miércoles, 26 de noviembre de 2014

Excursión 211: El Frente del Agua

FICHA TÉCNICA
Inicio: Paredes de Buitrago
Final: Paredes de Buitrago
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 16 km
Desnivel [+]: 381 m
Desnivel [--]: 383 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 38

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
¿Día de visita al Frente del Agua en Paredes de Buitrago o día de Las Setas? Habrá que optar por la primera denominación, ya que hubo quien volvió a casa sin setas, aunque tuvo que hacerlo a posta, ya que los níscalos se prodigaban en el pinar como si los hubieran sembrado.

Hubo que atravesar la impresionante presa de Puentes Viejas en los coches para alcanzar Paredes de Buitrago, de donde partía la excursión. 

Nuestro propósito era realizar un recorrido por los restos recuperados del frente de la guerra civil en 1938, cuando se disputaba el abastecimiento de agua a Madrid desde los embalses de Puentes Viejas y El Villar.

La luz tamizada por la niebla de las cumbres y la atmósfera recién lavada presagiaban un día ideal para que los fotógrafos se lucieran.

Nada más alcanzar las afueras del pueblo, elevados en la loma donde se asienta, pudimos apreciar la belleza del paisaje, ya otoñal; destacaban los verdes prados henchidos  de agua y, en la lejanía, el ocre de los robledales, en tanto algunas encinas dispersas moteaban el paisaje.

Nada más cruzar un arroyo, llegamos al primer búnker, en lo que fue zona republicana; luego habría muchos más. Teníamos como invitado por primera vez a Adrián, curtido en los montes de Transilvania y, hasta ahora, el único que comparte conmigo la afición a los escaramujos.

Íbamos todo contentos siempre a la busca del siguiente bunker, asomándonos a las troneras, como niños, cuando lo alcanzábamos, aunque el más feliz de todos era Cristóbal, quién incluso se había traído el traje de campaña.

Me gustó especialmente el paseo que dimos por un hermoso camino flanqueado por un muro de piedra y adornado por unos cuantos robles de hojas doradas.

Después doblamos a la derecha y ascendimos hasta Las Coronillas, punto más elevado del recorrido desde donde se contemplaba con diáfana claridad un extenso y hermoso panorama en el que llamaba la atención el pueblo de Prádena del Rincón, iluminado por un sol tímido que se asomaba entre nubes.

Tras ello, no logro rememorar todos los detalles de la excursión, pues comenzaron a aparecer setas de cardo y me cegué con el instinto de rebusca de forma tal que estuve a punto de perder hasta la vergüenza; menos mal que Paco C., como si fuera mi ángel custodio, estuvo durante todo el resto de la excursión pendiente de mí.

No obstante, sí recuerdo que, aposentados en torno a los restos de un nido de ametralladoras y unas trincheras, posición Peñas Altas 1 la llamaban, Antonio V. nos ilustró con el segundo relato del niño Eugenio, ya convertido en hombre, en una narración emocionada muy acorde con el lugar y finalizada con una moraleja fruto de la sabiduría que sólo da la vida. Para conmemorar el evento, José Mª nos sacó allí mismo la foto de grupo.

Ya después, y creo que tras algunas deserciones, anduvimos un rato por la carretera entre Prádena y Paredes. Me parece que luego había más construcciones bélicas y, de eso me acuerdo bien, llegamos al Bosque de Los Níscalos, donde Paco D. y otros comenzaron a ofrecer los primeros ejemplares a quienes ya teníamos algunas setas; aunque al rato, ante la exuberancia del lugar, finalmente acabaron atesorándolos.

Mientras Juan se maravillaba de la facilidad para encontrar níscalos, los más entendidos, como Antonio D. o Ángel, iban escogiendo otros géneros de setas más refinados.

Antonio marchaba en cabeza abriendo camino de búnker en búnker y yo creo que los demás lo íbamos siguiendo como podíamos de seta en seta, con la mirada sólo ocasionalmente al frente para intentar no perder el contacto visual; tan era así, que tengo gravada la imagen de Carlos exclamando ¡qué seta tan gorda!, al acercarse a la cúpula redondeada de una de las construcciones. Me parece que fue por allí por donde comimos el bocadillo.

Acabado el pinar bajamos al pueblo, con el día ya más despejado, y nos tomamos unas cervezas reparadoras en el bar. Como fin de fiesta, Santiago nos obsequió con champán; tuvimos que insistir para que nos explicara el motivo y es que cumplía 100 (muy bien acompañado por Belén, que ya es senderomaga); me sé de una que al oír lo de 100 contestó que no los aparentaba…

En definitiva, un día estupendo, pero, como en esta vida todo cuesta, hubo quién lo pago con su cartera. Madi otorga 4 sicarias a esta bonita excursión.
Melchor

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de José María Pérez

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Excursión 210: Canto del Berrueco - Las Cuatro Damas - La Dehesilla

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto del Berrueco
Final: Canto del Berrueco
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13 km
Desnivel [+]: 697 m
Desnivel [--]: 700 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Valoración: 5
Participantes: 33

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Segundo intento de alcanzar, para todo el grupo, La Raja de La Pedriza que, por un venturoso despiste, nos llevó a descubrir una preciosa ruta a través de riscos y gargantas para enlazar con el PR.C.1, dándonos además la oportunidad de realizar un tercer intento para alcanzar la dichosa Raja en el futuro. Para ello, quedamos en Manzanares el Real, con el cielo cubierto de nubles blancas, de las que adornan pero no mojan.

Partimos del entorno de El Berrueco para seguir el camino paralelo al arroyo de Santillana, que obliga a traspasar una cancela y cruzar el arroyo por un puente, para elevarse después hacia el oeste.

Mª Ángeles e Inmaculada nos habían dado la sorpresa de acompañarnos por primera vez y caminaban a buen paso, siguiendo el ritmo impuesto por Antonio, que gana en intensidad semana a semana.

No sé quién propuso una estrategia urgente para conseguir engañar a Antonio con una contradieta de la servilleta, aunque tras haber superado la prueba del “todo incluido” en un paraíso estival, lo tenemos difícil; además, sé de buena tinta que hay otro senderomago adicto desde hace poco a la dichosa dieta...

Antes de que el camino se convirtiera en senda, a unos cuantos nos dio tiempo a asomarnos a La Gran Cantera desde arriba. Después, nada más pasar unas jaulas en desuso para ungulados, ya entre roquedos, nos topamos con un rebaño de cabras montesas, en el que destacaban algunos machos de extraordinaria cornamenta. Nos delectamos en su contemplación, pero no sería ni mucho menos el único rebaño que veríamos durante el día.

Por una senda cada vez más desdibujada íbamos ganando altura y abarcando con la vista cada vez más extensión: El embalse de Santillana parecía un mar de plata y, con un poco de imaginación, la cárcel de Soto con su torre elevada podía pasar por un santuario.

Traspasamos una formación rocosa que simulaba un gran camaleón tomando el sol y, ya un poco necesitados, hicimos un descanso bajo la mole de La Torre Inclinada para tomar un tentempié e imponer a Nicolás su estrella negra centenaria; faltó el beso de nuestra musa Leonor en la ceremonia, si bien Antonio lo suplió con un efusivo abrazo. Hay que mencionar que Paco Donaire ya cumplía con esta su marcha 50ª. ¡Felicidades también por esta estrella azul!

Después, la senda ya no era senda, sino un continuo sube-baja a través de rocas y arbustos, donde el avance era lento y donde Rosa P. acaparó toda la ayuda de los compañeros para ir superando dificultades, mientras Raquel quedaba abandonada a su suerte y además sin el consuelo de Mecha, que estaba ausente.

Total, que los demás se apañaban como podían; Rosa B., por ejemplo, había encontrado un talismán consistente en las mandíbulas de un ciervo volador. El asunto se puso aún peor cuando hubo que trepar por las grietas abiertas por un estrecho reguero de agua que se derramaba desde lo alto, pero lo conseguimos.

Muchos llevábamos un rato preguntándonos cuándo comenzaríamos a bajar, cuando Antonio nos dio la noticia de que nos habíamos desviado de la ruta prevista, elevándonos en exceso. Reunido el Consejo de Sabios, con los GPS´s enarbolados y un mapa en papel desplegado sobre la roca, se vio que había dos posibilidades: Volver a bajar por donde habíamos llegado (¡oh, pavor!) o seguir remontando la ladera hasta confluir con un sendero conocido.

Sabiamente, como es natural, se decidió continuar y así disfrutamos de un bonito trayecto en el que, tanto se alternaban balcones naturales desde los que nos asomábamos al Hueco de Coberteros, como nos internábamos entre rocas ciclópeas por rincones inéditos donde crecían los robles al abrigo de los vientos o donde un numeroso rebaño de cabras montesas nos ofreció estampas inolvidables.

Así nos acercamos a un área ya conocida, el sendero que discurre frente a las moles de Los Fantasmas, uniendo la pradera de El Yelmo con el collado de La Dehesilla. En sus proximidades, nada más traspasar La Cara con sus Cuatro Damas flanqueándola, nos aposentamos para tomar el merecido bocadillo y descansar. Se tomó la foto de grupo e iniciamos el descenso hacia el collado. En la bajadita por los roquedos, de nuevo Rosa P. se llevó todas las atenciones.

Ya en el collado, el grupito de “los presurosos” se encaminó enseguida, siguiendo el arroyo de Coberteros, hacia El Berrueco, origen y destino del día. El resto nos lo tomamos con más calma, recreándonos con la paz del collado y los colores del otoño, para seguir más adelante sus pasos.

En el descenso nos fuimos disgregando; hubo varios que se entretuvieron cogiendo níscalos, que abundaban en algunos puntos, mientras otros, especialmente Juan, se dedicaban a extasiarse con el paisaje otoñal, parando en los balcones naturales que se iban presentando; también hubo quién se entretuvo bastante tiempo internándose por entre los restos de la Gran Cantera; algunos dicen que de nuevo Rosa P. captó las atenciones en la cantera, esta vez sólo de Paco N… 

Por mi parte y por imperativo de Nicolás, que ya aprovecha su autoridad de estrella centenaria, me veo obligado a confesar que me di una buena talegada cayendo de espaldas sobre una roca, golpe que aún rememoro por el dolor que persiste en la rabadilla.

Desde la cantera sólo había que regresar hasta El Berrueco por el mismo camino que habíamos tomado en la mañana. Todos hemos disfrutado mucho en esta marcha y además nuestras invitadas de hoy han quedado muy contentas. Total, que Madi otorga 5 bien ganadas sicarias.

Nota adicional: Tres de nuestros coches aparecieron con lunas laterales rotas, con no se sabe muy bien que objeto, pues nada se llevaron los desalmados, quizá porque nada de valor había. Pero esto no nos va a quitar la satisfacción de haberlo pasado bien; además, a Juan le regalaron limpiaparabrisas nuevos por reparar la luna… 
Melchor

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Excursión 209: Cascada del Hervidero - Canal del Mesto

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Agustín del Guadalix
Final: San Agustín del Guadalix
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 15,5 km
Desnivel [+]: 344 m
Desnivel [--]: 344 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 40

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Como ya es sabido, a muchos senderomagos les tienta tanto o más el ágape en un buen restaurante tras una marcha que la marcha misma. Será por eso por lo que nos juntamos hasta 40 participantes para disfrutar de una entretenida excursión, a pesar de los pronósticos de lluvia que finalmente sólo se materializaron en un arco iris espléndido que nos despidió en el camino de vuelta.

Como extraordinaria novedad y para apaciguamiento de las culpas de algunos de nosotros, esta vez hubo que esperar unos minutitos a Antonio antes de comenzar la marcha. La iniciamos cerca de San Agustín de Guadalix, en fila india por una senda resbaladiza y embarrada que discurre junto al cauce del río Guadalix arrinconada bajo los cortados de su margen derecho.

Tras un trecho, el valle se abrió y nos encontramos paseando por bonitas praderas desde donde se abarcaba un amplio panorama en el que destacaba el amarillo incendiado de algunos chopos como única señal de que el otoño estaba comenzando.

Venía con nosotros Esteban en su primer día con el grupo y ya podíamos presumir de que merecía la pena el paseo.

Por sendas y caminos continuamos avanzando, siempre avistando al frente un pequeño poblado del Canal elevado a media ladera, hasta enfilar el cañón que el río ha horadado aguas arriba. Así alcanzamos el acueducto que forma parte de un sifón del canal del Atazar y tras él, las cascadas del Hervidero, dos chorros que se desparraman para salvar un enorme desnivel en el cauce del río y que dibujan, entre sí, la quilla pétrea invertida de un barco. Si se desciende por los escalones que conducen a la gran charca formada en su base, la impresión es de haber sido transportados a “Parque Jurásico”.

Había que ascender ahora por una empinada senda para tomar el caminito que discurre sobre el canal del Mesto. Subimos todos sin dificultad manifiesta, incluida Carmen, que tenía ciertas dudas sobre su poderío.

El avance por el camino era muy agradable y permitía recrearse plácidamente en todo el entorno: Con el imponente acueducto del Zegri siempre al fondo, recortado contra el verde de las encinas y los enebros, nos deteníamos a ver los curiosos respiraderos del canal del Mesto o  divisábamos las construcciones del canal del Vellón en la ladera opuesta, mientras el río se perdía en la vegetación del barranco bajo nuestros pies.

Sin casi darnos cuenta, ya estábamos en el azud del Mesto, una bella construcción que sólo pudimos disfrutar con la vista, ya que el acceso está cerrado actualmente.

Desandando unos metros el camino, nos aposentamos junto a una de las casetas para tomar el aperitivo, la mayoría en hilera y con los pies colgando sobre el muro del canal.

La vuelta la hicimos subiendo por un camino hacia El Molar que abandonamos pronto para acercarnos a la atalaya de El Molar y desde allí asomarnos al cañón del Guadalix desde lo alto, en una vista espectacular donde se contemplaba toda la Cuerda Larga al norte, detrás de Pedrezuela, y el cerro de San Pedro al frente, con su cumbre oculta tras las nubes, emulando al Teide.

En este punto comenzaron a acudir algunos buitres, cada vez más numerosos y que se acercaban tanto a nosotros como para asustar a Raquel y llevarla a sujetar a Mecha con la correa, por si las moscas.

Descendiendo de nuevo al río por una carretera de servicio del Canal del Guadalix, ya sólo había que regresar al punto de partida por el mismo trayecto.

Aquí fue donde Marcos se percató de que José Mª exhibía una medalla conmemorativa de la excursión 200 que él no pudo obtener en su momento; tened todos cuidado, que Marcos se ha encaprichado de ella.

Como remate del día nos quedaba la comida en el restaurante Araceli, donde sobre todo disfrutamos haciéndonos compañía y contando nuestras batallitas. Algunos también aprovecharon para asaltar a Paco N. y conseguir su lotería del GMSMA o para recibir la bandeja de cristal artesanal de Marcelo.

Para concluir, agradecer desde aquí a Paloma los cuidados que tuvo con este cronista para asegurarse de que acababa con bien la ruta, y felicitar a Carmen por haberla concluido antes de que las suelas de sus botas se deshicieran por completo.

