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miércoles, 15 de marzo de 2023

Excursión 685: Los Pinganillos de la Pedriza desde Canto Cochino

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino. La Pedriza 
Final: Canto Cochino. La Pedriza
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 9,7 Km 
Desnivel [+]: 646 m 
Desnivel [--]: 646 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 33

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN
Este miércoles habíamos quedado en el aparcamiento de Canto Cochino, 33 compañeros dispuestos a poner a prueba nuestras rodillas por el entramado pétreo y laberíntico que forma esta verdadera joya que tenemos la suerte de tener cerca de Madrid, y que es la Pedriza.

Lástima que no pudiéramos tomarnos un café antes de comenzar la ruta, porque entre semana ninguno de los dos quioscos que hay en este aparcamiento están abiertos.

Y eso que ya entre semana suele haber bastante gente haciendo rutas, aunque sin llegar ni de lejos a la multitud que se suele congregar los fines de semana, donde toca madrugar si quieres aparcar el coche en alguno de los tres parkings interiores.

El día lucía espectacular, y desde el mismo aparcamiento podíamos apreciar toda la espectacularidad de la pedriza posterior: Las dos Torres, la Esfinge, las Torres de la Pedriza, el Pájaro y su canal, los Guerreros y su canal, el gran Molondrio, las Buitreras, los Normandos, el Callejón de las Abejas, etc,etc.

Cuando Antonio dio la orden, empezamos a andar hacia la barrera que separa los quioscos del pequeño parking que hay junto al río, y que lleva ya años cerrado. Cruzamos el río Manzanares por el puente de madera y giramos a la izquierda para rodear los barracones y encaminarnos hacia el sendero PRM-2, más conocido como la Autopista de la Pedriza.

Caminamos cómodamente por este primer tramo de la senda, bajo los pinos, acompañándonos a nuestra derecha el arroyo de la Majadilla que en su descenso va recogiendo las aguas de varios arroyos como el del Hueco de las Hoces, Barranco de los Huertos, la Ventana, la Dehesilla, Poyos, etc.

No quiero ni pensar como sería andar por este sendero hace 70 años, cuando no existían árboles en la Pedriza. Según he leído se plantaron, con mayor o menor acierto, a partir de 1950.

Pasamos junto al desvío del sendero que sale a la izquierda hacia el chozo Kindelán, pero hoy no toca visitarlo. A nuestra derecha se ve la pradera de los Helechales, justo debajo de Peña Sirio, y por el que transita la menos cómoda senda que sube por el lado contrario del arroyo, hacia el refugio Giner.

El sendero va ascendiendo de forma progresiva en varios tramos, hasta llegar más o menos a la altura de la formación rocosa del Rocódromo, al otro lado del arroyo.

Dejamos a nuestra derecha el sendero que baja del Collado del Cabrón y aquí coincidimos con 4 senderistas, que bajaban por el mismo. Nos paramos a charlar un rato con ellos mientras hacemos tiempo para que lleguen los que van más rezagados y nos preguntan cómo pueden llegar a la pared de Santillana.

No conocen la zona y habían subido por el PRM-1 hasta el Collado del Cabrón y ahora bajaban hacia el refugio. Les indicamos por donde subir hacia el Collado de la Dehesilla y luego el sendero que tienen que coger hacia el risco.

Pasado el desvío hacia el puente del Prao Peluca, y siempre subiendo por la parte izquierda del arroyo, encaramos el pequeño repecho que nos deja en un mirador excepcional frente al Collado de la Dehesilla y a la zona de la umbría del Calderón. Alcanzamos a distinguir la cuerda de los Fantasmas, la Maza, el Centinela, la Mujer y el Hato y algún rico más.

Aquí ya hay dos integrantes, Esther y Miguel que se quedan esperando a Jose María que venía más rezagado, se acercarán con él hasta la Calavera y luego se darían la vuelta.

Después me contaron que para bajar desde el refugio eligieron el entretenido sendero que baja por la parte izquierda del arroyo de la Majadilla, lo que los llevó mas tiempo del que tenían previsto. Y es que es más enrevesado que la autopista, pero a la vez más bonito y menos frecuentado.

Nosotros continuamos, y unos metros más adelante hay otro pequeño mirador, enfrente del cual ya vemos los primeros riscos de los Pinganillos. Delante del mismo podemos apreciar las figuras pétreas de la Sirena y el Pez.

Aunque a veces cuesta asociar el nombre y las formas, creo que son dos de las rocas de la Pedriza con la asociación entre el parecido y nombres, más acertada.

Proseguimos por la senda, y justamente antes de llegar al vivac del ratón, abandonamos el camino que traíamos por la derecha, para cruzar el arroyo y coger una pequeña senda al otro lado, que va a la búsqueda del primero de los objetivos del día, la Calavera de la Pedriza.

Recuerdo las vueltas que di la primera ocasión que intenté localizarla, y es que, si no coges bien el lado concreto de la roca, puede pasar desapercibida. Delante de ella, podemos ver los tafonis que ha modelado la erosión en la misma, dando lugar a una de las rocas más singulares de la Pedriza.

Aprovechamos para realizar unas cuantas fotos, y nos vamos a por el siguiente objetivo, la parte baja del risco del Pájaro. Para ello primero nos encaminamos hacia la roca llamada el Platillo Volante. Por mas vueltas que le he dado, nunca he asociado el parecido a su nombre, pero, en fin, doctores en riscos tiene la Pedriza.

Llegamos delante de ella, y observo a Antonio que empieza a consultar en el GPS el sendero a seguir, en ese momento y en ausencia de nuestro gran maestre pedricero, Paco C., que no ha podido venir hoy por mucho que le pese, me ofrezco a tirar delante ya que he subido varias veces por esta zona y aunque hace muchos años de eso, todavía tengo un vago recuerdo del camino de subida y el GPS lo llevo integrado ja, ja, ja.

Aquí ya empieza el tramo exigente de subida. Es una zona muy frecuentada por escaladores que suben a la parte baja de este emblemático risco, por lo que hay trazas de sendas y marcas de hitos por muchos sitios.

Vamos avanzando entre rocas que se han desprendido hace mucho tiempo de la pared, buscando siempre los mejores pasos y echando las manos en más de una ocasión para poder progresar hacia nuestro objetivo.

Después de un buen rato de subida entre rocas, alcanzamos la base del pájaro. Desde aquí vemos sobre nuestras cabezas, el extra plomo que da forma a la cola del Pájaro, y los anclajes que marcan las vías de escalada hacia su cumbre.

Nos tomamos un respiro, y damos tiempo a que vayan llegando todos los integrantes del grupo. Conseguido el segundo hito del día, ahora vamos a por el tercero, la Muela o Jardín de los Guerreros. Para llegar a él, tenemos que buscar el mejor paso hacia la parte media de la canal de los Guerreros.

Rodeamos la base del Pájaro por su izquierda, y siempre pegados a su pared, pasamos por debajo de un gran bloque de roca que apoyado en la pared del Pájaro forma un pasadizo, por el que subimos usando manos y pies, sorteando otros bloques más pequeños que se han ido desprendiendo con el transcurso del tiempo de la gran pared.

Salimos de este pasadizo, y seguimos ascendiendo, ahora sorteando otro pequeño caos pétreo, que exige un pequeño esfuerzo adicional, y que nos deja en la parte alta en un pequeño rellano, con inmejorables visas sobre la cuerda de las Milaneras. Desde él acertamos a ver la siempre impactante silueta del Puente de los Poyos, y encima de él, el paso de Tres Cestos, Collado del Miradero, Mira o de la Carabina, como también se le conoce.

Siempre pegados a la pared de nuestra derecha, continuamos avanzando hacia la canal de los Guerreros que ya tenemos a la vista. Una vez llegamos a ella, cada cual buscó el paso mas fácil para seguir ascendiendo por ella, entre rocas y algunos árboles que se han atrevido a afianzar sus raíces en esta zona. Afortunadamente vamos en umbría al resguardo del sol.

Encima de nuestras cabezas ya asoma la figura de la Muela, llamada así por asemejarse a un gran molar.

Según ascendemos vemos a nuestra derecha una estrecha canal vertical o chimenea. Nunca he subido por aquí, pero sé que por ella se accede al llamado Salón y Jardín del Pájaro, un pasillo entre los riscos de la Muela y del Pájaro. He leído que hay gente que sube por ella, incluso sin cuerda, aunque siempre es aconsejable asegurarse con ella si se decide subir por esta canal.

Nosotros que somos menos intrépidos, vamos a la búsqueda de una segunda chimenea que se encuentra un poco más arriba, y que es más tendida y mas accesible, por la cual tras una breve trepada nos deja en la parte superior del Jardín de los Guerreros. Se localiza fácilmente, porque pegada a la pared hay un bloque apoyado, formando otro pasadizo, que da acceso al jardín.

