miércoles, 28 de marzo de 2018

Excursión 397: Praderas de Valsaín

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de 
Navacerrada
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  12 Km
Desnivel [+]: 484 m
Desnivel [--]: 484 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 13

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Como el GMSMA no descansa ni en Semana Santa, este miércoles también había excursión, inicialmente programada por Las Cerradillas, con inicio en el Puerto de Cotos, pero los primeros que
llegaron allí dieron la voz de alarma, era muy complicado poder aparcar. Reprogramación sobre la marcha, todos al Puerto de Navacerrada y ya veremos dónde acabamos.

Una vez todos agrupados iniciamos la ruta en dirección a la Residencia Militar de los Cogorros, en donde paramos a esperar a Javier B, que con todo el lío se había quedado sin avisar. Mucha fue la prisa que se dio porque apenas hubo tiempo para ajustarse los camprones y las polainas.

Reunidos por fin los 13 participantes de hoy -las vacaciones se hacen notar- nos ponemos de nuevo en marcha, rodeando la residencia por su cara oeste, con una temperatura idónea, superior a los 7 grados, y un cielo completamente despejado. Y para sorpresa de todos, nos acompaña de nuevo Oleg, tras muchos años de no caminar con nosotros.

La cantidad de nieve que nos encontramos, no por sospechada nos dejó de sorprender. Había que procurar pisar en la huella del anterior, so pena de acabar hundiéndote hasta la rodilla. Fue cuando Antonio puso a la cabeza a Oleg, que fue habiendo paso por la tapada senda que en dirección noroeste acaba en la Pradera de la Machorra, donde paramos a tomarnos el tentempié de media mañana, aprovechando los escasos asientos que nos proporcionaba el tronco seco de un pino caído.

Una vez repuestas las fuerzas, cruzamos la blanca pradera en dirección suroeste, con la intención de dirigirnos a la siguiente, la de Navalazor, pero para nuestra sorpresa, al intentar vadear el Arroyo del Telégrafo vimos que era muy complicado, por la gran cantidad de agua que llevaba. Estábamos en el punto de menor cota de la ruta.

No hubo más remedido que regresar sobre nuestros pasos y ascender por la pista que discurre paralela al arroyo por su margen derecha y cruzarlo por el puente existente junto al Cargadero del Hoyuelo.

Fue aquí donde Oleg hizo gala de su fama trasmitida por los veteranos del grupo que nos contaban  que en pleno invierno se daba baños en las gélidas aguas de los arroyos rematadas, por si no era suficiente, con restriegue por la nieve.

Verlo para creerlo, las fotos y vídeos dan fe de cómo se baño en la poza que forma el arroyo antes de cruzar el puente.

Después de lo visto, hasta Pepa aligeró su indumentaria, porque se nos había quitado de repente cualquier atisbo de frío, máxime viendo que ahora comenzaba el regreso y que todo sería ya en subida.

Lo que enseguida comprobamos nada más reanudar la marcha y dirigirnos hacia la Pradera de Navalviento, remontando el Arroyo Ventoso por su margen izquierda.

Se hizo dura esta cuesta, complicada por el agua y la nieve, tanto que Oleg tuvo que ceder el puesto a Miguel Ángel L, guiándonos sin pausa alguna hasta alcanzar la que sería la tercera y última pradera que visitaríamos. La Pradera de Navalviento tiene unas privilegiadas vistas del Montón de Trigo, que hoy más parecía de harina, por el blanco manto que la cubría. Con este fondo y el que aportaba la pradera totalmente cubierta de nieve sin pisar, nos hicimos innumerables fotos.  

Era el momento
de dar cuenta de los bocadillos y mejor lugar que este no íbamos a encontrar, por lo que nos pusimos a ello con premura, aprovechando unas rocas que se encuentran en su parte más alta.

La bota animó el almuerzo, que en mi caso a punto estuve de perderle en un descuido que aprovechó una de las mascotas de Sol.

Tras el descanso, ascendimos en dirección suroeste hasta dar con el Camino Schmid, en la proximidades donde nace el Arroyo Ventoso. El nombre le viene del 
austriaco Eduardo Schmid Weikan quien en 1926 señalizó la ruta que une el Puerto de Navacerrada con el Albergue del Valle de la Fuenfría, del cual llegó a ser guarda. 

