miércoles, 26 de abril de 2023

Excursión 695: La Jarosa

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Jarosa. Guadarrama
Final: La Jarosa. Guadarrama
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,2 Km 
Desnivel [+]: 460 m 
Desnivel [--]: 460 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 38

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













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PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Como todos los domingos, Antonio nos convoca para el siguiente miércoles y en esta ocasión Celia nos conduciría por la zona de la Jarosa.

Habíamos quedado en el aparcamiento junto a la Ermita de la Virgen de La Jarosa, patrona del pueblo de Guadarrama. La construcción de la Ermita fue promovida por el entonces párroco de Guadarrama y el Alcalde de la época antes de la construcción del embalse.

Su financiación, así como su construcción, corrió a cargo de vecinos voluntarios del pueblo y se terminó en 1956. Los días 15 de agosto de cada año tiene lugar una romería. La fachada está encalada y rodeada de mampostería de granitos, y tiene un porche lateral con un altar.

Cuando al finalizar la jornada hay comida, como en esta ocasión, la ruta suele ser más corta y menos exigente y la afluencia de senderomagos es mayor.

Una vez reunidos, tras los pertinentes saludos a los amigos y antes de empezar la ruta, nos hicimos la foto de grupo.

En esta ocasión José María no nos acompañaría dado que el día anterior se había lesionado, aunque tenía tarea preparando toda la equipación que se iba a distribuir en la comida.

Echamos a andar hacia el embalse, construido en 1968. Bajo sus aguas quedaron las ruinas del Berrueco de la Herrería o, también llamado Berrueco de San Macario. Aún hoy, en su orilla noroccidental se puede ver la espadaña de la Ermita de San Macario.

Este embalse suministra de agua a los pueblos de Guadarrama, Alpedrete y San Lorenzo de El Escorial. Este año el nivel del agua está especialmente bajo. En sus aguas está permitida la pesca, pero no el baño ni otras actividades deportivas. Hay que tener en cuenta que este pinar es un coto de caza de octubre a febrero, y los días permitidos para ello son los miércoles, sábados, domingos y festivos, de acuerdo a la información observada en el camino.

Bordeamos el embalse por terreno normalmente inundado, desde él pudimos admirar unas increíbles vistas de la Maliciosa y la Pedriza.

Ascendimos por la pista junto al arroyo del Picazuelo, que nos quedaba a la izquierda.

A los más rezagados, Carlos R. nos recomendó desviarnos unos metros y acercarnos al río para ver una verja metálica que flanquea la salida del túnel que trasvasa las aguas procedentes de la presa de La Aceña desde Peguerinos.

Esta construcción se realizó en 1989 y tiene una longitud de 8 km, su objetivo era dotar de suficiente nivel al embalse de la Jarosa, para que éste a u vez pudiera suministrar agua al embalse de Valmayor por otro trasvase.

El resto del grupo caminaba por delante y en un determinado momento nos perdimos de vista, llegando a una intersección en donde Carlos contactó con Celia para tratar de reagruparnos. Para facilitar el encuentro tomaron un pequeño atajo.

En ese momento nos quedaba subir por una pista asfaltada, de unos 3 km aproximadamente y con 350 metros de desnivel.

Continuamos el camino en ascenso. El calor se hacía patente y llegando a una pradera con sombra, y siendo ya la hora del ángelus, Celia nos indicó la parada.

Era un día de celebraciones. Miguel Angel y Esther, por el próximo nacimiento de su nieto, repartieron deliciosos bombones, Marcos por su parte nos invitó a ricos dulces por su cumpleaños y Mariola lo remató con exquisitos chocolates típicos de su tierra.

Reiniciamos la marcha y al poco rato Alejandro se dio cuenta de que se le habían olvidado las gafas en la zona del tentempié por lo que tuvo que volver a por ellas, pero rápidamente se incorporó de nuevo al grupo.

Continuamos subiendo por la pista asfaltada y nos encontramos una indicación que señalaba el Pino de la Hilera (Árbol Singular nº 126 de la Comunidad de Madrid) con más de 500 años. Habría que haber bajado campo a través pero no nos acercamos a verlo por no retrasar la marcha dado que había que llegar con hora a la comida.