Como yo ya he subido varias veces a ese promontorio, dejo a mis compañeros en larga fila india accediendo a su cima.

Aprovecho para intentar acordarme por donde se sigue ascendiendo de la forma más sencilla posible. A partir de este punto la canal que traíamos se bifurca. Por el camino de la izquierda se encamina hacia la grieta bajo la Torre de las Arañas Negras, que he leído que no tiene salida. La canal central sube bajo el Falso Molondrio, pero sé porque me lo han contado, que tiene algún paso complicado antes de acceder a la zona del Gran Vivac, debajo del Gran Molondrio. y la tercera opción que es la bifurcación de la derecha es por la que he subido las otras dos o tres veces.

Una vez localizado el paso más sencillo para acceder a esa canal de la izquierda, me paro en un punto más elevado en el centro de la canal, y casi a la altura del Jardín de los Guerreros, observo cómo uno a uno, mis compañeros van llegando a él.

Allí aprovechan para tomar el tentempié de media mañana y para realizar la foto de grupo. En ese privilegiado lugar hay una pequeña depresión donde se forma una pequeña charca con las aguas de lluvia.

Desde el lugar donde estoy esperándolos veo que, en la parte de arriba por la canal central, va descendiendo una persona con un casco rojo.

Cuando llega a mi altura entablamos una agradable conversación. Es un antiguo socio del club Peñalara, de unos 70 y tantos años. Me sorprende que se aventure solo por esta zona. Había intentado subir por la parte central, pero arriba se complicaba y no se había arriesgado a subir más. Le explico que, si hubiera elegido la variante de la izquierda de la canal, podía acceder a la zona del Gran Molondrio sin dificultad. Le invito a sumarse a nuestro grupo, pero se le hace tarde y tiene ya que descender, aprovechando que mis compañeros ya van bajando del jardín y alguno también tiene que regresar ya, le indico que baje con él.

Con la ayuda de Julián, y el track que lleva marcado seguimos el ascenso por el ramal de la derecha. Más adelante hay dos o tres opciones para seguir avanzando. Yo me acuerdo de la variante derecha, pero Julián decide subir por la variante izquierda, y como todo el mundo le sigue, ya sabemos que eso de la veteranía es un grado, me sumo yo también.

Poco a poco vamos avanzando, y pasadizo a pasadizo, y con pequeñas trepadas, llegamos a un pequeño muro que nos separa de la zona del Gran Vivac, bajo el Gran Molondrio.

Es el ultimo obstáculo a superar. Todavía recuerdo la primera vez que subí por este paso, y la segunda que subí con mi hija cuando era pequeña. Con la ayuda de Ángel, van subiendo uno a uno todos los integrantes del grupo.

Una vez arriba, a alguno le enseño la pequeña oquedad por la que se accede al Gran Vivac. Parece mentira que, por un agujero tan pequeño, pueda entrar una persona y tenga salida hacia el otro lado, por debajo de los bloques encajados que hay en la superficie.

La mayoría del grupo están parados al lado del Cancho Buitrón, recuperándose de la última subida y disfrutando de las magníficas vistas que se aprecian desde este lugar. A partir de este punto ya solo nos queda bajar. Para ello vamos a seguir la Senda de los Forestales.

Una parte del grupo guiados por Julián bajan rápidamente por ella, y la otra parte nos quedamos un poco mas rezagados. Al final como ya es mediodía decidimos parar a comer. El segundo grupo para en un lado de la Senda de los Forestales. Como las viandas de alguno, las portan compañeros que van en el primer grupo, que también han parado a comer, unos cuantos nos vamos a su encuentro.

Los encontramos parados en un lateral de la senda que baja del Collado de la Ventana, llamada también senda de la Majadilla. Allí esperamos a que llegue el segundo grupo y ya todos juntos retomamos la bajada, hasta la roca llamada el Buque, donde confluyen los arroyos de la ventana y los Poyos. Paramos un momento para ver la pequeña cascada que se forma en este punto, y proseguimos el descenso.

Unos cuantos metros más abajo, tras pasar un pequeño puente de madera, la senda se junta con el sendero que baja del cruce de Cuatro Caminos. Ya solo nos quedaba bajar en dirección a la Autopista y al parking.

Terminada la ruta, nos desplazamos a la plaza de Manzanares el Real, a tomar unas merecidas cervezas.

