domingo, 24 de marzo de 2019

Excursión 456: Baños de Popea

FICHA TÉCNICA
Inicio: Santa María de Trassierra
Final: Santa María de Trassierra
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 11 Km
Desnivel [+]: 213 m
Desnivel [--]: 213 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 20

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Para nuestra cuarta y última ruta por Córdoba, elegí uno de los senderos más bonitos de la provincia, situado en Santa María de Trassierra, al pie de Sierra Morena.

Son muchos los alicientes que ofrece esta zona, y para descubrirlos salimos en autocar del hotel Córdoba Center y, en menos de media hora, recorrimos los 16 kilómetros que nos separaban del pueblo. Nuestro objetivo de hoy era pasear por la ribera del arroyo Bejarano y conocer los míticos baños de Popea.

Iniciamos el camino desde el aparcamiento de entrada a Nuestra Señora de Trassierra, municipio cargado de historia. Por sus calles paseó Cristobal Colón, mientras esperaba el beneplácito real para realizar el viaje que cambiaría el mundo.

Aquí conoció a la joven Beatriz Enríquez de Arana, con la que incluso llegó a tener un hijo, Fernando, que acompañó a su padre en viajes posteriores. Además, en la parroquia de este núcleo de población estuvo destinado como párroco Luis de Góngora y aquí se inspiró para alguno de sus versos como las Flores de Romero.

Seguimos una pista de tierra jalonada con palos de madera para evitar que se aparque a su vera. Este tramo coincide con el GR-48, el sendero que atraviesa Sierra Morena, y que ya conocemos por las dos excursiones anteriores.

Animan el camino las diversas charlas que mantenemos entre nosotros, así como los chalés de grandes jardines que hay a ambos lados del camino.

Un tramo recto nos llevará hasta el primer cruce, a la izquierda hacia los Baños de Popea, a la derecha hacia el arroyo Bejarano, por el que seguimos.

Subimos por una cuesta y, poco antes de remontarla, giramos a la derecha para descender primero hacia el sur y volver a subir de nuevo para acercarnos a la fuente del Elefante, llamada así por existir un elefante en mármol que en su día adornaba esta fuente.

Se supone que sería uno de los surtidores del Aqua Vetus Agusta o Acueducto de Valdepuentes, constituye una estructura medieval islámica con reformas posteriores que supone un reaprovechamiento del acueducto romano, consistente en un alcubilla construida sobre el mismo canal, en el punto donde por necesidades topográficas discurría bajo tierra en la época califal.

El elefante original está ahora en el Museo Diocesano, el actual es una copia instalada en noviembre del año 2013.

Tras un breve descanso y las inevitables fotos junto al elefante, continuamos el camino regresando sobre nuestros pasos unos metros para seguir la pista de tierra que, con leve pendiente, se dirige en dirección este al cortijo del Caño, dejando a nuestra izquierda las ruinas de la casa de Valderrama.

Al llegar a lo que queda del cortijo, giramos a la izquierda para remontar en dirección noroeste una cuesta que nos lleva entre hermosos ejemplares de encinas y dehesas a un cruce de caminos, punto con la mayor cota de altura de la ruta.

Seguimos hacia la derecha, ahora descendiendo con fuerte pendiente, hacia el arroyo Bejarano, entre prados salpicados de encinas y algunos quejigos.

Al poco, el desnivel se suaviza y la pista vuelve a encontrarse con el GR-48 que habíamos dejado. Por él continuamos descendiendo hasta alcanzar el arroyo Bejarano.

A la derecha sale una senda que remonta el arroyo hasta su primer venero. Continuamos por la izquierda nada más cruzar el arroyo con la ayuda de unos bloques de cemento.

Acompañamos al Bejarano en su descenso hacia el río Guadiato. Dejamos el cortijo homónimo, ya en ruinas, a nuestra derecha. En frente, al otro lado del arroyo, se encuentra lo que queda de la vieja fábrica de paños.

Con el grato rumor del agua del arroyo, siempre a nuestra izquierda, nos internamos por una estrecha senda en un denso bosque con vegetación típica mediterránea y de ribera de río. Abundan olmos, quejigos, chopos, castaños, alisos. También están presentes los únicos arces de Montpellier de la sierra y los últimos avellanos de la provincia, cuyo cultivo era frecuente en estos arroyos.