Un poco más adelante nos desviamos hacia la senda del Bosque Plateado, compuesto principalmente por pinos laricios (Pinus Nigra), un tipo de pino muy escaso en la Sierra de Guadarrama y que entre sus características tiene el tronco de color plateado, de ahí su nombre.

También pudimos observar la llamativa floración amarilla del cambroño. La tierra se ilumina con la floración de este arbusto que es un espectáculo de color amarillo intenso. Los Molinos, población próxima a Guadarrama, es la capital del Cambroño porque cuenta con la mayor extensión de esta variedad endémica en la Península Ibérica y todos los años en primavera se realiza una fiesta en su honor.

Aparte de pinos laricios pudimos contemplar también el pinos silvestres y pino resinero, algunos de ellos con intensa parasitación de muérdago.

En la parte alta del pinar pudimos observar nidos de procesionaria que curiosamente no habíamos visto en la parte baja.

Al final de esta senda se encuentra el llamado Árbol de la Fuerza de la Vida (también de la especie pino laricio), ya que hunde sus raíces en la roca para sobrevivir y tiene una edad estimada de 500 años. Está realmente bien puesto el nombre, qué ganas de sobrevivir, es una maravilla.

Volvimos a salir a la pista principal y al poco nos encontramos con unos ciclistas que resultaron ser amigos de Miguel Angel Latorre, al que le hizo muchísima ilusión haberse encontrado con sus compañeros de fatigas.

Seguimos por la pista, cruzamos varios arroyos y vimos algunas construcciones cuya finalidad era la canalización del agua con anterioridad a la construcción del embalse de La Jarosa.

Las laderas estaban plagadas de gayubas en todo su esplendor luciendo pequeñas florecitas blancas, muy bonitas.

Continuamos y llegamos a un cruce en donde tomamos una senda que nos conducía al Cerro del Cebo de los Lobos. Este cerro forma es atravesado por un cortafuegos.

Y desde aquí se pudo ver muy bien la zona del Cerro de los Álamos Blancos. En uno y otro quedan restos de las trincheras de ambos frentes de la guerra civil española.

Esta parte del camino está plagada de jaras de diferentes variedades. Unas tienen pétalos blancos, otras tiene en la base unas manchas púrpuras oscuras en el centro.

Este último detalle depende de las dos formas que existen: la inmaculatus (inmaculada), con su blanco impoluto, y la maculatus (maculada) con su mancha distintiva. Ambas formas conviven dentro de las mismas poblaciones. Son de las flores más grandes de la flora ibérica

Comenzamos un descenso más pronunciado, con muchas piedrecitas y arenilla suelta, teniendo que tener mucha precaución para no resbalar, si bien para algunos fueron inevitables algunos pequeños derrapes, afortunadamente sin consecuencias reseñables.

La bajada se vio interrumpida por la cuesta del Horcajo, un pequeño repecho que se inicia en una amplia pradera y que acaba en un cerro redondeado desde donde nos desviamos a la izquierda en busca del Arroyo de la Jarosa.

Seguimos tomando pequeñas desviaciones que poco a poco nos irían conduciendo de vuelta al inicio de la ruta.

Es una verdadera lástima la sequedad en la que se encuentra el campo. Ha sido un invierno y una primavera con escasas precipitaciones.

Al llegar de nuevo al área recreativa de la que partimos, dimos por finalizado el paseo por La Jarosa. La mayor parte del grupo se desplazó a la terraza del restaurante Viva Galicia en el pueblo de Galapagar.

Al llegar nos fuimos repartiendo en mesas redondas. Nos ofrecieron un menú cerrado con varios primeros y segundos. Todo estaba muy apetitoso, con especial mención al codillo.

A la hora de los postres se procedió al reparto de la nueva equipación, que consistía en camisetas y chalecos conmemoración de las 700 excursiones del GMSMA y que estuvo, como siempre, muy bien organizado. José María realiza siempre una gran labor en esta ardua tarea.