Aproveche para ir a comprar el mapa de Desiderio en una tienda cercana, donde venden yogures artesanales. Desiderio era un vecino de Soto del Real, amante de la Pedriza y que diseñó un mapa con los riscos mas representativos de la misma. No tuve la oportunidad de conocerlo en persona, pero si tuve conocimiento del mapa y dónde se vendía. Y allá fui a por él. De paso me lleve un par de yogures artesanales, y os aseguro que están buenísimos y son altamente recomendables.

La pedriza siempre es espectacular y la ruta de hoy no lo es menos, por eso le otorgo una puntuación de 4,5.
Carlos Revilla


martes, 15 de marzo de 2022

Excursión 609: Los Tres Miles de Mallorca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Embalse de Cúber
Final: Embalse de Cúber
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 10,7 Km 
Desnivel [+]: 584 m 
Desnivel [--]: 584 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,3
Participantes: 33

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN
Antes de comenzar la tarea encomendada por Antonio, quiero dar las gracias a todos por la acogida que me habéis dado, formáis un magnífico grupo

Los Tres Miles de Mallorca es considerada una de las rutas mas clásicas de la Serra de la Tramuntana, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en un entorno montañoso privilegiado con vistas al mar desde sus puntos más altos.

Objetivo: Coronar tres montañas famosas de las Islas Baleares: Puig de lOfre (1090m), Puig de Na Franquesa (1067m) y Puig de Sa Rateta (1113m), los tres picos superan los 1000 metros y de ahí el nombre de la ruta.

El grupo formado por 33 senderistas y dos perros, parte en autobús a las 10:00 desde el hotel Java hacia las proximidades del embalse de Cúber (uno de los dos embalses que suministra agua a la ciudad de Palma de Mallorca), donde daría comienzo la aventura

A las 11:00, con un día perfecto, dimos el inicio al ascenso al Puig de Sa Rateta, uno que esta acostumbrado a realizar 10 km diarios por caminos y carreteras, se da cuenta desde el comienzo de que no va a ser un paseo por carreteras y caminos.

Tras dos horas de senderismo ascendiendo por rocas y sin camino definido, pero con unos extraordinarios guías,  llegamos a la cumbre donde reponemos fuerzas, admiramos y fotografiamos el paisaje en todas las direcciones.

Después de la pausa, desde la cumbre, iniciamos un descenso pronunciado por terreno de piedras sueltas antes de comenzar la subida al Puig de Na Franquesa.

Tanto el descenso como el ascenso a la cumbre es duro para el narrador, pero el buen ambiente del grupo y la botella de vino que llevaba en la mochila dan energías extras. Sobre las 14:00 llegamos a la cima y nos tomamos un merecido descanso.

De nuevo en marcha, nos dirigimos hacia el camino que lleva al Puig de L´Ofre, con bastante precaución por las rocas y piedras sueltas que hay en el recorrido.

Una vez descendidos unos 100 metros aproximadamente, llegamos al sendero que comunica con el camino GR-221 que se dirige al embalse de Cúber. Dejamos el sendero a la derecha e iniciamos el ascenso de 100 metros al último pico de las ruta, el camino vuelve a empinarse hasta la cima, pero a diferencia de las subidas a los otros dos, hay vegetación.

Una vez en la cima, disfrutamos de las vistas en 360º, destacando el Puig Mayor el punto mas elevado de Mallorca con 1445 metros de altitud, conocido con el nombre de "bola", en cuya cima hay un radar del ejercito del aire que es usado por la OTAN para controlar el espacio aéreo del Mediterráneo Occidental.

Tras disfrutar de las imponentes vistas, comenzamos el descenso hasta el encuentro con el GR-221. Tomamos el sendero entre árboles y rocas y llegamos a una pista forestal, por la que continuamos y tras un paseo relajado llegamos a la barrera de acceso al Embalse de Cúber sobre las 17:15 que es el final de esta extraordinaria aventura de los Tres Miles de Mallorca que califico con un 4,3.
Tomas

FOTOS

miércoles, 15 de marzo de 2017

Excursión 338: Buitrago. Palacio de Osuna y fortines

FICHA TÉCNICA
Inicio: Buitrago
Final: Buitrago
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  12,5 Km
Desnivel [+]: 261 m
Desnivel [--]: 261 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 38

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Iniciamos la ruta en Buitrago de Lozoya, junto al restaurante Andearriero, con un pellizco de nostalgia en el estomago de los primos Cid, Enrique y Marcos, al recordar cuando en sus años mozos, sin querer decir que estos hayan pasado, el autobús llamado “El Albarrán” hacía parada obligatoria en el citado restaurante camino a sus respectivos pueblos: Navares de Ayuso y Navares de Enmedio.

