miércoles, 15 de marzo de 2023

Excursión 685: Los Pinganillos de la Pedriza desde Canto Cochino

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino. La Pedriza 
Final: Canto Cochino. La Pedriza
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 9,7 Km 
Desnivel [+]: 646 m 
Desnivel [--]: 646 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 33

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Este miércoles habíamos quedado en el aparcamiento de Canto Cochino, 33 compañeros dispuestos a poner a prueba nuestras rodillas por el entramado pétreo y laberíntico que forma esta verdadera joya que tenemos la suerte de tener cerca de Madrid, y que es la Pedriza.

Lástima que no pudiéramos tomarnos un café antes de comenzar la ruta, porque entre semana ninguno de los dos quioscos que hay en este aparcamiento están abiertos.

Y eso que ya entre semana suele haber bastante gente haciendo rutas, aunque sin llegar ni de lejos a la multitud que se suele congregar los fines de semana, donde toca madrugar si quieres aparcar el coche en alguno de los tres parkings interiores.

El día lucía espectacular, y desde el mismo aparcamiento podíamos apreciar toda la espectacularidad de la pedriza posterior: Las dos Torres, la Esfinge, las Torres de la Pedriza, el Pájaro y su canal, los Guerreros y su canal, el gran Molondrio, las Buitreras, los Normandos, el Callejón de las Abejas, etc,etc.

Cuando Antonio dio la orden, empezamos a andar hacia la barrera que separa los quioscos del pequeño parking que hay junto al río, y que lleva ya años cerrado. Cruzamos el río Manzanares por el puente de madera y giramos a la izquierda para rodear los barracones y encaminarnos hacia el sendero PRM-2, más conocido como la Autopista de la Pedriza.

Caminamos cómodamente por este primer tramo de la senda, bajo los pinos, acompañándonos a nuestra derecha el arroyo de la Majadilla que en su descenso va recogiendo las aguas de varios arroyos como el del Hueco de las Hoces, Barranco de los Huertos, la Ventana, la Dehesilla, Poyos, etc.

No quiero ni pensar como sería andar por este sendero hace 70 años, cuando no existían árboles en la Pedriza. Según he leído se plantaron, con mayor o menor acierto, a partir de 1950.

Pasamos junto al desvío del sendero que sale a la izquierda hacia el chozo Kindelán, pero hoy no toca visitarlo. A nuestra derecha se ve la pradera de los Helechales, justo debajo de Peña Sirio, y por el que transita la menos cómoda senda que sube por el lado contrario del arroyo, hacia el refugio Giner.

El sendero va ascendiendo de forma progresiva en varios tramos, hasta llegar más o menos a la altura de la formación rocosa del Rocódromo, al otro lado del arroyo.

Dejamos a nuestra derecha el sendero que baja del Collado del Cabrón y aquí coincidimos con 4 senderistas, que bajaban por el mismo. Nos paramos a charlar un rato con ellos mientras hacemos tiempo para que lleguen los que van más rezagados y nos preguntan cómo pueden llegar a la pared de Santillana.

No conocen la zona y habían subido por el PRM-1 hasta el Collado del Cabrón y ahora bajaban hacia el refugio. Les indicamos por donde subir hacia el Collado de la Dehesilla y luego el sendero que tienen que coger hacia el risco.

Pasado el desvío hacia el puente del Prao Peluca, y siempre subiendo por la parte izquierda del arroyo, encaramos el pequeño repecho que nos deja en un mirador excepcional frente al Collado de la Dehesilla y a la zona de la umbría del Calderón. Alcanzamos a distinguir la cuerda de los Fantasmas, la Maza, el Centinela, la Mujer y el Hato y algún rico más.

Aquí ya hay dos integrantes, Esther y Miguel que se quedan esperando a Jose María que venía más rezagado, se acercarán con él hasta la Calavera y luego se darían la vuelta.

Después me contaron que para bajar desde el refugio eligieron el entretenido sendero que baja por la parte izquierda del arroyo de la Majadilla, lo que los llevó mas tiempo del que tenían previsto. Y es que es más enrevesado que la autopista, pero a la vez más bonito y menos frecuentado.

Nosotros continuamos, y unos metros más adelante hay otro pequeño mirador, enfrente del cual ya vemos los primeros riscos de los Pinganillos. Delante del mismo podemos apreciar las figuras pétreas de la Sirena y el Pez.

Aunque a veces cuesta asociar el nombre y las formas, creo que son dos de las rocas de la Pedriza con la asociación entre el parecido y nombres, más acertada.

Proseguimos por la senda, y justamente antes de llegar al vivac del ratón, abandonamos el camino que traíamos por la derecha, para cruzar el arroyo y coger una pequeña senda al otro lado, que va a la búsqueda del primero de los objetivos del día, la Calavera de la Pedriza.

Recuerdo las vueltas que di la primera ocasión que intenté localizarla, y es que, si no coges bien el lado concreto de la roca, puede pasar desapercibida. Delante de ella, podemos ver los tafonis que ha modelado la erosión en la misma, dando lugar a una de las rocas más singulares de la Pedriza.

Aprovechamos para realizar unas cuantas fotos, y nos vamos a por el siguiente objetivo, la parte baja del risco del Pájaro. Para ello primero nos encaminamos hacia la roca llamada el Platillo Volante. Por mas vueltas que le he dado, nunca he asociado el parecido a su nombre, pero, en fin, doctores en riscos tiene la Pedriza.

Llegamos delante de ella, y observo a Antonio que empieza a consultar en el GPS el sendero a seguir, en ese momento y en ausencia de nuestro gran maestre pedricero, Paco C., que no ha podido venir hoy por mucho que le pese, me ofrezco a tirar delante ya que he subido varias veces por esta zona y aunque hace muchos años de eso, todavía tengo un vago recuerdo del camino de subida y el GPS lo llevo integrado ja, ja, ja.

Aquí ya empieza el tramo exigente de subida. Es una zona muy frecuentada por escaladores que suben a la parte baja de este emblemático risco, por lo que hay trazas de sendas y marcas de hitos por muchos sitios.

Vamos avanzando entre rocas que se han desprendido hace mucho tiempo de la pared, buscando siempre los mejores pasos y echando las manos en más de una ocasión para poder progresar hacia nuestro objetivo.

Después de un buen rato de subida entre rocas, alcanzamos la base del pájaro. Desde aquí vemos sobre nuestras cabezas, el extra plomo que da forma a la cola del Pájaro, y los anclajes que marcan las vías de escalada hacia su cumbre.

Nos tomamos un respiro, y damos tiempo a que vayan llegando todos los integrantes del grupo. Conseguido el segundo hito del día, ahora vamos a por el tercero, la Muela o Jardín de los Guerreros. Para llegar a él, tenemos que buscar el mejor paso hacia la parte media de la canal de los Guerreros.

Rodeamos la base del Pájaro por su izquierda, y siempre pegados a su pared, pasamos por debajo de un gran bloque de roca que apoyado en la pared del Pájaro forma un pasadizo, por el que subimos usando manos y pies, sorteando otros bloques más pequeños que se han ido desprendiendo con el transcurso del tiempo de la gran pared.

Salimos de este pasadizo, y seguimos ascendiendo, ahora sorteando otro pequeño caos pétreo, que exige un pequeño esfuerzo adicional, y que nos deja en la parte alta en un pequeño rellano, con inmejorables visas sobre la cuerda de las Milaneras. Desde él acertamos a ver la siempre impactante silueta del Puente de los Poyos, y encima de él, el paso de Tres Cestos, Collado del Miradero, Mira o de la Carabina, como también se le conoce.

Siempre pegados a la pared de nuestra derecha, continuamos avanzando hacia la canal de los Guerreros que ya tenemos a la vista. Una vez llegamos a ella, cada cual buscó el paso mas fácil para seguir ascendiendo por ella, entre rocas y algunos árboles que se han atrevido a afianzar sus raíces en esta zona. Afortunadamente vamos en umbría al resguardo del sol.

Encima de nuestras cabezas ya asoma la figura de la Muela, llamada así por asemejarse a un gran molar.

Según ascendemos vemos a nuestra derecha una estrecha canal vertical o chimenea. Nunca he subido por aquí, pero sé que por ella se accede al llamado Salón y Jardín del Pájaro, un pasillo entre los riscos de la Muela y del Pájaro. He leído que hay gente que sube por ella, incluso sin cuerda, aunque siempre es aconsejable asegurarse con ella si se decide subir por esta canal.

Nosotros que somos menos intrépidos, vamos a la búsqueda de una segunda chimenea que se encuentra un poco más arriba, y que es más tendida y mas accesible, por la cual tras una breve trepada nos deja en la parte superior del Jardín de los Guerreros. Se localiza fácilmente, porque pegada a la pared hay un bloque apoyado, formando otro pasadizo, que da acceso al jardín.

Como yo ya he subido varias veces a ese promontorio, dejo a mis compañeros en larga fila india accediendo a su cima.

