Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de la Morcuera
Final: Puerto de la Morcuera
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 19,7 Km
Desnivel [+]: 1.193 m
Desnivel [--]: 1.313 m
Desnivel [+]: 1.193 m
Desnivel [--]: 1.313 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 18
Valoración: 4
Participantes: 18
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
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RESUMEN
Llegando a la cita sobre las 10 horas al parking del Puerto de Navacerrada, me encuentro con un nutrido grupo de senderomagos allí reunidos; más de los esperados para lo que a priori debe de ser una dura excursión de unos 20 kilómetros, 10 altos y más de 1000 metros de desnivel positivo que hay que superar “cresteando” por las altas cumbres.
Yo no las tengo todas conmigo, porque es mi segunda excursión después de más de un año de parón, pero no puedo resistirme a intentar completar una de las clásicas de la Sierra de Guadarrama que siempre he deseado realizar.
Pocos minutos pasadas las 10h, puntuales como siempre, iniciamos la marcha 18 osados excursionistas y uno de los canes que siempre suelen acompañarnos. Siguiendo el pequeño sendero que transcurre paralelo a la valla que delimita las pistas de esquí de Navacerrada y tras un corto zig-zag llegamos sin apenas descanso al alto de las Guarramillas; o la Bola del Mundo para el que prefiera la denominación moderna, aunque yo me quedo con la más tradicional. En poco más de una hora, ya estamos en la primera cumbre a 2.265 m.s.m con unos 400 metros de desnivel “ya a la butxaca”.
Dejamos a nuestra derecha el famoso Ventisquero de la Condesa, de la Condesa del Real de Manzanares, donde nace el rio Manzanares y desde donde se obtenía la preciada nieve para refrescar a los que pudieran pagarla de la capital.
En pleno estío, el gélido elemento era acarreado hasta los pozos existentes en el barrio madrileño de Pozas (de ahí su nombre), desde donde luego se surtía de este artículo principalmente a los cafés, a los botilleros, a los horchateros o a los pescaderos.
¿Serán estos parajes propiedad todavía de los herederos de la Condesa? Por lo que he leído todavía son titulares del castillo de Manzanares.
Y lo que desconocía, que la actual condesa, que ostenta un sinfín más de títulos, es la escritora de exitosas novelas históricas, Almudena Arteaga.
Bueno, vamos a seguir la ruta que me voy por las ramas en vez de ir por el camino. Seguimos avanzando hacia el siguiente alto, el cerro de Valdemartín, dejando a nuestros pies y a la izquierda la otra estación de esquí de la Comunidad, Valdesquí.
Caminando entre floridos piornos por el cordal, soplaba una fresca brisa, propia de esta zona de ventisqueros y neveros, lo que nos hace pensar que el sol que nos acompañará durante toda la jornada será más que soportable y no llegará a ser abrasador.
Fácil descenso y al iniciar las primeras pendientes del siguiente pico, paramos al Ángelus de las 12h con la puntualidad habitual. Después del tentempié emprendemos la marcha hacia Cabeza de Hierro Menor.
En estas estribaciones divisamos las primeras cabras montesas de la jornada, típicas de estos lares. Al parecer se estima una población de unos 5.000 ejemplares en esta vertiente madrileña de la Sierra de Guadarrama.
El perro de Antonio las persigue incansable pero ni a las crías consigue inquietar. Ya en el descenso se complica la ruta y toca gatear para superar un dificil tramo de grandes rocas, mientras una numerosa manada de cabras nos miran atónitas a poco más de 20 metros.
Seguramente les sorprenderá nuestra torpeza, al igual que me asombra a mí verlas correr por esos roquedales como si tal cosa. Superado este complicado tramo, Antonio nos comenta que existía una alternativa más cómoda y menos peligrosa, a buenas horas!
En un pequeño descanso de reagrupamiento, Antonio aprovecha para volver a adjudicarme digitalmente la redacción de esta crónica, a la “odiosa” pregunta de, Jordi, ¿tú sabes escribir?. Y pese a mis reticencias y a mi pereza, aquí me veo, dándole al teclado. ¡Me reivindico! !Dos crónicas en diez excursiones! Uff,
¡Cuánto sacrificio para conseguir alguna estrella más!, aunque he de reconocer que al final, al tener que rememorar la ruta, se disfruta dos veces de ella.
También me resulta chocante la garrafa de agua de 5 litros que lleva Antonio a sus espaldas. Menudo lastre! Pero claro, es su ración de agua y la de su pastor alemán que no para quieto. De hecho, me hace reflexionar sobre la cantidad de líquido que yo llevo. Un litro de agua y un refresco. Escaso es y seguro que llego justo, por las altitudes que transitamos no creo que vayamos a encontrar ni fuente alguna ni sombras. Menos mal que las temperaturas no son elevadas pese a la espléndida y soleada jornada.
Superamos también el siguiente pico y homónimo del anterior, Cabeza de Hierro Mayor, que con sus 2.383 m.s.m. supera solo en nueve metros a su hermano menor, pero que aun así es el segundo pico más alto de la Sierra de Guadarrama, según me comenta algún compañero. Vaya!, sí que andamos por las alturas, sí. Es destacable que vamos a subir hoy a 10 dosmiles, así del tirón, lo que no es nada desdeñable.
Continuamos la marcha por las amplias y amarillas praderas y pasada la suave loma del Pandasco, aprovechamos para una agradable y tranquila comida. Poco más de media hora de descanso y sobre las 14h30 volvemos a la marcha.
Nos dividimos en dos grupos, 10 senderistas parten un poco antes con la intención de subir a La Najarra y un segundo grupo de 8 miembros que opta por evitar esta última ascensión y bajar directamente desde el Collado de la Najarra al Puerto de la Morcuera, nuestro destino final. Este segundo grupo aprovechará para descansar un poco más pues dispondrá de algo más de tiempo.