Nos pusimos en marcha a la hora establecida, como es norma dentro del grupo, dirigiendo nuestros pasos por la calle de Concepción Vera hacia el río  Lozoya. El número de caminantes en esta ocasión fue de 36, según datos del Observatorio de Estadísticas. Una vez en las inmediaciones del puente del Arrabal o puente viejo, caminamos con rumbo norte por la ribera del Lozoya dejando a nuestra izquierda la depuradora del pueblo.

El camino nos llevó a la ribera del arroyo de las Cárcavas o Cigüeñuela, según la documentación que se consulte, que  discurre paralelo a la carretera de las cinco villas. Aproximadamente a 200 metros cruzamos un puente sobre el citado arroyo, un puente estrecho  sin ningún tipo de barandilla, y desde allí comenzamos una ascensión de unos 400 metros hasta llegar a un mirador natural que se encuentra enfrente del meandro donde se asienta la villa medieval de Buitrago del Lozoya y desde cuyo enclave pudimos disfrutar de unas magnificas vistas de la misma. Como es lógico aprovechamos para hacer las oportunas fotografías que habrían de inmortalizar el momento.

Seguimos el sendero, entre pinos y encinas, que nos llevaba paralelos al embalse de Puentes Viejas que remansa las aguas del Río Lozoya. En un punto del camino detectamos la ausencia de “Mecha”, que al parecer había decidido acometer su actividad preferida: jugar con las vacas que encuentra a su paso. Después de unos cuantos silbidos y voces por parte de los que cerrábamos el grupo la vimos aparecer a trote ligero en su intento de contactar con nosotros.

Cuando habíamos recorrido unos 2,5 Km  llegamos a lo que queda del antiguo Palacio de Osuna o Casa del Bosque. Esta es una obra apenas conocida, y posiblemente la causa del desconocimiento de este edificio estriba en la creación de la presa de Puentes Viejas en 1939, lo que hizo desaparecer el puente de la Coracha, y con él el camino directo a la casa del Bosque, dejando el palacete olvidado en la orilla opuesta al pueblo. Su construcción, entre los años 1596 y 1601, se debe a  Iñigo López de Mendoza y Mendoza (1536-1601), descendiente del famoso marqués de Santillana y amigo personal de Felipe II. De la mano del tal Iñigo llega a nuestro país una tipología de villa de recreo en el campo abierta a la naturaleza pero con las comodidades de la ciudad, villa de descanso y alejada del protocolo, para poder organizar partidas de caza, pesca, organizar fiestas... 

La construcción se articula en torno a un cuerpo central de forma circular, a modo de rotonda, que sobresale en planta y estaba cubierta con una cúpula de media naranja actualmente desaparecida, siendo su función la de capilla del palacio. Es esta la parte mejor conservada manteniéndose el enlucido interior de los paramentos, así como escudos nobiliarios con la cruz de los Mendoza. Si el lugar estuvo destinado a la celebración de fiestas, parecía el lugar adecuado para dar cuenta de las viandas que traíamos, así que eso hicimos.

Tras un breve descanso para retomar fuerzas, "El boss" se puso en marcha y hubo que terminar la pausa y continuar la excursión. Nuestros pasos discurrían por la pista que había de conducirnos hasta el Centro de Comunicaciones por Satélite de Buitrago, pero a los 200 metros la abandonamos para dirigirnos a la orilla del embalse de Puentes Viejas, circunstancia que aprovecho “Teo” para sumergirse en sus aguas y refrescarse un poco, dado que las temperaturas, a pesar de estar en invierno, eran propias de la primavera que estaba por llegar.

Como el embalse no estaba lleno pudimos transitar un rato por una zona que en otras ocasiones se encontraría bajo el agua. Poco a poco, nos vamos alejando del Río Lozoya, para retomar la pista que habíamos dejado y que nos conduciría hacia las antenas del Centro de Comunicaciones por Satélite. Nuestros pasos, una vez recorridos unos 2,5 Km desde nuestra parada en la Casa del Bosque, nos llevaron hasta el citado centro, cuyas antenas completamente inutilizadas desde el 1 de enero de 2004 provocan gran impacto visual en el valle del Lozoya. Solamente el edificio central tiene actividad para reuniones de empresa y “ejercicios espirituales” del personal del Grupo Telefónica, como dieron fe los senderomagos   que en algún momento de sus carreras profesionales allí estuvieron.

