miércoles, 31 de enero de 2018

Excursión 386: Puente de la Cantina - Puerto de la Fuenfría

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puente de la Cantina
Final: 
Puente de la Cantina
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  15,1 Km
Desnivel [+]: 513 m
Desnivel [--]: 513 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 40

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Ha habido épocas en las que al llegar la temporada invernal, nos alejábamos de las montañas, cuan aves migratorias, para buscar parajes más cálidos, pero últimamente, como los osos polares, parece que nos hemos adaptado al tibio frío y a la nieve.

Esto explica que de nuevo Antonio programase otra excursión invernal, en esta ocasión para disfrutar de los nevados y sombríos pinares de Valsaín, que si ya son bellos sin nieve, con ella se realzan sobremanera sus atractivos naturales.

Pensando en mitigar el frí
o que pasaríamos, los de Torrelodones paramos en el bar de las Postas a tomar café y así entrar en calor. Por ello, al llegar al punto de encuentro, tras 
bajar del puerto de Navacerrada y superar las Siete Revueltas, el remozado aparcamiento del Puente de la Cantina ya estaba muy concurrido, y recordaba el gentío que en sus buenos tiempos hubo de tener, aunque hoy la única venta que había era de de la revista del grupo, que había traído José María. 

Con bastante nieve desde el primer momento, iniciamos la ruta cruzando el puente, 
obra debida a Carlos III, para seguir en dirección suroeste el rastro del GR-10.4, hacia la Pradera Venta de Araña.

Nada más pasar el portón que facilita su acceso, surgieron las primeras complicaciones porque teníamos delante unos 10 metros de nieve congelada que propició los primeros culetazos.

Superado el momento, porque ya se sabe que a veces hay que caer para levantarse con más fuerza, continuamos por la pista asfaltada, medio oculta por la nieve, 
cruzamos por un puente el arroyo del Telégrafo y en animadas conversaciones llegamos a la Pradera Venta de Araña, una praderita en la que aún se distingue la planta de la desaparecida casa de los Guardas de la Pesca.

Momento en el que Antonio decidió desviarnos a la izquierda para visitar una pradera más grande, la
 de Navalazor, donde paramos a tomar el aperitivo a la "sombra" de un gran pino caído, cuyas peladas ramas nos son ya familiares.

Tras el breve descanso, continuamos en dirección suroeste por el Camino de Lumbralejos (GR-10.4) hasta enlazar, salvando un fatigoso repecho, con el Carril del Gallo, por el que el colorido largo tren que formábamos los 40 participantes de hoy, nos afanábamos en no perder el paso del siguiente.

Continuamos primero en dirección oeste y después hacia el suroeste, por la archiconocida Senda de los Cospes, señalizada con círculos de pintura amarilla.

Proseguimos hasta alcanzar el Puerto de la Fuenfría (1.792 metros), pasando primero por la fuente de la que recibe su bautismo, y que en efecto, da un agua muy fría, además de fotogénicas fotos a su vera.

En el puerto paramos a comer los bocadillos, el mío tamaño familiar, y de casualidad y para nuestra sorpresa nos encontramos con Rosa C, a su paso hacia el Montón de Trigo. A los postres, Paco C. le prestó su estrella negra a María Ángeles P, que había alcanzado tan
honorífico título en su centenaria pasada excursión.

A pesar de lo bien que se estaba en el collado, había que seguir, y lo hicimos descendiendo por la amplia y muy nevada carretera de la República.

Nos dirigimos hacia la vertiente segoviana, en dirección noroeste, cruzando el arroyo Minguete, donde la carretera gira a dirección noreste, cruza el arroyo de la Argolla y llega junto a las ruinas del convento templario de Casarás, según la leyenda,
 en realidad, casa de postas que mandó construir Felipe II a su arquitecto Eraso para facilitar su estancia por este puerto en sus constantes trasiegos de Madrid a Segovia.

En la explanada de lo que tristemente queda de lo que fue estancia real, nos echamos una monumental guerra de bolas de nieve, que como casi todas, no sabemos por qué ni quién la empezó, pero de la que Sol, y unos cuantos más seguro no se olvidarán, incluido yo, que todavía tengo nieve hasta en las orejas. 

Tras disfrutar como lo que somos, unos niños, bajamos por una helada y resbalosa trocha para continuar por la nevada carretera en dirección noroeste hasta la Fuente de la Reina, en la que apenas paramos, y 
donde giramos en dirección este, para continuar el nevado descenso entre pinos al amparo del murmullo del arroyo de Casarás, por el GR-10-1 hasta llegar de nuevo a la Pradera Venta de Araña, tras cruzar de nuevo el arroyo Minguete.


Desde allí, regresamos al Puente de la Cantina siguiendo el mismo recorrido que a la ida, teniendo de nuevo que salvar el tramo helado cercano al portón, y en el que más de uno resbaló, por más cuidado que se ponía, pero afortunadamente sin mayores consecuencias y con las inevitables risas.


Por el buen tiempo, la compañía, la nieve, las vistas, el cielo y la luz de esta excursión, se merece 5 sicarias.

Paco Nieto

FOTO REPORTAJES

jueves, 25 de enero de 2018

Excursión 385: Bola del Mundo - La Maliciosa - La Barranca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: 
La Barranca
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  11,5 Km
Desnivel [+]: 545 m
Desnivel [--]: 999 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 29

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Creo recordar que ésta sería la tercera vez que iba a subir a la Maliciosa, y la segunda con nieve, lo que siempre da un plus añadido a la conquista de esta mítica montaña, y por si fuera poco aliciente, ésta sería mi excursión 100 con este maravilloso grupo.

Tras dejar algunos coches en la Barranca, nos fuimos al puerto de Navacerrada, que estaba muy animado, con mucha gente joven preparándose para esquiar, con los remontes a plena actividad.

En cuanto estuvimos todos, a eso de las 10:30, nos pusimos en marcha, sin apenas habernos saludado todos, enfilamos la senda que asciende a la cuerda de las Cabrillas por la cara sur de Dos Castillas.

El suelo estaba completamente nevado y algo resbaladizo por la dureza de la nieve, pero era un auténtico placer contemplar todo el entorno blanco en un día sin frío y unas nubes que parecían estar pintadas al oleo.

Casi sin darnos cuenta, por las animadas charlas durante el trayecto, nos plantamos en el colladito de la sierra de las Cabrillas, donde comenzaba verdaderamente la parte más empinada de la subida a la Bola del Mundo. Enseguida, el grupo se estiró muchísimo, los más veloces metieron la directa, y dejaron atrás a los que se lo tomaban con más calma. 

La fatigosa pendiente nos dio una tregua al alcanzar la pista de cemento, tapada completamente por la nieve Yo me acerqué con Juan a las cercanías del cristo de las nieves, que adornado con flores contemplaba todo el trajín de esquiadores y senderistas disfrutando de ete bello día.

En el tramo final de subida a la Bola del Mundo coincidimos con los más rezagados, y una vez en la cumbre, nos acercamos al vértice geodésico del Alto de las Guarramillas (2.258m), donde nos hicimos las inevitables fotos con el resplandeciente manto blanco de La Maliciosa de fondo.

Al buscar al resto del grupo, comprobamos que estaban junto a un grupo de militares de la Guardia Real que se disponían a esquiar por la zona.

La verdad es que con lo altos que eran y esos uniformas, no me extrañó que alguna chica del grupo quisiera darles su teléfono, por si necesitaban algo, ja ja.

Tras descansar mientras tomábamos el tentempié, iniciamos el descenso hacia el collado del Piornal, y como la nieve estaba algo dura, las caídas no se hicieron esperar, la más fotogénica fue la de Sol, que casi arrastra a José Luis M. en el que se intentó apoyar, pero sin duda el récord de la jornada se lo llevó Rosa C, que contabilizó más de una docena de culetazos a lo largo del día.

Al llegar al collado paramos a hacernos la foto de grupo, aunque cuatro con prisas se habían ya fugado hacia la Maliciosa, aún así la hicimos, con la ayuda de uno de los chicos de un grupo que compartía recorrido con nosotros.

En este punto las cuatro estrellas fugaces de hoy nos dejaron para regresar al puerto por el mismo camino, el resto iniciamos el ascenso en busca del siguiente objetivo.

La subida a la Maliciosa se me hizo menos pesada de lo que esperaba, quizás porque nos lo tomamos con calma y ascendimos sin prisas, a pesar de que la nieve no ayudaba mucho en hacerlo fácil.

Coronados los 2.227 metros a los que se halla el vértice geodésico de esta cima, nos deleitamos con sus espectaculares vistas a la vez que nos inmortalizábamos en una que otra foto. No duramos mucho aquí, lo concurrido de la cima hizo pensar a Antonio en buscar un lugar más tranquilo para comer, así es que nos pusimos de nuevo en marcha.

