miércoles, 28 de septiembre de 2022

Excursión 651: Archanes - Monte Yiuhtas. Creta

FICHA TÉCNICA
Inicio: Archanes. Creta. Grecia
Final: Archanes. Creta. Grecia
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 9,8 Km 
Desnivel [+]: 574 m 
Desnivel [--]: 574 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 24

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta




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RESUMEN
“En medio del vinoso ponto rodeada del mar, hay una tierra hermosa y fértil, Creta; y en ella muchos, innumerables hombres, y noventa ciudades (…). Entre las ciudades se halla Cnossos, gran población, en la cual reinó por espacio de nueve años Minos, que conversaba con el gran Zeus” (Homero, Odisea, XIX, 172)

Cuando Antonio, en el mes de mayo, me propuso organizar un viaje a la isla de Creta no dudé un instante en acometer tamaña empresa porque me parecía muy interesante explorar un lugar que es un completo exponente del avatar histórico de Grecia, una isla por la que se han deslizado los distintos pueblos y culturas que han ocupado el viejo solar griego más o menos tiempo.

Junto a los más antiguos restos de su civilización propia, la minoica, la isla es un cúmulo de huellas romanas, bizantinas, árabes, venecianas y turcas que afloran a cada paso sin solución de continuidad, sin olvidar las más recientes de la independencia de Grecia y los todavía frescos recuerdos del último enfrentamiento bélico europeo.

La isla, verdadero parque arqueológico, donde es difícil dar un paso sin topar con vestigios de la antigüedad, justifica, cuando no reclama, un viaje al menos una vez en la vida.

Una visita exhaustiva necesitaría mucho más tiempo del que contábamos para este viaje, máxime cuando queríamos además combinar cultura, senderismo, baños y gastronomía, no necesariamente por ese orden.

No es de extrañar, por tanto, que en nuestro periplo hubieran de quedar fuera de programa lugares de nombres tan emblemáticos como la cueva de Zeus en el monte Ida, el palacio de Festos, la isla de Spinalonga, la mítica ciudad de Gortina o el famosísimo desfiladero de Samaria.

Después de contactar con varias agencias, la que más me convenció fue “Descubre Creta”, ubicada en la propia isla, lo cual fue un acierto porque Beatriz, la propietaria, ha resultado ser una guía formidable, una auténtica sacerdotisa minoica que nos ha guiado por los laberintos de la isla como una verdadera Ariadna.

Ella fue la que me propuso el itinerario, una vez que le planteé lo que queríamos. Se lo trasladé a Antonio, el cual dio su visto bueno inmediatamente.

Llegamos 25 viajeros el día 27 por la noche después de un viaje agotador de casi doce horas entre esperas en el aeropuerto de Barajas, horas de vuelo y un retraso que se nos hizo interminable en el aeropuerto de Atenas.

Finalmente aterrizamos en el aeropuerto de Heraklion donde nos recibió Beatriz con una sonrisa maravillosa y fuimos directos a cenar a una tabernita típica cerquita del puerto, llamada El jardín de Decaulión, donde se nos olvidaron las penurias del viaje.

Y por fin, el día 28 empezamos verdaderamente nuestra aventura. Lo primero que teníamos programado era la visita del famoso Palacio de Cnossos, excavado por el no menos famoso sir Arthur Evans que, apoyado por una considerable fortuna personal, emprendió la reconstrucción del palacio, ayudado por arquitectos y pintores.

Entre 50 y 300 personas durante tres o cuatro meses al año y bajo la supervisión directa de Evans, consolidaron los muros y levantaron la discutida reconstrucción del palacio. Se basó en los restos arqueológicos y se apoyó en la iconografía facilitada por los frescos y los anillos decorativos.

Utilizó hierro y cemento para sustituir los restos de madera que encontraba carbonizados. Aunque se ha discutido mucho la reconstrucción, yo creo que es muy válida porque podemos hacernos una idea aproximada del aspecto original que presentaba el conjunto.

Lamentablemente la guía del palacio que nos tocó en suerte hizo una visita y explicaciones sumamente mediocres, además el palacio padecía unas severas restricciones de acceso a espacios por los que antaño se podía deambular libremente, como el salón del trono o el megaron de la reina, y tampoco se pueden ver ya los enormes almacenes con los grandes píthoi allí expuestos en otros tiempos.

Después de este algo decepcionante contacto con la civilización minoica, fuimos al monte Yiuthas, que tiene un pico de 811 metros de altura, a unos 15 kilómetros al sur de Heraklion.

Para los minoicos era una montaña sagrada y la leyenda dice que los cretenses adoraban este lugar porque Zeus murió allí.

Inevitablemente era una excursión que debíamos hacer, primero porque no había otra opción de ruta ese primer día, dadas las visitas programadas y porque no todos los días se puede ir a un sitio donde está enterrado un dios.

La ruta empezó a las once de la mañana en el pueblecito de Archanes, o Arjanes (en griego, Αρχάνες). Enseguida, por una pista asfaltada flanqueada por olivos, entramos en la garganta de Silamos; a nuestra izquierda pudimos ver partes del acueducto veneciano, de 1628, que llevaba el agua a Heraklion.

En la garganta (un poco a la derecha de nuestra ruta) se podían ver uno de los dos puentes del acueducto que aún se conservan.

Hacía un calor húmedo impropio de esta época del año, que nos hacía bastante penosa la subida; en un momento dado Antonio, María José, Jesús y Melchor se ducharon con un caño para regar los olivos, lo que les permitió afrontar la excursión en mejores condiciones que al resto.

