se resistía a desaparecer. Al poco, llegamos al nacimiento, costaba creer que ese incipiente hilillo de agua alcance 897 km de largo, 213 de ellos navegables.

Junto al manantial, un monumento sobre un mapa de España simboliza el trazado del río desde su nacimiento, aquí en Duruelo, hasta su desembocadura en Oporto. En él nos hicimos las correspondientes fotos que probaban nuestra gesta.

Una placa sobre una roca, junto al nacimiento, recoge la primera estrofa del conocido poema de Gerardo Diego:

Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.

Continuamos remontando el aprendiz de río hasta que desapareció en una verde y amplia vaguada a medida que nos aproximamos al Portillo Arenoso.

A nuestra izquierda asomaban los 2.228 metros del Pico Urbión, al que llegamos tras pasar junto a un rebaño de ovejas, vigiladas por dos mastines, que hicieron recordar con nostalgia a Antonio V. a uno que tuvo en su niñez.

Antes de alcanzar la cima, pasamos junto a la Muela, singular ventana hacía la cara norte de la cuerda, y junto a ella, una gran cruz de hierro.

Las vistas desde la cumbre del valle del río Revinuesa eran impresiona
ntes, a nuestra derecha, el risco Zurraquín (2.105 m), donde estuvimos en la antepasada excursión. A nuestra izquierda, en dirección norte, el Hoyo Oscuro, la otra pared del valle de Revinuesa, con la sierra de la Demanda al fondo. En la parte central la Laguna Larga, donde nace el Revinuesa. Y al oeste,  la Laguna de Urbión, a la sombra del Picacho del Camperón. Al pie de la pequeña cruz de hierro que corona la cima, nos hicimos infinidad de fotos, aprovechando los atractivos fondos que el pico proporcionaba.

Iniciamos el regreso descendiendo por la cara oeste, pasando junto a una gran ventana horadada en una singular roca, en dirección a los cortados que en forma de quilla son conocidos como Las Tablas de la Ley de Peñas Claras, desde los cuales bajan chimeneas de peligrosas vistas.

Continuamos por una tranquila y llana pradera denominada La Remesa, y antes de llegar al Picacho del Camperón, nos hicimos la foto de grupo, con la Laguna de Urbión y su bífido pico de fondo.

Alcanzado el Pico de las Tres Provincias, nos entretuvimos adivinando los límites de las provincias de Burgos (al oeste), La Rioja (al este) y Soria (al sur), y con espectaculares vistas de la Sierra de la Demanda al fondo y su pico más alto, San Lorenzo (2.270 m), a la izquierda, y el San Millán (2.132 m), el más alto de la provincia de Burgos. Con tan espléndido espectáculo como mirador, paramos a comer, confundidos con las grandes rocas de la pradera y cobijados a su sombra.

De camino a nuestro siguiente objetivo, el pedregoso cerro de Muñalba, nos deleitamos contemplado el valle del río Frío, afluente por la derecha del río Najerilla, con su gran pradera verde y su laguna medio seca. El Pico Muñalba es la máxima altitud de la Sierra de Neila y la segunda cumbre de la provincia de Burgos, tras el San Millán.

Continuamos el descenso, animados por Fernando S., que se afanaba en sentar las bases de un nuevo GMSMA, no apto para listillos del GPS ni de los mapas, donde llegar puntual al punto de partida se castigaría pagando los cafés, y el primero en alcanzar la meta tendría que invitar a las cervezas, amén de otros artículos de estos nuevos estatutos aún más atrevidos que nos hicieron reír durante todo el camino.

Pronto alcanzamos el bosque donde se supone existe un hermoso y longevo pino conocido como del Cardenal, pero nos fuimos sin saber si lo habíamos visto, pues a falta de un cartel que lo señalase, eran varios los ancianos y retorcidos ejemplares que podían optar a tal título.

Por un engalanado paraje de cantuesos buscamos la desdibujada senda que nos llevaría a Cueva Serena, entre grandes rocas de conglomerado o rudita, muy comunes en esta zona, emergidas del fondo marino donde se formaron.

La cueva está precedida de una gran cascada de agua, que suele helarse en invierno, y que lleva abundante agua en primavera. En estos singulares parajes se rodaron películas de western, Doctor Zhivago y series como Curro Jiménez.

Ya sólo quedaba llegar a Castroviejo, enorme amontonamiento de bloques de conglomerado, que el duro clima de esta zona ha ido puliendo y dando caprichosas formas, que recuerdan a la Ciudad Encantada de Cuenca.

En la cena tuvimos el honor de celebrar el cumpleaños de María Ángeles, lo que puso el broche de oro a una jornada memorable, que será recordada siempre por todos los participantes.

Por todo lo anterior, esta excursión es calificada con 5 espléndidas sicarias.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES