miércoles, 29 de marzo de 2023

Excursión 687: Los refugios del río Moros

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Panera. El Espinar 
Final: La Panera. El Espinar
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 19,5 Km 
Desnivel [+]: 390 m 
Desnivel [--]: 390 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 44

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














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RESUMEN
Esta excursión surgió a raíz de un comentario de Celia sobre
este articulo en el que se afirmaba que la ruta de los refugios del río Moros era la más bonita de España. Viniendo de una sección de Castilla y León, era de esperar.

Muchos de nosotros la habíamos realizado hace 6 años, en la excursión 341, y cierto que es muy bonita, pero de ahí a ser la más bonita de España, me parece bastante exagerado.

El punto de encuentro era el aparcamiento de la zona recreativa de la Panera, que pertenece al municipio segoviano de El Espinar, en tierras de San Rafael.

Este lugar se ha convertido en uno de los puntos de ocio más importantes del municipio, con diferentes servicios para el disfrute del ocio, como piscinas, pista y campos deportivos y merenderos.

Los fines de semana se llena de gente que viene a pasar el día, hacer barbacoas y bañarse en su piscina natural. Por esto, el acceso está regulado en temporada alta.

La convocatoria, a pesar de anunciar 20 km y 350 m de desnivel, atrajo a muchos compañeros, quizás por esperarse un estupendo día primaveral.

Una vez reunidos todos, echamos a andar de la mano de Celia, que hoy había recibido el encargo de Antonio de dirigir el grupo. Nos dirigimos por la carretera en dirección al río Moros, que enseguida cruzamos por el puente de la Panera.

El río Moros es afluente del río Eresma tiene una longitud de unos 52  km. Nace en las faldas del Montón de Trigo entre las sierras del Quintanar, La Mujer Muerta y la sierra de Guadarrama, de la unión de los arroyos Tirobarra y del de los Ojos (su manantial recibe el nombre de Ojos del río Moros).

Al poco de nacer es embalsado por dos presas, primero a la que forma el embalse del Vado de las Cabras o de El Espinar y seguidamente el embalse del Tejo o de las Tabladilla. Al rebasar La Panera, pasa por el núcleo de la Estación, a cuya salida recibe al río Gudillos.

Más adelante, ya en el núcleo de Los Ángeles de San Rafael, recibe el arroyo de La Tejera. Pasa a embalsarse por dos presas, la primera de ellas forma el embalse del Carrascal y seguido, formado parte del mismo complejo hidráulico, está la que forma el embalse de los Ángeles.

Posteriormente continua su marcha, hasta desembocar finalmente en el río Eresma, en las proximidades del municipio de Añe, y éste en el Duero.

A pocos metros del puente, cruzamos el portón que da acceso al valle. Un cartel nos informa que permanece cerrado del 1 de julio al 30 de septiembre, lo que hay que tener muy en cuenta.

El valle del río Moros es una zona natural privilegiada en donde tienen origen muchas rutas por la sierra de Guadarrama. Tiene una longitud de 9 km y una superficie de 28 km².

Todo el valle está rodeado por una carretera forestal, asfaltada en algunos tramos, que permiten circundarlo en su totalidad a una altitud aproximada de 1.600 metros de altura.

Otra pista, que enlaza con ésta, accede al puerto de Pasapán, entre los cordales de la sierra del Quintanar y la Mujer Muerta.

El valle está orientado de noreste a suroeste y encajado entre los cordales montañosos de la Sierra del Quintanar en donde destaca La Pinareja (2.197 msnm) y la Mujer Muerta con el Peña del Oso (2.196 msnm) como mayor altitud, que quedan al norte, el Montón de Trigo (2.161 msnm) que hace de cabecera cerrando el valle y el cordal formado por Peña del Águila (2.010 msnm), La Peñota (1.945 msnm) hasta el puerto del León (1.511 msnm) por el sureste, coincidiendo con el límite entre las provincias de Madrid y Segovia.

Al otro lado, al sureste, se halla el valle de la Fuenfría. El fondo del valle tiene una altura que va de los 1.200 msnm a los 1.500 msnm. En la foto, cerro Minguete y Peña Bercial.

En todo el recorrido no para de recibir, por ambas riberas, arroyos procedentes de las sierras que le rodean. La vegetación está formada por especies que gustan del agua como juncos, sauces, chopos y fresnos entre otros. La vida animal también está ligada a estas circunstancias, los anfibios son muy numerosos

Este valle en la Edad Media fue conocido como "Garganta de Ruy Velásquez", es una zona con abundante pinar rodeada de montañas que rondan los 2.000 metros de altitud recorrido por el río Moros.

El pino silvestre es el árbol rey en el valle y suele estar acompañado por tejos, acebos, enebros, retama negra y de flor, helecho, etc. En estos bosques viven corzos, ardillas, conejos, turones, zorros... así como reptiles y anfibios. Entre las aves encontramos cornejas, azores y búhos reales.

Sobre los aluviones que han traído las aguas de los ríos se extienden los sotos. En el curso alto del río el soto es de suelo de ribera, en el mediano, arenosos y en el bajo, arcilloso-limoso.

Enseguida llegamos al Puente Negro, por el que cruzamos de nuevo el río, bordeamos las Casas del Molino, que seguro conocieron mejores tiempos, en un entorno abiertamente mejorable.

Caminamos junto al arroyo de la Gargantilla, que a pocos metros entrega sus aguas al río Moros, después de recorrer unos 4 km desde su nacimiento, en el Collado de Cerromalejo, al pie de la Peñota. Pronto lo vadeamos, cada cual a su estilo, buscando rocas que ayudasen a cruzarlo.

En este punto, también se le une el arroyo del Mostajo. que viene del collado del mismo nombre. La humedad de la zona, hace que todo esté muy verde.

Remontando un poco el terraplén, buscamos una pista por la que continuamos un corto trecho, para dejarla por otra más estrecha que sale a la izquierda con fuerte pendiente ascendente, entre esbeltos pinos albares, los reyes de los pinares.

Este recorrido fue especialmente agradable, por la paz que da escuchar el trino de los pájaros y dejarnos acariciar por los rayos del sol tamizados por los troncos de los pinos. Todo un placer para los sentidos.

La rectilínea pista asciende sin tregua de las Dehesas de la Garganta. a la Loma de la Cacera, subiendo 200 metros en poco más de 2 km, hasta alcanzar la pradera de Navalatienda, un oasis verde en el camino, donde unos caballos deambulaban libres como el viento, a los pies de los tres picos de la Peñota, que parecían distraerse con sus continuas idas y venidas.

Mientras fotografíanos los caballos, fueron llegando los más rezagados, ya que por la exigencia de la cuesta el grupo se había deshilachado mucho..

Reunidos todos, continuamos el ascenso hasta dar, enseguida, con otra pista más ancha que recorre todo el valle, en la conocida como Majada Holgada.

En suave ascenso, fuimos recorriendo la pista, por medio de un espeso pinar que cubre la mayor parte de la superficie del valle. Por encima de los 1.800 metros este denso bosque deja paso a praderas alpinas y pedregales que se extienden hasta las cimas de las montañas que componen el valle.

Las bajas temperaturas y la alta precipitación favorece la vegetación estructurada por la altitud, en prados y matorral cespitoso, por debajo matorral aciculifolio y retamoideo, bajando bosque aciculifolio, caducifolio y por último, esclerófilo.

En la primera curva de la pista, pasamos junto al arroyo Siete Rasillos, casi seco, más adelante pasamos junto a otro, igualmente seco, mientras que el tercero, llamado de la Vaqueriza, tenía algo más de agua. El olor a pino y la paz del bosque nos acompaña.

Por aquí nos cruzamos con un ciclista, ya que el buen estado de la mayoría de las pistas las hacen apropiadas para ser recorridas en bici.

Salimos de la pista para adentrarnos en una bonita pradera donde se encuentra el refugio de la Vaqueriza, muy aseado, con bancos de piedra corridos y hasta con chimenea. En otros tiempos estos refugios dieron cobijo a hacheros, carreteros y gabarreros.

El refugio está situado justo al pie de la Peña del Águila. En su explanada paramos a tomar el tentempié de media mañana, en un ambiente relajado, con un sol más que apetecible, con la bota de Santi y Jesús moviéndose de un lado a otro, al igual que Carolina con unos estupendos plátanos secos traídos de su reciente viaje a Costa Rica.

Tras el descanso, de nuevo nos pusimos en marcha, buscando nuevamente la pista que habíamos dejado, que va faldeando las moles de la Peñota, Peña del Águila y Peña Bercial.

De estos bosques, explotados desde tiempos medievales. salieron cientos de miles de pinos albares para las obras de la corte y los reales sitios; sólo en 1579, se labraron aquí 2.430 vigas para las cubiertas del monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

No es de extrañar, pues, que los hacheros locales fueran solicitados por su gran experiencia para trabajar en los bosques de El Paular y Valsaín.

Ni que la primera escuela de prácticas para ingenieros de montes de España se estableciese en 1859 en la Garganta de El Espinar.

El valle, además de por sus pinos, destaca por su amplitud, su perímetro montañoso ronda los 60 kilómetros, y sus excelentes pistas forestales. Después de los de Valsaín, los de El Espinar son los mejores pinares, los de madera más apreciada por las serrerías.

A nuestra izquierda, divisamos el embalse del Tejo. Sus azuladas aguas se colaban entre los claros del bosque como quien juega al escondite. Por encima del embalse, el Pico Pasapán se asoma a sus aguas, que según la leyenda son los gigantescos pinreles de la Mujer Muerta, la princesa que Hércules esculpió “recostada sobre la fría cresta guadarrameña..., fantasmal y precisa al mismo tiempo” (Camilo José Cela, 'Cuaderno del Guadarrama').

Cada curva de la pista va a dar a un arroyo, así pasamos junto a uno sin nombre en los mapas, pero que un cartel anunciaba como Arroyo de la Vaqueriza, algo no cuadra, pues en los mapas es el anterior el que recibe ese nombre.

En la siguiente curva, el arroyo de la Chispa, que tiene una fuente incorporada, de la que manaba un buen caño de agua, que algunos aprovecharon para llenar las cantimploras.

Ahora disfrutamos de unas estupendas vistas, a nuestra izquierda, de la Peña del Oso y la Pinareja, e incluso asomaba el Montón de Trigo.

Alcanzamos el arroyo del Tejo, que nace en el Collado de Marichiva. Unos metros más arriba del puente que lo salva, hay una presilla que retiene el agua, formando una lagunilla.

Continuamos bordeando la cara este del embalse del Tejo. Cruzamos el Arroyo Bercial, que pocos metros más arriba nace en la peña del mismo nombre.

En animados grupos, continuamos por el agradable camino y tras cruzar un arroyo, alcanzamos el río Moros, sobre el que hay un gran puente con barandillas de hierro, en el que muchos paramos a hacer fotos.

Continuamos por la pista, que desde este punto se dirige hacia el suroeste, con magníficas vistas hacia el sur de la Peña del Águila, la Peñota, puerto del León y Cabeza Lijar destacando en el horizonte.

Pasamos junto a una fuente, que sale a la derecha y un pequeño arroyo antes de llegar, en suave descenso, al embalse del Espinar o Vado de las Cabras. Fue construido en 1959, tiene una capacidad de 0,4 hm3 y una superficie de 2 Ha y es de titularidad municipal.

Desde él se puede divisar, aguas abajo, el embalse del Tejo, separados por un kilómetro aproximadamente y que, al construirse, hizo que éste quedara en desuso.

La presa es de hormigón de contrafuertes, tiene 30 metros de altura sobre cimientos y 132 metros de longitud de coronación. Por su aliviadero central rebosaba el agua, que caía con gran estruendo al cauce del río.

En lugar de regresara la pista para continuar el descenso por ella, tomamos un estrecho y desdibujado sendero que acceda, con bastante pendiente, a los pies del muro de la presa, de la que nos sorprendió ver cómo salía agua por entre algunas grietas de su muro, algo preocupante, sin duda.

Por un camino de servicio, conectamos de nuevo con la pista que habíamos abandonado, poco antes de cruzar el arroyo del Patarro, que nace a los pies del Pico del Pasapán.

Poco después llegamos al embalse del Tejo, también llamado de las Tabladillas. Tiene una capacidad de 1.2 hm3, una superficie de 11Ha. Fue construido en 1975. Posee un curioso aliviadero en forma de horquilla, según parece, para favorecer el descenso de troncos por el río, algo muy común antaño. Por un canal se va el agua del aliviadero al río.

La presa no tiene problemas estructurales, pero cuando el año viene seco, las pérdidas por grietas y fugas que tiene merman la capacidad real de embalse, por filtraciones de unos 55 litros por segundo desde su construcción.

De la capacidad total de 1,2 millones de metros cúbicos en condiciones teóricas hay que deducir lo que se pierde por fugas y lo que no se llega a embalsar por acumulaciones de lodos en el fondo.

La capacidad de El Tejo se ha quedado muy pequeña para las necesidades de una población tres veces mayor que hace cuarenta años y que se triplica en los meses de verano, los puentes y los fines de semana.

En el año 2011, la Secretaría de Estado de Cambio Climático, a la vista de la propuesta de resolución de la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental, formuló una declaración de impacto ambiental en sentido negativo para el proyecto Recrecimiento de la presa de El Tejo. Por lo que el problema de filtraciones continua, a pesar de las reparaciones realizadas.

La presa es de gravedad, de escollera con pantalla de hormigón, y abastece de agua a las localidades de San Rafael, La Estación de El Espinar y El Espinar principalmente.

Junto a la presa paramos a descansar y tomarnos los bocadillos. Tras el descanso, recorrimos el amplio muro de la presa hasta su final, con impresionantes vistas de la Peña del Oso, la Pinareja, Peña Bercial y Cerro Minguete.

Descendimos por un sendero que sale junto al canal de desagüe hasta el pie de la presa, donde se encuentra una estación de bombeo.

Continuamos por el camino de servicio, pasamos junto a la bonita cascadita que forma el extremo del canal de desagüe, cruzamos el arroyo de los Hornillos, que viene de la loma del Pico de Pasapán, y conectamos de nuevo con la pista que habíamos dejado temporalmente.

Al hacer esta variante, dejamos atrás el Refugio de las Tabladillas, pero no el del Raso, que nos sale a la izquierda un poco más abajo.

Continuamos descendiendo, pronto alcanzamos el arroyo de los Horcajos, que baja del Puerto de Pasapán y un poco pasamos junto al refugio Fuente de los Guijos, que queda a nuestra derecha.

Un cartel informa de los rodajes de televisión y cine que se han realizado en este entorno, como las series de TV: Bajo Sospecha, Vis a Vis, La que se avecina, B&B, El Incidente, Gran Reserva, Misterio de Calenda. A la izquierda se alza entre los pinos el refugio de Puente Negro, muy cerca de la pista.

Como películas, destacan: El Laberinto del Fauno, Pasaje de Vida, Isabel I de Castilla y también una gran cantidad de anuncios publicitarios, especialmente de promoción de vehículos.

Llegamos de nuevo a la puerta de entrada y al puente de la Panera, lo cruzamos para llegar de nuevo al área recreativa de la Panera.

Aquí pusimos fin a esta placida excursión por el Valle del Río Moros y su garganta.

Sólo quedaba celebrarlo con las habituales cervezas, que nos tomamos junto a la estación de El Espinar, invitados por Nico, que celebraba su reciente cumpleaños y por Joaquín S, por su recuperación.

Dimos así por finalizada esta estupenda excursión que sin ser la mejor ruta de España, sí se merece casi la más alta puntuación, un 4,5.
Paco Nieto

miércoles, 22 de marzo de 2023

Excursión 686: Las Pilillas de la Pedriza desde Canto Cochino

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino. La Pedriza 
Final: Canto Cochino. La Pedriza
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 7,6 Km 
Desnivel [+]: 601 m 
Desnivel [--]: 601 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 30

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













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RESUMEN
Por segundo miércoles consecutivo, íbamos a realizar una ruta por los roquedos pedriceros. Hoy vamos a subir por el famoso Hueco de las Hoces, a mi juicio uno de los barrancos más agreste pero transitable, que podemos encontrarnos en la Pedriza. Buscando en mis fotografías, hacía 10 años que no hacía la subida completa.

De nuevo, el punto de reunión es el aparcamiento de Canto Cochino. Mientras hacemos tiempo para la llegada de todos los integrantes de la ruta de hoy, aprovecho para enseñarles a varios compañeros el mapa de Desi que conseguí la semana pasada en una tienda de Manzanares. Es el mapa mas completo de nombre de riscos de la pedriza, que he visto.

Una vez reunidos todos los caminantes que estábamos, y tras los protocolarios saludos y demás, salimos de los quioscos de Canto Cochino, en dirección a cruzar el puente de los Barracones sobre el rio manzanares.

