sábado, 15 de abril de 2023

Excursión 690: Ruta Vicentina. Porto Covo - Vila Nova de Milfontes

FICHA TÉCNICA
Inicio: Porto Covo. Portugal
Final: Vila Nova de Milfontes. Portugal
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 20,1 Km 
Desnivel [+]: 226 m 
Desnivel [--]: 236 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 43

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Voy a intentar contar la primera de las cuatro excursiones que realizamos en la costa del Alentejo portugués, y que corresponden a otras tantas etapas del “camino de los pescadores” que es una variante de la llamada “Ruta Vicentina” hacia el Cabo de San Vicente.

La zona que recorrimos es una planicie de roca pizarrosa elevada sobre el Océano Atlántico. Sobre esta base se han ido acumulando depósitos de arena, los más antiguos se han petrificado formando una especie de arenisca que cuando queda al descubierto se erosiona fácilmente con formaciones retorcidas y llenas de agujeros que le dan un aspecto parecido a la piedra pómez.

Las arenas más recientes forman dunas que se van fijando más o menos por el efecto de una gran variedad de plantas rastreras, matorrales y arbustos, muchas de ellas ahora en flor, con un pintoresco mosaico de colores.

La roca dura, en contacto con el mar, con estratos dispuestos verticalmente, se va fragmentando formando acantilados y promontorios aislados cerca de la costa, realmente espectaculares.

Curiosamente, son utilizados por algunas parejas de cigüeñas para anidar (en estos días se dedicaban pacientemente a incubar dentro del nido) y por pescadores del lugar para ¡pescar con caña! desde alturas y emplazamientos inverosímiles a los que llegan por senderos expuestos, a menudo ayudados por cuerdas fijadas en los cortes de roca.

Precisamente la denominación de “camino de los pescadores” viene de que el recorrido tiene como base los senderos utilizados por estos pescadores para desplazarse a lo largo de los acantilados hasta sus lugares de pesca. Aunque algunas veces el camino oficial marcado se aparta de la “primera línea” de la costa casi siempre es posible seguir por el mismo borde de los acantilados a través de sendas más o menos marcadas que terminan saliendo al itinerario oficial.

De cuando en cuando al pie de estos acantilados se forman playas de arena, algunas muy extensas, y otras simples calas, que con la marea baja se pueden ir enlazando a pie unas con otras.

Y curiosamente, (y afortunadamente) el desarrollo turístico de la zona es muy escaso. Las poblaciones, antes pueblecitos de pescadores, sí presentan algunas construcciones nuevas, pero siempre de escasa altura y sin urbanizaciones masivas. El terreno se sigue dedicando predominantemente a cultivos, en los que trabajan muchos inmigrantes de origen indostánico, es posible distinguir a los “sijs” con sus característicos turbantes.

Nosotros vamos tomamos como base la localidad de Vila Nova de Milfontes, probablemente la mayor de la zona, situada sobre la orilla derecha de la “ría” formada en la desembocadura del río Mira. Su casco antiguo es un conjunto de callejuelas empedradas flanqueadas por casitas encaladas con los cercos de ventanas y puertas encuadradas en vivos colores, sobre todo azul intenso. Incluso hay un antiguo y macizo fuerte del año 1602, llamado de San Clemente, actualmente una residencia particular.

Y allí quedamos los 43 participantes en esta primera etapa para dirigirnos a la playa de Porto Covo, nuestro punto de partida. Como no hemos podido contratar un autobús para los desplazamientos nos moveremos en nuestros coches, con una organización impecable por parte de Paco Donaire para al finalizar la marcha volver con los conductores a recuperar los vehículos que dejamos en el inicio.

La zona tiene la protección de Parque Natural y parece que no se permite que el camino se recorra por grupos de más de 20 personas. Al ser el primer día no sabemos si realmente hay controles, por lo que nos dividimos en dos grupos, que salimos distanciados unos 10 minutos uno de otro. La verdad es que no nos hemos encontrado ningún tipo de vigilancia, y además, como es lógico, al caminar nos vamos fragmentando en grupos más pequeños, nos reunimos de nuevo, e incluso al final terminamos mezclándonos un grupo con otro.