Aprovecho para intentar acordarme por donde se sigue ascendiendo de la forma más sencilla posible. A partir de este punto la canal que traíamos se bifurca. Por el camino de la izquierda se encamina hacia la grieta bajo la Torre de las Arañas Negras, que he leído que no tiene salida. La canal central sube bajo el Falso Molondrio, pero sé porque me lo han contado, que tiene algún paso complicado antes de acceder a la zona del Gran Vivac, debajo del Gran Molondrio. y la tercera opción que es la bifurcación de la derecha es por la que he subido las otras dos o tres veces.

Una vez localizado el paso más sencillo para acceder a esa canal de la izquierda, me paro en un punto más elevado en el centro de la canal, y casi a la altura del Jardín de los Guerreros, observo cómo uno a uno, mis compañeros van llegando a él.

Allí aprovechan para tomar el tentempié de media mañana y para realizar la foto de grupo. En ese privilegiado lugar hay una pequeña depresión donde se forma una pequeña charca con las aguas de lluvia.

Desde el lugar donde estoy esperándolos veo que, en la parte de arriba por la canal central, va descendiendo una persona con un casco rojo.

Cuando llega a mi altura entablamos una agradable conversación. Es un antiguo socio del club Peñalara, de unos 70 y tantos años. Me sorprende que se aventure solo por esta zona. Había intentado subir por la parte central, pero arriba se complicaba y no se había arriesgado a subir más. Le explico que, si hubiera elegido la variante de la izquierda de la canal, podía acceder a la zona del Gran Molondrio sin dificultad. Le invito a sumarse a nuestro grupo, pero se le hace tarde y tiene ya que descender, aprovechando que mis compañeros ya van bajando del jardín y alguno también tiene que regresar ya, le indico que baje con él.

Con la ayuda de Julián, y el track que lleva marcado seguimos el ascenso por el ramal de la derecha. Más adelante hay dos o tres opciones para seguir avanzando. Yo me acuerdo de la variante derecha, pero Julián decide subir por la variante izquierda, y como todo el mundo le sigue, ya sabemos que eso de la veteranía es un grado, me sumo yo también.

Poco a poco vamos avanzando, y pasadizo a pasadizo, y con pequeñas trepadas, llegamos a un pequeño muro que nos separa de la zona del Gran Vivac, bajo el Gran Molondrio.

Es el ultimo obstáculo a superar. Todavía recuerdo la primera vez que subí por este paso, y la segunda que subí con mi hija cuando era pequeña. Con la ayuda de Ángel, van subiendo uno a uno todos los integrantes del grupo.

Una vez arriba, a alguno le enseño la pequeña oquedad por la que se accede al Gran Vivac. Parece mentira que, por un agujero tan pequeño, pueda entrar una persona y tenga salida hacia el otro lado, por debajo de los bloques encajados que hay en la superficie.

La mayoría del grupo están parados al lado del Cancho Buitrón, recuperándose de la última subida y disfrutando de las magníficas vistas que se aprecian desde este lugar. A partir de este punto ya solo nos queda bajar. Para ello vamos a seguir la Senda de los Forestales.

Una parte del grupo guiados por Julián bajan rápidamente por ella, y la otra parte nos quedamos un poco mas rezagados. Al final como ya es mediodía decidimos parar a comer. El segundo grupo para en un lado de la Senda de los Forestales. Como las viandas de alguno, las portan compañeros que van en el primer grupo, que también han parado a comer, unos cuantos nos vamos a su encuentro.

Los encontramos parados en un lateral de la senda que baja del Collado de la Ventana, llamada también senda de la Majadilla. Allí esperamos a que llegue el segundo grupo y ya todos juntos retomamos la bajada, hasta la roca llamada el Buque, donde confluyen los arroyos de la ventana y los Poyos. Paramos un momento para ver la pequeña cascada que se forma en este punto, y proseguimos el descenso.

Unos cuantos metros más abajo, tras pasar un pequeño puente de madera, la senda se junta con el sendero que baja del cruce de Cuatro Caminos. Ya solo nos quedaba bajar en dirección a la Autopista y al parking.

Terminada la ruta, nos desplazamos a la plaza de Manzanares el Real, a tomar unas merecidas cervezas.

Aproveche para ir a comprar el mapa de Desiderio en una tienda cercana, donde venden yogures artesanales. Desiderio era un vecino de Soto del Real, amante de la Pedriza y que diseñó un mapa con los riscos mas representativos de la misma. No tuve la oportunidad de conocerlo en persona, pero si tuve conocimiento del mapa y dónde se vendía. Y allá fui a por él. De paso me lleve un par de yogures artesanales, y os aseguro que están buenísimos y son altamente recomendables.

La pedriza siempre es espectacular y la ruta de hoy no lo es menos, por eso le otorgo una puntuación de 4,5.
Carlos Revilla


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