Luego vimos que no estábamos todos, pero es que en Canto Cochino no hay cobertura móvil, y si alguien tiene algún problema para llegar, o bien consigue hablar con alguien para avisarle antes de que este cruce el collado de Quebrantaherraduras, o una vez atravesado este ya no hay comunicación posible.

Hoy llevamos la compañía de tres de nuestras mascotas, mis dos peques se han quedado en casa. Cuando me pregunta Raquel por ellas, y le contesto que dados los agujeros que hay en la subida por el hueco de las hoces, he preferido no traerlas, la cara que pone es un poema. Sin embargo, los 3 intrépidos trotadores de 4 patas que vienen con nosotros, son más grandes y seguro que no van a tener problemas para subir. 

Después de la experiencia que tuve con Jara subiendo un día por la zona de la Tortuga hacia el Collado de Tres Coronas, he preferido no arriesgar. Ese día la cogí del arnés para superar un paso, y casi se me escurre y se me cae en el interior de uno de los agujeros entre rocas. Me pegue un buen susto, y hoy no estaba dispuesto a exponerme de nuevo a esa situación.

Nada más cruzar la pasarela sobre el río Manzanares, giramos a la derecha y llegamos a una gran pradera verde que separa el río Manzanares y el arroyo de la Majadilla, cerca ya de la confluencia de ambos. Nos dirigimos a otra pasarela de madera que hay para salvar el arroyo de la Majadilla.

Una vez cruzado el arroyo, salimos al encuentro de la senda que a nuestra derecha viene del Tranco y hacia nuestra izquierda se dirige, por la margen izquierda del arroyo de la Majadilla, hacia el refugio Giner.

Nosotros giramos a la izquierda y seguimos por ella unos pocos metros, pero tenemos que ir muy atentos, para desviarnos por un sendero que sale a nuestra derecha, antes de llegar a la altura de Peña Sirio.

Antes tenía como referencia un cartel que había a la derecha. Si os digo la verdad esta vez no me he fijado si todavía estaba o no. Ese sendero en un primer tramo va paralelo a un pequeño arroyo, y se va internando hacia el Barranco de los Huertos.

El estrecho sendero sube zigzagueando, hasta alcanzar una gran pradera cubierta de matorral, por donde discurre el pequeño arroyo de los Huertos, y rodeada por la derecha, izquierda y frente por grandes rocas que hacen las delicias de los amantes de la escalada por sus múltiples vías. A nuestra derecha en primer plano, el cancho de los Brezos.

En nuestra dirección y en la parte mas alta acertamos a identificar la silueta puntiaguda de la aguja Jose Luis Iradier, custodiada a ambos lados por el risco de los Principiantes y risco de la Zarpa, y el Castillo. Un poco más abajo y a su derecha, el castillete y el muro dallas.

Para avanzar por la pradera, podemos elegir entre varios senderos que luego giran a la izquierda para dirigirse al barranco del hueco de las hoces. Antonio elige el que va as pegado a la derecha y justo a la altura del muro dallas, cambia de dirección y gira a nuestra izquierda.

A partir de este punto, vamos a ir guiándonos por unos puntos que hay pintados en las rocas. Hace tiempo eran de color morado y ahora con el transcurso del tiempo más bien tienen un tono en algunas rocas entre anaranjado y rosado.

Estas marcas nos van a ayudar a progresar por el hueco de las hoces. Si bien es cierto que no es adecuado ir poniendo marcas en la montaña, si no fuera por estas, sería complicado subir por este lugar.

Vamos progresando entre grandes bloques siempre persiguiendo las ubicaciones de esos puntos. Aunque como os he comentado, hace mucho tiempo que no paso por esta zona, y las últimas veces en que he estado lo he hecho en bajada, desde siempre es una zona que me ha encantado, sobre todo por el laberintico camino que la atraviesa.

Pasamos por debajo de un pasadizo que forman dos rocas apoyadas entre sí, en algunos documentos la llaman la Gran Cuevona, y aprovechamos para parar en este punto y reagruparnos ya que el grupo viene muy estirado.

Desde aquí se tienen unas maravillosas vistas hacia la izquierda y por orden, el risco del Castillete, el Muro Dallas, el risco de las Tres Puntas, Cancho Butrón, y Coronas, abajo el collado de Quebrantaherraduras, enfrente toda la cuerda de los Porrones, collado de Valdehalcones, etc. A la derecha la mole de Peña Sirio.

