miércoles, 30 de marzo de 2016

Excursión 288: Búnkeres de la Marañosa

FICHA TÉCNICA
Inicio: Rivas Vaciamadrid
Final: Rivas Vaciamadrid
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  16,8 Km
Desnivel [+]: 254 m
Desnivel [--]: 254 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 26

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta



























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta





TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Cuando el  5 de febrero del 37 los generales sublevados Orgaz y Varela iniciaron la batalla del Jarama, uno de los primeros objetivos fue tomar la Marañosa por dos motivos. El primero era que allí estaba la fábrica de de gases, factoría militar que había sido usada para fabricar gas mostaza. El segundo, su posición estratégica, pues desde su punto más alto, se tenía acceso en línea visual a la carretera de Valencia, el río Jarama y el Pingarrón.

El miércoles pasado, nuestro recorrido discurrió por las proximidades de la Marañosa, zona militar a la que no pudimos acceder conformándonos con recorrer la zona baja y sus búnkeres.

Empezamos el recorrido cruzando el Manzanares por el puente de Casa de Eulogio, que ya habíamos visitado en la excursión número 99 cuando, bajo un calor asfixiante en aquel junio de 2012, hicimos el recorrido desde Legazpi hasta Rivas-Vaciamadrid. Nada más pasar el puente, dejando la Casa Eulogio, giramos a la izquierda para recorrer el camino del Estrecho. Discurriendo entre el Manzanares y los cerros, poco a poco fuimos girando, siempre a la derecha, hasta  llegar al valle del Jarama, donde el camino hace honor a su nombre por la estrechez entre el río y los cortados, con espolones que se alzan amenazantes como si fueran a caer en cualquier momento; de hecho tuvimos que atravesar un derrumbamiento.

Llegados a este punto, nos encontramos con un paraje singular, el quilómetro 92 del río Manzanares, donde éste vierte sus aguas en el Jarama. Qué lejos nos quedaba el Ventisquero de la Condesa, varias veces visitado en nuestras excursiones, punto teórico en que nace nuestro río. Poco después, llegamos a la presa del Rey, desde la cual extrae sus aguas la Real Acequia del Jarama, mandada construir por Felipe II, que lleva sus aguas hasta la ciudad de Toledo. Allí paramos para hacer las fotos de rigor y curiosear sus instalaciones.

Ya eran las 12, el calor empezaba a apretar, aparecieron las mangas cortas, y algunas voces reclamaban el tentempié, por lo que el Jefe ordenó seguir otros 500 metros y parar en un llano, mientras él y yo explorábamos una posible subida al cerro para la vuelta.

Tras la ligera parada para reponer fuerzas, seguimos andando por el valle, ¡qué llana era esta excursión!  15 minutitos después llegábamos a lo que fue el plato fuerte de la excursión: Los búnkeres.


Llegamos a un conjunto de túneles de hormigón con una entrada posterior, invisible desde el valle, cocina, estancias y almacenes y acceso mediante escaleras a dos búnkeres: El primero por el que accedimos a los túneles, el segundo cerrado por una reja dentro del recinto militar. La entrada posterior, por la que salimos, también dentro del recinto militar. A pocos metros de allí, un tercer búnker sin galerías y muy destrozado, y el cuarto, más curioso, se trataba de un puesto de observación al que se accedía por un pozo vertical mediante escalones metálicos en bastante mal estado que preferimos no subir. En lo alto, una campana de acero con una rendija horizontal por la que se vislumbra todo el valle del Jarama.

Después de haber visitado y recorrido detenidamente todos los laberintos subterráneos, nos pusimos otra vez en marcha. Llegados al punto de ascenso al cerro, el Barranco de la Mina, que nosotros ya habíamos ensayado, el grupo se convirtió en una serpiente que reptaba por la empinada cuesta. La bajada hubiese sido bastante más complicada por lo vertiginoso del terreno, pero si el grupo hubiera tenido que bajarlo, lo habría hecho. ¡Por supuesto!

Es increíble lo que puede cambiar 100 metros de desnivel. Allí abajo no corría un pelo de aire ni veíamos agua por ninguna parte. A medida que empezamos a ascender empezó a correr la brisa, y al volver la vista atrás poco a poco empezamos a ver zonas acuáticas. Seguimos a Antonio que nos llevó cresteando por los acantilados hasta la zona que había elegido para tomar el bocata. Se trataba una ladera en el cerro del Barrerón desde donde vislumbrábamos el Jarama y todo su valle, la presa del Rey, la desembocadura del Manzanares e innumerables lagunas que se perdían en el horizonte, en el paraje conocido como Soto de las Juntas, todo ello rodeado de campos verdes, con un tiempo espléndido, comiendo el bocata y viendo las aves acuáticas, vamos que hoy las sicarias van a ser varias.

