miércoles, 31 de julio de 2019

Excursión 475: Calderas del río Cambrones desde San Ildefonso

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Ildefonso
Final: San Ildefonso
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12 Km
Desnivel [+]: 275 m
Desnivel [--]: 275 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 28

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RESUMEN
El río Cambrones nace en el puerto de Malagosto, casi a 2.000 metros de altitud, para emprender un descenso que se alarga durante unos 15 kilómetros hasta verter sus aguas en el embalse del Pontón abriéndose paso a través de una garganta de granito, que ha ido esculpiendo con paciencia durante miles de años, para construirse a su antojo un parque acuático con toboganes, recodos, saltos de agua, pozas y piscinillas conocidas, en su conjunto, como las Calderas.

Por si visitarlas no fuese motivo ya más que suficiente para apuntarse a esta ruta, además la excursión contaba con el aliciente de que terminaríamos comiendo en un bar del pueblo. Todo esto y la coincidencia de estar la familia de Rosana de veraneo por Valsaín y se apuntaran en masa, hizo que la participación estuviera por encima de lo normal para estas fechas.

Todos reunidos en la explana del Palacio de la Granja, nos hicimos la nutrida foto de grupo, a la sombra del Rey y la Reina, las monumentales secuoyas que, al menos desde 1867, imperan a las puertas del palacio, con una altura de 45 metros y un perímetro de 18,82 metros el primero, y con una altura de 38,5 metros La Reina, algo menor debido a que perdió parte de su copa por un rayo el 5 de Julio de 1991.

De allí, por la plaza Canónigos y calle Calvario, nos acercamos al Pozo de la Nieve, construido en 1736 por encargo real para abastecer al pueblo, que se creaba entonces, y fue sufragado por los vecinos con un impuesto especial.

Fue rehabilitado en el 2011 como equipamiento cultural dejando ver el pavimento originario de losas de barro, cubierto ahora por un suelo de cristal, y las paredes de piedra con una profundidad de más de ocho metros y una cúpula de cristal, que emula una gigantesca bola de nieve.

Por la plaza de toros enfilamos para descender por la calle de Santa Isabel hasta dar con la del Pocillo, y la fábrica de vidrio Verescence, donde nos desviamos por el camino de la Mata de la Sauca, siguiendo una sombría pista entre robles melojos, que cruza el arroyo de las Flores, el del Chorro Grande y, al poco, el del Chico.

Mi intención era desviándonos por la finca de la Junta de Castilla y León, conocida como Mata la Saúca, para contemplar una preciosa laguna que hay en su interior y luego alcanzar el río Cambrones siguiendo el arroyo del Hueco, pero el acceso que antes existía ha sido tapado por una valla de dudosa estética, siguiendo la creciente tendencia de ponerle más puertas al campo. Una pena.

Resignados, continuamos por la pista y, tras una amplia curva alcanzamos el Rancho de Berrueta, edificio bien conservado y con excelentes vistas de La Granja, continuamos hasta llegar a un paso canadiense y verja que sale a nuestra derecha a pocos metros de la curva, y que da acceso a una bonita senda que se acerca al río Cambrones hasta un puente de madera, construido en 2009, que cruzamos para luego pasar por un portón giratorio que sale a la derecha.

Desde allí, remontamos el río Cambrones hasta alcanzar una caseta y acequia de captación de agua, en un bonito paraje conocido como la Cacera Madre. Había que andar un poquito más para llegar a la Primera de las Calderas, continuamos para ello por una senda que sigue el río por su margen derecha, muy cerca de él. Magnífica poza, en la que desistimos de bañarnos por lo temprano aún de la hora.

Tras la contemplación de tan bello lugar, volvimos a retomar la senda, ascendiendo por una fuerte pendiente, para salvar un recodo del río, y descender a la singular Caldera Segunda, otro secreto escondido de este sorprendente río y que pocos conocen. Sus numerosas marmitas de gigante le dan un aspecto prehistórico a la enorme poza donde cae el agua tras superarlas.

Para llegar a la siguiente tenemos que continuar junto al río y volver a remontar la ladera, desde donde enseguida tenemos unas espléndidas vistas de unas sorprendentes marmitas cubiertas de agua de color verde intenso, consecuencia de su flora.

Unos metros más adelante, descendemos en busca de la Tercera Caldera, en la que muchos ya no pudimos resistir por más tiempo el refrescarnos. Enseguida los más atrevidos nos metimos en el agua, disfrutando de este idílico rincón, de aguas profundas de casi 3 metros de profundidad y cascada preciosa al fondo, con un oculto jacuzzi horadado en la roca que no se ve desde la poza.

Tras el refrescante baño, con agua más fría de lo esperado, volvimos a retomar la senda principal que remonta el río, primero algo separada del mismo y sin sombra alguna, y después muy pegada a él, pasando por la fuente del Malpaso, de la que manaba un hilillo de agua para enseguida llegar a una poza con gran roca en su centro, que alguno nuevo interpretó que era el final de la ruta, al ser imposible continuar.

No esperaban que hubiese que vadear el río, lo que hicimos con la ayuda de unas piedras, continuando por una senda que obliga a remontar el repecho de la margen izquierda del río, forzando una pequeña trepada sin mayor dificultad, que nos lleva, al poco, a los pies de la Caldera del Guindo, la más grande de todas ellas aunque no la más profunda, en la que una familia había instalado su cuartel de veraneo.

Pasamos de largo en busca de más intimidad, continuando la trepada, bordeamos por encima la Caldera de Enmedio, en la que no me he bañado nunca debido a su dificil acceso por estar encajada entre peñascos, A los pocos metros llegamos a la Caldera Negra, llamada así por su gran profundidad, que le da una oscura tonalidad a sus aguas, lo que no impidió que nos metiésemos en ella en tropel.

Ni que decir tiene que, en cuanto pude, me hice un par de saltos desde su escarpada orilla, por supuesto de pie, para evitar sustos innecesarios. Nadar hasta la pequeña cascada del fondo es una experiencia refrescante donde las haya.

El regreso lo hicimos volviendo sobre nuestros pasos, esta vez sin acercarnos al río, hasta llegar de nuevo a la caseta de captación de agua, continuando por la senda, ya conocida, que nada más pasar un portón de hierro se interna en un placentero bosque de robles. con el río a nuestra izquierda.

Disfrutamos del murmullo del agua, hasta llegar al otro portón de hierro y el romántico puente de madera que cruza el río Cambrones, del que nos despedimos en su camino hacia el embalse de Portón Alto, donde entrega sus aguas.

Alcanzada la pasarela que accede a la pista que baja hacia San Ildefonso, por ella continuamos, cruzando el Arroyo del Chorro Grande por el Puente de la Princesa, continuando por la calle del Pocillo, Puerta de la Reina y Parador, regresando así al punto de inicio, la explanada del Palacio de la Granja.

La multitudinaria celebración de fin de ruta y la comida, a la que se unieron algunos más que no habían podido caminar con nosotros, la hicimos en el bar Segovia, estupendamente atendidos por Belén, dando así por finalizada esta refrescante excursión veraniega. Por todo lo disfrutado, eta excursión bien se merece una nota de 4,5 sobre 5.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES

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