miércoles, 9 de octubre de 2019

Excursión 492: Mirador de los Guerreros de la Pedriza

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino
Final: Canto Cochino
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 10,2 Km
Desnivel [+]: 658 m
Desnivel [--]: 658 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 40

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Después de mucho tiempo -que rápido pasa el puñetero- me reencuentro con el magnífico y numeroso grupo del Gmsma, con casi la mitad de caras nuevas y bastante más equilibrado entre participantes masculinos y femeninos; gracias a los esfuerzos de Antonio y Paco Nieto, así como el hecho de publicarse fotos de las rutas en El Adelantado de Segovia; provincia que ya aporta una buena representación.

Sobre las diez y media, hora establecida para iniciar la salida desde el primer aparcamiento en la zona de Canto Cochino, van apareciendo los vehículos y descargando los entusiasmados senderistas, para vivir otra agradable jornada en La Pedriza. Como siempre, saludos, besitos y abrazos entre todos los participantes y cuando menos te lo esperas; echamos a caminar.

Sobre el trazado del GR-10, seguimos la ruta diseñada por Paco Cantos (especialista en La Pedriza) y dirigidos por Antonio y sus lugartenientes; Julián y Santiago (lo digo por los walkie talkie), cruzando el río Manzanares y el arroyo de la Majadilla; hasta entroncar con la Senda las Formas de La Pedriza, que junto al arroyo se dirige al norte por la antigua vía pecuaria Cordel del Ortigal.

Dejando a la derecha varios desvíos que llevan hacia El Yelmo, pasamos la Pradera de los Lobos -que años atrás fue espacio de acampada- viendo en el centro la roca conocida como El Cerdito o El Perro, dependiendo de las dioptrías o las copas de anís que te hayas tomado. Lo seguro es, que al fondo vemos La Pedriza Posterior, arriba a la derecha Peña Sirio y a la izquierda, el Cancho de los Muertos.

La zigzagueante vereda nos deja en el Prao Peluca, unos metros por debajo del Refugio Giner de los Ríos, primera parada para reagruparnos y que corra el tiempo.

De la misma forma, cuando estás acomodado ¡jopé!, que comienzan otra vez a andar. Continuando por la misma senda hacia el noreste, que sube al Collado de la Dehesilla, encontramos el gigantesco peñasco de El Tolmo; cuya sombra se merece otra parada, ésta para tomar el primer tentempié. 

Pasados los minutos justos y calculados –que yo pienso, que el jefe los tiene cronometrados- proseguimos la andadura, girando nuevamente al norte, vadeamos el Arroyo de la Dehesilla y nos dirigimos hacia el conjunto de rocas en torno a El Pájaro o Gran Pinganillo; desviándonos unos metros a siniestra para ver La Calavera.

A partir de aquí el terreno toma cuerpo de montaña, provocando en el grupo una gran algarabía. Serán ochocientos metros de auténtica pedriza, con rampas de hasta el 58%, en los que invertimos algo más de hora y media, hasta encaramarnos en una "plataforma" a modo de mirador situada entre La Muela y Los Guerreros.

Donde ahora sí, con toda la razón, nos premiamos además de con las extraordinarias vistas, con el bocata, que cada cual según capricho, se lo come al sol o como el menda y otros varios, que elegimos la sombra dentro de un pilancó o marmita de gigante

Transcurrido el tiempo establecido, desmontamos del mirador y dejando a la izquierda por orden: La Torre de las Arañas Negras, Torre del Buitre Negro y el Cancho Buitrón, atacamos el mejor tramo de la ruta; donde la colectividad entramos en éxtasis. Por fin alcanzamos un pequeño "jardín", punto más alto del recorrido, donde como no; corresponde, otro descanso.

Reanudada la marcha, comenzamos el descenso conectando con la Senda de los Forestales que nos lleva hasta la Senda de la Majadilla, o más conocida como Senda del arroyo de la Ventana. Y como por ésta mejor senda, el grupo aligera el paso –se oyen rumores, de no sé qué, de la cerveza- y como los tiempos están para cumplirlos, al llegar a la confluencia del arroyo de los Poyos y con la excusa de tomar agua; se ordena otro descanso.

Menos mal que el cronometro, indica que hay que partir y se reanuda la marcha con ímpetu, cruzando el arroyo de Poyos y enlazando con el PR-M2, que nos devuelve al punto de partida, a través del tramo conocido como La Autopista.

Todo esto lo estaba yo maquinando para la información en mi blog, cuando mi amigo Paco Nieto, me encasqueta el encargo de hacer la crónica, así que como al parecer han hecho la mayoría de políticos, con sus tesis; yo copio y pego.

Por supuesto, tengo que agregar el mejor rato del día, la fresca cervecita, que devuelve al cuerpo los valores hídricos, tras la gran sudada y que ha tocado tomarla en el pueblo de Manzanares el Real. Otorgo un 4 sobre 5 a esta excursión.
Cristóbal López

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