No quedaba ya más que el camino de regreso hacia el puente de inicio de la ruta, para lo cual nos encaminamos hacia el norte pasando junto al vértice de Coberteras, lugar estratégico donde los nacionales emplazaron las baterías que apuntaban a la carretera de Valencia y su puente de Hierro sobre el Jarama.

Para bajar al nivel del Manzanares, seguimos el barranco del Corral, que poco a poco nos fue descendiendo hasta el camino del Estrecho y desde allí a Casa Eulogio y al puente donde nos esperaban algunos coches dejados por la mañana. El resto de los vehículos se habían quedado en la salida 19 de la A-3, por lo que fuimos a por ellos para desde allí encaminarnos al bar Puerta del Sol, que ya conocíamos de la vez anterior, para reponer nuestros recursos hídricos. Como en otras ocasiones rompimos el stock de jarras de cerveza.

Conclusión: marcha fácil, primaveral, entretenida y con buenas vistas, pero como no ha habido nieve ni piedras, le otorgo 4 sicarias.
Paco Cantos

miércoles, 16 de marzo de 2016

Excursión 287: Nacimiento del Río Gudillos

FICHA TÉCNICA
Inicio: Estación de San Rafael
Final: Estación de San Rafael
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  13,9 Km
Desnivel [+]: 297 m
Desnivel [--]: 301 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 38

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
En esta excursión,  desde el primer momento  se notaba  en el ambiente una sensación de alegría y relajación. 

Alegría por volver a tener entre nosotros a nuestro querido y gran amigo SANTI que, tras su fortuita caída bajando de la laguna de los Pájaros, se incorporaba para hacernos participes de su entusiasmo y, por qué no decirlo, también de su buen vino. Nos alegramos de tenerte otra vez entre nosotros Santi!. 

Relajación porque después de la excursión del miércoles anterior, en la Acebeda,  en la que la ventisca nos hizo sufrir un poquito, en la estación de San Rafael hacia un sol espléndido y una temperatura mejor que agradable. También sabíamos que la marcha no era dura (14 Km y 297 m de subida) y teniendo en cuenta estos dos factores y además que la comida no sería de bocata excursionista si no que al final del trayecto nos esperaba un buen chuletón, todo esto  provocó  que hubiera un ambiente festivo.

A la hora indicada, como ocurre todos los miércoles  emprendimos la ruta, esta vez guiados por Melchor. Como es habitual en muchas de nuestras rutas, el comienzo fue de duro ascenso, sin anestesia, menos mal que pronto seguimos por un camino forestal con menos pendiente que nos subiría hasta Cabeza Reina, desde donde disfrutamos de  unas bonitas vistas de los pinares de San Rafael y El Espinar. 

Tras relajarnos un poco disfrutando de las vistas y de la torre de piedra que había en el cerro, comenzamos a bajar por una vereda con mucha pendiente hasta llegar a un camino forestal (Cordel de las Campanillas), que nos conduciría al nacimiento del río Gudillos, encrucijada de varios caminos (Cordel de las Campanillas, GR 88 y  Senda del  Arcipreste).

Pero antes de llegar al objetivo del día, hicimos una parada para reponer las fuerzas que habíamos perdido, en un sitio espectacular, una pradera inclinada que parecía que estábamos en un anfiteatro y frente a nosotros los picos nevados de la sierra de Guadarrama, con la Peñota medio nevada de fondo de pantalla. Como de costumbre, Antonio no deja de sorprendernos con los parajes que escoge para tomar el tentempié.

Desde el  nacimiento del río Gudillos proseguimos por un camino que tras cruzar el río dos veces nos llevaría a la cañada Real Leonesa y ésta hasta la estación de San Rafael, donde teníamos los coches, y desde allí ir al restaurante del Alto del León, donde nos esperaba el chuletón.

Después de saborear las viandas Antonio nos dedicó unas palabras y nos enseño el cuadro, hecho por Marcelo, que le regalarían al hermano de Paco D. el grupo que estuvo en la Hacienda Olivar de Santa María.