Indica Madi que 4 sicarias son merecidas, menos injustas y más demasiado complacientes.
Melchor


miércoles, 5 de noviembre de 2014

Excursión 208: Puerto de la Quesera - Riofrío de Riaza

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de la Quesera
Final: Riofrío de Riaza
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,9 km
Desnivel [+]: 636 m
Desnivel [--]: 1031 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 3
Participantes: 36

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
El miércoles anterior en manga corta y hoy hace un frío que pela. Ya estaba avisado en la convocatoria: guantes, gorro y demás... quizás alguien pensó que era un tanto exagerado, pero como luego veríamos casi se queda corto.

De camino vamos viendo las cumbres nevadas, lo que presagia fresquita la marcha y, efectivamente, nada más pasar el puerto de Somosierra, negros nubarrones confirman el pronóstico.

Nos congregamos en la muy fotogénica plaza de Riaza y tras los saludos y el cafetillo de rigor nos dirigimos hacia el puerto de la Quesera, en la Sierra de Ayllón. Dejamos algunos coches en Riofrio para la vuelta y seguimos hacia arriba. La carretera tiene una fina película de hielo y al final hasta nieve. Dejamos los coches como se puede (alguno no demasiado bien) y comenzamos a andar. Pronto rebasamos un autobús  intentando dar la vuelta en la pista nevada... da un poco de susto verlo, así es que seguimos hacia nuestro destino.

El paisaje se supone espectacular, aunque hay que imaginárselo porque la densa niebla no nos deja ver nada. En todo caso en la carretera había  un cartel que decía que por aquí hay un hayedo... habrá que darle crédito

Tras una hora de marcha, más o menos, Antonio V. sufre una indisposición que aconseja su vuelta a Riaza con una pequeña escolta. Para celebrar la pronta recuperación de Antonio, el grupo desgajado decide darse un  homenaje a base de lentejas... y mientras los demás penando a través de la niebla y el frío.

Seguimos: todo nevado… y nublado... y todo el rato….debe ser bonito... habrá que volver otro día a comprobarlo.

Parada sobre las doce para un tenteenpié, que hay que recuperar fuerzas y enseguida seguimos adelante.

Nos engañaron…..esta excursión era mayormente de bajada…….pero no hacemos más que subir …..algunos dicen que es que la niebla engaña mucho…..¿pero tanto?... y además ventisca... si lo sé no vengo...

Hay que reconocer que lo que se ve a corta distancia (lo único que se ve, por ser exactos) es bonito: los piornos cubiertos de chupones helados que siguen la dirección del viento dominante.

Caminamos un buen rato por la cuerda sintiendo (que no viendo) el precipicio a ambos lados.  A lo mejor es casi bueno que no se vea...

A las tres la comida. Rápida y bajo cero…..¿pero no iba a levantar al medio día?.....pues no.

Seguimos la marcha y por fin la ansiada cuesta abajo se consolida y la nieve y el viento amainan. Salimos de la nube y recuperamos el sentido de la vista, el más preciado sin duda y con él recuperamos el optimismo que nos caracteriza.

Al fin un horizonte que comentar y que admirar: allí Riaza y Riofrio y más allá la ermita de Hontanares cuya visita quedará para otro día.

Y llega la gran bajada, casi habría que decir que nos dejamos caer... las rodillas acusan el cansancio. Llegamos a Riofrio de Riaza, muy solitario a estas horas y con una curiosa iglesia que llama nuestra atención. En la plaza hay unos bancos que parecen estar puestos allí para aliviar nuestras penas. Hay quien estira los músculos muy diligentemente porque así no salen agujetas... bueno habrá que verlo...


Se organiza una expedición de conductores para recuperar los coches que habíamos dejado en el puerto de Quesada y, tras una media hora de espera, nos dirigimos nuevamente a Riaza, donde lo celebramos con cerveza o café con leche, según los gustos y necesidades de cada quien.

A la espera de que otro día más despejado podamos comprobar la belleza del paisaje y, a ser posible, pasemos un poquillo menos de frío, le vamos a asignar a esta excursión tres sicarias.

¿A dónde la próxima?   Ya tengo ganas!!! 
Paloma