miércoles, 26 de febrero de 2020

Excursión 510: La cueva de Cueva Valiente

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Rafael
Final: San Rafael
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  11,4 Km
Desnivel [+]: 704 m
Desnivel [--]: 704 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 33

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RESUMEN

Pues sí, en Cueva Valiente hay una cueva y aunque para muchos de los que por ahí hemos pasado no lo sabíamos, a propuesta de Paco Nieto y con el ánimo de conocerla, treinta y tres senderomagos nos juntamos y algunos a ajustar nuestros relojes aprovechamos, cuando tras Antonio a las 10.30 a caminar empezamos.

Debe ser la influencia de Paco Cantos el que me haya salido así la introducción, pero ni por asomo pretendo quitarle el puesto al artista. Y aunque más me gustaría que cronista oficial del reino se le nombrase, en esta ocasión a un servidor le ha tocado hacer la crónica, que ya no sé si es ponerle prosa a los datos técnicos de los tracks, o contar las impresiones de lo vivido por el narrador. Pues una mezcla de ambas cosas intentaremos hacer.

Tras unos días de tiempo primaveral con un calor fuera de lo normal para la época y el coronavirus extendiéndose por el norte de Italia, el día amaneció frío y con una niebla intensa que nos devolvió a la realidad de lo que otrora era el invierno. Gracias a esto, Cueva Valiente nos iba a deparar una sorpresa que nadie esperaba.

Tras ser de los más madrugadores y solicitar desde aquí, se me registre un kilómetro más de marcha, al irme a tomar un cafetito caliente al pueblo para hacer tiempo, allí me lo tomé con los de Alcalá, que son al GMSMA como su ciudad al patrimonio de la Humanidad. 

Tras los saludos de rigor, esta vez con un 100% de acierto en recordar los nombres de todos los que conocía algo insólito en mi, iniciamos nuestra ruta bordeando la Cerca de las Monjas hacia el camino del Ingeniero.

Empezamos a abrigarnos y a andar tranquilamente, por una senda prácticamente llana junto a la pista de La Forestal que une San Rafael con El Espinar. Agradable paseo que ni por asomo daba fe de la subida que nos esperaría más tarde. 

Camino ideal para ir charlando unos con otros, e ir calentando hasta que una vez alcanzado el arroyo de la Gargantilla, junto a un puente sobre el que discurre la pista, se nos acabó el paseo y empezamos a subir por un camino paralelo al arroyo, en pendiente constante unos doscientos metros por kilómetro.

El grupo empezó a estirarse por la subida, manteniendo el contacto entre cabeza y cola con los walkie talkie a fin de frenar a los de cabeza y no hacer despistarse a los de cola.

En esta ocasión, tomé la decisión de ir al final de todos, disputando el último puesto a Juan, nuestro habitual Marino Lejarreta del grupo. Esto hizo que al ir entre los últimos y con el tranquilo ritmo que se lleva por aquí, pudiera ir tomado fotos a mi aire, sin molestar a los que vienen por detrás y haciendo con la cámara de vez en cuando algún time-lapse para acelerar el ritmo que llevábamos. Luego agradecería mucho el haber podido tirar tantas fotos, por el espectáculo que el paisaje nos estaba deparando más tarde,

Acabado el primer tramo de subida nos dio la hora de el Ángelus junto a la fuente de Bellver Marqués, cogimos fuerzas, y tras un estratégico descanso de desnivel, hacia la siguiente pendiente que nos quedaba hasta el Peñotillo, algo en el paisaje empezaba a manifestarse en torno a los 1600m de altura.

¿Eran pinos blancos? Los primeros pinos silvestres que empezábamos a ver parecían tener una tonalidad ligeramente blanquecina sobre su verde de fondo. Era el regalo que el frío junto con la niebla intensa que empezaba a desvanecerse nos estaba deparando en el paisaje.