Por la bonita y agradable ruta, la inmejorable compañía, el estupendo día que nos hizo, le otorgo a esta excursión una calificación de un 4,5.
Ara Sánchez 

FOTOS

miércoles, 19 de abril de 2023

Excursión 694: Valle de la Fuenfría por la Ducha de los Alemanes

FICHA TÉCNICA
Inicio: Las Dehesas. Cercedilla
Final: Las Dehesas. Cercedilla
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,7 Km 
Desnivel [+]: 662 m 
Desnivel [--]: 662 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 23

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













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PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Mientras un grupo del GMSMA estaba haciendo la ruta Vicentina en Portugal, los que nos quedamos nos tuvimos que conformar con un destino un poco más modesto. Todos los miércoles debe haber excursión, y si parte del grupo se va a algún destino algo más exótico, es ineludible que los que se quedan no permanezcan en casa de brazos cruzados. Por eso, Antonio me pidió que preparara una excursión alternativa.

El tiempo primaveral es muy variable y, con respecto a las temperaturas, las predicciones meteorológicas eran bastante inciertas. ¿Dónde ir para poder modificar, sobre la marcha, y en función de la temperatura, la ruta? El Valle de la Fuenfría reúne las condiciones. Si hiciera fresco podríamos tomar el oeste del valle aprovechando el sol de la mañana, para luego bajar por la sombra. Si hiciera calor, realizar nuestro recorrido íntegramente por la umbría.

Así pues, comenzamos nuestra andadura en el aparcamiento de las Dehesas, frente a Casa Cirilo.

El día era ideal, ni frio ni calor. Decidí hacer el ascenso por la solana, y una vez que apareció el senderomago rezagado del que yo no tenía constancia que viniera (ya tenía a quien encargarle la crónica), arrancamos subiendo directamente al Camino de Segovia, camino que yo siempre he considerado preferible para subir al Puerto de la Fuenfría frente a otros más empinados y pedregosos o más sosegados, pero largos.

Al pasar la fuente de los Acebos, hicimos la preceptiva parada del Ángelus mientras llegaban los últimos compañeros rezagados, y una vez que todos estuvimos repuestos, pues yo tenía mis planes de parada para comer e íbamos un poco justos, proseguimos nuestra marcha hacia el ya cercano puerto.

Cercano, pero no por ello de ligera subida, ya que, debido a unas obras que se hicieron, hace ya muchos años, en la Carretera de la Republica, por el talud, los últimos metros de este camino se hacen empinadísimos. Pero no hay que exagerar, varios resoplidos y ya está, estábamos en el Puerto.

Aquí, parte del grupo prefirió no seguir subiendo y caminar tranquilamente hacia Navarrulaque donde, según convenimos, nos esperarían. Mi cronista elegido me dijo adiós, que se bajaba con el otro grupo, y yo con un palmo de narices. El resto tomamos una senda que parte hacia la izquierda unos 200 metros bajando la pista.

La senda está casi cerrada por la vegetación, y tras una ligera subida, trascurre horizontalmente por curva de nivel por encima de lo que se conoce por El Lanchazo, que es esa inmensa calva de piedra que se ve por encima del Mirador de la Reina (o de la Calva). Un poco más adelante, nos encontramos con el camino Schmidt, que partiendo desde la Pradera de los Corralillos sube hacia el Collado Ventoso, y por el que nosotros recorrimos los 400 metros que faltaban hasta el collado.

Otro de los caminos históricos de este valle es la Senda de los Alevines. Este corto camino de tan solo un kilómetro, en horizontal y con ese nombre, de los alevines, puede parecer insignificante. Pues bien, no lo es. De hecho, hasta ese momento no había escuchado queja alguna por parte de los participantes.

El camino pasa por debajo del segundo de los picos de Siete Picos, y está lleno de roquedales graníticos caídos. Durante algunos metros, se asemeja a la Pedriza, y es aquí donde empezaron los lamentos: «Ya sabía yo que trayéndonos Paco Cantos no hubiera piedras, etc. etc.»

Al final, no fue para tanto, y llegamos a la Pradera de Majalasna a la hora prevista para el bocadillo y algo más.

Unos cuantos subieron al pico que —siempre me ha sorprendido— ostenta el número uno de los picos a pesar de ser el de menor altitud y de ser el único que solo se ve desde la vertiente madrileña. Nos dio tiempo para tumbarnos un rato a sestear en la pradera, cosa que gustó a los asistentes y algunos propusieron que se implantara esta costumbre en todas las excursiones del grupo.

De ahora en adelante, les dije, ya todo es bajada hasta los coches, y continuamos bajando estos dos kilómetros que hay hasta Navarrulaque. Este camino nunca me ha gustado por sus bajadas empinadas y descarnadas por una zona que, salvo las vistas del Cóncavo de Siete Picos, no me llaman especialmente la atención.

