FICHA TÉCNICA
Inicio: Navacerrada
Final: Navacerrada
Tiempo: 4 horas
Distancia: 14,7 Km
Desnivel [+]: 472 m
Desnivel [--]: 472 m
Desnivel [--]: 472 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 30
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RESUMEN
¡Un día inolvidable! De esos en que vuelves a casa cansado lo justo para
estar a gusto abandonándote, habiendo disfrutado de la caminata y del buen
rollo, rematado al final con una muy grata sorpresa.
Lo primero, hemos batido el record de asistentes: ¡30! Lástima que no se nos
sumó Raquel, que llegó un poco tarde y no nos pudo alcanzar.
Entre los
participantes hay que felicitar especialmente a José Luis Rubiales, que llega a
su centésima marcha. Dejo para el final las onomásticas, que fueron también muy
sentidas.
La verdad es que yo nunca había traspasado la valla del embalse de
Navacerrada. Me sorprendió gratamente: Nada más atravesar el portillo para
pescadores con trampa, o sea que si no sabes el truco no pasas (también mi
primera vez), se pasea uno muy relajadamente con unas vistas estupendas. Hay
que decir que la luz del día acompañaba y, aunque al cabo de andar un rato se
notaba la humedad ambiental, la vista descansaba al contemplar el paisaje.
Tras pasear por la orilla norte del embalse, cruzamos la carretera de
Cerceda y comenzamos a ascender cómodamente por una pista de tierra al este de
La Barranca hasta la denominada en un cartel próximo “presa de Los Baños”, muy
coqueta, más seductora en verano.
Al borde del camino, junto a una fuente con
poyos, hicimos la paradita para el tentempié, me pareció que bastante frugal
por la expectativa del afamado cocido en Las Postas al acabar.
Seguimos
subiendo con todas las cumbre ocultas por nubes muy bajas, prácticamente sobre
nuestras cabezas, traspasamos la cuerda que separa La Barranca del siguiente
vallecito y ascendimos hasta el embalse de agua potable de La Maliciosa, redondeado
y de escarpadas paredes, tal que parece una taza gigante. Nuestro primer
objetivo, conseguido.
Ya sabemos que siempre parece que bajar es fácil, pero no hay que fiarse. En
esta ocasión lo hicimos por la ladera opuesta del cordal, con bastante más
pendiente, muchas zonas malamente asfaltadas con cemento y además con chinas
sueltas por encima, de forma que parecía el camino del Calvario por el peligro
de caídas.
Más de uno resbaló, aunque, debido a la gran forma física de nuestros
senderomagos, entrenados semanalmente para soportar los mayores rigores que
impone la naturaleza (se cuenta que en una zona próxima a ésta se vencieron
vientos de 60 Km/h. con -20ºC), nadie mordió el polvo.
Durante la bajada nos
íbamos fijando en los montículos de piedras de caprichosas formas; también
había quién se dedicaba a poner nombre a las vacas y terneros, llamándolos
dulcemente para protegerlos, al tener nombre, de la indiscriminada matanza a
que son sometidos tarde o temprano.
Ya en la vaguada comenzaron a aparecer algunas zarzamoras con frutos
realmente apetitosos, así que nuestra recolectora titular de frutas del bosque,
Rosa B., comenzó la cosecha, ayudada de cuando en cuando por algún
espontáneo.
Esta vez cruzamos la carretera de Cerceda un poco más al este,
volviendo hacia el embalse de Navacerrada para encararlo por el sur, subiendo
al cerro de La Cabeza por una senda con bastante pendiente pero de corto
recorrido.
Así llegamos a la cumbre, con un bonito mirador sobre el embalse y
todo su entorno: La Barranca al norte, con las nubes ya perpetuas a partir de
media ladera, la Maliciosa con las cumbre apenas entrevista, más allá La
Pedriza y ya al este el pueblo de Mataelpino y el de Manzanares, con su
castillo recortado sobre el embalse de Santillana; debajo de nosotros, al sur,
Becerril enmarcado por el cerro del Telégrafo al fondo y al oeste nuestro
siguiente objetivo, el cerro del Castillo. Aquí se hicieron buenas fotos,
incluida la de grupo y retomamos fuerzas.
Para bajar no había casi senda y lo hicimos cual cabritillas entre jaras y
arbustos, siempre acompañados de agradables fragancias, pues toda la ladera
estaba salpicada de plantas aromáticas; distinguimos particularmente el orégano
y el tomillo salsero, aunque, como suele pasar con estas cosas, había opiniones
para todos los gustos, así que también se identificó por según quién el
cantueso, el romero, etc.
Así llegamos, tras pasar una alambrada que hubo que
elevar, a la presa del embalse de Navacerrada, que recorrimos hasta el otro
extremo contemplando los patos y peces que se movían por sus aguas. Creo que
fue aquí cuando Rosa hizo pública su oferta de entregar un tarrito de mermelada
a todo aquel que le ayudara a coger frutillas, previa aportación del tarrito.
¡Quedáis avisados para la próxima, senderomagos! No tuvo efecto la contraoferta
de entregar una cazuelita y ayudarle a cazar patos.
Enseguida llegamos a la carretera
nacional que sube al puerto de Navacerrada, donde Antonio, con buen criterio,
acortó la excursión, ahorrándonos la subida al cerro del Castillo, para no
llegar tarde a comer. O sea que fuimos lo más rectos posibles. siguiendo la carretera por sus
proximidades, abundando en la cosecha de moras cada vez que aparecían.
Recuerdo particularmente de
este trayecto un bonito liquidámbar, en cuya coloración se empezaban a notar
los primeros efectos del otoño (José María hizo una foto muy bonita).
Llegados al restaurante, Leonor nos hizo saber que había cumplido años, así
que lo celebramos con unas cervezas a su salud. ¿Y qué decir del afamado cocido
de Las Postas? Pues que estaba muy rico, pero misteriosamente faltaron
garbanzos (nadie se lo explicaba; aún es un misterio). Lo que no faltó fue el
“agua del botijo”, que pasaba de mano en mano con fruición.
Tras la distendida
comida, a la que se sumó Carlos, y la correspondiente charleta, vino lo mejor:
Así como Leonor y José Luis R. nos invitaron a las cervezas, por su cumpleaños y su excursión número 100, respectivamente, nuestro saxofonista
de cabecera, Fernando Sangüesa, que también había cumplido años en la semana
previa, nos invitó a una audición extraordinaria, acompañado al piano por su
hermano Iván.
Con gran dominio de la escena, dedicó a Leonor un “Cumpleaños
feliz” que dio mucha envidia; también nos deleitó con la interpretación de la
pieza “Vivir sin tí”, de su álbum “Qué importa el final”.
Hay que decir, no
obstante, que tanto mérito o más tuvo la actuación como telonero de José María,
aclamada por todos; a mí se me saltó una lagrimita cuando escuche su
interpretación de “La chocolatera”, que tantas veces había oído ensayar en casa
a mi hijita.
Yo creo que a la caminata se le pueden dar 4 sicarias, pero sumando la traca
final en Las Postas, se llega de sobra a 5.
Melchor
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