Después de transitar una hora, más o menos, por la pista asfaltada, en la ladera norte, llegamos a un lugar llamado Cueva de los Vientos, donde supuestamente hay un templo minoico paleopalacial del s. XVIII a. C. llamado Anemospilia, destruido pocos decenios después por un terremoto. Digo supuestamente porque está tapado y no lo vimos.

Por lo que he leído, en una de las estancias apareció el cuerpo de una persona joven con muestras de haber sido víctima de un sacrificio humano, junto con otras dos personas y un cuchillo de sacrificio, lo que ha permitido deducir que esta civilización practicaba sacrificios humanos, algo de lo que no se tenía constancia anteriormente.

En ese punto tuvimos espléndidas vistas de todo Heraklion y su cara noroeste, así como de la cordillera del Psiloritis.

Desde ese lugar, aunque algunos teníamos muchas ganas de volvernos por lo inmisericorde del calor y lo empinado de la subida, todos tomamos una senda estrecha y pedregosa flanqueada por hibiscos, romeros, lentiscos y gamones, así como otras plantas que no conocía.

Ya a esas horas, pasadas las doce, el calor era insoportable: parecía que el propio Hades nos castigaba por hollar la montaña sagrada de su hermano, y algunos tuvimos que efectuar varias paradas para poder continuar sin desmayarnos.

En la primera cima del Yiuhtas encontramos el segundo templo minoico, el santuario de Psilí Korfí, del que apenas se entrevén los restos.

Se construyó hacia el 2100 a. C. Consta de dos terrazas escalonadas a las que se llega a través de una rampa.

Los antiguos dioses dieron paso al cristianismo y así en la segunda cima de Yiouhtas encontramos la iglesia del Salvador con unas vistas magníficas a 360 º, así como un feo repetidor.

Allí paramos para tomar un estupendo refrigerio puesto que nuestra guía, Bea, nos obsequió con queso, aceitunas y panecillos, en lo que me pareció una bella ofrenda de acogimiento a los extranjeros que llegábamos a su tierra, además del vino que Jesús C. proporcionó y con él recuperamos fuerzas para efectuar la empinada bajada: después de esta segunda cumbre bajamos hacia el este, pudiendo contemplar de esta manera los valles orientales de Heraklion y la tercera cordillera de la isla, Dikti. Encontramos las marcas del sendero muy cerca y empezando a bajar hacia la pista.

La excursión duró entre cuatro y cinco horas (para los más lentos) y aún tuvimos tiempo de tomar una cervecita en el bonito pueblo de Archanes, donde nos esperaban Isabel y Sol, que no pudieron realizar la ruta.

Después volvimos a Heraklion para visitar el Museo Arqueológico que, de alguna manera, compensó la decepcionante visita del Palacio. 

El Museo, referente mundial de la cultura cretense, alberga los innumerables objetos hallados por toda la isla. 

Se trata de uno de los museos más grandes de Grecia y contiene la mejor colección de Arte Minoico del mundo. Además de la colección minoica, el museo cubre otros períodos de la historia de Creta, con artefactos que van desde el Neolítico hasta el período greco-romano

En sus perfectamente iluminadas salas, vitrinas ordenadas cronológicamente se exhiben objetos de cerámica de todos los estilos, vasos rituales, abundantes estatuillas, brillantes joyas, sarcófagos policromados y los muy importantes documentos del disco de Festos y las tablillas en lineal B, además, claro está, de las coloridas, luminosas y cuestionadas pinturas.

Aunque tuvimos poco tiempo para la visita, sí pudimos deleitarnos con muchas de las piezas expuestas y, en particular, con el enigmático Disco de Festos, uno de los mayores enigmas de la arqueología mundial; algunos incluso piensan que es una falsificación y hay también teorías extravagantes que dicen que es una reliquia de la perdida Atlántida.

Después fuimos a cenar al barrio de Latón que hasta hace pocos años era un barrio marginal de Heraklion, en la taberna El Kafeneio de Lakkos.

Ahora está muy reformado, se han pintado interesantes grafittis y se practica la música rembétika, genero fundamental dentro de la música griega y que fue introducida por los refugiados griegos que vivían antes en Asia Menor y fueron desplazados a Grecia en el tristemente célebre intercambio de población que se hizo a partir de 1923, que implicó a aproximadamente 2 millones de personas.

Este intercambio de población, o expulsión mutua acordada, no se basó en la lengua o el grupo étnico, sino en la identidad religiosa, e implicó a casi todos los ciudadanos cristianos ortodoxos de Turquía, incluyendo a ciudadanos ortodoxos que hablaban solo turco, y a la mayoría de los ciudadanos musulmanes de Grecia, incluyendo a aquellos que hablaban exclusivamente griego.

Tuvimos una cena magnífica, amenizada al final por un músico callejero, y ante la cual Melchor y yo no tuvimos más remedio que bailar unos minutos.

Por la visita del Palacio de Cnossos y la fascinación que produce evocar una civilización tan antigua y con tanta influencia, el maravilloso Museo Arqueológico, la excursión al monte Yiuhtas, sin olvidar la espléndida cena, la música, la gratísima compañía, la profesionalidad, simpatía y entrega de Bea y el buen ambiente del grupo, esta excursión montañera-cultural-gastronómica se merece un cinco sobre cinco.
Paz Rincón

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