sábado, 23 de marzo de 2019

Excursión 455: Sierra de Hornachuelos por arroyo Guadalora

FICHA TÉCNICA
Inicio: Hornachuelos
Final: Hornachuelos
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 20,1 Km
Desnivel [+]: 350 m
Desnivel [--]: 379 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 32

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta

















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
Para la tercera excursión por mi tierra había previsto acercarnos al Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos y realizar una ruta por la senda del Monasterio de los Ángeles, siguiendo el embalse del Bembézar. Para ello, volvimos a salir en autocar del hotel Córdoba Center, esta vez con el bonito pueblo de Hornachuelos como destino, a 52 km de la capital.

En una hora, los 32 participantes de hoy llegamos al aparcamiento del Centro de Visitantes Huerta del Rey, puerta de entrada al Parque, al que se llega cruzando un bonito puente de madera que salva el arroyo de la Rabilarga. En el Centro, para nuestro disgusto, nos informaron de que nuestra pretendida ruta no era recomendable por pasar por fincas en las que han vallado el paso.

Tras contemplar este vídeo sobre los encantos y rutas más populares del Parque, decidimos realizar la que recorre el arroyo Guadalora, mencionada también en este otro vídeo.

La ruta que finalmente seguimos, de mayor longitud que la prevista, recorre tres senderos del Parque: el de las Herrerías, que seguimos en parte; el de Guadalora, que realizamos en su totalidad, y la mayor parte del sedero del Águila.

El Parque Natural Sierra de Hornachuelos alberga una de las zonas de bosque mediterráneo y de ribera mejor conservadas de Sierra Morena. Junto al Parque Natural Sierra Norte de Sevilla y el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, conforma la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena.

Dispuestos a disfrutar de cerca de estos paisajes, dehesas y monte mediterráneo, salimos del Centro de Visitantes en dirección norte.

Seguimos la señalización del sendero de Las Herrerías, remontando el arroyo de la Rabilarga, que nos queda a la derecha, hasta conectar con el Camino de Torralba, justo al alcanzar el puente de Oro.

Continuamos hacia la izquierda, dirección noroeste, escuchando el correr de las aguas por un breve arroyo que oculta la vegetación típica del bosque mediterráneo. Es el arroyo de las Moradillas, afluente del de la Rabilarga.

El camino pasa por una zona de cultivos de color verde intenso, que nos pareció que era de trigo. Dejamos a nuestra izquierda la hacienda Las Moradillas y, al entrar en un hermoso alcornocal, dejamos la senda de las Herrerías, que continúa por la izquierda en dirección a la ermita de San Abundio y fuente del Valle. Nosotros seguimos de frente, por la senda de Guadalora, relatada en un cartel informativo de los muchos que encontramos.

Avanzamos por el alcornocal de Santa Cruz, entre llamativos ejemplares que en su mayoría han perdido las capas de corcho de sus troncos y la parte más accesible de sus ramas. Al poco pasamos entre el llamativo cortijo de Santa Cruz, a nuestra derecha, y lo que queda del ruinoso cortijo de los Arcos, a nuestra izquierda.

Antes de alcanzar el cortijo del Alcornoque, nos desviamos por un camino perpendicular al que traíamos que sale a nuestra izquierda, encajonado por una cerca de madera a ambos lados, que nos conduce en dirección suroeste a un extenso olivar, que rodeamos entre florecillas amarillas hasta llegar a la fuente del Conejo, en la que se encuentra un área recreativa, con mesas de madera y, tras ella, una pequeña balsa de riego.

Entre olivos a uno y otro lado, llegamos a un portón sin candado donde se inicia un fuerte descenso por el escarpe que veníamos bordeando, donde un mirador con panel informativo permite contemplar la parte norte del valle del Guadalora.

El descenso lo realizamos siguiendo una senda en zigzag, rodeados de bosque mediterráneo formado por encinas, alcornoques, coscojas, durillos, madroños y otras muchas especies de plantas, algunas de ellas aromáticas.

Al poco de sobrepasar las zetas, un cartel nos informa de que estamos cruzando el arroyo de la Paloma, cuya agua procede del aliviadero de la balsa de la fuente del Conejo. Dos paneles informativos más nos ayudan a interpretar el impresionante paisaje que tenemos frente a nosotros, marcado por la presencia del Guadalora, delatado por el frondoso bosque de ribera que lo circunda. Tras él, a la izquierda, en las zonas de umbría, crecen frondosos quejigos, mientras que en la ladera derecha, con una mayor insolación, aparecen encinas y acebuches.

