Inicio: El Berrueco
Final: El Berrueco
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 16,5 Km
Desnivel [+]: 433 m
Desnivel [--]: 447 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 3
Participantes: 40
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
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PERFIL
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PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
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RESUMEN
FOTO REPORTAJES
Con la habitual alegría de
saludar a los amigos, hoy nos reunimos en El Berrueco cuarenta “GMSMISTAS” senderistas
en un día parcialmente soleado y fresquito, típico de marzo, en el que solo
algunos senderistas, capitaneados por Mª. Ángeles, se aventuran valientemente a
lucir manga corta.
Iniciamos puntualmente el
recorrido en el Bar La Piscina, dirigiéndonos a través de algunas calles del
pueblo hacía el “Camino entre Muros de Piedra” en suave sendero ascendente y ya
rodeados de las rocas de granito de caprichosas formas que nos acompañarán en
todo el recorrido.
El grupo avanza bien guiado por
Melchor, pero en formación algo deshilachada, a consecuencia del parloteo
grupal y del estrecho sendero, hasta producir una considerable separación entre
los dos subgrupos ya ostensiblemente divididos, cuya circunstancia obliga a
Melchor, en cabeza del grupo, a detener la marcha para esperar al resto en
perfecta coordinación con Antonio que viene cerrando filas en esta ocasión.
Seguimos caminando por el paisaje
de granito típico de la zona transitando la Finca Mastines Ladradores y la
Urbanización la Tejera. Ahora ya sí, perfectamente pastoreados por Melchor como
guía, y cabeza del grupo, y con Antonio cuidando la retaguardia, ambos muy
apoyados en sus tareas respectivas por Juan y Paco N. siempre comprometidos con
el grupo.
Es precisamente en éste sendero
que Paco D., con su caminar, reafirma la doma de sus botas nuevas y su
autoridad personal sobre las mismas que, todo sea dicho, parece que le dan alas
y, por qué no decirlo, también un mayor lucimiento personal.
Tras un ligero descenso hacia la
antigua cantera, el grupo hace un receso para tomar el clásico tentempié entre
praderas e informes rocas graníticas cuya forma es asignada por la propia
imaginación. Cada cual se toma su propio “pasaboca” con las nieves del Puerto
de Somosierra reinando en el horizonte, mientras Teo y Lucas van buscando su
acostumbrado bocado senderista, a golpe de olfato y con total irreverencia.
Se reinicia el caminar para ir ascendiendo
suavemente hasta la cima de Las Cabreras, que en
su último tramo se alcanza mediante una fácil y divertida trepada, y ésta nos
compensa la subidita regalándonos una extraordinaria vista panorámica de las
montañas nevadas del Puerto de Somosierra, La Sierra de Ayllón, El Berrueco y
el Embalse del Atazar, donde un avión hace sus prácticas de recogida y suelta
de agua ajeno a nuestra curiosa mirada.
Allí, en la cima, y antes de
iniciar la breve destrepada de descenso, los más religiosos del grupo tuvieron
la oportunidad de experimentar un cierto éxtasis místico ante la discreta, pero
simbólica visión del belén que allí, en la cima, se encontraba oculto entre las
rocas.
Sin duda, uno de los momentos estelares
de ésta etapa se produjo en pleno descenso de Las Cabreras, cuando nuevamente volvió a aparecer la épica siempre
subyacente en el GMSMA, que en esta ocasión tuvo su máxima expresión a través
del humilde, pero decidido servidor que es Joaquín, actuando con valentía, coraje,
desinterés y desapego a su propia vida, al volver
a ascender a la montaña para mitigar compasivamente el sufrimiento de Rosa C.
por el infortunio sufrido al haber extraviado su indispensable mochila en algún
rincón de esta pequeña montaña.
Como no podía ser de otra manera,
ante el arrojo exhibido por el héroe de la jornada, Joaquín, la referida
mochila fue recuperada con éxito, y así Rosa cesó en su sufrimiento mientras
que el grupo se llena, una vez más de admiración, en éste caso por nuestro héroe
de hoy, al tiempo que nuestro Joaquín quedó
henchido de satisfacción por haberse jugado la vida sin haber recibido nada a
cambio, que sepa hasta el momento, claro.
Llega por fin el deseado momento
bocadillo que tuvo lugar en el ya habitual asiento-piedra, desplegando el
tradicional ritual de quesos, jamones y chorizos, mientras la vista descansa
juguetona contemplando la Sierra de Ayllón y la Cantera del Lanchar del Molino.
Éste nuestro caminar nos lleva a
bordear la mencionada cantera, que mantiene la curiosa actividad de corte de
piedra de granito bien apreciada por el grupo de caminantes, e incluso nos
brindó la posibilidad de tocar los sorprendentes bloques de granito elucubrando
exotéricamente acerca de su manual elaboración.
Otro instante singular se produjo
al abandonar ya la referida cantera con nuestras mentes algo hechizadas por su
extraño funcionar, cuando el grupo pudo observar la ilusión del “volcán
humeante de Las Cabreras”, y así pudo suceder que tanto hechizo y cantos de sirenas
influyeran en nuestro Ulises, y sólido guía del día, Melchor, que posiblemente condicionado por un instante
de humana debilidad, permitiera su ligero extravío de la ruta, que rápidamente fue
autocorregido con firmeza para seguir comandando el grupo por la senda
correcta, haciendo gala de su innata y alegre sabiduría; reforzando así con
éste acto su indudable capacidad de liderazgo.
Más adelante, en la senda que
transcurre paralela al Río Jábalo (afluente del Río Lozoya), se produjo una
cierta inquietud entre algunos senderistas por el intento de Antonio L. para
beber agua de dudosa calidad en el río que acompañaba nuestro sendero, pero
Antonio supo escuchar las advertencias al respecto y, haciendo gala de su
instinto de supervivencia y también de su humildad para admitir el consejo
ajeno, supo tranquilizar al grupo al desistir del intento.
Éste agradable sendero nos
conduce hasta el Puente Romano de la Peña del Santo en estupendo estado de
conservación ya a solo 300 metros de la carretera que une El Berrueco con
Sieteiglesias.
El avanzar en el camino nos
acerca a la torre de Mirabel, del siglo XVI, que se encuentra en el término de
Puentes Viejas, ubicada en Mangirón, a diferencia de la mayor parte de las
atalayas fortificadas de la región madrileña, edificadas entre los siglos IX y
XI durante el dominio musulmán, esta torre tiene un origen cristiano. Fue
levantada en el siglo XVI junto a la desaparecida aldea de Santillana, y su
misión era la vigilancia de las dehesas y pastos de la zona, cuya utilización
era objeto de constantes disputas por parte de los dos señoríos de la época.
Llegamos al Embalse del Atazar y
nos dirigimos a El Berrueco bordeando el Embalse mientras caminamos por la vía
de servicio que rodea el mismo hasta llegar finalmente a la plaza del
Ayuntamiento.
Así, con la satisfacción de haber
finalizado la excursión, el grupo procede a celebración de fin de ruta en el
Bar La Piscina, dando rienda suelta al goce y regocijo grupal con la toma de la
tradicional cerveza, que fue patrocinada en su financiación por los siguientes
miembros con su particular motivo de celebración el día de hoy para compartir
con el resto: Ana por su meritoria estrella azul, Manuel por su cumpleaños (7
de febrero), Esteban por su estrella verde y Carlos por su nieto Gonzalo, que
además nos endulzó el paladar con unos extraordinarios bombones.
En definitiva, es un gran placer
compartir cada miércoles con cada uno de vosotros. Por todo ello esta excursión se ha merecido 3 sicarias muy bien puestas.
José Antonio D.
FOTO REPORTAJES
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