Llegamos pues a Navarrulaque. Yo había quedado con el otro grupo en el refugio, pero… no había nadie. Llamé por teléfono; que gran invento, el móvil. «Hola, ¿dónde estáis?» «…amos e e loj» «Espera que os llamo otra vez» «El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura» Pues sí es un gran invento siempre que haya cobertura. Miramos en el Reloj de Cela, que fue lo que yo entendí, y visto que no aparecían y que no podíamos establecer comunicación con ellos, decidí seguir con la ruta prevista.

Nadie que no vea la Senda Victory con ojos del pasado puede comprender su existencia. Mirando el mapa observamos como la Carretera de la República recorre, con pendiente muy uniforme, desde las Dehesas hasta el Puerto, toda la vertiente este del Valle. Pero a principios del siglo XX, cuando a ninguno se le ocurría aventurarse por estos misteriosos parajes, Antonio Victory trazó una ruta que llevaba desde el Chalet de Peñalara, origen de todas las rutas, hasta Navarrulaque. En aquella época no había pistas forestales ni carreteras, por eso a alguno le sorprendió que fuéramos por un camino paralelo, al principio, a la pista, y más cuando el camino empezó a ¡subir! ¿Pero no habíamos quedado en que ya era todo bajada? Bueno, más o menos.

Al igual que lo que nos pasó en la Senda de los Alevines, ahora estábamos pasando por debajo de Majalasna y aquí el camino tiene que pasar por encima de un inmenso roquedal. Menudas protestas. Que esto no es bajar. Que yo veo en el mapa que si bajamos por este camino vamos derechos a los coches. Pues claro que llegaríamos antes, pero se trataba de llegar al mirador de Matagitanos y desde allí bajar por una senda muy agradable hasta la Umbría de la Navazuela donde se encuentra la conocida Ducha de los Alemanes. Al llegar allí, allí sí, todo el mundo estaba entusiasmado. Durante nuestra marcha, pude, por fin, comunicarme con el otro grupo, y acordamos encontrarnos en la curva del arroyo de la Navazuela, justo por donde se sube a la Ducha de los Alemanes.

Cuando abandonamos la ducha y llegamos a la curva, como dos equipos sincronizados, el otro grupo llegaba por la pista. En ese punto no seguimos por la pista, sino que continuamos bajando por la margen izquierda del arroyo.

Unos cuatrocientos metros más abajo, este arroyo se junta con el de la Fuenfría para formar el río de la Venta, por cuyas márgenes bajamos, primero por la izquierda y, tras pasar un puente de madera, por la derecha, recorriendo uno de los parajes, para mí, más bonitos del Valle.

Enseguida llegamos al Camino Agromán que lleva directamente al Puente del Descalzo, por el que pasa la Calzada Romana. Junto al puente de piedra, se encuentra la Fuente de la Salud y una lápida funeraria con una cruz y la inscripción «RIP» de la que ignoro su pertenencia.

Un escaso kilómetro nos separaba ya del aparcamiento, junto a Casa Cirilo, a la que llegamos sin ningún esfuerzo. Pero, nos encontramos que estaba cerrada, por lo que no pudimos tomar nada, como suele ser habitual rematar nuestras excursiones.

Al final el cronista se marchó y aquí me tenéis relatando yo mismo nuestras aventuras, que califico con 4,5 porque la excursión perfecta no existe.
Paco Cantos


martes, 18 de abril de 2023

Excursión 693: Ruta Vicentina. Odeceixe - Azenha do Mar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Odeceixe. Portugal
Final: Azenha do Mar. Portugal
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 10,2 Km 
Desnivel [+]: 289 m 
Desnivel [--]: 252 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 35

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Esta es la última etapa de nuestra aventura por el Parque Natural del Sudoeste Alentejano, el plan inicial era hacer la cuarta etapa completa “Zambujeira do Mar – Odeceixe” de 21 km, también el plan inicial era hacerla con una temperatura agradable, en abril, antes de comenzar los desagradables calores a los que últimamente nos está acostumbrando la climatología. Pero una cosa es lo que planificamos y otra es lo que pasa, y en abril tenemos una ola de calor inesperada que empieza a hacer mella en los integrantes de la expedición.

