FICHA TÉCNICA
Inicio: Paredes de Buitrago
Final: Paredes de Buitrago
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 16 km
Desnivel [+]: 381 m
Desnivel [--]: 383 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 38
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez
¿Día de visita al Frente del Agua en
Paredes de Buitrago o día de Las Setas? Habrá que optar por la primera
denominación, ya que hubo quien volvió a casa sin setas, aunque tuvo que hacerlo
a posta, ya que los níscalos se prodigaban en el pinar como si los hubieran
sembrado.
Hubo que atravesar la impresionante
presa de Puentes Viejas en los coches para alcanzar Paredes de Buitrago, de
donde partía la excursión.
Nuestro propósito era realizar un recorrido por los restos recuperados del frente de la guerra civil en 1938, cuando se disputaba el abastecimiento de agua a Madrid desde los embalses de Puentes Viejas y El Villar.
La luz tamizada por la niebla de las cumbres y la atmósfera recién lavada presagiaban un día ideal para que los fotógrafos se lucieran.
Nada más alcanzar las afueras del pueblo, elevados en la loma donde se asienta, pudimos apreciar la belleza del paisaje, ya otoñal; destacaban los verdes prados henchidos de agua y, en la lejanía, el ocre de los robledales, en tanto algunas encinas dispersas moteaban el paisaje.
Nada más cruzar un arroyo, llegamos al primer búnker, en lo que fue zona republicana; luego habría muchos más. Teníamos como invitado por primera vez a Adrián, curtido en los montes de Transilvania y, hasta ahora, el único que comparte conmigo la afición a los escaramujos.
Nuestro propósito era realizar un recorrido por los restos recuperados del frente de la guerra civil en 1938, cuando se disputaba el abastecimiento de agua a Madrid desde los embalses de Puentes Viejas y El Villar.
La luz tamizada por la niebla de las cumbres y la atmósfera recién lavada presagiaban un día ideal para que los fotógrafos se lucieran.
Nada más alcanzar las afueras del pueblo, elevados en la loma donde se asienta, pudimos apreciar la belleza del paisaje, ya otoñal; destacaban los verdes prados henchidos de agua y, en la lejanía, el ocre de los robledales, en tanto algunas encinas dispersas moteaban el paisaje.
Nada más cruzar un arroyo, llegamos al primer búnker, en lo que fue zona republicana; luego habría muchos más. Teníamos como invitado por primera vez a Adrián, curtido en los montes de Transilvania y, hasta ahora, el único que comparte conmigo la afición a los escaramujos.
Íbamos todo contentos siempre a la busca
del siguiente bunker, asomándonos a las troneras, como niños, cuando lo
alcanzábamos, aunque el más feliz de todos era Cristóbal, quién incluso se
había traído el traje de campaña.
Me gustó especialmente el paseo que dimos por un hermoso camino flanqueado por un muro de piedra y adornado por unos cuantos robles de hojas doradas.
Después doblamos a la derecha y ascendimos hasta Las Coronillas, punto más elevado del recorrido desde donde se contemplaba con diáfana claridad un extenso y hermoso panorama en el que llamaba la atención el pueblo de Prádena del Rincón, iluminado por un sol tímido que se asomaba entre nubes.
Me gustó especialmente el paseo que dimos por un hermoso camino flanqueado por un muro de piedra y adornado por unos cuantos robles de hojas doradas.
Después doblamos a la derecha y ascendimos hasta Las Coronillas, punto más elevado del recorrido desde donde se contemplaba con diáfana claridad un extenso y hermoso panorama en el que llamaba la atención el pueblo de Prádena del Rincón, iluminado por un sol tímido que se asomaba entre nubes.
Tras ello, no logro rememorar todos los
detalles de la excursión, pues comenzaron a aparecer setas de cardo y me cegué
con el instinto de rebusca de forma tal que estuve a punto de perder hasta la
vergüenza; menos mal que Paco C., como si fuera mi ángel custodio, estuvo
durante todo el resto de la excursión pendiente de mí.
No obstante, sí recuerdo que,
aposentados en torno a los restos de un nido de ametralladoras y unas
trincheras, posición Peñas Altas 1 la llamaban, Antonio V. nos ilustró con el
segundo relato del niño Eugenio, ya convertido en hombre, en una narración emocionada
muy acorde con el lugar y finalizada con una moraleja fruto de la sabiduría que
sólo da la vida. Para conmemorar el evento, José Mª nos sacó allí mismo la foto
de grupo.
Ya después, y creo que tras algunas
deserciones, anduvimos un rato por la carretera entre Prádena y Paredes. Me
parece que luego había más construcciones bélicas y, de eso me acuerdo bien,
llegamos al Bosque de Los Níscalos, donde Paco D. y otros comenzaron a ofrecer los
primeros ejemplares a quienes ya teníamos algunas setas; aunque al rato, ante
la exuberancia del lugar, finalmente acabaron atesorándolos.
Mientras Juan se maravillaba de la facilidad para encontrar níscalos, los más entendidos, como Antonio D. o Ángel, iban escogiendo otros géneros de setas más refinados.
Mientras Juan se maravillaba de la facilidad para encontrar níscalos, los más entendidos, como Antonio D. o Ángel, iban escogiendo otros géneros de setas más refinados.
Antonio marchaba en cabeza abriendo
camino de búnker en búnker y yo creo que los demás lo íbamos siguiendo como
podíamos de seta en seta, con la mirada sólo ocasionalmente al frente para
intentar no perder el contacto visual; tan era así, que tengo gravada la imagen
de Carlos exclamando ¡qué seta tan gorda!, al acercarse a la cúpula redondeada
de una de las construcciones. Me parece que fue por allí por donde comimos el
bocadillo.
Acabado el pinar bajamos al pueblo, con
el día ya más despejado, y nos tomamos unas cervezas reparadoras en el bar. Como fin de fiesta, Santiago nos obsequió con champán; tuvimos que
insistir para que nos explicara el motivo y es que cumplía 100 (muy bien
acompañado por Belén, que ya es senderomaga); me sé de
una que al oír lo de 100 contestó que no los aparentaba…
En definitiva, un día estupendo, pero,
como en esta vida todo cuesta, hubo quién lo pago con su cartera. Madi otorga 4
sicarias a esta bonita excursión.
Melchor
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez
Buena ruta un poco lejos pero valdra la pena.
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