miércoles, 12 de febrero de 2020

Excursión 508: Cerro Ortigoso

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino
Final: Canto Cochino
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  16,4 Km
Desnivel [+]: 812 m
Desnivel [--]: 812 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 42

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RESUMEN
La excursión sonaba muy bien y apetecía ir: La Pedriza sin piedras. ¡que ilusión! Por fin caminar sin saltar por pedruscos, sin arrastrarte, sin pasos arriesgados y con unas vistas prometedoras.

Tan bien nos pareció a todos que asistimos bastante gente a la convocatoria, 42 participantes. Mientras nos reuníamos para salir, el ambiente era de curiosidad y en muchos de incredulidad por la ausencia de piedras.

El sol lucía débilmente y no calentaba mucho. Pero la temperatura no era muy baja y en cuanto nos pusimos en marcha, a las 10:30h, entramos en calor enseguida.

Nos dirigimos a buscar el camino previsto, pero descubrimos que estaba cortado por trabajos forestales. Entonces se cambió el recorrido y nos dirigimos hacia el camino conocido como Las Zetas, que discurre por la loma de las Casiruelas.

Tomamos el primer desvío a la izquierda, y seguimos por una antigua carretera cuyo asfalto ya está prácticamente desaparecido y empezamos a subir la interminable pista forestal, con algún atajo que otro para evitar retrocesos innecesarios y con parada de avituallamiento a medio camino.

Según íbamos subiendo, el día se cerró y las nubes se quedaron en las cumbres, por lo que no pudimos ver las preciosas panorámicas que esperábamos ver. La subida fue larga y a ratos se hacía pesada por su monotonía, hasta que por fin alcanzamos el Collado de los Pastores (1.748m).

Tras un breve descanso intentando adivinar las vistas que se describen en cuatro carteles informativos, continuamos por la tenue senda que recorre la cuerda. Enseguida alcanzamos el Cerro de las Barreras (1.772m), el punto más alto de la ruta. 

La parada para la comida se hizo entre la niebla que iba y venía pero que seguía sin despejar y seguidamente empezamos a caminar por el cordal hacia el Cerro Ortigoso (1.705m). Y a partir de aquí, aparecieron las piedras. ¡Porque es imposible una Pedriza sin piedras!.

Triscamos, saltamos, avanzando mientras buscábamos la bajada hacia el río Manzanares, pero sin camino aparente, por pendientes sin pisar, unas veces con piedras y otras entre los pinos, descendiendo a zancadas por el escurridizo lecho vegetal. 

Según perdíamos altura, ya se oía el rumor del río. También se oía el rumor de las personas participantes que íbamos diciendo con cierto retintín: ¡Conque la Pedriza sin piedras!

Menos mal que la pendiente se fue aplacando y empezamos a recuperar las rodillas. Frente a nosotros aparecieron Los Chorros del Arroyo de Simón, que llevaban bastante agua. Y enlazamos con el PR-18, senda que nos dejó en el Puente del Francés.

A partir de aquí, aunque el día seguía nublado, pudimos disfrutar de la vista del río y de la maravillosa Charca Verde y su precioso entorno. Cruzamos el río por el puente del Vivero y unos kilómetros mas abajo el puente de las Ranas, terminando el grupo en Canto Cochino a las 17:30h.

El planteamiento inicial como ruta circular se vio cumplido pero por las circunstancias del día, creo que hicimos más kilómetros y más desnivel del inicialmente previsto, quizás por eso la ruta fue más dura de lo esperado, pero el grupo estuvo a la altura, como siempre. En cualquier caso, estuvimos en La Pedriza pero solo con menos piedras.

Le doy una puntuación de 4, porque fue una ruta esforzada y fueron 7 horas sin parar.
Angelines Sánchez

Antonio nos convocó:
«Excursión quinientos ocho»;
¿mentiría como Pinocho
por lo que nos anunció?
«Excursión a La Pedriza»,
—mal empieza la jugada,
pues la Pedriza es cansada,
sinónimo de paliza—,
pero pronto lo arregló:
«no habrá piedras en la ruta,
esta vez sí se disfruta»,
porque otras veces cansó
tanta piedra y tanta roca
 entre duelos y quebrantos,
dirigiendo Paco Cantos,
 y gente, fue más bien poca.
Cuando la convocatoria
los gemesmeros leyeron
muchos, pues, se lo creyeron;
y pletóricos de euforia,
vinieron ¡más de cuarenta!
Con tantas facilidades…,
sin grandes dificultades…,
toda la tropa contenta.

Comenzó así la excursión,
sin pisar ningún guijarro;
yo ya iba viendo el cotarro,
pues en esa dirección subiríamos
por las zetas, al punto más culminante
de forma zigzagueante
sin apenas agujetas;
y al llegar a ese collado,
collado de los Pastores,
empezaron los temores
—ya lo había imaginado—,
pues numerosas pedreras
encontraron nuestros pies
al dirigirnos después
al cerro de las Barreras,
un roquedal puñetero
que domina la cascada
que forma el agua en bajada
de lo alto el Ventisquero.

Diferentes asistentes,
sufrieron castigo eterno
como Dante en el infierno,
llantos y crujir de dientes,
—¡Qué congojas, que agonías,
vaya colosal paliza!
—¡Estamos en la Pedriza!,
 ¿es que no lo suponías?

Nos quedaba todavía
llegar al cerro Ortigoso
por terreno pedregoso,
que así es esta orografía:
áspera, dura y rocosa,
mas poco tiempo después
la notamos a los pies
blanda, suave y esponjosa,
cada vez más empinada,
bajando hasta el Manzanares
entre poblados pinares,
por cuesta tan inclinada
 y descenso en demasía,
que a la mañana siguiente
me dolían, por la pendiente,
los cuádriceps todavía.

Pasamos La Charca Verde
un sitio que fuera antaño
una gran zona de baño,
y gratis —que yo recuerde—;
pero ahora los forestales
con tres mil euros apañan
a los bobos que se bañan
en las charcas ilegales.

Desde aquí, sin sufrimiento;
con solo seguir el río
llegaríamos, sin hastío,
muy pronto al aparcamiento,
y en lugar de por la pista
volvimos por una senda
que el GMSMA recomienda,
¡mucho más excursionista!

La próxima de Pedriza
no será descafeinada,
ni será despedrizada,
ni tampoco una paliza,
al contrario, yo aventuro
que divertida será,
y la Pedriza tendrá
todas sus piedras, ¡seguro!
Paco Cantos

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