Casi alcanzado El Peñotillo, ya en nuestro segundo tramo de ascensión similar al primero, empezamos a otear, a la derecha de nuestro camino, la roca donde se encuentra la cueva hacia donde nos dirigíamos, una vez abandonado el pinar frondoso y empezar a abrirse el paisaje.

Y es aquí, sobre los 1750m, en El Peñotillo, donde los pinos blancos ya empezaron a proporcionarnos el espectáculo total del día.

No, no eran pinos blancos, sino una cencellada maravillosa que iba haciendo de los pinos un espectáculo de agujas de hielo sobre las ramas. Más impresionante que si hubiera nevado por ser menos frecuente el verlo.

Requiere que haya niebla, frío bajo cero y viento para que cuanto más fuerte sea éste, más alargados se forman las agujas acristaladas de hielo sobre las ramas de los árboles.

No parábamos de disparar fotos, ni dejar de sorprendernos con cada nuevo helado pino, según nos íbamos acercando a la cueva. Tras hacer turno para poder ver esta mina abandonada que no cueva natural, proseguimos nuestro último tramo de ascenso al pico de Cueva Valiente.

El nombre de esta cueva o mina abandonada parece derivar de cuando subir por estas lindes de bandoleros suponía una “prueba valiente” que ratificaba el paso de la edad adolescente a la adulta. Con el paso del tiempo su nombre ha pasado a ser “Cueva Valiente”. Pero nada de esto podría ser más que una mera leyenda.

Allí permanecimos haciendo imposibles fotos a contraluz desde dentro de la cueva y posando para ser fotografiado como Mecha, una de nuestras mascotas, posando para recuerdo de la posteridad.

Cuan bandoleros equipados con cámara de móvil, seguimos disparando a doquier intentando robar el botín imposible de dejar fielmente grabado en ellas la belleza que estábamos viendo. Conforme alcanzábamos la cumbre el espectáculo del paisaje ya nos dejaba simplemente, cerca del paraíso.

La hora de comer nos dio en el refugio de Cueva Valiente situado junto a la cumbre, donde pudimos estar al resguardo del frío. El día iba abriendo cada vez más y con el vino de la bota de Jesús y chocolates compartidos nos calentamos lo justo para tomar el camino de vuelta a San Rafael. 

Esta vez sin cencellada, dado que, al ir por sotavento, los arboles estaban con su aspecto de siempre.

Camino de vuelta, que en poco más de hora y media, nos llevó a nuestro punto de partida en dirección noreste desde la cumbre, por el cordal que lleva a Cabeza del Buey y, tras alcanzar de nuevo las agradables pistas del camino del Ingeniero, por el otro lado de la Cerca de las Monjas y camino de la Peña del Águila, que por la mañana habíamos dejado nuestra izquierda.

Si es costumbre y privilegio del cronista valorar la excursión, diría que le daría una sicaria por el agradable paseo, pero con el esfuerzo justo para hacer un poco de ejercicio.

Otra sicaria más por la buena organización, timing de descansos y hora tempranera de finalizar la excursión. La tercera sicaria por descubrir la desconocida cueva que da nombre al más famoso pico de Cueva Valiente y una cuarta sicaria por la agradable compañía.

Como veis sería fácilmente repetible todo lo anterior en una réplica de esta excursión, pero por lo afortunados que hemos sido disfrutando de la cencellada del día, es obligado dar la quinta sicaria y vuelta al ruedo, si posible fuera, por esta excursión que será inolvidable para mi y que con mis fotos he intentado dejar de recuerdo para la memoria.
César R. Bachiller

FOTO REPORTAJES

miércoles, 19 de febrero de 2020

Excursión 509: Sierra del Quintanar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Otero Herreros
Final: Otero Herreros
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  16,7 Km
Desnivel [+]: 936 m
Desnivel [--]: 936 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 44

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RESUMEN
Nunca había estado por estos lares, en un día de febrero, soleado y con buena temperatura teniendo en cuenta las fechas nos juntamos un buen puñado de senderomagos, 44 según la estadística oficial, en la estación de tren de Otero de Herreros.