Antonio, le pidió a Paco que acortase la ruta para hacerla más asequible y Paco así lo hizo, y nos lanzó la propuesta para terminar en Azenha do Mar, lo cual todos recibimos con mucha alegría.

A las 9:00 estábamos en el punto de encuentro en Vila Nova de Milfontes, algunos se despedían porque tenían que volver un día antes. También nos enteramos que Sol no se encontraba bien ¿serían los excesos del guateque de la noche anterior?. Una vez que nos despedimos y nos contamos las últimas novedades nos montamos en los coches, unos hacia el inicio de la ruta y otros al final de la ruta, para dejar los coches para poder llevar a los conductores una vez terminásemos la ruta al punto de origen.

Son las 10:00 y es hora de empezar a caminar, al poco nos hacemos una foto de grupo, por si luego se nos pasa, que en estas rutas cada uno va a su ritmo y se hacen muchos grupos pequeños.

Comenzamos subiendo una cuesta y seguimos caminando hasta que alcanzamos un mirador sobre la playa de Odeceixe, donde nos tropezamos con una locura más: el estuario del río Seixe.

Contemplamos desde lo alto su desembocadura y la playa de Odeceixe. Nadie puede discutir que esta estampa es maravillosa. ¡Qué color tienen estas aguas! y como no podía ser de otra manera nos pusimos a mirar, que para eso son los miradores y nos hicimos fotos, muchas fotos, y nos hicimos una foto de grupo preciosa, hasta que nos pusimos a andar y nos fuimos, aunque seguro que todos queríamos más fotos y dejar este momento grabado para siempre en nuestra cabeza.

Seguimos caminando, deleitándonos con las curiosas formaciones de las rocas, con plegamientos, con dibujos arañados, cuadrículas……..Rocas que se erosionan y se segregan de la costa, quedando divididas en medio del mar.

Paisajes marinos que se combinan con los colores de la arena y de las piedras, de las dunas petrificadas, de las plantas.

Formas caprichosas que unas veces dan alas a nuestra imaginación y otras veces parecen esculturas talladas por la mano del hombre.

Un submarino que emerge del mar y que sin lugar a dudas el hombre no lo hubiese podido construir con tanta exactitud y, como es lógico, nos fotografiamos, lo fotografiamos y nos volvemos a retratar, hasta que muy a nuestro pesar volvemos a caminar.

Y seguimos contemplando arcos de rocas en el mar, arena y acantilados y una frondosa vegetación y de repente vemos que los coches que dejamos al final de la ruta ya están a la vista, !!!pero si no hemos tomado el ángelus y ya estamos terminando la ruta!!!. No está claro qué pasó, ¿Un error de cálculo?¿Nos liamos con los nombres de los pueblos?¿La ruta se elaboró durante el guateque? !!!quién sabe lo que pasó!!!.

Podíamos hacer tres cosas, quedarnos tomando cañas (no parecía serio), volver sobre nuestros pasos o seguir y dar la vuelta después de un buen rato y volver a Azenha do Mar y esto último es lo que hicimos.

Para llegar a Azenha do Mar hay que hacer una bajada bastante empinada, es sin duda el tramo más complicado de la ruta, las vistas de los acantilados siguen siendo una maravilla. Llevamos cuatro días viendo estos paisajes y no dejamos de sorprendernos.

Terminamos la bajada y seguimos por una pasarela de madera para pasar por el aparcamiento donde tenemos los coches, y seguimos avanzando un poco más para tomar el ángelus, hoy la temperatura es muy agradable y no hace falta buscar una sombra y podemos tomar algo mirando el mar embravecido rompiendo sobre las rocas.

Caminamos algo más hasta que es buena hora para darse la vuelta. Como siempre, los caminos de regreso los hacemos rápidos, sin fotos y sin mirar demasiado.

Esta crónica la escribo después de varias semanas, mirando fotos y tirando de memoria, y me ha servido para recordar una viaje fabuloso. 

No puedo terminar la crónica sin dar un agradecimiento muy especial a Paco y Sagrario, por la propuesta, por la organización de un viaje tan complejo, por la paciencia con nosotros.

Mil y mil gracias. La valoración es de 5 Sicarias sin lugar a dudas.
Fernando Ramos