Seguimos subiendo por los pasillos trazados entre las rocas y las encinas, hasta la confluencia con el arroyo del Hueco de las Hoces. A partir de este punto, la subida nos da una ligera tregua y avanzamos en un tramo más o menos llano.

Antonio, nos avisa que vamos a desviarnos hacia el jardín de Peña Sirio a realizar el tentempié de media mañana para que no nos pasemos el desvío.

Cuando llegamos a este, hacemos una pequeña parada de reagrupamiento para que no se nos despiste nadie. Desde este punto podemos ver el risco del jamón, el dinosaurio del hueco de las hoces y sobre ellos otros riscos y agujas.

Detrás de esa zona está la lagunilla del Yelmo, y sé que hay alguna senda que baja desde ella hasta el Hueco de las Hoces. Mientras llega el resto del grupo me entretengo intentando hacerme la idea de por dónde puede bajar esta senda. El caso que es que parece accesible.

Una vez reagrupados, coge los mandos del grupo Julián, y nos encamina hasta el Jardín de Peña Sirio a reponer fuerzas.

Hasta este punto, la ruta ha sido entretenida, pero si vamos atentos a los puntos no tiene pérdida. Pero recordando mis andanzas por este lugar, echo en falta algo. Me viene a la mente que había una zona de rocas con algún paso, no vamos a decir que complicado, pero si difuso. Pienso que quizás el camino que ha elegido Antonio ha superado ese punto por otro lugar, y no me he dado cuenta, pero aun así sigo mosqueado.

Cuando terminamos de reponer fuerzas, volvemos sobre nuestros pasos hasta el arroyo de los Huertos, y proseguimos subiendo por el mismo, la mayor parte del tiempo dejándolo a nuestra derecha.

A la altura del risco del Hueco de las Hoces, voilá, damos con la zona que yo recordaba. Tenemos que ayudarnos de las manos para progresar por las rocas y salvar este pequeño escollo.

El arroyo queda unos cuantos metros más abajo y el camino hay que sortearlo por la parte media de las rocas.

Sobre todo, hay que prestar atención a las puntos y marcas, porque en cualquier momento cabe la posibilidad de despistarnos y coger una trocha por la izquierda que se complica, o bajar por la derecha hacia el arroyo, entre rocas, donde parece adivinarse unas flechas moradas pintadas abajo.

Sin embargo, yo creía recordar que justamente se continuaba por el medio, donde no se aprecian marcas. Me adelanté un poco y efectivamente por allí era.

El grupo se ha dividido en varios subgrupos. Cada uno sube con mayor o menor dificultad en la medida que sus
condiciones se lo permiten. Julián tira para adelante con el grupo que íbamos en cabeza, y yo, intuyendo que podía haber despiste en este lugar, me quedo parado en una pequeña oquedad.

Al cabo de un rato oigo por los walkies a Antonio, indicando que paremos los de adelante. Ha llegado al punto que os he comentado anteriormente, y había tirado hacia la izquierda, y no veía por donde avanzar. Como estoy cerca retrocedo a su encuentro y les indico por donde continúa el camino correcto. Una vez pasado este punto, ya el resto del Hueco de las Hoces es un paseo.

Más adelante la canal se bifurca a la altura del Pan de Kilo que queda a nuestra izquierda. Justo en la bifurcación podemos observar el elefante del Yelmo. Si seguimos de frente iríamos a parar a la parte de atrás del Yelmo. Sin embargo, si tiramos por la parte derecha, saldríamos a la parte delantera del Yelmo, a la zona donde se encuentra la torre de la Valentina.

En esta zona también me suena que, desde la pradera del Pan de Kilo, hay un paso hacia la zona del Camello, pero nunca me he aventurado por ella. Sí intenté un día, siguiendo un mapa de escaladores, acceder desde el Pan de Kilo hacia la Portilla del Predicador, pero me tuve que dar media vuelta.

Ojo con ese camino que viene pintado en algunos mapas, porque a mí me pareció complicado, no hay hitos y hay que ir trepando entre rocas con huecos bastante profundos. Iba solo y cuando lo vi, dije, machote, media vuelta que como caigas en uno de estos no sales vivo.

Este extremo me lo corroboró una persona que me encontré en otra excursión. Él hizo ese tramo en bajada y me comentó que no le resultó nada fácil llegar a la parte baja del Pan de Kilo. Si ya la zona del Hueco de las Hoces es de por sí una zona poco frecuentada, y se han dado algunos casos desafortunados, por la zona que os comento no pasa ni un alma.

Esta vez el grupo no visitó el Balcón Prohibido, que está situado detrás del Pan de Kilo. Nuestro objetivo estaba situado en la canal de la derecha, y por ella subimos.

No hay un sendero definido, pero se progresa con facilidad siempre pegados a la pared del Cancho de las Pilas, parte derecha de la canal. Alcanzada la parte alta de ésta, ya tenemos a la vista en la pared del Yelmo la torre de la Valentina.

Esa vía, a medio camino entre el senderismo y la escalada es por la que algunos intrépidos suben andando al Yelmo, sin utilizar ningún material adicional, más que por seguridad algunos se calzan unos pies de gato.

Avanzamos un poco más por la parte alta de la canal y vamos a visitar dos o tres vivacs en la zona que suelen utilizar los escaladores para pernoctar.

Una vez contemplados, volvemos sobre nuestros pasos y accedemos a la zona de las Pilillas, denominación que recibe este risco debido a las oquedades, normalmente circulares o elípticas, que la erosión ha ido modelando en la superficie más o menos horizontal de la roca, a modo de pequeñas bañeras.

Estas formaciones reciben el nombre técnico de Pilancones. Paramos a descansar en este lugar y algunos aprovechan para acceder a la parte superior del risco, por una pequeña canal que se trepa sin mayor dificultad. En la cima las vistas son espectaculares, porque tenemos a nuestros pies parte de la Pedriza anterior y el embalse de Santillana.

Aprovechamos este idílico lugar y sus estupendas vistas, para realizar la comida.

Finalizada ésta, decidimos pasar a ver como se encontraba de agua la lagunilla del Yelmo. Para ello bajamos a coger el coqueto sendero que viene desde la pradera del Yelmo, y en pocos minutos nos deja en la Lagunilla. Esta es una laguna estacional, que necesita de la lluvia o de la nieve para acumular agua. Custodiada por el cancho de las lagunillas y el risco del mismo nombre, hoy no estaba llena, pero si tenía bastante agua, aunque estaba cubierta por un manto de vegetación acuática que le daba un aspecto especial.

Algunos aprovechamos para acercarnos a la pequeña brecha que hay al fondo de la misma, y que constituye un balcón privilegiado con vistas hacia el Hueco de las Hoces, Peña Sirio, su Jardín, esto es, la zona por donde hemos subido esta mañana.

Reanudamos la marcha y vamos a buscar el paso que hay hacia el este, y que en poco tiempo nos deja en la Senda Carboneras, que baja desde la pradera del Yelmo hacia la Gran Cañada, casi a la altura del collado de la Encina. Ya sin perdida vamos bajando por la misma.

Bueno lo de sin perdida es un decir, porque en un momento dado la mayor parte del grupo se sale de la senda por su parte izquierda. Los 5 integrantes que vamos en cabeza, pasamos por la fuente de Prado Pino o también llamada de la Gran Cañada y en pocos minutos estamos en la Gran Cañada.

Allí estuvimos esperando alrededor de 10 minutos hasta que vimos aparecer al resto de nuestros compañeros por la derecha del risco del Fraile. Por lo que comentan, como no tuvieron suficiente entretenimiento con la subida por el Hueco de las Hoces, fueron en busca de un poco de más diversión. ¡Vaya, y nosotros nos la perdimos!

Ya reunificados todos, cogimos el sendero del GR10, que en unos 45 minutos nos deja de nuevo en el aparcamiento de Canto Cochino.

Como en otras ocasiones, bajamos al pueblo de Manzanares a tomar unas cervezas en una de las terrazas de su plaza, y allí fue donde nos encontramos a Manolo. Había llegado unos minutos tarde, y como no había podido contactar con nadie, coincidió con unos chicos en el aparcamiento de Canto Cochino y se fue con ellos a hacer una ruta por el Collado de los Pastores.

Como no puede ser de otra manera, otra jornada en la pedriza visitando algunos de sus rincones más carismáticos no se merece tener una puntuación menor de 4,5.
Carlos Revilla

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