Yo me apunto en el primer grupo, por la motivación extra que tengo para completar esta clásica y porque me veo con fuerzas aunque desconocía lo que todavía quedaba por delante.
A buen ritmo, porque este grupo “ya no espera”, superamos los dos siguientes altos, Navahondilla y Asómate de Hoyos, curioso nombre que alude al excelente mirador que desde ella se tiene de ellos.
Vistas espectaculares de la Pedriza a la derecha y del valle de Lozoya a la izquierda. Impresionantes panorámicas de Peñalara y más allá, que nos acompañan durante toda la ruta. YAl poco, ya divisamos las dos ultimas dificultades, Bailanderos y La Najarra e intuimos que la exigencia técnica va a ser mayor.
Mención especial hay que hacer del ascenso a Balailanderos. Un buen tramo de grandes bloques rocosos dificultan el avance. Algunas rocas un tanto inestables nos hacen “bailar” un poco haciendo honor al nombre de esta loma, tal como algún compañero ya había avisado.
Tras superar el roquedal, paramos en el collado de la Najarra para tomar unas fotos espectaculares de los riscos y del embalse de Santillana al fondo e iniciamos la última ascensión a la propia Najarra. En este punto el grupo de 10 se vuelve a dividir, y solo 6 subiremos las 9 cumbres completando la clásica.
El resto de compañeros de este primer grupo optan por esquivar la Najarra y bajar directamente al puerto. Seguramente, curtidos en mil batallas, ya no tienen la motivación de completar por una vez la clásica.
Rápida ascensión por parte de este reducido grupo a la Najarra, para estar a tiempo en el autiobús que nos espera en el Puerto de la Morcuera.
Pasamos junto a un semiderruido refugio del que resulta chocante en dónde se asienta. En lo alto de unas pocas rocas que lo exponen a todas las inclemencias, a cambio le proporcionan unas panorámicas impresionantes. Curioso donde se construyen algunas de estas edificaciones.
Completar en la cumbre de la Najarra las cimas de la Cuerda Larga, es lo más parecido a ser un pájaro sin levantar los pies del suelo… Hemos divisado, la izquierda, Peñalara y su cuerda, la llanura segoviana, el valle de Lozoya, el Paular, Rascafría, el embalse de la Pinilla, el de Buitrago,.. a la derecha, las ya 5 torres de la ciudad de Madrid, vistas desde varias perspectivas según avanzábamos, los pueblos serranos de Manzanares el Real, Guadalix, Soto del Real, … la majestuosa Pedriza, con el Yelmo al frente, la glaciar Hoya de San Blas, los embalses de Valmayor, Santillana, Pedrezuela… media Comunidad de Madrid a nuestros pies!!
Nada más hacernos las fotos junto al vértice geodésico, bajada larga e incómoda hasta el puerto por lo pedregoso del camino y por la fatiga ya acumulada en nuestras piernas. Seguimos la valla hasta atravesar un pequeño pinar, que resulta toda una bendición por ser la única sombra de todo el camino. Después de tantas horas al sol, alguno ha tenido que recurrir a una nueva dosis de crema solar, pues las quemaduras acechan al final de la ruta.
Así, el grupo de 6 un tanto desperdigado llegamos al destino sobre las 17h30. Allí, en el aparcamiento de la Morcuera, están esperando el autocar y los 4 miembros del grupo de 10 que también optaron por saltarse la Najarra y que han sido los primeros en llegar.
La espera junto al pequeño refugio del aparcamiento es amenizada por un reportaje de motos clásicas que van y vienen por la carretera de Miraflores a Rascafría, que tenemos en frente, mientras esperamos a la sombra.
Aunque este grupo de senderomagos, en el momento que se reagrupa, poca distracción necesita; se basta y se sobra para echar un buen rato saboreando el descanso y la buena compañía, después de una intensa jornada.
Sobre las 18h ya han llegado todos los compañeros del segundo grupo de 8 que alargaron la sobremesa en una Najarra ( unidad de tiempo senderista que me acabo de inventar que puede equivaler a una hora poca más o menos).
Partimos en autobús en busca de los coches, allá en el otro puerto, porque la Cuerda Larga tiene la peculiaridad de no ser ni de ida y vuelta, ni circular, simplemente de ser de ida, por ser tan “larga”, a no ser que te hagas 40 km, lo que pocos se atreven con ellos.
Parada corta, pero agradecidísima, para reponer “líquidos fresquitos” en una terraza de Miraflores y una nueva oportunidad para disfrutar de la estupenda compañía de los senderomagos, ya con el relajo que proporciona el descanso y la satisfacción del deber cumplido. Llegamos al punto de partida para recoger los coches sobre las 20h.
Muy satisfecho por la jornada, por el reto que supone personalmente haber completado esta clásica después de retomar mi actividad andarina y por la experiencia vivida.
A todo aquel que disfrute de las vistas al llegar a una cima, esta ruta “crestadora” es más que aconsejable, es un disfrute continuo, de vistas y panorámicas espectaculares a izquierda y derecha a lo largo de todo el cordal.
Teniendo presente la larga duración de la excursión, entre 6 y 7 horas andando, los 20 kilómetros de camino dificultoso, las 10 cimas superadas, y los 1.193 metros de desnivel positivo acumulado, yo le asignaría con ciertas dudas, unas 4 sicarias, pues el esplendido día, la agradable temperatura y la ausencia de percanes ha ayudado a hacer la jornada muy llevadera.
Hasta la próxima, senderomagos. Como siempre, un placer!!
Jordi Gual
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