Los primeros metros de descenso de la Maliciosa fueron muy resbaladizos, la nieve completamente helada hacía muy inseguro el descenso, tanto que Juan tuvo que emplearse a fondo en ayuda de los que no llevaban camprones o se mostraban más inseguros.

Al llegar a las cercanías del collado del Piornal paramos a comer los bocadillos, aprovechando las zonas sin nieve que las incipientes aguas del Regajo del Cancho Negro proporcionaban.

Estando allí, se nos acercarnos unos chicos que habían encontrado unas llaves de coche, por si eran de alguno de nosotros, no fue así, y seguro que alguien se llevó una sorpresa al intentar recoger su coche.

De nuevo en marcha, continuamos el descenso siguiendo el PR-26, en la que fue sin duda la parte más divertida de la ruta. Divertida por el gran número de culatazos, todos sin consecuencias, que nos dimos, no se libró de ellos ni el jefe. Y eso que lo resbaladizo de algunos tramos hiciera que pusiésemos nuestros cinco sentidos en intentar no caer, pero al menos descuido, al suelo, así hasta al menos en tres veces en mi caso.

La nieve estuvo presente en todo el trayecto de bajada y solo desapareció al internarnos en el bosque de pinos, llegando ya a la fuente de la Campanilla, que como el que llega a un oasis, celebramos quitándonos las polainas y los camprones.

Tras hacer sonar la campana, como marca la tradición, y habernos agrupado todos, iniciamos el descenso hacia el aparcamiento de la Barranca. 

Continuamos por la pista y senda que baja por la rivera izquierda del río Mavacerrada, siguiendo la Senda Alakan, que abandonamos para cruzar el río por un punto con mucha agua, teniéndonos que apoyar en unas resbaladizas piedras que prometían alguna caída y así fue. La afortunada con un imprevisto remojón en las fresquitas aguas del río Navacerrada fue Pepa, que en un visto y no visto estaba en su lecho estirada como si fuese a cruzarle a braza.

Como no tuvo consecuencias, todo quedó en unas risas, que animaron el resto del recorrido por la pista, junto a la que vimos un curioso belén hecho con figuras recortables, llegando al aparcamiento de la Barranca, fin de esta invernal y entretenida ruta.

Solo faltaba celebrarlo en el bar de las Postas, mientras los conductores iban a por los coches dejados en el puerto de Navacerrada. Total, 5 sicarias para esta invernal excursión.
María Ángeles Peña

FOTO REPORTAJES

miércoles, 17 de enero de 2018

Excursión 384: Circular en el Puerto de Canencia

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Canencia
Final: 
Puerto de Canencia
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  11,4 Km
Desnivel [+]: 550 m
Desnivel [--]: 550 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 37

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Después de las ultimas nevadas había que seguir andando por la nieve antes que el invierno primaveral de 2017-18 acabase con ella. Así que después de un caótico intento de aparcar los coches en el puerto de Canencia, nos pusimos sobre la marcha a andar por la pista que sigue el GR-10 hasta el centro de Educación Ambiental de la casa del Hornillo.

La pista, en la que la nieve estaba muy pisada, se mostraba muy resbaladiza, haciendo que la fila de senderomagos avanzásemos con dificultad. Alguno para acabar con los resbalones se calzó unos crampones de diente de tiburón, que le hacían andar como si fuese un pasiego con zuecos.

Así avanzamos hasta que a la hora del ángelus, llegamos a lo que parecía una magnifica pista de esquí entre los pinos, en la subida al Cerro de Cuclillo. Allí una pala inmaculada de nieve virgen con mas de 50 cm de espesor, nos esperaba para que la holláramos con nuestros pasos, cosa que hicimos en una perfecta fila india, donde la pisanieves y abre pistas  Isabel trazó una perfecta linea recta de subida que todos seguimos, hasta llegar a la cima.

Con tanta nieve alrededor, alguien no pudo resistir la tentación de hacer una bolita de nieve y tirarla por encima de los que estábamos allí, con tan mala suerte que debió de dar a alguno, lo que hizo que comenzase una autentica batalla de bolas y bloques de nieve, que nos hizo rejuvenecer unos cuantos años.