Terminado el descenso, comenzamos a escuchar el rumor del agua del arroyo y a disfrutar de la imponente aliseda que le acompaña, en la que también abundan fresnos, almeces, olmos y sauces. Al poco, alcanzamos los restos del Molino de La Paloma, una antigua instalación que aprovechaba la fuerza del torrente para moler cereales que se cultivaban en la meseta de la que venimos. Junto a él paramos a tomar el tentempié de media mañana.

Tras el breve descanso, continuamos por la senda que desciende junto al arroyo, siguiendo las curvas de sus meandros, cruzando un par de veces su cauce, hoy con poca agua en algunos de sus tramos.

A pocos metros del final de la senda encontramos una antigua cantera de rocas calizas de donde se extrajo material para la construcción de la carretera que conduce al cercano Embalse del Retortillo.

Al llegar al Puente de la Esira de la carretera CO-5310, junto a la Pasada de Algeciras, termina la senda del Guadalora y comienza la del Águila, por la que seguimos, coincidente en el recorrido que realizamos por ella con el GR-48, el sendero de gran recorrido de Sierra Morena, que nos llevaría de nuevo al pueblo.

Descendemos con el Guadalora a nuestra derecha y la carretera a la izquierda, muy próximos al agua que con su sonido ameniza nuestros pasos, mientras contemplamos la impresionante arboleda que reviste sus meandros, en la que alisos, sauces, fresnos y álamos se entremezclan con zarzas, cornicabras y adelfas.

Al poco, cruzamos la carretera junto a la cual algunos coches han desplegado mesas para degustar un perol, como llamamos en Córdoba a las paellas. Quizás por ello se nos despertó el hambre y, aprovechando una praderita, enseguida paramos a tomarnos los bocadillos. Sin prisas y con alguna siestecita para algunos, disfrutamos de la bota de vino que fue pasando de mano en mano.

Reanudado el camino, iniciamos un ascenso seguido con un par de bajadas para cruzar unos arroyos hasta alcanzar el mirador del Águila, con estupendas vistas hacia el valle del río Guadalora, del que venimos. Al poco, otro imponente repecho casi nos deja sin aliento, momento que aprovechamos para hacernos la foto de grupo junto a otro estupendo mirador.

Tras un empinado descenso, algo resbaladizo en el que incluso es recomendable ayudarse de una barandilla de troncos de madera, llegamos a la fuente del Puerco, nombre que hace referencia a la abundancia de jabalíes, un lugar muy sombreado donde descansamos y nos refrescamos unos minutos.

Continuamos hacia el este, saliendo del monte para adentrarnos entre cultivos y sotos. Tras dejar atrás la antigua calera de San Antonio, nos introducimos en un joven olivar explotado según las nuevas técnicas, a modo de arbustos sembrados en hileras, con regadío y muy próximos entre sí para facilitar la recogida mecánica de las aceitunas.

Acabado el olivar, es ahora un espléndido naranjal el que entretiene nuestro recorrido, hasta alcanzar el cortijo de Santisteban, donde giramos noventa grados para, en dirección norte, dirigirnos al pueblo, ascendiendo hasta las primeras casas de Hornachuelos.

Al llegar al Centro de Naturaleza Cañada Verde, hacemos un alto para tomar unas refrescantes cervezas en su estupenda terraza con excelentes vistas al Parque. Tras lo cual, reanudamos la marcha ascendiendo a la barriada de San Bernardo, desde donde tenemos atractivas vistas hacia Hornachuelos.

Superada una vaguada, alcanzamos la carretera de subida al Centro de Visitantes, frente al cuartel de la Guardia Civil, momento en el que decidimos que, por la hora que era, mejor nos recogía el autocar y así nos ahorrábamos el kilómetro y pico que nos quedaba de carretera.

Una vez de regreso a Córdoba, la mayoría asistimos al espectáculo de agua, luz y sonido la Noche Mágica en el Alcázar, seguido de un intento de picar algo en el Mercado de la Victoria, que al estar hasta la bandera de gente, nos hizo buscar otras alternativas, siendo una de ellas degustar los caracoles del puesto de Los Patos.

Por todo lo disfrutado con los múltiples encantos de la Sierra de Hornachuelos, esta excursión se merece la máxima nota, un 5.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES

1 comentario: