miércoles, 11 de febrero de 2015

Excursión 220: La Camorca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puente de la Cantina. Valsaín
Final: Puente de la Cantina. Valsaín
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  13 Km
Desnivel [+]: 605 m
Desnivel [--]: 605 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí

Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 30

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta








































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
¡¡¡Vaya Marrón!!!
Ya que no pude evitarlo por imperativos de la organización y porque alguien lo tenía que hacer, me ha tocado a mí escribir esto que sigue...  vaya marrón (creo que ya lo había dicho...). Esto es una venganza.

Bueno, como quien me conoce sabe que soy muy despistado, espero que me perdonéis no entrar en detalles. Así que, sin más, os contaré que una vez que dejamos los coches al lado del Puente de la Cantina, nos saludamos todos, nos dimos la mano, besitos y todo eso que hacemos cuando llegamos y nos reconforta tanto. 

Pasadas las 10:30h empezamos la ruta saliendo hacia nuestro destino, para lo que cruzamos la carretera, por la que no había demasiado tráfico a esas hora, y el Puente de La Cantina,  ese que teóricamente volaron en la película "¿Por quién doblan las campanas?", basada en la  novela de Ernest Hemingway.  Menos mal que no lo hicieron de verdad.

Lo iniciamos con una subida suave pero continua, por un camino nevado. Algunos tenían frío y otros no tanto, pero después de un ratito caminando, empezamos a sudar, así que  fuimos parando poco a poco para aligerarnos de ropa, en lo que Melchor (recién nombrado Director de Crónicas) aprovechó para buscar y encontrar a un incauto a quién adjudicarle el marrón.... y ese era yo.

Mira que me resistí, me negué por activa y por pasiva, pero no hubo manera. Al final recurrió al Boss,  que me convenció con mano de seda... Todavía me queda algún cardenal, pero creo que para la próxima estaré del todo recuperado.

A partir de ahí seguimos por el GR10.1 dejando a nuestra izquierda al arroyo del Telégrafo. Desde atrás y arrastrándome por el peso de la responsabilidad, se veía una bonita fila de senderómagos, como pocas veces se ha visto: unos detrás de otros y sin hablar del partido del miércoles (palizón del Atlético al Madrid). 

Pero ¿esto qué es, alguien está enfermo? Pues sí, a nuestro médico y saxofonista preferido le dio una pájara. Y todo eso un poco antes de llegar a la fuente de La Reina, que ya se podía haber esperado. Parece que necesitaba algún cariñito, así que se quedó alguno para... no se sabe muy bien qué, pero, según dicen las malas lenguas (o buenas, según se mire) necesitó que alguien le insuflara aire. Claro tanta vida nocturna, soplar (aunque sea el saxo y todo eso) no puede ser muy bueno.

Finalmente todos nos reunimos en la fuente de La Reina, donde picamos algo. Santiago sacó su bota, José María unas chocolatinas, y otros frutos secos y fruta, con lo que repusimos fuerzas.

Tras el corto descanso seguimos la subida hacia La Camorca. La nieve del camino estaba pisada, por lo que recordamos esa foto de José María en la que aparecía Joaquín en el techo del refugio. ¿Serán las huellas de Joaquín? 

Pues no, cuando llegamos solo estaba un ermitaño fumándose un puro? calibre 45, que rápidamente se largó al ver a tanta gente. Así que Alejandro, al ver la cabaña libre, aprovechó para ponerse otro modelito.

Nos quedamos maravillados con esas vistas a nuestro alrededor de paisajes nevados. Es un sitio ideal para disfrutarlo y hacer la parada para comer, salvo por el frío, que nos dejó a todos helados.

A partir de aquí iniciábamos la bajada y el regreso. Los siete que tenían más prisa volvieron deshaciendo el camino y el resto bordeando la montaña y buscando una alternativa más larga.

Curiosamente entre esos siete magníficos estaban todos los atléticos y algún que otro infiltrado. ¿Qué pasaría? ¿Habría alguna convención de atléticos, cena celebración por el partido del miércoles?... Vamos que nos quedamos desconcertados.

La bajada, siguiendo el arroyo del Tesoro, fue preciosa.  La primera parte nieve pisada, pero después nieve virgen que hizo las delicias de los montañeros senderómagos.

El paisaje espectacular y con alguna sorpresa: algún ratoncillo, algún corzo, pequeños riachuelos  y muchos árboles caídos y cubiertos de nieve.

Y así hasta que llegamos a un río más grande que, por ende, era el Eresma. Vaya no será éste el que tenemos que saltar! pensamos algunos. 

Y además sin tener la inestimable ayuda del abuelo Rubiales que siempre nos muestra la mejor manera de cruzarlo. Pues no, había puentes y muy bien hechos; pero antes Paco N. nos llevaría a ver los bonitos "Baños de Venus" nevados.

Hubo quién, como Carlos, que se ofreció a darse un baño, pero no hubo acuerdo económico por el  espectáculo  y no se atrevió. 

Sorprendente también que Paco  N, que se baña en un charco, no se metiese a buscar a Venus; claro que si la venus hubiese sido Venus Williams, esa del tenis….  En fin, un atajo de cobardes.

Y ya poquito después llegamos a los coches. Allí estaban esperando dos de los siete magníficos cobardes. Uno del Madrid, Cristóbal, que no se sabe muy bien por qué se volvió con los Atléticos; y el otro, Vicente A, que decía que se volvió a buscar el móvil por haberlo perdido en la subida, y lo tenía en el coche... vaya excusa.

Y finalmente, como no podía ser menos, nos dirigimos a Valsaín a degustar unas estupendas cervezas a la salud de algunos cumpleañeros.

Por todo lo anterior, la excursión se merece 4,5 sicarias de sobra. Y colorín colorado, esta crónica se ha acabado.
Javier Bartolomé

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