Aquí de nuevo Oleg se puso a la cabeza y tiró del grupo sin compasión, alargándolo sobremanera hasta llegar de nuevo a los Cogorros, tras un largo ascenso sin mayores dificultades que cruzar 
la pista de esquí de El Bosque.

Reagrupados junto a la Pista de El Escaparate, sólo quedaba bajar a por las ansiadas cervezas a la terraza de Venta Arias, pero al
encontrarla cerrada, nos fuimos a por los coches con la intención de tomarlas en la terraza de la Fonda Real, que para nuestro disgusto tampoco estaba abierta, conformándonos con hacerlo en el interior de esta histórica casa de postas.

El calor de la chimenea suplió al que esperábamos tener bajo el sol y la invitación de Oleg por su regreso, puso el boche de oro a esta bonita ruta marcada por la nieve y el buen tiempo, mereciendo ser calificada con 4,5 sicarias.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES

miércoles, 21 de marzo de 2018

Excursión 396: Circular Sierra de las Cabreras

FICHA TÉCNICA
Inicio: Majada del Ronco
Final: Majada del Ronco

Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  23,4 Km
Desnivel [+]: 612 m
Desnivel [--]: 612 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: 
Valoración: 4,5
Participantes: 24

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Después de varias excursiones con el grupo, Antonio ha tenido la deferencia de pedirme que escriba la crónica de esta excursión. Espero no avergonzar con estas líneas a los ilustres cronistas del grupo, entre ellos a Paco Nieto, al que considero mi padrino dentro de este maravilloso grupo que es el GMSMA.

Pues bien, después de quedar en el Mesón del Puerto, tuvimos que desplazarnos con los coches por pistas de tierra para acercarnos al inicio de la ruta en esta circular a la Sierra de las Cabreras. Sin embargo, el mal estado de las mismas, nos obligó en un primer momento a aligerar el peso de los coches, dejando solo al conductor para no rozar los bajos, y finalmente a aparcarlos en los laterales de la pista, a media bajada hacia el puente sobre el Río Cofio.

Iniciamos la marcha, a las once de la mañana, completando esa bajada y sin pensar que, a la vuelta y con la cantidad de kilómetros que finalmente hicimos, tendríamos que subir los metros descendidos. 

Una vez cruzado el puente sobre el río, abandonamos la pista, por la que luego regresaríamos, denominada Camino del Oso. Caminamos durante un rato por la margen derecha del río, que traía un muy buen caudal, y pasamos por una zona en la que se habían hecho unos escalones de hormigón en el mismo lecho del río, con no sé qué intenciones, por los que caía el agua a modo de cascadacon mucho brio. También había unos paneles solares para alimentar a una maquinaria que no pudimos ver.

Abandonamos la proximidad del río para coger una senda que, en continuo pero suave ascenso, nos depositó en un camino más amplio y apto para vehículos todoterreno. En un recodo de este camino hicimos la primera parada para hidratarnos y reponer fuerzas.

Después de pasar por unas zonas denominadas La Belfa y La Jarera, de pasar algunas cancelas metálicas y de cambiar varias veces de camino, llegamos a una hermosa pradera en la que pastaban unos caballos. En ella nos hicimos la foto de grupo, antes de que abandonasen el mismo las estrellas fugaces de la jornada.

Reanudada la marcha, siempre con los montes de la Cabrera Alta y de la Cabrera Baja a nuestra izquierda, continuamos con nuestro objetivo de rodearlos utilizando varios senderos y pistas más que luego acabaríamos abandonando para bajar hasta el Pantano de San Juan que nos pedía a gritos una visita. El fuerte descenso tuvo la recompensa de poder hacernos un montón de fotografías en su orilla, aún no repuesta de la larga sequía de este año.

Pero luego llegó el momento de recuperar toda la altura perdida para volver al Camino del Oso. Fueron unos doscientos metros de subida, con cruce de arroyo incluido, por una senda de cabras que puso a prueba mi vocación de senderista.

Alcanzada la pista, el resto de la caminata consistió en seguirla hasta el final de nuestra ruta, con estupendas vistas del pantano en gran parte de su recorrido, pasando por los Llanos de García, la Jabalinera y por el Valle del Oso. Pero antes hicimos dos cosas más agradables, una pararnos a comer los bocadillos y la otra contemplar el llamado Madroño del Valle del Oso, árbol singular de la Comunidad señalado por un pivote de hormigón del que había desaparecido la placa de identificación.

Finalmente, a las cuatro y media de la tarde, tras más de veinte kilómetros de caminata y seiscientos metros de desnivel acumulado, alcanzamos el puente sobre el Río Cofio y ascendimos, durante otra media hora más, hasta la Majada del Ronco por la pista en la que habíamos dejado los coches. Fueron seis horas intensas de subidas y bajadas.

La buena noticia es que hizo un día magnífico de sol después de dos días seguidos de nieve y lluvia y que toda la ruta la realizamos bajo la sombra de los pinos, lo que también la hace apropiada para épocas con más calor.

Después del esfuerzo, las cervezas del “después” supieron a gloria. La alegría y el buen humor con que los senderomagos abordaron esta exigente ruta me obligan a darle una calificación de 4,5 sicarias.
Emilio Barrio

FOTO REPORTAJES

miércoles, 14 de marzo de 2018

Excursión 395: La Barranca - Mirador de las Canchas

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Barranca. Navacerrada
Final: L
a Barranca. Navacerrada
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  10 Km
Desnivel [+]: 467 m
Desnivel [--]: 467 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: 
Valoración: 4,5
Participantes: 13

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
El domingo, todo el GMSMA se quedó en estado de shock por algo que nunca había ocurrido a lo largo de estos últimos diez años: Antonio anunció que no iba a haber excursión este miércoles!

El boss y unos cuantos se habían ido a las Islas Canarias y se lo habían pasado tan bien que estaban demasiado “deprimidos” como para afrontar una marcha a la vuelta.

El boss ayudante, Paco Nieto, estaba “secuestrado” en Alicante así que un servidor dio un paso al frente, cogió el estandarte del GMSMA y citó a los “huérfanos” senderistas a una marcha que anunció sencilla y segura recalcando mucho esto último para que nadie se asustara y quedara la convocatoria vacía.

Trece (doce+1 para los supersticiosos) fueron los que respondieron a la llamada del boss interino en el aparcamiento de la Barranca.

Una vez pasada lista y verificado que todos los apuntados habían llegado, un servidor dio la orden de salida a las 10h30 en punto. Todos bien equipados para afrontar y protegernos de los elementos: chubasqueros, capas de lluvia, guantes, gorros, pantalones de agua y muchos con paraguas: ¡Vaya tropa que formábamos!.

Pedí a San Pedro para que nos diera un respiro y retrasara el comienzo de la lluvia hasta la tarde pero me contestó que ese detalle sólo lo tiene con Antonio, aunque al final, se apiadó de mí y nos perdonó el viento (Todos somos conscientes de que estas lluvias y nieves son oro puro, un regalo de los Dioses para España).

Nada más arrancar, algunos me preguntaron qué modelo de GPS llevaba y al decirles que ninguno, ni siquiera un mapa como aquel famoso de Joaquín, vi cierta preocupación en sus caras. Les tranquilicé diciendo que Paco Cantos se encontraba entre nosotros.

Emprendimos la marcha por el ancho camino forestal de la Barranca dejando enseguida a nuestra derecha las dos presas que frenan al río Navacerrada, el embalse del Pueblo de Navacerrada y el del Ejército del Aire.

A poco más de un kilómetro de la salida cogimos, a la derecha, un bonito sendero que sube serpenteando por la orilla del río Navacerrada. Pasamos por el punto donde, bajando de una excursión a la Maliciosa, tuvimos que cruzar el río y nuestra compañera Pepa se dio un remojón al pisar una piedra resbaladiza.

Salimos de nuevo a la ancha pista forestal, prácticamente a la altura de la fuente de Mingo y disfrutando de los muchos arroyos que se deslizaban por las orillas de la pista, llegamos al mojón de granito llamado “la Puerta de la Maliciosa” que marca el desvío que sube, a la derecha, a la Fuente de la Campanilla.

En la Fuente, después de tocar su campanita, pedir unos deseos y de hacernos las fotos de rigor, regresamos al mojón para retomar, a la derecha, la pista que nos llevaría al Mirador de las Canchas.

Este tramo, con una pendiente constante y prolongada, fue la parte más dura del recorrido. Por fin llegamos, bajo una lluvia incesante y a veces torrencial, al Mirador de las Canchas, hoy totalmente cubierto por la niebla.