El camino terminaba en una puerta cerrada, así que nos dirigimos al pinar de nuestra derecha y llegamos hasta un pequeño muro que debimos saltar sin problemas, eso sí, ayudándonos de los árboles situados en las proximidades. Unos 100 metros nos separaban de la  carretera de Gandullas (M-137) sobre la que caminamos un breve trecho para abandonarla a la izquierda y tomar una vía pecuaria, que en su primer tramo está asfaltada.

Pocos metros más allá se encontraba la zona conocida como de Las Zorreras desde donde tenemos unas bonitas vistas de las que nos informa el cartel allí ubicado: antigua estación de telecomunicaciones, embalse de Puentes Viejas, sierra de La Puebla, Gandullas y su helipuerto.

Aprovechamos el lugar para hacer la foto de grupo que habría de inmortalizar la excursión y dejar constancia de los asistentes a la misma, algunos difíciles de reconocer enmascarados en sus  gorras, ¡Ay las gorras¡, que posteriormente diría José María en su fotoreportaje.

En este paraje encontramos el primero de los “fortines” que forman parte del nombre de esta excursión. Se trataba de un bunker de tres troneras, que formaba parte de una posición republicana que cerraba la parte más meridional del avance nacional y que defendía el pueblo de Gandullas.

Hacemos un giro, a la izquierda, donde vemos un cartel informativo de 2,6 km a Piñuecar, para dirigirnos a la visita de otros bunkers que pertenecieron al bando nacional y que formaron parte de lo que se conoció como “Muralla de Acero” durante la guerra civil: el fortín de la Llorona y el fortín de la Retamosa.


Para finalizar el paseo por la trágica historia de nuestra guerra civil volvemos a la zona republicana, dirigiéndonos hacia el cerro Cabeza Velayos; ambas zonas estaban tan próximas, a apenas un kilometro de distancia, que incluso se podían escuchar perfectamente los insultos que de vez en cuando se lanzaban ambos bandos. Durante la contienda, en este cerro a 80 kilómetros al norte de Madrid, los soldados de la República lucharon resistiendo todos los ataques, ya  que no podían ceder porque aunque estaban defendiendo Buitrago, sabían que detrás estaba Madrid.

Muchos milicianos dieron su vida por esa loma que sería bautizada como “La Peña del Alemán” en homenaje a un antifascista germano que fue malherido luchando por la República, Max Salomon, que tuvo que huir de la Alemania de Hitler y que en España vio la oportunidad de luchar contra el fascismo que le había expulsado de su hogar.


Se escribieron poemas sobre sus defensores que durante casi tres años no cedieron y aguantaron hasta el final de la guerra.  Uno de ellos estuvo dedicado por Miguel Hernández  a la adolescente Rosario, de tan solo 17 años, a la que llamarían “la dinamitera” por su manejo de los explosivos hasta que una bomba le explotó en la mano dejándola manca mientras defendía Buitrago. Recojo en esta crónica el poema, porque formó parte de la convocatoria de esta marcha y como homenaje a aquellos, que pertenecientes a uno u otro bando, sufrieron los horrores de la guerra.

Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.

Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.

Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha,
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario,
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa,
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.

Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!

Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.


A la bajada vimos en la base del cerro una cueva de dos entradas, que según unos pudo servir como polvorín de explosivos y según otros como refugio para protegerse de los bombardeos enemigos. 

Desde ese punto y sin más dilación “todo tieso” hasta nuestro destino final: el restaurante Andearriero en Buitrago. Al llegar allí, nuevamente el pellizco en el estómago, pero en esta ocasión no de nostalgia sino de hambre y afectando no sólo a los primos Cid sino a la totalidad del grupo. Allí comimos y a los postres se procedió a la entrega de condecoraciones a los que se habían hecho merecedores de ello.

Un dato anecdótico es la aparición de una nueva estrella, que se otorga por haber participado en 150 marchas y que la organización ha “improvisado” en un elogioso intento de asegurar hechos merecedores de invitación a cañas al finalizar las marchas.
Calificación de la ruta: 4 sicarias.
José Luis Benavente

FOTO REPORTAJES