* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
A través de Luis, primo de Paco Nieto, suelo unirme a las rutas nocturnas que él convoca en verano. Ya llevo 2 rutas con ellos, y cada una ha tenido su encanto especial. Lo que más valoro de estas excursiones es el ambiente del grupo, el buen humor que nos acompaña siempre y, por supuesto, la oportunidad de descubrir la sierra desde otra perspectiva, bajo la luz de la luna.
Aunque el día había sido muy caluroso, la altura en el puerto (1.511 m) y el hecho de caminar siempre por zona sombría, entre pinos, hacían que la temperatura fuera muy agradable.
Pasadas las enormes antenas militares de la zona, nos desviamos ligeramente para visitar un búnker muy bien conservado, situado a la izquierda del camino. Se trataba de un antiguo puesto de ametralladora que encantó especialmente a los niños del grupo.
Nos explicó que hay muchos de estos búnkeres por la zona, ya que durante la Guerra Civil esta fue línea de frente: las tropas franquistas estaban asentadas aquí y las republicanas, en la zona de La Jarosa.
Por entonces, el denso bosque que hoy lo cubre no existía, lo que permitía una visibilidad mucho mayor que la que se tiene en la actualidad.
Un poco más adelante, nos desviamos ligeramente de la carretera para contemplar la fuente de Las Hondillas, construida con un amplio frente de piedra y un pilón alargado. Allí nos hicimos la tradicional foto de grupo.
Retomamos el camino del Vía Crucis entre animadas charlas que hacían muy ameno el recorrido.
Tras una curva cerrada, llegamos a una gran cruz partida en dos, con unas flechas de la Falange grabadas en su fachada. Esta era la última estación del Vía Crucis. Tenía un altar y todavía conserva una pequeña caseta.
Después de las fotos de rigor, continuamos por la pista de la Mina, llamada así porque conduce al collado donde se encuentra una antigua mina de wolframio.
La pista se empinaba algo más y nos adentramos entre pinares por la ladera de la Gamonosa, hasta alcanzar el Collado de la Gasca, que nos dio una breve tregua.
A nuestra izquierda, se entreveía la silueta plateada del embalse de La Jarosa y al fondo, el Altar Mayor del Vía Crucis del Valle de los Caídos (o Cuelgamuros), con su inconfundible cruz dominando el horizonte.
Abandonamos la pista ancha y tomamos un sendero estrecho que ascendía recto por la cresta hacia el cerro de La Salamanca.
Todavía faltaba algo para la puesta de sol, así que aprovechamos para cenar nuestros bocadillos en lo más alto, mientras contemplábamos el lento descenso del sol hacia el horizonte.
Nos quedamos un rato disfrutando del espectáculo lunar antes de emprender el regreso por el mismo recorrido, aunque esta vez lo hicimos por la loma en lugar de la cresta, lo que facilitó el descenso hasta el Collado de la Mina.
La noche fue cayendo poco a poco y la luna, cada vez más alta, nos acompañó durante todo el camino de vuelta. Aunque no era suficiente para prescindir de los frontales, su luz y las vistas de las luces de los pueblos madrileños, y de los coches de la A-6 descendiendo hacia el túnel de Guadarrama, daban al paisaje un aire mágico.
Cada grupo a su ritmo, fuimos regresando, siguiendo el camino de ida, al Alto del León, donde concluimos esta bonita ruta sobre las 23:45 h.
Una excursión con sol al atardecer y salida de luna llena, de vistas espectaculares y con el encanto especial que tienen las salidas nocturnas.
Mi calificación: 5 en la ruta y un 5 a la compañía 😊.
José Antonio González de la Aleja
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