Después de hacer la foto de grupo “por turno” al no poder utilizar el modo temporizador por culpa de la lluvia, hubo un debate sobre si volver por el mismo camino o por otro diferente: ganó la segunda opción.

Volvimos al camino que traíamos y lo seguimos un corto tramo hasta llegar a un pequeño desvío a la izquierda que baja en picado a la explanada de “Walpurgis” donde se ubicaba, hasta mediados del siglo XX, El Real Sanatorio del Guadarrama para tuberculosos.

En la ahora desértica explanada se dijo de tomar el tentempié pero llovía tanto que varios sugirieron no parar, seguir hasta los coches e ir a comer un menú al pueblo de Navacerrada, lo que se aprobó por amplia mayoría.

Desde ahí, descendimos en volandas por la senda Ortíz, que rodea el Valle de la Barranca hasta salir al camino principal de la Barranca, ya muy cerca del aparcamiento.

Era tal la lluvia que caía que cuando llegamos a los coches estábamos todos totalmente empapados lo que enfrió las ganas de ir a comer de restaurante prefiriendo volver a casa, una buena ducha, comida calentita y una buena siesta. Todos nos rajamos menos los dos Pacos de Alcalá que se dieron un buen homenaje con un cocido en Las Postas. Hoy, ni siquiera Jorge tuvo ganas de hacer su famosa acrobacia.

Creo que el objetivo principal de esta marcha se cumplió: que no haya un miércoles sin que salga el GMSMA, excepto feriados señalados. Y como que el objetivo fundamental del GMSMA, que no es otro que pasar un rato muy agradable en compañía de los que formamos parte de este maravilloso grupo senderomago, se cumplió también con creces, doy a esta excursión una nota alta de 4,5 sicarias.

Recuerdos especiales para los lesionados y enfermos, con nuestros mejores deseos de una rápida y total recuperación.
Antolín

FOTOS

domingo, 11 de marzo de 2018

Excursión 394: Cruz de Tejeda - Teror

FICHA TÉCNICA
Inicio: Cruz de Tejeda
Final: L
aguna de Valleseco. Teror
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  9,6 Km
Desnivel [+]: 141 m
Desnivel [--]: 753 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: 
Valoración: 5
Participantes: 32

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

RESUMEN
Por indicación de Antonio López, que está en todo, este cronista trató de amenizar el trayecto en guagua de Las Palmas a Teror. Tarea fácil si se dispone, como era el caso, de Andalucía, Marruecos y Canarias,  Guías  Afrodísio Aguado, primera edición,1952. Esta afamada guía nos informa que las Isla Canarias están situada entre los 27º, 37’ y los 29º,25’ latitud Norte. Y a 115 Km de la costa africana y no renuncia a información científica : “La islas Canarias son el producto de la reacción eruptiva del dislocamiento del extremo occidental de la cadena del Gran Atlas. La masa que hoy emerge son rocas volcánicas  modernas ,, probablemente del periodo terciario”. Para acabar la geografía, anotar que cuando vinimos de Madrid a  Las Palmas  recorrimos  1764 Kms. Y en la mitad del trayecto estábamos a la altura de Casablanca.

El autor señala al navegante cartaginés Hannon como el descubridor de las Canarias.  “De sus noticas fabulosas surgió el nombre de Afortunadas con que comenzaronlas a  designar los pueblos de la antigüedad. Y no fue el único, otros más las loaron, entre ellos el más grande. “
Ya Homero las designó como Campos Elíseos , lugar donde pasan los hombres una vida tranquila y dulce, sin experimentar nieves, inviernos rígidos, ni lluvias, sino un perenne aire fresco, nacido de las respiraciones de los céfiros que el océano exhala”.

La  guía cuenta todo lo que puede ser útil al viajero de 1952. Es natural. Pero está, avisa, por si el turista se despista, sobre la belleza de las mujeres canarias, aunque algunos senderomagos no necesitan este aviso: “Sorprende ver tanta mujer hermosa en Las Palmas. El recién llegado cree, cuando menos, que el Ayuntamiento tiene una organización perfecta para hacer discurrir a las más hermosas al paso del viajero. Surgen…..como fantasmagóricas apariciones en terrazas rebosantes de flores, al pie de las palmeras o entre la fronda irisada de los crotos. Caminan con singular elegancia, con rítmico y cadencioso paso, como si ensayaran un minué. Son recatadas y enigmáticas y en el mirar, impenetrables. Quizá observándolas escrutadoramente se disipe en parte tanto misterio, pero viéndolas pasar silenciosamente por las plazas tropicales os hacen vibrar con el encantamiento de lo que no conocemos “. Era aquel tiempo, aquel país…

El viajero que el  8 de marzo de 2018 se hallase en la plaza de San Telmo de Las Palmas, además de su
encantador kiosco modernista, habría visto también algunas senderomagas en un río gigante de mujeres que con paso firme,  unidas a las manifestaciones feministas de toda España y del mundo exigían respeto, igualdad y libertad. No había ningún misterio. Era muy bello.