Empezamos subiendo por encima de la playa de Porto Covo, pisando nuestras primeras dunas y avistando los primeros acantilados y las primeras playas a sus pies. Como la marea está baja, en la playa de Sissal descendemos a la orilla del mar para caminar por la misma playa. Algunos senderomagos aprovechan para descalzarse y remojarse los pies. Seguimos por la arena, vigilando la subida de la marea, pese a lo cual hay compañeros que terminan dándose un baño de pies….calzados.

Así llegamos a otra fortaleza parecida a la de Vila Nova, frente a un pequeño islote en cuya cima se aprecian ruinas de una construcción, probablemente también defensiva.

Al pie de la fortaleza hay un bar-restaurante abierto ya que hasta allí es posible acceder en coche. Aprovechamos para parar al “Angelus” con un café o una cervecita fresca, según los gustos.

Tras un breve tramo, otra vez por la parte alta de los acantilados, volvemos a descender a las playas, enlazando con la larga playa de Malhao, que recorremos por la orilla hasta el final, donde hay unas escaleras acondicionadas para subir a los acantilados y unas pasarelas de madera hasta varios miradores que nos permiten ver el tramo recorrido y la cola de los grandes barcos que esperan para entrar en el puerto de Sines, situado poco más al norte. En estas pasarelas hacemos la parada para comer y recuperar fuerzas, ya que queda todavía un largo recorrido por delante.

A partir de aquí los acantilados se van elevando y ya vamos todo el resto de la marcha aprovechando las sendas que los recorren por el mismo borde, sobre las dunas de arena y entre una gran cantidad de flores. Y en una revuelta del camino vemos nuestro primer nido de cigüeña sobre un promontorio rocoso. Parece que este es el único lugar del mundo en el que las cigüeñas anidan en acantilados sobre el mar. Y también divisamos a lo lejos a algunos pescadores encaramados con sus cañas en las rocas.

Encajadas entre los acantilados hay playas que ya quedan muy abajo; unos cuantos compañeros del primer grupo se animaron a bajar por una fuerte pendiente a la playa da Angra da Cerva, incluso algunos valientes se dieron un baño; y digo valientes porque además de que el agua está bastante fría el oleaje es muy fuerte.

Pero el lugar es espectacular, y desde luego llevamos ya calor acumulado.

Durante todo el camino coincidimos con otros senderistas, la mayoría turistas de diversas nacionalidades, aunque a pesar de ser sábado no está muy concurrido.

Así terminamos saliendo a un bar junto a un mirador al que se llega por carretera asfaltada sobre el Porto das Barcas, que como su nombre indica es un pequeño puerto pesquero al que se accede por un canal.

Desde este mirador es ya visible el llamado Faro de Vila Nova de Milfontes (en realidad ahora ya no hay ninguna señal luminosa en el edificio) y las primeras casas de la localidad.

La sombra de la terraza del bar y la cerveza fría es una tentación a la que sucumbimos una buena parte de los participantes en la marcha, yo entre ellos. Y la verdad es que ambas cosas se agradecen mucho.

Y ahora todavía queda un buen trecho de camino hasta llegar al pueblo, que se hace bastante pesado, primero bordeando unos campos de cultivo para evitar la carretera asfaltada, y luego ya entre las urbanizaciones de las afueras.

Así llegamos otra vez donde esperan los coches que llevarán a los conductores a recuperar los vehículos que dejamos en Porto Covo.

Aunque el sendero no tiene mucho desnivel la marcha se ha hecho dura en algunos tramos por el hecho de tener que caminar casi siempre por arena, en la que te vas hundiendo. Además ha hecho calor prácticamente de verano, que va a ir aumentando en los próximos días; hoy ha soplado un viento constante desde el mar que lo ha mitigado bastante. 

También ha sido la etapa más larga de todas, unos 20 Km y la primera de estos magníficos días que hemos pasado recorriendo unos impresionantes paisajes con la mejor de las compañías.

Muchas gracias a todos los que han trabajado en la organización, trabajo que seguro que no ha sido nada fácil.

No le voy a dar las 5 estrellas por el último tramo desde el Porto das Barcas, que como he dicho me resultó muy pesado, y teniendo en cuenta que en días posteriores hemos visto lugares más espectaculares por la altitud de los acantilados. Por eso califico la etapa con 4 estrellas.
Margarita Olmo


FOTOS

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