También hubo entrega de varias estrellas de distintos colores a senderomagos que habían realizado un  determinado número de marchas, que decir tiene que todo esto con gran bullicio de aplausos y gran escándalo como suele ser habitual en estas ocasiones.

Tras la entrega llegó el momento de partida para nuestros lugares de origen, con el buen recuerdo del día disfrutado y pensando en el próximo miércoles para volver a disfrutar otro miércoles con Antonio.

Por todo ello, esta excursión, bien se mereció 4 sicarias.
Esteban

miércoles, 9 de marzo de 2016

Excursión 286: La Acebeda - Peña del Avellano

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Acebeda
Final: La Acebeda
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  14,3 Km
Desnivel [+]: 552 m
Desnivel [--]: 552 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 28

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Parecía una ruta para quedarse en casa, y muchos no vinieron. Algunos porque sus quehaceres se lo impidieron, otros por los 19 km. y 800 m. de desnivel anunciados, por la meteo que prometía ser infernal, o por la distancia a Madrid.

Como quiera que sea, nos presentamos 33 en La Acebeda, demasiados para el escueto espacio protegido de la parada de autobús. Desde allí (tuve la suerte de pillar un hueco) era difícil reconocer a los que iban saliendo de los coches. El viento arreciaba y la nieve comenzaba a caer.

Y continuó la criba. Cinco de los que se habían desplazado, decidieron no salir. Luego me enteré de que se trataba de los hermanos Sangüesa y tres de Alcalá, pero bastaba mirar los pies para distinguirlos: entre un montón de botas altas, guetres y pantalones impermeables, a los desertores les delataban las zapatillas blancas de tenis o los zapatos ligeros de paseo. Los epítetos hacia ellos fueron de amplio espectro, desde los apreciativos “sensatos” o “precavidos” a otros de índole más cruel que prefiero no repetir. No ayudaron mucho los comentarios de los lugareños que esperaban en la parada la llegada del pan: “con este tiempo, ¿donde van?”, “no saben donde se meten” o “estos hacen dos km y se dan la vuelta”; está claro que no nos conocían.

Salimos como siempre en fila detrás de Antonio con Juan en la retaguardia, velando por la ruta que él había diseñado. Ningún perro y ninguna estrella fugaz, así que me tocaba hacer la excursión entera.

Desde el pueblo y prácticamente durante toda la marcha, pisamos nieve, a veces mezclada con barro y con frecuencia con “mierda” de distintos animales que apenas se dejaban ver. A tramos, el camino se hacía fluvial y teníamos que remontarlo cual salmones.

El principio del recorrido, sin mucha pendiente, lo trazamos con rumbo un poco errático entre matorrales y algún que otro árbol pelado. Pronto alcanzamos un camino que ascendía hacia el puerto. Arriba, preciosos bosques de pinos y abetos casi vencidos por la nieve. Auténticas postales navideñas. Poco a poco la niebla nos fue ocultando el paisaje y a nuestros propios compañeros.

Tras una breve parada de reagrupamiento y aperitivo en torno a una gran lápida de hormigón que luego serviría para la foto de grupo, seguimos ruta. Sin embargo las bajas no habían terminado; Nico decide no continuar y avisa que se vuelve. Debió parecerle fácil seguir las huellas, pero la nieve y la niebla desorientan a cualquiera y él se despistó. A una llamada suya, Juan y Carlos bajan en su búsqueda y, siguiendo el manual de buenas prácticas montañeras, a ellos se une otra pareja de buenos samaritanos (Esteban y Julián). Inquietud en el grupo que afortunadamente pronto se disipa: Nico comunica que ha encontrado el camino y los cuatro rastreadores vuelven a la marcha.

Nos van a pillar en la llegada al puerto de La Acebeda. Una cerca separa las dos vertientes, madrileña y segoviana. Nada más cruzarla, el viento, que un poco antes había amainado, volvió con toda su furia, como si alguien hubiera abierto de improviso la ventana.

Panorama gélido y duro camino hacia la Peña Quemada (1833 m.), por la parte segoviana, con la cerca helada a la izquierda. A la vista de las magníficas fotos que han hecho algunos compañeros, creo que cualquier descripción está de más. Os remito a ellas y os aconsejo verlas bajo una buena manta.

A escasos 300 metros de la cima, en la Peña del Avellano, la prudencia y el intenso frío nos aconsejan volver. Las vistas sobre la llanura castellana, quedan para otra ocasión.

Tras un intento fallido de Juan en su búsqueda de un cortafuegos para atajar, iniciamos el retorno volviendo sobre nuestros pasos: la cerca, ahora a la derecha, y nuestras huellas son guías imprescindibles. Escasísima visibilidad y el eterno viento azotando. Buen ritmo de bajada para combatir el frío y necesidad de algún reagrupamiento. El retraso de unos pocos metros significa dejar de ver a los compañeros.

Fugaz parada para una foto de grupo en la que apenas se reconoce a nadie y vuelta al pueblo sin comer; imposible sacar el bocadillo, aunque no nos hubiera venido mal un tiento a la bota. El último tramo, por cauces, acabó de encharcar nuestras botas.

Recuperamos a Nico, que había conseguido refugiarse en el ayuntamiento con permiso de la alcaldesa de la que al parecer se hizo amigo.

Nos cuenta que el bar está cerrado por ausencia de la dueña que, huyendo del frío, se ha ido de vacaciones a Alicante. La cerve en Robregordo y como broche final, un espectacular arco iris.

Al final han salido 14 km y 550 m de desnivel. La hazaña merece 5 sicarias.

Isabel Martínez

miércoles, 2 de marzo de 2016

Excursión 285: El Berrueco - Las Cabreras

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Berrueco
Final: El Berrueco
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  16,5 Km
Desnivel [+]: 433 m
Desnivel [--]: 447 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 3
Participantes: 40

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta

















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Con la habitual alegría de saludar a los amigos, hoy nos reunimos en El Berrueco cuarenta “GMSMISTAS” senderistas en un día parcialmente soleado y fresquito, típico de marzo, en el que solo algunos senderistas, capitaneados por Mª. Ángeles, se aventuran valientemente a lucir manga corta.

Iniciamos puntualmente el recorrido en el Bar La Piscina, dirigiéndonos a través de algunas calles del pueblo hacía el “Camino entre Muros de Piedra” en suave sendero ascendente y ya rodeados de las rocas de granito de caprichosas formas que nos acompañarán en todo el recorrido.

El grupo avanza bien guiado por Melchor, pero en formación algo deshilachada, a consecuencia del parloteo grupal y del estrecho sendero, hasta producir una considerable separación entre los dos subgrupos ya ostensiblemente divididos, cuya circunstancia obliga a Melchor, en cabeza del grupo, a detener la marcha para esperar al resto en perfecta coordinación con Antonio que viene cerrando filas en esta ocasión.

Seguimos caminando por el paisaje de granito típico de la zona transitando la Finca Mastines Ladradores y la Urbanización la Tejera. Ahora ya sí, perfectamente pastoreados por Melchor como guía, y cabeza del grupo, y con Antonio cuidando la retaguardia, ambos muy apoyados en sus tareas respectivas por Juan y Paco N. siempre comprometidos con el grupo.

Es precisamente en éste sendero que Paco D., con su caminar, reafirma la doma de sus botas nuevas y su autoridad personal sobre las mismas que, todo sea dicho, parece que le dan alas y, por qué no decirlo, también un mayor lucimiento personal.

Tras un ligero descenso hacia la antigua cantera, el grupo hace un receso para tomar el clásico tentempié entre praderas e informes rocas graníticas cuya forma es asignada por la propia imaginación. Cada cual se toma su propio “pasaboca” con las nieves del Puerto de Somosierra reinando en el horizonte, mientras Teo y Lucas van buscando su acostumbrado bocado senderista, a golpe de olfato  y con total irreverencia.

Se reinicia el caminar para ir ascendiendo suavemente hasta la cima de Las Cabreras, que en su último tramo se alcanza mediante una fácil y divertida trepada, y ésta nos compensa la subidita regalándonos una extraordinaria vista panorámica de las montañas nevadas del Puerto de Somosierra, La Sierra de Ayllón, El Berrueco y el Embalse del Atazar, donde un avión hace sus prácticas de recogida y suelta de agua ajeno a nuestra curiosa mirada.

Allí, en la cima, y antes de iniciar la breve destrepada de descenso, los más religiosos del grupo tuvieron la oportunidad de experimentar un cierto éxtasis místico ante la discreta, pero simbólica visión del belén que allí, en la cima, se encontraba oculto entre las rocas.

Sin duda, uno de los momentos estelares de ésta etapa se produjo en pleno descenso de Las Cabreras,  cuando nuevamente volvió a aparecer la épica siempre subyacente en el GMSMA, que en esta ocasión tuvo su máxima expresión a través del humilde, pero decidido servidor que es Joaquín, actuando con valentía, coraje, desinterés y desapego a su propia vida,  al  volver a ascender a la montaña para mitigar compasivamente el sufrimiento de Rosa C. por el infortunio sufrido al haber extraviado su indispensable mochila en algún rincón de esta pequeña montaña.

Como no podía ser de otra manera, ante el arrojo exhibido por el héroe de la jornada, Joaquín, la referida mochila fue recuperada con éxito, y así Rosa cesó en su sufrimiento mientras que el grupo se llena, una vez más de admiración, en éste caso por nuestro héroe de hoy, al tiempo que  nuestro Joaquín quedó henchido de satisfacción por haberse jugado la vida sin haber recibido nada a cambio, que sepa hasta el momento, claro.

Llega por fin el deseado momento bocadillo que tuvo lugar en el ya habitual asiento-piedra, desplegando el tradicional ritual de quesos, jamones y chorizos, mientras la vista descansa juguetona contemplando la Sierra de Ayllón y la Cantera del Lanchar del Molino.

Éste nuestro caminar nos lleva a bordear la mencionada cantera, que mantiene la curiosa actividad de corte de piedra de granito bien apreciada por el grupo de caminantes, e incluso nos brindó la posibilidad de tocar los sorprendentes bloques de granito elucubrando exotéricamente acerca de su manual elaboración.

Otro instante singular se produjo al abandonar ya la referida cantera con nuestras mentes algo hechizadas por su extraño funcionar, cuando el grupo pudo observar la ilusión del “volcán humeante de Las Cabreras”, y así pudo suceder que tanto hechizo y cantos de sirenas influyeran en nuestro Ulises, y sólido guía del día, Melchor,  que posiblemente condicionado por un instante de humana debilidad, permitiera su ligero extravío de la ruta, que rápidamente fue autocorregido con firmeza para seguir comandando el grupo por la senda correcta, haciendo gala de su innata y alegre sabiduría; reforzando así con éste acto su indudable capacidad de liderazgo.

Más adelante, en la senda que transcurre paralela al Río Jábalo (afluente del Río Lozoya), se produjo una cierta inquietud entre algunos senderistas por el intento de Antonio L. para beber agua de dudosa calidad en el río que acompañaba nuestro sendero, pero Antonio supo escuchar las advertencias al respecto y, haciendo gala de su instinto de supervivencia y también de su humildad para admitir el consejo ajeno, supo tranquilizar al grupo al desistir del intento.

Éste agradable sendero nos conduce hasta el Puente Romano de la Peña del Santo en estupendo estado de conservación ya a solo 300 metros de la carretera que une El Berrueco con Sieteiglesias.

El avanzar en el camino nos acerca a la torre de Mirabel, del siglo XVI, que se encuentra en el término de Puentes Viejas, ubicada en Mangirón, a diferencia de la mayor parte de las atalayas fortificadas de la región madrileña, edificadas entre los siglos IX y XI durante el dominio musulmán, esta torre tiene un origen cristiano. Fue levantada en el siglo XVI junto a la desaparecida aldea de Santillana, y su misión era la vigilancia de las dehesas y pastos de la zona, cuya utilización era objeto de constantes disputas por parte de los dos señoríos de la época.

Llegamos al Embalse del Atazar y nos dirigimos a El Berrueco bordeando el Embalse mientras caminamos por la vía de servicio que rodea el mismo hasta llegar finalmente a la plaza del Ayuntamiento.

Así, con la satisfacción de haber finalizado la excursión, el grupo procede a celebración de fin de ruta en el Bar La Piscina, dando rienda suelta al goce y regocijo grupal con la toma de la tradicional cerveza, que fue patrocinada en su financiación por los siguientes miembros con su particular motivo de celebración el día de hoy para compartir con el resto: Ana por su meritoria estrella azul, Manuel por su cumpleaños (7 de febrero), Esteban por su estrella verde y Carlos por su nieto Gonzalo, que además nos endulzó el paladar con unos extraordinarios bombones.

En definitiva, es un gran placer compartir cada miércoles con cada uno de vosotros. Por todo ello esta excursión se ha merecido 3 sicarias muy bien puestas.
José Antonio D.

FOTO REPORTAJES