Teror en domingo, día de mercado. Tiene este bonito pueblo sus calles en cuadrícula  y casas de dos plantas con puertas de maderas nobles y amplias ventanas con rica forja. Con la concurrencia de visitantes  y vistosidad de los puestos callejeros se llena de vida.

La vegetación urbana es tropical y abundan los  dragos, símbolo de Canarias. Destacan los amplios balcones canarios de madera tallada y  llenos de plantas y flores. Teror recuerda a ciudades coloniales de Cuba, Méjico o Colombia. No es extraño, Canarias ha sido hasta la llegada del avión, paso obligado entre la península  y América. Y sigue siendo punto de encuentro entre las dos orillas del Atlántico.

Destaca la armoniosa basílica que acoge la imagen de Nuestra Señora del Pino, patrona de Canarias. La imagen de  la Virgen,  talla del siglo XVI, resalta en el centro del altar mayor. Contrasta con la amplia pantalla de plasma del lado derecho que emite diversos mensajes religiosos y advierte  de que  “La Virgen más que flores y velas prefiere comida no perecedera para los pobres”.

Y en la gran plaza aneja un magnifico ejemplar de laurel de Indias (ficus microcarpa) cobija a un grupo de mayores que
platican y observan la animación del día. El hombre del puesto de artesanía de madera “exótica” explica que su materia prima es el laurel de Indias,  que recoge tras la poda anual del Ayuntamiento. ¿Cómo no  comprarle  un trompo idéntico al de mis  juegos de los lejanos días de la infancia en un pequeño pueblo de Castilla?  El artesano lanza con maestría el  antes de venderlo para comprobar la calidad de su producto.

Como en días anteriores nuestros nuevos amigos canarios nos hablaban de plantas que vamos viendo, la mayoría nuevas para nosotros. Como el tajinaste, del que nos contaba Adrián que cuenta con varias variedades endémicas de Canarias y la particularidad de tener las flores diversos colores (blanca , púrpura, roja…) según las islas. La evolución de las especies,  también tiene algo mágico.

De nuevo en la guagua por los vertiginosas carreteras para llegar a la Cruz de Tejada donde comenzaría la caminata (Ver reseña de Carlos Vera más abajo). Al principio del recorrido disfrutamos de excelentes vistas de las montañas que habíamos conocido los días anteriores  desde un paisaje abierto, por la altura, sin árboles. Destacaba el espectacular Roque Nublo. A medida que bajábamos nos adentrábamos en pinares donde  corrían arroyos, poco frecuentes en la isla.

A los peninsulares nos llamaba la atención la abundancia de largos líquenes hilosos que colgaban tanto de
pinos como de las ramas desnudas de los no-pinos, debido a la humedad que traen los vientos alisios. Palmeras, como es lógico sólo se dan en cotas más bajas.


La parada para el tentempié la hicimos al lado del camino en una pequeña loma. Lugar agradable y tan relajante que alguien se dejó las gafas y no se percató hasta más de un kilómetro más abajo (se dice el pecado pero no el pecador).  Adrián se prestó a ir a recogerlas, este cronista le acompaño lo mejor que pudo pues subía como un gamo y enseguida encontró las gafas.

Seguimos bajando y llegamos a la carretera, donde hicimos una pequeña parada en el Mirador de Zamora. Entramos en la tienda en la que hay de todo. Desde frutas y  embutidos, a pilas y bombillas, desde escobas de palma y sombreros a mercería.  Y todo  expuesto con buen gusto y cariño.


Luego fue otro el que perdió su querida  gorra de Carros de Fuego. ¿Quién sería? . Antonio López se presta enseguida acompañarle. Estaba en el suelo de la tienda de ultramarinos. Dos de dos, qué suerte!!