Pronto el descenso se hizo más pronunciado, y más espesa la vegetación, donde nos deleitamos con pequeños saltos de cristalinas aguas. En un remanso del arroyo, surge a nuestra derecha la antigua mina romana de cobre y calcopirita.

Con gran curiosidad nos adentramos por la galería principal, de unos 25 metros de desarrollo horizontal, fácilmente visible desde la senda, y en la que aún se aprecia mineral en las paredes del filón, a veces en forma carbonatada (azurita-malaquita). Pequeñas estalactitas denotan la cierta antigüedad y abandono de esta explotación.

Un pozo vertical de 6,5 metros de profundidad y 4,5 metros de anchura situado muy próximo a ésta, complementa la galería anterior, pero la cavidad más interesante, de unos 75 metros, tiene un acceso más complicado, por poseer un talud de derrubios en su entrada.

Tras explorar la mina, continuamos el descenso, en el que el silencio se ve constantemente roto por la sinfonía del agua saltando los distintos escalones del arroyo, que busca ser fiel a su cauce desembocando en el hermano mayor, el río Guadiato, al que llegamos metros antes de encontrarse ambos, en el punto de menor cota de altura del recorrido.

Bajaba el Guadiato pletórico de agua calma, recién salida de las proximidades de la fuente de la Santanilla, nacimiento del Zújar, en la Coronada (Fuenteovejuna), en el cerro de la Caveruela. Su nombre deriva del árabe Wadi Aatum, que significa Río Perezoso.

Bordeamos su ribera, reflejada en sus aguas a modo de espejo. Cruzamos enseguida el arroyo Bejarano, siguiendo una bonita senda, rodeada de vegetación, que perfila el gran meandro que en esta parte realiza el río, donde se ensancha ampliamente, tanto, que más parece un pequeño embalse.

Pocos metros antes de la desembocadura del arroyo del Molino, paramos a tomar el aperitivo junto a una preciosa pradera, al lado de las cristalinas aguas del Guadiato. Aquí, aprovechamos unas rocas que se introducían en el agua para hacernos unas bonitas fotos con reflejos en el agua, así como la foto de grupo.

Tras el descanso, cruzamos el arroyo del Molino, iniciando un empinado ascenso para, al poco, llegar a las ruinas del molino conocido como El Molinillo, donde la fuerza del agua fue aprovechada en este lugar por los árabes, que la canalizaron hasta él.

Todavía se pueden contemplar restos de presas, canales, embalse, salto de agua, puentes y el complejo edificio del molino harinero, prácticamente derruido, que abastecía a la Córdoba califal del siglo X, que contaba con una población estimada de 500.000 habitantes, de las más importantes de la época en Europa.

Al poco de dejar el molino, ascendimos a los esperados Baños de Popea, que aparecen ante nosotros, para nuestra sorpresa, de repente, en lo que es un rincón maravilloso, esculpido por el efecto de la erosión del agua en la piedra caliza.

Situados en el curso del arroyo del Molino y cercanos a su desembocadura en el río Guadiato, nos encontramos con un tramo de pequeños saltos de agua y cascadas que alternan con pequeños remansos de una belleza infinita.

Se cuenta que su nombre se debe a que unos poetas paseaban por el lugar cuando vieron a unas chicas bañándose en el arroyo y exclamaron: "Mirad, como Popea cuando se bañaba", haciendo referencia a la emperatriz romana Popea Sabina, personaje relevante en los años cincuenta por una película donde aparecía bañándose en leche de burra.

Tras las múltiples fotos, continuamos por el Camino del Río, enlazando al poco con el GR-48 por el que pasamos al comienzo de la ruta. En cómodo paseo completamos el recorrido hasta el pueblo, al que llegamos tras desviarnos a la derecha.

En uno de los bares de la plaza nos tomamos con tranquilidad las cervezas y algunas raciones que nos supieron a gloria. Ya solo quedaba volver al autocar para completar esta ruta por la, aún desconocida para muchos, Sierra de Córdoba que, sin lugar a dudas, está entre las mejores de España, mereciéndose sobradamente la máxima nota, un 5.

Agradezco enormemente a todo el grupo la cooperación mostrada en todo momento, que me facilitó el poder mostrar alguno de los rincones de mi bella tierra y que espero poder seguir descubriendo. 
Paco Nieto

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