Aquí cogió el papel de pisanives Carlos Muñoz, y nos llevó al toril o redondel de Canecia. Junto a sus muros tomamos la comida esperando que apareciese algún torito para lidiarlo en ese albero inmaculado.

Acabada la comida y después de un delicioso descanso al sol reemprendimos la marcha hacia la Perdiguera, atravesando un campo de retamas con tal cantidad de nieve, que hacia que nuestros trazadores de pisadas, Joaquín, Juan y Jorge Sánchez, desapareciesen en algún momento tragados por el terreno. Con muchas penalidades se alcanzó la Perdiguera, el punto más alto de la ruta,  y de allí por el pinar con algún que otro resbalón llegamos de nuevo al puerto de Canecia, donde a base de empujones hubo que rescatar los coches que tan inteligentemente aparcamos por la mañana.

Dado lo bonito que estaba el paisaje nevado, le damos esta excursión el calificativo de 5 sicarias
Antonio López

miércoles, 10 de enero de 2018

Excursión 383: La Mina de Cabeza Líjar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Alto del León
Final: 
Alto del León
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  11,4 Km
Desnivel [+]: 378 m
Desnivel [--]: 378 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 18

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Tanto la última excursión de 2017, con motivo de la amenaza de la borrasca "Bruno" que no fue para tanto, como en esta primera de 2018, con todo el eco mediático sobre la situación de las carreteras, ocasionaron que algunos senderomagos declinaran su comparecencia. Pero resultó que este miércoles, el tiempo acompaño y dio tregua con una temperatura que podemos calificar de agradable, dadas las circunstancias, y sobre todo, sin viento. 

No obstante, comparecimos dieciocho integrantes del GMSMA "Militar de Emergencias" en la explanada del restaurante del Alto del León, dispuestos a pisar la nieve, llegar a la mina de Cabeza Líjar y darlo todo.

Tal y como nos adelantó el Boss, cogimos la pista en dirección a Peguerinos que nace detrás del restaurante y desde el primer momento empezamos a pisar nieve y disfrutar del espectáculo. Al ser una pista en la que se podía observar que los vehículos capacitados para transitar lo habían hecho, pisamos nieve dura y la marcha era relativamente sencilla y daba para emocionarnos con la contemplación del paisaje nevado. Sobe todo me llamó la atención el aspecto que formaban los árboles con la nieve compacta empujando sus ramas hacia abajo. El manto de nieve, las nubes bajas y la luz tamizada que rebota en la nieve ofrecían una imagen especial a un paisaje que sin nieve parecería otro.

Sin saber muy bien cómo evolucionaría el tiempo y, si podríamos hacer toda la ruta prevista por la acumulación de nieve, o tendríamos que volver sobre nuestros pasos, la pista nos fue llevando al Collado de la Mina, antes llamado Collado de la Cierva, como muy prolijamente entre otras informaciones hemos descubierto en los enlaces que nos ha remitido Paco Nieto.

Antes de llegar a dicho collado, se puede vislumbrar a un lado de la pista, el desmonte que formaba parte de las actividades en la mina y seguramente de las instalaciones de los mineros. Justo antes de atravesar el paso canadiense que existe en dicho collado, Antonio torció a mano izquierda y se dirigió cerro abajo pisando nieve y abriendo la ruta, camino a la boca de la mina. 

En estos poco menos de doscientos metros que tiene este trayecto ya empezamos a descubrir la sensación de la nieve llegando a nuestra rodilla y la técnica de pisar sobre la pisada del que va delante. En mi caso, por razones de peso, nunca mejor dicho, daba mucha estabilidad a la pisada de los que venían detrás. Una vez en la entrada de la mina, pudimos observar unos carámbanos afilados que hicieron las delicias especialmente de Paco Cantos, tal y como se puede comprobar en alguna que otra evidencia fotográfica de esta excursión.

Aunque el wolframio tiene infinidad de usos, fue especialmente conocido desde la Segunda Guerra Mundial, se usó para blindar la punta de los proyectiles anti-tanque, como en munición y en la coraza de los blindados. La adquisición de Wolframio se convirtió en un elemento vital e indispensable para la Alemania nazi, que lo adquiría a través de la España franquista.

El suministro de Wolframio a los nazis llegó a ser tan importante que provocó una seria crisis diplomática con las potencias aliadas, dado que era fundamental para la maquinaria de guerra alemana. Es un metal escaso en la corteza terrestre, se encuentra en forma de óxido y de sales en ciertos minerales. Es de color gris acerado, muy duro y denso, tiene el punto de fusión más elevado de todos los metales y el punto de ebullición más alto de todos los elementos conocidos.

Una vez ojeados los primeros metros de la mina por los más intrépidos, vamos tomando el camino de vuelta a la pista de la que veníamos. En el collado procedimos a dar cuenta del tentempié mañanero, muy bien aderezado por los licores que ofreció Antolin. Alguno de ellos en botella de plástico, por el color, parecía gasóleo o algún otro líquido escatologico pero que a buen seguro les proporcionó buenas calorías y buen combustible.

En ese momento, este punto se volvió paradójicamente muy concurrido ya que también apareció un 4x4 con dos bicicletas acopladas y sus respectivos usuarios y pasajeros. Antes de que dejaran el vehículo allí para irse en las susodichas bicicletas, tuvimos tiempo para que uno de ellos nos hiciera la foto de grupo. Acto seguido, despedida de las estrellas fugaces que se fueron de vuelta por el mismo camino por el que habían venido, incluido José Luis M. que se fue utilizando sus flamantes raquetas.

El resto, en fila india, pisando en la pisada del que nos precedía y encabezados por el Boss, Ángel y Joaquín, fuimos ascendiendo a Cabeza Líjar, como dice la canción, despacito y poquito a poquito. Siempre sobre un manto blanco inmaculado que no daba pistas de la ubicación del GR10, por el que en teoría y en la practica, transitamos. La sensación de la nieve y la altura de la misma hacía que los aficionados a este elemento atmosférico disfruten como niños. Ya casi llegando al mirador, una piedra, hizo una entrada fea a Jose Maria, derribándolo. Fue sancionada con tarjeta amarilla y sin más complicaciones, coronamos y llegamos al mirador.

Aquí los numerosos fotógrafos tuvieron un filón para captar el impresionante paisaje de todas las formas y perspectivas posibles, con el mar de nubes y el resto de horizontes nevados. Todo bonito y espectacular.

Después tocaba bajar por la otra vertiente del cerro, en la que acumulación de nieve era mayor. Por si fuera poco, el orden de la subida desapareció súbitamente y se hicieron como dos grupos. Creo recordar que yo me vi en el que comandaban Julián y Ángel. Aquí cabe resaltar dos incidencias técnicas. La acumulación de nieve en algunos tramos era tan grande que Paco Nieto se hundió prácticamente hasta la cintura al pisar en una de las ocasiones, con tan mala suerte que el bastón se le enganchó en el pantalón, impidiéndole salir, hasta que Ángel, una vez que dejó de partirse de risa, acudió en su ayuda.

Un servidor, también metió la pata hasta el corvejón, como suele decirse, y el pie, dentro de su bota y el resto de complementos quedaron debajo de una piedra de la que tuve alguna dificultad de liberarme, contando con la inestimable ayuda de mi paisana Solete, que fue un Sol.

Ya sin más complicaciones, finalizamos el descenso hasta el Collado de La Gasca, nos fuimos reintegrando todos al grupo y atravesamos la vaya que nos devolvió a la pista por la que habíamos venido. Y allí debajo de unos árboles, justo en el único ratito en el que cayeron unos copos en toda la jornada, tomamos el bocadillo montañero. 

El mar de nubes que veíamos avanzando desde el mirador de Cabeza Líjar, nos había alcanzado o mejor dicho, lo habíamos alcanzado nosotros. 

El regreso por la pista al punto de partida fue dentro de esa nube y bajo una espesa niebla. La poca luz, la niebla y el blanco que lo llenaba todo dió un toque mágico, como no podía ser de otra forma tratándose de nuestro grupo.

Ya llegando al restaurante de el Alto del León, vimos un atascazo fantástico en dirección a los Ángeles de San Rafael. Como nos relató un camionero in situ y luego vimos y oímos en las noticias, habían desviado todo el trafico de la AP-6 por el vuelco de un camión de propano. Y es que hay años que no estamos para nadie.Vaya racha que lleva esta zona.

Finalmente, nos reunimos los supervivientes en el restaurante, donde algunos tomamos un caldito servido por una estresada camarera que nos supo a rosquillas.

Por lo exótica, diferente y vibrante excursión, propongo 4,5 sicarias. No propongo cinco, por que el cinco, como dicen, debería ser solo para Dios.
Javier Miguel

FOTO REPORTAJES