Salimos enseguida de la carretera en la indicación de La Laguna de Valleseco, nuestro destino. Recorremos un camino en altura de tierra bermeja con las  cunetas llenas de crestagallos (Chasmante Aethiopica) en plena floración.

Tenemos vistas a las dos vertientes pero  los ojos se nos van al norte, al mar. ¡Qué bien se distinguía la playa de las Canteras, el istmo que ocupa la zona norte de Las Palmas y la península  de la Isleta! 
La laguna es más bien un humedal en el que florecen todo tipo de plantas y flores. Sus alrededores son un anfiteatro natural en el que hay una zona de picnic muy agradable.

La intendencia, que funcionó como un reloj, había comprado en Teror sus famosos chorizos para untar, queso de la tierra, panes, bollos y bebida. Unos cuantos voluntarios prepararon los bocadillos. Disfrutamos de lo lindo, todo estaba muy rico.

A los postres, Antonio López  estuvo muy acertado, sencillo y emotivo, como es él,  puso en palabras el agradecimiento y afecto de todos los senderomagos a  nuestros amigos canarios, por su excelente hospitalidad. A Carlos Vera se le impuso su primera estrella  GMSMA, se puso muy contento y dijo que estaban encantados de compartir con el  GMSMA su querida isla. A Alicia, Adrián, Pedro y  Pepe se les hizo entrega de una camiseta como recuerdo.  A su vez los peninsulares nos volvimos con un regalo (uno más) que nos recordará lo afortunados que somos por los días que pasamos en Canarias en marzo del 2018.

Antes de terminar, este cronista debe pedir disculpas a los que me han pedido, insistentemente,  que incluyera la crónica rosa del viaje a Canarias. Ya saben los que allí estuvieron: lo del Malecón de la Habana y sus mojitos sublimes, La Azotea con sus nuevos barman (y besitos furtivos)  y  donde hubo tantas risas. Ya en horario diurno, el carnaval, el paseo por la zona nudista de la playa, sus dunas y las fotos maliciosas. Y la guinda: la fiesta en el apartamento de Pepa, Sol y el PM  (no es Prime Minister, es Pringao Máximo  del GMSMA y todos sabéis quien es) con su alfombra roja para lucir modelitos….. Lo siento, lo que pasa en Canarias se queda en Canarias.


Sí os contaré, no puedo evitarlo, que  ya de regreso, en el avión, exactamente a la mitad del camino, un poco adormilado me vino a la mente una imagen, pero tan viva y real como si estuviera ante la pantalla de un cine: Dos caminantes por un sendero de tierra rojiza enmarcado por crestagallos en flor, por el acento uno era peninsular y el otro canario. Uno decía  “espero que esto sea el comienzo de una larga amistad”  y el otro asentía con la cabeza.

La agencia Modys califica esta excursión con 5 sicarias.
Antonio Villaverde


RESUMEN CANARIO DE LA VISITA
Tras la buena acogida que el GMSMA me dio en Madrid cuando contacté con ellos, a través de Paco Nieto, para realizar rutas aprovechando mi corta estancia en la península, nada me podía satisfacer más que acogerles en mi tierra para caminar con ellos durante unos días y así poder enseñarles una mínima parte de los lugares y rincones de los que tanto he disfrutado.

Es por esto que me he animado a recoger a continuación mi visión de su paso por Gran Canaria.

ATERRIZAJE 
La espera se hace larga mirando hacia el panel de notificaciones del aeropuerto,  con su silencio y frialdad que en el de Gran Canaria contrasta con el ambiente alegre y cálido de los canarios que aguardan la llegada de los suyos. Yo soy uno de ellos y ya deseo que aparezcan mis compañeros procedentes del otro lado del charco. La sonrisa se dibuja en los algo abrigados recién llegados cuando me reconocen entre los presentes. Veo en sus caras la expectativa ante lo nuevo, la promesa de lo desconocido, la ventaja del cambio. Todo está preparado y aunque  nunca te vacunas contra  los imprevistos, cuento con la indulgencia de los que están dispuestos a ser felices haciendo lo que más les gusta.

Las bienvenidas son cálidas y afectuosas en general y ésta no lo fue menos y como el día prometía serenidad y buen tiempo, ahí dejamos el primer contacto porque los de aquí, como casi cualquier isleño del mundo que se ve constreñido entre aguas y cielo, saben que el mar es un espléndido anfitrión y estaba seguro de que el azul de Canarias sabría granjearse el cariño de los recién llegados. 

Por la noche pude ver las primeras fotos y reconozco que disfruté con la sonrisa y con la felicidad de las radiantes caras de los protagonistas de cada instantánea. Me acosté seguro de que todo estaba preparado y que iba a salir bien.

CRUZ DE TEJEDA- DEGOLLADA DE BECERRA-EL GARAÑÓN- EL MONTAÑÓN-ROQUE NUBLO 
Miro por el cristal de la ventanilla de la guagua el verdoso paisaje de la carretera del centro de la isla y me digo a mi mismo que no hay nada más bonito que el lenguaje del agua cuando enchumba la tierra, por eso Santa Brígida fue más que nunca Satautey, (poblado de palmeras) y San Mateo el pago de fértil vega probablemente mal encuadrado como Tinamar.

Así nos acercamos vuelta a vuelta, barranco a barranco, con conducida serenidad hasta la Cruz de Tejeda. Observo al grupo, escucho “¡qué bonito!”  al ver los alrededores del Parador Nacional y sonrío ante el previo conocimiento que tengo de la que sé será la primera sorpresa paisajística.

Encabezo el ascenso por el sendero, pero la única prisa que me apura es la llegada al primer altozano para nombrar el paisaje en piedra esculpido sobre el risco forjado por millones de llantos de nubes, pronto secados por tórridos días de vientos incesantes  durante eones. Les  señalé el Roque Nublo, la Caldera de Tejeda, el Bentayga y Artenara, enmarcando en la lejanía al aborigen y majestuoso infierno de guanches y canarios: Echeyde, nuestro Teide imperturbable flotando sobre el cerúleo fondo aún con la albina cresta de las últimas nieves caídas.

Bordeamos la muralla de la antigua formación volcánica ascendiendo y descendiendo, acercándonos con poco sigilo y mucha risa hacia el Roque Nublo. Paramos y reponemos fuerza  en las inmediaciones de una charca, pero no tengo más hambre que devorar el camino que nos queda hasta nuestro destino.

Llegamos al Montañón. Las cámaras disparan repetidos click, todos queremos fotografías, todos ser fotografiados reduciendo con nuestros objetivos el espacio que por los profundos riscos  nos separa de la piedra lunar deseo de estos primeros pasos en  Gran Canaria.

Descendemos el Montañón, ascendemos al Roque Nublo. No quiero ser de los primeros. Quiero la sorpresa de la llegada al pedregoso plano antesala del monolito. Siempre me ha gustado hacerlo. Siempre me sorprende y deseo que todos sientan lo que yo sentí la primera vez, aunque sé que sobre sentimientos y sensaciones cada mente es un barrio de puertas y ventanas con diferentes orientaciones.

Siempre lo toco, me encanta el calor que irradia la piedra calentada por los rayos del sol, me une a mi tierra, a la voz de mis ancestros, al cálido  aire que respiraron otros antes que yo, quizás con más fervor, quizás incluso con total sometimiento hacia el coloso de sesenta y siete metros de altura, esa altura que rige los cambiantes destinos de la sinfonía de luces y sombras tatuadas en las rocas a lo largo del día.

Nadie sabe esperar como un canario. Ese es otro de mis orgullos. Por eso no puedo dejar de admirar la sonrisa socarrona de Juan cuando llegamos casi tres horas más tarde de la prevista a su restaurante a comer, para después descubrir, como casi siempre,  que por más tarde que sea siempre allí sobra comida.

SANTA LUCÍA- INGENIO DE SANTA LUCÍA-LA SORRUEDA-LA FORTALEZA DE ANSITE-FATAGA 
No podemos acercarnos a Santa Lucía de Tirajana por donde me hubiera gustado, la estrechez y sinuosidad de la carretera no admiten las dimensiones de nuestro vehículo. Me pierdo uno de mis paisajes favoritos y me da pena no poder enseñarlo. Es Santa Lucía, o por lo menos a mí me lo parece, un tibio pueblo entre montañas asentado sobre los últimos reductos de los hasta el final orgullosos e independientes aborígenes canarios.

Por la senda que nos lleva a los barrios que bordean el barranco de Tirajana, vamos disfrutando de sus islotes de palmerales, de la siempre presentes tabaibas,  la olorosa lavanda canaria, el tajinaste de Gran Canaria, el curativo aloe al que llamamos pita sábila y como no, los acebuches, portentosos olivos de los que se obtiene en la zona la tan rica como corta producción de aceite de oliva.

Los barrios del Ingenio y la Sorrueda me parecen espectaculares islas de paz, poco conocidos incluso para muchos canarios y Ansite con su pétrea fortaleza objeto de utilización por los aborígenes como vivienda, granero, quizás Tagoror donde se reunían guerreros y ancianos presididos por el Mencey  y según la leyenda no siempre compartida por los historiadores, de roca de inmolación desde la cual se tiraron Bentejuí y Tazarte al vacío al grito de “Atis Tirma”, como última respuesta  a la amenaza  de la esclavitud.

Desde allí, con el grupo dividido al cincuenta por ciento, algunos decidimos cruzar el barranco y ascender su ladera hasta alcanzar la degollada o collado que lo separa del de Fataga. 

Después de comer en lugar de sestear, aumentamos nuestro ritmo, nuestras sensaciones se llenaron de colores,  de alegría, de transgresión y desparpajo en el carnaval de Maspalomas. Mientras el grupo mira yo me recorro más de un kilómetro para recoger de entre una intransitable y tumultuosa carroza los refrescos, ron, hielo y vasos con los que terminaríamos refrescándonos en la espera a la recogida de la guagua. Algunos me dijeron que aquél momento había sido la guinda de un buen día y pienso que todo va bien, que las improvisaciones dan color y aún sin estar planeado, las carrozas y mascaritas nos dieron también parte de sus desbordada alegría.

TEROR-CRUZ DE TEJEDA-LANZAROTE-LAGUNA DE VALLESECO. 
Da gusto visitar Teror a primera hora los domingos, cuando aún soñolientos, los puestos van confeccionando el paisaje de tenderetes en donde se puede encontrar viandas, ropas y objetos diversos. Recorrer en esas primeras horas su calle de casas con balcones canarios presidida por la basílica nos desentumece y tonifican para el día que comienza nuevamente en la Cruz de Tejeda, esta vez en descenso por el sendero de Los Peñones, aún con zonas por las que fluye el agua en medio de los pinos.

Insisto en ir descubriendo durante la bajada el cambio de la vegetación que conforma el paisaje, sólo hablo para los que están más cerca de mí, pues la orografía del sendero nos ha convertido en una larga culebra cuya cola aún sigue atrás bajando desmayadamente desde un nivel superior al que recorre la cabeza.

Pronto se partirá, sobre todo tras el tentempié en donde el relajo olvidó a la memoria. Fui el primer sorprendido en hallar La laguna de Valleseco, tan frondosa y floreada, en encontrar tan comprensible al vigilante que me pedía el permiso para entrar y en descubrir la aceptación general del bocadillo de chorizo de Teror, del queso de la cumbre y de las rosquillas. Otra improvisación de última hora que sale bien. Todo es más fácil cuando se está dispuesto a abrazar con cariño lo que venga y en eso estábamos. ¡Bien por nosotros!

EL SUR: MASPALOMAS-EL PAJAR-PUERTO DE MOGÁN 
Sol y playa para este día. Rubia arena, mar azul, ventosa jornada en la zona de las dunas de Maspalomas. No es buena combinación viento y arena pero la disposición a disfrutar de los momentos es más asequible que cambiar el tiempo. Ahí poco podía hacer y  me refugié en una terraza al abrigo de las condiciones atmosféricas.

Lo mejor de la comida de El Pajar, el estar junto a la playa y la sensación de que el cercano final de nuestro encuentro, no queda enturbiada por la mejorable calidad de algunas de las viandas propuestas en la carta. Nos acercamos al Puerto de  Mogán y con ello a la puesta de sol, al ocaso de unos bonitos días, entre veleros y mojitos cubanos.

Estoy satisfecho. Los días ayudaron. Los amigos Pepe, Adrián, Alicia y Ramón también lo hicieron, sin ruido, sin más interés que enseñar y compartir lo mucho que conocen y disfrutan de Gran Canaria, una isla que está dispuesta a enamorarnos una y otra vez a pesar de vivir en ella.

Sólo deseamos, y en eso creo que hablo en nombre de todos ellos, poder haber transmitido un poco de nuestro amor. Si lo hemos conseguido,  que sepa el GMSMA, que todo fue intencionado.
Gran Canaria a 16 de marzo de 2018
Carlos Vera

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