Inicio: Puente de la Cantina. Valsaín
Final: Puente de la Cantina. Valsaín
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 13 Km
Desnivel [+]: 605 m
Desnivel [--]: 605 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 30
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
Ya que no pude evitarlo por imperativos de la organización y
porque alguien lo tenía que hacer, me ha tocado a mí escribir esto que
sigue... vaya marrón (creo que ya lo
había dicho...). Esto es una venganza.
Bueno, como quien me conoce sabe que soy muy despistado,
espero que me perdonéis no entrar en detalles. Así que, sin más, os contaré que
una vez que dejamos los coches al lado del Puente de la Cantina, nos saludamos
todos, nos dimos la mano, besitos y todo eso que hacemos cuando llegamos y nos
reconforta tanto.
Pasadas las 10:30h empezamos la ruta saliendo hacia nuestro
destino, para lo que cruzamos la carretera, por la que no había demasiado
tráfico a esas hora, y el Puente de La Cantina, ese que teóricamente volaron en la película "¿Por
quién doblan las campanas?", basada en la
novela de Ernest Hemingway. Menos
mal que no lo hicieron de verdad.
Lo iniciamos con una subida suave pero continua, por un
camino nevado. Algunos tenían frío y otros no tanto, pero después de un ratito
caminando, empezamos a sudar, así que fuimos parando poco a poco para aligerarnos de
ropa, en lo que Melchor (recién nombrado Director de Crónicas) aprovechó para
buscar y encontrar a un incauto a quién adjudicarle el marrón.... y ese era yo.
Mira que me resistí, me negué por activa y por pasiva, pero
no hubo manera. Al final recurrió al Boss,
que me convenció con mano de seda... Todavía me queda algún cardenal,
pero creo que para la próxima estaré del todo recuperado.
A partir de ahí seguimos por el GR10.1 dejando a nuestra
izquierda al arroyo del Telégrafo. Desde atrás y arrastrándome por el peso de
la responsabilidad, se veía una bonita fila de senderómagos, como pocas veces
se ha visto: unos detrás de otros y sin hablar del partido del miércoles
(palizón del Atlético al Madrid).
Pero ¿esto qué es, alguien está enfermo? Pues
sí, a nuestro médico y saxofonista preferido le dio una pájara. Y todo eso un
poco antes de llegar a la fuente de La Reina, que ya se podía haber esperado.
Parece que necesitaba algún cariñito, así que se quedó alguno para... no se
sabe muy bien qué, pero, según dicen las malas lenguas (o buenas, según se
mire) necesitó que alguien le insuflara aire. Claro tanta vida nocturna, soplar
(aunque sea el saxo y todo eso) no puede ser muy bueno.
Finalmente todos nos reunimos en la fuente de La Reina,
donde picamos algo. Santiago sacó su bota, José María unas chocolatinas, y otros frutos
secos y fruta, con lo que repusimos fuerzas.
Tras el corto descanso seguimos la subida hacia La Camorca.
La nieve del camino estaba pisada, por lo que recordamos esa foto de José María
en la que aparecía Joaquín en el techo del refugio. ¿Serán las huellas de Joaquín?
Pues no, cuando llegamos solo estaba un ermitaño fumándose un puro? calibre 45,
que rápidamente se largó al ver a tanta gente. Así que Alejandro, al ver la
cabaña libre, aprovechó para ponerse otro modelito.
Nos quedamos maravillados con esas vistas a nuestro
alrededor de paisajes nevados. Es un sitio ideal para disfrutarlo y hacer la
parada para comer, salvo por el frío, que nos dejó a todos helados.
A partir de aquí iniciábamos la bajada y el regreso. Los siete que tenían más prisa volvieron
deshaciendo el camino y el resto bordeando la montaña y buscando una alternativa más
larga.
Curiosamente entre esos siete magníficos estaban todos los
atléticos y algún que otro infiltrado. ¿Qué pasaría? ¿Habría alguna convención
de atléticos, cena celebración por el partido del miércoles?... Vamos que nos
quedamos desconcertados.
La bajada, siguiendo el arroyo del Tesoro, fue
preciosa. La primera parte nieve pisada,
pero después nieve virgen que hizo las delicias de los montañeros senderómagos.
El paisaje espectacular y con alguna sorpresa: algún ratoncillo, algún corzo,
pequeños riachuelos y muchos árboles caídos
y cubiertos de nieve.
Y así hasta que llegamos a un río más grande que, por ende,
era el Eresma. Vaya no será éste el que tenemos que saltar! pensamos algunos.
Y además sin tener la inestimable ayuda del abuelo Rubiales que siempre nos
muestra la mejor manera de cruzarlo. Pues no, había puentes y muy bien hechos;
pero antes Paco N. nos llevaría a ver los bonitos "Baños de Venus"
nevados.
Hubo quién, como Carlos, que se ofreció a darse un baño,
pero no hubo acuerdo económico por el
espectáculo y no se atrevió.
Sorprendente también que Paco N, que se baña en un charco, no se metiese a
buscar a Venus; claro que si la venus hubiese sido Venus Williams, esa del
tenis…. En fin, un atajo de cobardes.
Y ya poquito después llegamos a los coches. Allí estaban
esperando dos de los siete magníficos cobardes. Uno del Madrid, Cristóbal, que
no se sabe muy bien por qué se volvió con los Atléticos; y el otro, Vicente A,
que decía que se volvió a buscar el móvil por haberlo perdido en la subida, y
lo tenía en el coche... vaya excusa.
Y finalmente, como no podía ser menos, nos dirigimos a
Valsaín a degustar unas estupendas cervezas a la salud de algunos cumpleañeros.
Por todo lo anterior, la excursión se merece 4,5 sicarias de sobra. Y colorín colorado, esta crónica se ha acabado.
Por todo lo anterior, la excursión se merece 4,5 sicarias de sobra. Y colorín colorado, esta crónica se ha acabado.
Javier Bartolomé
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