Nos disponemos a recorrer la Sierra de Quintanar, en esta ocasión Juan nos brinda la ocasión de caminar por la continuación, hacia el Oeste, de la archiconocida cuerda de la Mujer Muerta.

Salimos de la estación hacia el SW y llaneamos en paralelo a las vías del tren durante un kilometro aproximadamente, justo cuando las vías del tren se introducen en un túnel de 200 m, giramos a nuestra izquierda siguiendo una pista en dirección SE, hacia arriba, a lo lejos vemos una gran antena de comunicaciones.

En un día soleado contemplamos un paisaje agreste, pocos árboles, bastantes arbustos y algunos roquedos que vemos hacia las cumbres.

Comenzamos a subir por una pista que sube por la cresta de la ladera que dejamos y volvemos a tomar en el Km. 2 de nuestra ruta, como en otras ocasiones el grupo de los trotones se adelanta unos cientos de metros.

En el Km.3 nos topamos con un murete, entiendo de división ganadera, que coincide con el límite municipal entre Otero y el Espinar.

Pasados 300 metros mas no encontramos con un precioso roquedo en el que unos cuantos nos paramos para hacer las fotos de rigor, si miramos hacia el SW podemos contemplar Los Ángeles de San Rafael.

Continuamos unos cientos de metros y, tras pasar por el Collado Mayor, paramos para reponer fuerzas utilizando las rocas como sillas y mesas.

Llevamos andados unos 4 Km. y hemos superado un desnivel de 400 m. aprox., continuamos la caminata y a medio kilómetro llegamos al segundo de los escalones del perfil que dibujamos, paraje conocido como El Bercial.

Seguimos pegados al muro en continuo ascenso, a partir de este punto la pendiente se hace un poco mas pesada, unos cuantos saltamos al otro lado del murete pues parece que la senda está bastante mas clara a ese lado, además, los mapas así lo indican.

Durante un buen rato algunos sufrimos pendientes que superan el 30% y vamos haciendo zetas, no todos, Jordi que se había quedado unos metros atrás nos pasa como un rayo como si tuviera prisa por llegar al Cerro del Carmochín que tiene una altitud de 1932 metros.

Nos apelotonamos en torno a su vértice geodésico para hacernos unas fotos y desde el mismo divisamos el Mirador del Quintanar, con una cruz metálica.

A ella algunos nos acercamos y donde nos enteramos que está hecho IN MEMORIAN del XI Conde del Arco con la siguiente inscripción “Perdurar quiero en ti, montaña hermana y vivir del reposo de tu vida. Mi alma a tu alma para siempre unida en el abrazo de la paz serrana”. Por si fuera poco, las vistas son espectaculares desde este lugar.

Justamente cuando nos disponemos a seguir adelante, tenemos el percance del día, Carlos se ha lesionado en la pierna derecha y viene como puede hacia El Carmochin acompañado por algún compañero.

Se toma la decisión de que unos cuantos acompañarán a Carlos acortando la ruta prevista para que llegue lo antes posible a los coches. Afortunadamente se va recuperando poco a poco y llega por su pie a los coches relativamente bien.

El resto del grupo, unos 30, seguimos la ruta prevista por Juan, tenemos que subir un poco mas, pero lo duro nos lo hemos quitado ya de en medio. Desde el Carmochin hasta el Cerro Carmocho tenemos 700 m que hacemos fácilmente pues solamente tenemos que superar unos 60 de desnivel.

Estamos cerca del objetivo principal de la ruta, la Majada Pielera, con poco mas de 2000 metros es el punto mas alto del día de hoy, hacemos rápidamente el kilómetro largo que nos queda y nos paramos a comer en la cumbre poco después de las 14:30.

La bajada, a pesar de que no hay sendas por la zona, Juan nos la hace muy fácil, especialmente la primera parte con un fuerte desnivel donde busca los sitios mas cómodos. Dejamos atrás las Peñas de la Majada, nos quitamos 350 m de desnivel en menos de kilometro y setecientos metros y llegamos al arroyo la Beceda.

Continuamos medio llaneando por la Ladera Pelada y la Peña del Cano en dirección N., unos metros mas adelante, siguiendo la ladera tomamos dirección W, camino de los coches en la estación, la bajada se ha suavizado bastante y caminamos viendo pastar a caballos y vacas, en prados verdes y con mucha vegetación.

Pasamos por el Camino de la Escoba y, un poco después, por el arroyo de la Cardosa, que llevaba más agua de la esperada para esta época del año y tanto día sin llover. 

Seguimos la tranquila bajada y a nuestra izquierda podemos contemplar un gran depósito de una lámina de agua de 10.000m2 según la cartografía de Iberpix.

Enseguida cruzamos con cuidado la vía de tren por un paso a nivel y en un ratito nos hacemos el poco más del kilómetro que, aproximadamente, calculamos queda para llegar a los coches.

Rematamos la faena en el pueblo donde nos tomamos las cervecitas bien ganadas en esta excursión que califico con 4,5.
José Luis Molero

FOTO REPORTAJES

VÍDEOS

miércoles, 12 de febrero de 2020

Excursión 508: Cerro Ortigoso

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino
Final: Canto Cochino
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  16,4 Km
Desnivel [+]: 812 m
Desnivel [--]: 812 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 42

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RESUMEN
La excursión sonaba muy bien y apetecía ir: La Pedriza sin piedras. ¡que ilusión! Por fin caminar sin saltar por pedruscos, sin arrastrarte, sin pasos arriesgados y con unas vistas prometedoras.

Tan bien nos pareció a todos que asistimos bastante gente a la convocatoria, 42 participantes. Mientras nos reuníamos para salir, el ambiente era de curiosidad y en muchos de incredulidad por la ausencia de piedras.

El sol lucía débilmente y no calentaba mucho. Pero la temperatura no era muy baja y en cuanto nos pusimos en marcha, a las 10:30h, entramos en calor enseguida.

Nos dirigimos a buscar el camino previsto, pero descubrimos que estaba cortado por trabajos forestales. Entonces se cambió el recorrido y nos dirigimos hacia el camino conocido como Las Zetas, que discurre por la loma de las Casiruelas.

Tomamos el primer desvío a la izquierda, y seguimos por una antigua carretera cuyo asfalto ya está prácticamente desaparecido y empezamos a subir la interminable pista forestal, con algún atajo que otro para evitar retrocesos innecesarios y con parada de avituallamiento a medio camino.

Según íbamos subiendo, el día se cerró y las nubes se quedaron en las cumbres, por lo que no pudimos ver las preciosas panorámicas que esperábamos ver. La subida fue larga y a ratos se hacía pesada por su monotonía, hasta que por fin alcanzamos el Collado de los Pastores (1.748m).

Tras un breve descanso intentando adivinar las vistas que se describen en cuatro carteles informativos, continuamos por la tenue senda que recorre la cuerda. Enseguida alcanzamos el Cerro de las Barreras (1.772m), el punto más alto de la ruta. 

La parada para la comida se hizo entre la niebla que iba y venía pero que seguía sin despejar y seguidamente empezamos a caminar por el cordal hacia el Cerro Ortigoso (1.705m). Y a partir de aquí, aparecieron las piedras. ¡Porque es imposible una Pedriza sin piedras!.

Triscamos, saltamos, avanzando mientras buscábamos la bajada hacia el río Manzanares, pero sin camino aparente, por pendientes sin pisar, unas veces con piedras y otras entre los pinos, descendiendo a zancadas por el escurridizo lecho vegetal. 

Según perdíamos altura, ya se oía el rumor del río. También se oía el rumor de las personas participantes que íbamos diciendo con cierto retintín: ¡Conque la Pedriza sin piedras!

Menos mal que la pendiente se fue aplacando y empezamos a recuperar las rodillas. Frente a nosotros aparecieron Los Chorros del Arroyo de Simón, que llevaban bastante agua. Y enlazamos con el PR-18, senda que nos dejó en el Puente del Francés.

A partir de aquí, aunque el día seguía nublado, pudimos disfrutar de la vista del río y de la maravillosa Charca Verde y su precioso entorno. Cruzamos el río por el puente del Vivero y unos kilómetros mas abajo el puente de las Ranas, terminando el grupo en Canto Cochino a las 17:30h.

El planteamiento inicial como ruta circular se vio cumplido pero por las circunstancias del día, creo que hicimos más kilómetros y más desnivel del inicialmente previsto, quizás por eso la ruta fue más dura de lo esperado, pero el grupo estuvo a la altura, como siempre. En cualquier caso, estuvimos en La Pedriza pero solo con menos piedras.

Le doy una puntuación de 4, porque fue una ruta esforzada y fueron 7 horas sin parar.
Angelines Sánchez

Antonio nos convocó:
«Excursión quinientos ocho»;
¿mentiría como Pinocho
por lo que nos anunció?
«Excursión a La Pedriza»,
—mal empieza la jugada,
pues la Pedriza es cansada,
sinónimo de paliza—,
pero pronto lo arregló:
«no habrá piedras en la ruta,
esta vez sí se disfruta»,
porque otras veces cansó
tanta piedra y tanta roca
 entre duelos y quebrantos,
dirigiendo Paco Cantos,
 y gente, fue más bien poca.
Cuando la convocatoria
los gemesmeros leyeron
muchos, pues, se lo creyeron;
y pletóricos de euforia,
vinieron ¡más de cuarenta!
Con tantas facilidades…,
sin grandes dificultades…,
toda la tropa contenta.

Comenzó así la excursión,
sin pisar ningún guijarro;
yo ya iba viendo el cotarro,
pues en esa dirección subiríamos
por las zetas, al punto más culminante
de forma zigzagueante
sin apenas agujetas;
y al llegar a ese collado,
collado de los Pastores,
empezaron los temores
—ya lo había imaginado—,
pues numerosas pedreras
encontraron nuestros pies
al dirigirnos después
al cerro de las Barreras,
un roquedal puñetero
que domina la cascada
que forma el agua en bajada
de lo alto el Ventisquero.

Diferentes asistentes,
sufrieron castigo eterno
como Dante en el infierno,
llantos y crujir de dientes,
—¡Qué congojas, que agonías,
vaya colosal paliza!
—¡Estamos en la Pedriza!,
 ¿es que no lo suponías?

Nos quedaba todavía
llegar al cerro Ortigoso
por terreno pedregoso,
que así es esta orografía:
áspera, dura y rocosa,
mas poco tiempo después
la notamos a los pies
blanda, suave y esponjosa,
cada vez más empinada,
bajando hasta el Manzanares
entre poblados pinares,
por cuesta tan inclinada
 y descenso en demasía,
que a la mañana siguiente
me dolían, por la pendiente,
los cuádriceps todavía.

Pasamos La Charca Verde
un sitio que fuera antaño
una gran zona de baño,
y gratis —que yo recuerde—;
pero ahora los forestales
con tres mil euros apañan
a los bobos que se bañan
en las charcas ilegales.

Desde aquí, sin sufrimiento;
con solo seguir el río
llegaríamos, sin hastío,
muy pronto al aparcamiento,
y en lugar de por la pista
volvimos por una senda
que el GMSMA recomienda,
¡mucho más excursionista!

La próxima de Pedriza
no será descafeinada,
ni será despedrizada,
ni tampoco una paliza,
al contrario, yo aventuro
que divertida será,
y la Pedriza tendrá
todas sus piedras, ¡seguro!
Paco Cantos